Este nuevo museo alemán suscita una polémica colonial

El Foro Humboldt de Berlín ha reavivado un debate sobre quién tiene derecho a poseer y exponer el patrimonio de África.

Por Jacob Kushner
Publicado 17 dic 2020, 13:54 CET
Roxane Julie von der Beek

La restauradora Roxane Julie von der Beek repara un tambor de Malí en el Museo Etnológico de Berlín, uno de los muchos museos alemanes que trasladarán sus colecciones al nuevo Foro Humboldt.

Fotografía de Sean Gallup, Getty

Durante años, un edificio de Berlín ha albergado la cabeza de una reina. Su cara es lisa, pero su cabeza tiene unos grabados intrincados y lleva una corona con una lyoba, una figura matriarcal del Reino de Benín, en la actual Nigeria.

Fue tallada a principios del siglo XVI y es una de las más de mil esculturas de metal robadas por los soldados británicos cuando saquearon la Ciudad de Benín en 1897. En el siglo posterior, los denominados bronces de Benín han sido comprados y vendidos por museos y coleccionistas privados de toda Europa y Norteamérica, y hoy figuran entre los artefactos africanos más codiciados del mundo.

Bronces de Benín

Los bronces de Benín, creados en los siglos XVI y XVII por artistas del antiguo Reino de Benín, ahora parte de Nigeria, y que en realidad están hechos de latón y otros materiales, fueron saqueados como «botín de guerra» por soldados británicos en 1897. Más adelante, cientos de ellos fueron vendidos a Alemania y a otros países.

Fotografía de Universal Images Group, Getty

Todo ello supone un problema importante para el museo más nuevo de Europa. El Foro Humboldt de Alemania, tras 20 años en construcción, abrió sus puertas de forma digital esta semana —y prevé abrir físicamente la próxima primavera— para exhibir miles de artefactos de África, Asia y otros lugares. El Museo Etnológico de Berlín, de cuya colección depende el Foro en gran medida, controla unos 530 bronces y otros artefactos de Benín, siendo la segunda mayor colección del mundo por detrás del Museo Británico. La mitad de la colección de Benín se expondrá en el Foro.

A finales de la semana pasada, días antes de la inauguración del Foro, el embajador de Nigeria en Alemania escribió una carta a la canciller alemana Angela Merkel en la que demandaba que el país devolviera los bronces de Benín, reavivando así una polémica sobre quién tiene el derecho de poseer, conservar y exhibir el patrimonio africano.

Activistas de toda Europa están demandando la devolución de cientos de miles de artefactos africanos que fueron robados o comprados en la época colonial. «Cuando hablamos de restitución, no queremos decir que haya que vaciar las colecciones de los museos europeos y americanos», afirma George Abungu, ex director general de los Museos Nacionales de Kenia y asesor del Foro Humboldt. «La cuestión de la restitución no va de devolverlo todo, sino los objetos robados que tienen un significado, significados simbólicos y rituales. Esos tienen que volver a casa».

En 2017, el presidente francés Emmanuel Macron, un país que colonizó gran parte del norte y el oeste de África, declaró que Francia devolvería los artefactos robados. En 2018, Bélgica, que colonizó el Congo, se vio sacudida por protestas que exigían que las autoridades devolvieran algunos de los 180 000 artefactos africanos del Museo Real de África Central, a las afueras de Bruselas. El Museo Británico, en Londres, que posee 69 000 artefactos del África subsahariana, se ha negado a devolver e incluso prestar los artefactos africanos adquiridos indebidamente. (Un nuevo museo en la Ciudad de Benín, Nigeria, espera cambiarlo.)

Hasta ahora, Alemania —habiendo colonizado África más brevemente que otras potencias europeas— había capeado el temporal pasando relativamente desapercibida. Esto está cambiando, ya que el Foro Humboldt ha puesto el país en el primer plano del debate de la restitución.

El Foro se encuentra a pocas calles de donde, hace 136 años, los líderes europeos se reunieron en la residencia personal del rey Guillermo I para dividir África en trocitos para los colonizadores. La Conferencia de Berlín de 1884 y 1885, también conocida como Conferencia del Congo, fue un intento de Guillermo I y el canciller Otto von Bismarck de alcanzar a los otros líderes coloniales en su carrera para beneficiarse de los recursos naturales, esclavos y artesanía de África.

Esta historia polémica es particularmente difícil de ignorar debido al edificio que eligió el Bundestag alemán para el Foro: el Palacio de Berlín, el antiguo palacio prusiano donde el sucesor de Guillermo I, Guillermo II, vivió de las riquezas de África.

La inauguración del Foro Humboldt, muy esperada y pospuesta en varias ocasiones, ha llegado en el apogeo de una pandemia global. Pero un retraso de su apertura física será la menor de sus preocupaciones. Sus creadores se enfrentan a un enérgico debate sobre si debería existir siquiera un museo europeo de artefactos africanos.

«Como africanos, nos preguntamos: ¿qué quieren demostrarnos reconstruyendo este palacio de los colonos? ¿Quieren demostrarnos que aún ostentan el poder?», afirma Mnyaka Sururu Mboro, un tanzano que vive en Alemania y se opone a la construcción del Foro. «He estado en los sótanos del Museo Etnológico de Berlín. Allí hay miles y miles de objetos que fueron robados en tiempos coloniales. Nosotros, los africanos, queremos recuperarlos».

Abriendo el camino

El Foro Humboldt, concebido en 2001, se encuentra cerca del corazón de Berlín, junto a las otras grandes instituciones de la ciudad en la Isla de los Museos, la meca turística en el centro del río Spree. Sus fundadores querían que Berlín se convirtiera en una de las grandes ciudades museos de Europa, con una institución de talla mundial comparable al Museo Británico o el Louvre.

El Foro se llama así en honor a dos hermanos del siglo XVIII que los alemanes recuerdan con orgullo: el filósofo Wilhelm von Humboldt y su hermano pequeño, Alexander von Humboldt, un naturalista que recogió especímenes y artefactos por todo el planeta.

Según la página web del museo, «el Foro Humboldt se ocupa de nada menos que la historia y la cultura del mundo en toda su complejidad». Se esfuerza «por contar la historia universal de la raza humana desde múltiples perspectivas».

El Foro expondrá obras del Museo de Arte Asiática de Berlín, la Universidad Humboldt, el Museo de la Ciudad de Berlín y el Museo Etnológico. Muchos de sus artefactos llegaron a Berlín mediante «una red de comerciantes, coleccionistas, oficiales coloniales y funcionarios públicos», afirma la página web del museo.

Según Paola Ivanov, que dirige parte de la colección de África del Foro Humboldt, antes de que la Conferencia de Berlín introdujera a Alemania en la carrera para conquistar África, el Museo Etnológico poseía solo 3361 objetos africanos. Para finales de la época colonial, la cifra se había disparado a unos 50 000. Algunos de esos objetos fueron saqueados en la que entonces se denominaba África Oriental Alemana, durante el periodo colonial alemán entre 1886 y 1919.

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    El Foro Humboldt

    El Foro Humboldt, que se encuentra en un palacio prusiano reconstruido en el centro de Berlín, es el foco de un debate sobre cómo Alemania debería afrontar su pasado imperial.

    Fotografía de Fabian Sommer, Picture Alliance, Getty

    Los territorios africanos de Alemania incluían partes de los actuales países de Tanzania, Ruanda y Burundi en el este de África; Namibia en el sur y Camerún y Togo en el oeste. En 2016, el Museo Etnológico estableció un marco «para investigar la procedencia de los objetos problemáticos», específicamente los más de 10 000 artefactos de Tanzania, algunos de los cuales se obtuvieron mediante «la apropiación violenta y las guerras coloniales». El museo también invitó a científicos de Tanzania para que investigaran artefactos de la colección, promoviendo un intercambio transcontinental.

    «Tenemos objetos muy problemáticos en la colección de Tanzania porque los alemanes conquistaron Tanzania de forma muy violenta», afirma Ivanov. «Las guerras del Maji Maji que llevaron a cabo los alemanes en el sur de Tanzania provocaron la muerte de al menos 200 000 personas. Muchos objetos están vinculados a estas conquistas violentas».

    Ivanov dice que el museo ha estado investigando la procedencia de estos objetos para saber cómo acabaron en manos alemanas cientos de estos artículos. Por ejemplo, su equipo de antropólogos rastreó los orígenes un conjunto de figuras esculpidas de Camerún y un taburete de Benín. Para la exposición inaugural del Foro Humboldt, rodearon estos artefactos de archivos históricos, fotografías, vídeos y otros medios seleccionados con la ayuda de conservadores africanos.

    Pero hacer lo mismo con los 75 000 artefactos africanos del museo sería una tarea hercúlea. «Sin esta investigación, no pueden abrirse ni el Foro Humboldt ni ningún museo etnológico», dijo Bénédicte Savoy, historiadora del arte que formó parte de la junta de asesores del Foro Humboldt. Dimitió en 2017 por lo que describió como el fallo por parte del museo a la hora investigar su colección de forma crítica. Savoy afirma que cada artículo de la colección debería examinarse de forma exhaustiva antes de exponerlo para que el público sepa «cuánta sangre lleva una obra de arte».

    Bellezas de bronce

    De todos los artefactos africanos en museos europeos, ninguno ha atraído tanta atención como los bronces de Benín, que, a propósito, están hechos de latón y de bronce.

    «Se han convertido en una especie de símbolo del debate de la restitución», afirma Jörg Häntzschel, que escribe sobre museos para el periódico alemán Sueddeutsche Zeitung. «Son como las cicatrices de todos los objetos en museos europeos, en porque son muy valiosos». Algunos se han vendido en subastas de arte internacionales por millones de dólares.

    «Estos objetos de Benín son de una belleza asombrosa», afirma Häntzschel, que ha viajado a Camerún para ver artefactos africanos en su lugar de origen. «Y también son un caso muy evidente de saqueo, los saqueó una expedición británica en pocos días». Muchos enseguida se vendieron a coleccionistas ricos de Alemania y Austria.

    Las placas de latón del palacio real de Benín

    Las placas de latón que antes adornaban en palacio real de Benín embelesan a los visitantes del Museo Británico en Londres, que alberga la mayor colección de bronces de Benín del mundo. La segunda más grande reside en el Foro Humboldt.

    Fotografía de Dan Kitwood, Getty

    «Los alemanes eran muy conscientes de que los objetos que compraban se trasladaron ilegalmente de la Ciudad de Benín a Londres», escribe Kwame Opoku, periodista y autor que defiende el retorno del patrimonio de África. Algunos de los bronces se subastaron meses después de su robo. «Muchos de los objetos que compraron los alemanes y los austriacos deben haber llevado la sangre de las personas de Benín, recién salida del campo de batalla», escribe Opoku.

    Hoy, incluso los países que nunca tuvieron colonias en África han acabado metidos en el debate de la restitución. Los descendientes de los gobernantes de Benín han escrito cartas al Instituto de Arte de Chicago y el Museo Field de Chicago exigiendo que se devuelvan los artefactos de sus antepasados. El Museo de Bellas Artes de Boston, el Museo de la Escuela de Diseño de Rhode Island y el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York tienen bronces de Benín. «Esos bronces de Benín están repartidos por todo el mundo», afirma Abungu. «Las personas que se llevaron estos objetos tienen una obligación moral. No pueden escapar de esto».

    Algunos creen que Alemania tiene una responsabilidad única de devolver sus bronces. Al fin y al cabo, fue la Conferencia de Berlín la que aceleró la «carrera por África» y provocó el saqueo de los bronces y muchos más objetos. Otros afirman que el Foro es una institución inherentemente racista y que nunca debería haberse construido. Exponer un tesoro colonial en un antiguo palacio imperialista evoca «épocas en las que se exhibían “curiosidades exóticas” en “gabinetes de maravillas”», según No Humboldt 21, un grupo de activistas que se opone al Foro.

    Simon Rittmeier, cofundador del International Inventories Programme, cuyo fin es catalogar los artefactos de Kenia en el extranjero, explica que «el Museo Etnológico que conocemos comenzó en el siglo XVII con este complejo de curiosidad». Durante el imperio alemán, «el poder de un rey yacía en mostrar objetos exóticos y reunirlos en un lugar como señal de poder. Esta idea europea perdura. Sigue presente en la actualidad», dice Rittmeier.

    Un «museo universal»

    Neil MacGregor, exdirector del Museo Británico, acuñó el concepto del «museo universal» para describir un lugar que podrían visitar personas de todas las culturas para admirar y aprender del pasado. El Foro Humboldt se diseñó con esa misma visión y MacGregor fue contratado para liderarlo, convirtiéndose en uno de sus tres directores fundadores. La misión inicial del Foro consistía en «estar en contacto con tantas partes del mundo como sea posible» y crear un «Museo Universal para el Siglo XXI».

    Pero para los opositores del Foro, esa idea parece estar cada vez más reñida con la realidad, algo que recalca el endurecimiento de las fronteras europeas y el hecho que la mayoría de los africanos nunca tendrán la oportunidad de visitar la nueva institución de Europa.

    «Si no dejan entrar a los africanos en las fronteras europeas —algunos incluso mueren por el camino—, no se puede hablar de un “museo universal”», afirma Leonie Emeka, alemana-nigeriana que hace poco se graduó en historia del arte y que ha investigado la procedencia de la colección del Foro Humboldt. De hecho, algunos países europeos, Alemania incluida, han denegado el visado a algunos artistas africanos para exponer sus propias obras. «No todos en este mundo tienen acceso a este museo universal», afirma Emeka.

    Según Savoy, el nuevo museo llega en mal momento. «Alemania se está redefiniendo como un país abierto e internacional», afirma. «Está esforzándose por aceptar a personas de zonas en guerra y en conflicto. Así que no pueden abrir un museo [colonial] en este lugar y en este momento».

    El primer paso hacia la restitución de los artefactos africanos, según Savoy, es que los museos europeos cataloguen sus objetos. El Museo Etnológico de Alemania posee casi medio millón de objetos, pero se desconocen los orígenes de muchos de ellos. El año pasado, el filántropo George Soros puso en marcha una iniciativa de 12 millones de euros para apoyar la investigación sobre la procedencia de las obras de arte africanas con vistas a su restitución.

    Algunos activistas han tomado cartas en el asunto. Mwazulu Diyabanza, que defiende que Europa indemnice a África por el colonialismo, ha llegado a robar artefactos de museos franceses, argumentando que robar algo que ha sido robado consiste simplemente en devolverlo al lugar que le pertenece. El acto de robar artefactos africanos para recuperarlos se popularizó en una escena de la película de éxito de Marvel Pantera negra, ambientada en África.

    Los directores de museos sostienen que los artefactos no deberían devolverse a África hasta que haya museos modernos y climatizados e instalaciones donde almacenarlos. Pero el año pasado, Häntzschel descubrió que el Museo Etnológico de Berlín había almacenado algunos de sus artefactos en condiciones terribles. A veces, sus salas de almacenamiento en Berlín se inundaban y dejaban los objetos sumergidos en agua que llegaba a la altura de los tobillos. Descubrió condiciones deficientes similares en museos de toda Alemania. Un director de museo contó a Häntzschel que hasta el 15 por ciento de los artefactos de Alemania no han sido contados. «Hay un caos total en los museos etnológicos alemanes», afirmó.

    El año pasado, cien académicos firmaron una carta abierta demandando que Alemania abriera de inmediato sus colecciones africanas a investigadores para examinar si se habían obtenido de forma adecuada. Su llamamiento llegó el año después de que el ministro de cultura alemán señalara que los museos alemanes deberían investigar la procedencia de los artefactos del extranjero.

    En lo que respecta a los bronces de Benín, el Foro dedicará dos grandes salas a la exposición de Benín que describirán los mil años de historia del Reino de Benín, así como su saqueo por soldados británicos en 1897. Y en 2018, el Museo Etnológico se unió a otros museos europeos que anunciaron que prestarían algunos de los bronces para la inauguración de un nuevo museo en Nigeria. Pero otros sostienen que habría que devolver dichos objetos directamente.

    Para Häntzschel, el debate sobre la restitución «no es una cuestión de titularidad. Es una cuestión de cómo se afronta el pasado. Es una cuestión de qué quieres hacer con él».

    Pero al colocar objetos africanos en vitrinas y declararlos arte, según Rittmeier, «los desvinculamos de su antiguo uso, los desvinculamos de que los toquen, de que los sientan». Esto «corta los lazos con su historia».

    En lugar de simplemente exhibir objetos africanos para que los visitantes los observen, algunos han sugerido un replanteamiento total de la experiencia en un museo. En lugar de caminar entre las exposiciones, los visitantes podrían asistir a excursiones y conferencias sobre una colección en particular dirigidas por conservadores cuyo trabajo de toda una vida consiste en entender su importancia histórica.

    «Crearía un museo antropológico completamente diferente», afirma Emeka, la joven graduada en historia del arte. Un museo, según ella, no debería ser un edificio estático, sino algo vivo. Sugiere que los 644 millones de euros gastados en el Foro Humboldt podrían haberse invertido mejor trayendo a antropólogos de Angola a Alemania para crear presentaciones sobre los artefactos angoleños o a viajar por Angola para contactar con las comunidades que carecen de acceso a un «museo universal» en un país que no pueden alcanzar.

    Jacob Kushner es un corresponsal extranjero que escribe sobre raza, migración, salud, fauna y flora y derechos humanos en África, Alemania y el Caribe.

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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