El hallazgo de un nuevo campamento de supervivientes podría explicar qué ocurrió en la colonia perdida de Roanoke
Este descubrimiento proporciona «pruebas convincentes» para resolver uno de los misterios históricos más antiguos de Estados Unidos.
Más de cien hombres, mujeres y niños navegaron desde Inglaterra a Carolina del Norte en 1587 para construir un nuevo asentamiento. Tres años después, habían desaparecido y apenas dejaron pistas de su paradero.
Los fragmentos de loza desenterrados recientemente en un campo de Carolina del Norte pertenecían a los supervivientes de la infame Roanoke, el primer asentamiento inglés en las Américas. La denominada «colonia perdida» ha provocado un debate sobre qué les pasó a los 115 hombres, mujeres y niños abandonados en la isla de Roanoke, Carolina del Norte, en 1587.
En un acantilado que da a la ensenada de Albemarle, a 80 kilómetros al oeste de la isla de Roanoke, un equipo de la First Colony Foundation descubrió un conjunto de fragmentos de cerámica inglesa, alemana, francesa y española.
«La cantidad y la variedad de los artefactos excavados aportan pruebas convincentes de que el lugar estuvo habitado por varios colonos de la colonia de Sir Walter Raleigh desaparecida en 1587», declaró el arqueólogo Nick Luccketti, líder del equipo.
El comunicado ha llegado solo meses después de que otro arqueólogo afirmara haber descubierto objetos vinculados a los colonos perdidos en la isla de Hatteras, situada a unos 80 kilómetros al sur de la isla de Roanoke. Si ambos descubrimientos se confirman, respaldarían la teoría de que los colonos se dividieron en dos grupos o que se separaron en campamentos de supervivientes, casi sin duda con la ayuda de los nativos americanos con quienes probablemente se integraron.
Las pistas del paradero de los colonos
La colonia perdida constaba principalmente de londinenses de clase trabajadora que acabaron atrapados en el litoral de Carolina del Norte cuando la Armada española atacó Inglaterra, sumiendo a su país en una guerra. En aquella época, el gobernador de la colonia, John White, se encontraba en Londres recopilando suministros y buscando más colonos. Cuando regresó al asentamiento tres años después, lo halló desierto.
La única pista del paradero de los colonos era un poste donde estaba tallada la palabra «Croatoan», que entonces era el nombre de la isla de Hatteras y de sus habitantes nativos, cuya relación con los ingleses era cordial. Uno de ellos, Manteo, viajó en dos ocasiones a Inglaterra y la reina Isabel I lo nombró lord.
White también escribió que los colonos querían desplazarse «a ochenta kilómetros tierra adentro», una referencia a un lugar del interior. El gobernador nunca encontró a los colonos, entre ellos su hija Eleanor Dare y su nieta, Virginia Dare, la primera niña inglesa nacida en el Nuevo Mundo.
Un mapa dibujado por el gobernador de la colonia incluye una mancha que cubre el símbolo de un fuerte ubicado a 80 kilómetros tierra adentro de la isla de Roanoke. Los investigadores sostienen que han hallado evidencias de los supervivientes de la colonia perdida en la zona.
El caso se paralizó hasta 2012, cuando los investigadores advirtieron una mancha en un mapa en acuarela del este de Carolina del Norte pintado por White. Bajo la mancha descubrieron una imagen de un fuerte en la parte frontal de la ensenada de Albemarle. Se encuentra a 80 kilómetros al oeste de la isla de Roanoke, lo que concuerda con el testimonio del gobernador. Sobre la mancha estaba el tenue contorno de un fuerte, dibujado con lo que los analistas consideran tinta invisible.
Los expertos especularon que White quería ocultar la existencia del fuerte a los españoles, que consideraban el proyecto de Roanoke una amenaza para su dominio de Norteamérica y de las importantes rutas marítimas al norte de los Outer Banks de Carolina del Norte. Los españoles enviaron una expedición para acabar con la colonia, pero tampoco consiguieron encontrar a los colonos.
En 2015, el equipo de Luccketti excavó la zona demarcada en el mapa, cerca de una aldea nativa americana llamada Mettaquem. Como los primeros colonos europeos solían construir sus asentamientos cerca de pueblos nativos americanos, este parecía un buen lugar para empezar.
Un fragmento de cerámica inglesa del Yacimiento X podría formar parte de una vasija utilizada por un superviviente de la desafortunada colonia.
Clay Swindell, arqueólogo asociado con la First Colony Foundation que examinó Mettaquem, dijo que la aldea con palizadas tenía de 80 a 100 habitantes. Frente a su muro, en un lugar al que llamaron Yacimiento X, el equipo de Luccketti no halló ningún fuerte, pero sí descubrió dos docenas de fragmentos de cerámica inglesa que, según indican, probablemente pertenecía a los supervivientes de la colonia perdida.
En enero, los arqueólogos excavaron en un campo a 3,2 kilómetros al norte del Yacimiento X, que llamaron Yacimiento Y. Aquí hallaron una cantidad y variedad de cerámica europea mucho mayor que en el Yacimiento X. Luccketti sostiene que algunos de los colonos se trasladaron desde Roanoke tras la marcha de White en 1587, trayendo consigo su cerámica europea. Dice que un grupo pequeño, posiblemente una sola familia, podría haberse establecido cerca de sus vecinos nativos americanos mientras esperaban en vano el rescate.
¿Misterio resuelto?
William Kelso, un arqueólogo que dirigió la iniciativa para descubrir el fuerte de Jamestown de 1607, está seguro de que estos hallazgos «resuelven uno de los mayores misterios de la historia de los comienzos de Estados Unidos: la odisea de la colonia perdida». Sin embargo, otros arqueólogos recomiendan no sacar conclusiones precipitadas.
«Yo soy escéptico», dice Charles Ewen, arqueólogo de la Universidad del Este de Carolina. «Quieren demostrar en lugar de intentar refutar su teoría, que es la vía científica».
La afirmación de Luccketti depende de la datación de los trocitos de cerámica, una tarea compleja ya que los estilos se mantuvieron durante periodos prolongados. Es posible que la cerámica de los yacimientos X e Y perteneciera a comerciantes ingleses posteriores procedentes de Jamestown, que se fundó dos décadas después del intento fallido de Roanoke. Sin embargo, los investigadores están de acuerdo en que el descubrimiento de dos depósitos separados refuerza la hipótesis de Luccketti.
«No tengo ningún problema con su interpretación de la cerámica en cuestión como posiblemente de finales del siglo XVI y quizá asociada a la colonia perdida», concluye Jacqui Pearce, experta en cerámica del Museo de Londres. Aunque la cerámica siguió fabricándose bien entrado el siglo XVII, dice que parece improbable que este conjunto específico de vasijas se fabricara después de 1650, cuando los primeros comerciantes ingleses empezaron a entrar en la zona.
Con todo, los fragmentos estaban mezclados con tierra arada en los siglos posteriores por otros colonos y africanos esclavizados, y el equipo aún no ha hallado restos evidentes de una granja isabelina. «Hay que hallar artefactos que daten claramente del siglo XVI en un contexto estratigráficamente sellado», dice Henry Wright, arqueólogo de la Universidad de Míchigan.
Una pista intrigante que apunta a los colonos de Roanoke y no a comerciantes de Jamestown es la ausencia de pipas de arcilla de principios del siglo XVII en los yacimientos. Las primeras expediciones de Roanoke se apropiaron de la costumbre de fumar en pipa de los nativos americanos y Raleigh la puso de moda en Inglaterra. Las pipas de arcilla delgadas con cuencos pequeños, que son bastante diferentes de sus homólogas indígenas en material y estilo, eran partes fundamentales del kit del comerciante inglés a principios del siglo XVII.
Pero estas pipas no aparecieron en el Yacimiento Y. Pearce señala que su ausencia es significativa. «Si cualquiera de los habitantes de la colonia perdida fumaba, entonces habría usado pipas nativas, no pipas fabricadas en Londres», afirma.
¿Un segundo campamento de supervivientes?
Mientras el equipo de Luccketti excavaba en el Yacimiento X, un grupo dirigido por Mark Horton, entonces arqueólogo de la Universidad de Bristol, excavaba los restos de una aldea nativa americana en la actual isla de Hatteras, la Croatoan histórica. Con la ayuda de voluntarios de la Croatan Archaeological Society, descubrió artefactos europeos, entre ellos la empuñadura de un estoque del siglo XVI y parte de un arma de fuego.
Scott Dawson, director de la sociedad, declaró que los artefactos aportan evidencias de que los colonos se integraron con el pueblo de Croatoan. «No solo sabemos a dónde fueron, sino qué les ocurrió tras llegar aquí», escribió acerca de los colonos en un libro reciente.
Horton, que aún no ha publicado sus hallazgos, advirtió que estos objetos se descubrieron en un contexto que data de mediados a finales del siglo XVII. Eso quiere decir que podrían ser reliquias heredadas por los descendientes de los colonos o bienes comerciales posteriores obtenidos de Jamestown.
Luccketti duda que una gran cantidad de los colonos de Roanoke se trasladaran a Croatoan, en parte por las evidencias ambientales de la escasez de lluvia en la década posterior a la llegada de los colonos. «No dejas a cien personas en una isla durante una sequía», afirma.
Pero Horton señaló que los descubrimientos del Yacimiento X, el Yacimiento Y y Hatteras aportan credibilidad a la teoría cada vez más popular de que los colonos perdidos se separaron y se integraron en las comunidades nativas americanas locales. «Esto es típico en situaciones como naufragios», dice. «El orden se rompe y acabas con varios campamentos de supervivientes».
Además, existen precedentes. En 1586, cuando la comida empezó a escasear para los miembros de la colonia de Roanoke, su líder dispersó a los cien colonos por la región, Croatoan incluida, para que pudieran recolectar alimentos, una táctica que tuvo éxito hasta poder volver a Inglaterra.
Dawson espera proseguir con las excavaciones en otras partes de Hatteras en la búsqueda de un campamento de supervivientes, mientras que el equipo de Luccketti pretende continuar su búsqueda. «No hay datos suficientes, pero deberían seguir buscando», afirma Ewen.
Andrew Lawler es periodista y autor. Ha escrito acerca de las polémicas excavaciones bajo Jerusalén y la búsqueda de la colonia perdida de Roanoke para National Geographic.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.