La tibia reacción policial al asalto del Capitolio recalca el «poder de la blanquitud en Estados Unidos»
El presidente electo Joe Biden describe la respuesta como «un claro fracaso a la hora de aplicar una justicia igualitaria».
Un agente de policía de Washington D.C. fue empujado de las escaleras del Capitolio estadounidense y rodeado por insurgentes que intentaban entrar en el edificio el 6 de enero de 2021.
Aviso de contenido: Imágenes de brutalidad policial
El miércoles, cuando una muchedumbre violenta de seguidores de Trump asaltó el Capitolio estadounidense escalando muros, rompiendo ventanas, golpeando puertas, destrozando oficinas y apoderándose de la Cámara de Representantes y el Senado, los activistas por los derechos humanos y la justicia racial observaron con asombro e indignación cómo la policía federal parecía apartarse y dar vía libre a los alborotadores.
Este ataque se ha producido apenas meses después de que la policía de varios estados del país disparara, apaleara, tirara gas lacrimógeno y detuviera a manifestantes negros que protestaban de forma pacífica contra la brutalidad policial. Los observadores se han quedado horrorizados ante lo que describen como una desigualdad flagrante en la respuesta de la policía ante los alborotadores, en su mayoría blancos, que asaltaron el Capitolio estadounidense el miércoles.
«Cuando los justicieros blancos cometen actos de violencia, la policía se mantiene al margen», afirma Jeralyn Cave, asociada de comunicaciones del Advancement Project, una organización nacional de derechos civiles y justicia racial. «Y cuando los organizadores negros y las personas negras buscan justicia, la policía es violenta y ataca».
La escena del miércoles en el Capitolio, según Cave «es una prueba real del poder de la blanquitud en Estados Unidos».
Los seguidores del presidente Donald Trump avanzan hacia las escaleras del Capitolio coreando «USA invading USA» («EE. UU. invade EE. UU.»).
El jueves, durante una rueda de prensa, el presidente electo Joe Biden dijo que era evidente que la policía tenía un doble rasero a la hora de responder a los seguidores de Trump que asaltaron el Capitolio y en el trato de los manifestantes de Black Lives Matter, que protestaron pacíficamente en Washington el pasado verano.
«No solo hemos visto que no se ha protegido una de las tres ramas de nuestro gobierno, sino un claro fracaso a la hora de aplicar una justicia igualitaria». «Si los que protestaron ayer hubieran sido un grupo de Black Lives Matter, los habrían tratado de forma muy muy distinta a la muchedumbre de maleantes que asaltó el Capitolio. Todos sabemos que es verdad y es inaceptable».
Los seguidores de Trump arrollan a las fuerzas de seguridad y sus barricadas frente al Capitolio.
La policía y los insurgentes se enfrentan en medio de un chorro de espray de pimienta. Pese a los esfuerzos de los agentes, la muchedumbre entró en el Capitolio.
Las autoridades afirman que el ataque al Capitolio fue incitado por el presidente Trump, que ha pasado semanas atacando falsamente los resultados de las elecciones presidenciales de Estados Unidos e intentando impedir un traspaso de poderes pacífico. Trump se ha negado rotundamente a admitir la derrota en las elecciones de noviembre y ha tratado de impedir que el vicepresidente Mike Pence supervise el recuento formal de los votos del Colegio Electoral en el Congreso.
El miércoles, durante un discurso tras un escudo blindado frente a la Casa Blanca, Trump instó a miles de seguidores políticos a marchar hacia el Capitolio.
La mañana del miércoles, el presidente Trump dio un discurso ante sus seguidores desde el césped de la Casa Blanca y mantuvo que le habían robado las elecciones. «Nunca nos rendiremos. Nunca nos daremos por vencidos. No pasará. No se concede [la victoria] cuando ha habido un robo», dijo.
«Ninguno de los que estamos hoy aquí queremos que unos demócratas de izquierdas, radicales y envalentonados nos roben nuestra victoria en las elecciones, que es lo que están haciendo. Nos la han robado los falsos medios de comunicación. Eso es lo que han hecho y lo que están haciendo», gritó Trump. «Nunca nos rendiremos. Nunca nos daremos por vencidos. No pasará. No se concede [la victoria] cuando ha habido un robo».
Trump instó a la multitud a que se movilizara contra los resultados de las elecciones. A continuación, miles de seguidores se dirigieron al Capitolio.
La multitud que abandonaba el mitin de Trump en la Casa Blanca se volvió más ruidosa mientras marchaba hacia el este, según Robert J. Contee III, jefe del Departamento de Policía Metropolitana de Washington D.C. «Mientras los manifestantes se acercaban al perímetro del Capitolio, su comportamiento cambió de forma perceptible», dijo Contee durante una rueda de prensa celebrada el miércoles. «Traspasaron las vallas y se enfrentaron al cordón policial que rodeaba el edificio».
Steven Sund, jefe de la Policía del Capitolio, que cuenta con unos 2300 agentes y es responsable de proteger el Congreso y el edificio del Capitolio, declaró que los agentes se vieron superados por los miles de manifestantes que asaltaron el edificio.
«Estos individuos atacaron a los agentes de la Policía del Capitolio de los Estados Unidos y a otros agentes uniformados con tuberías de metal, irritantes químicos y utilizaron otras armas contra nuestros agentes», dijo Sund en un comunicado. «Estaban decididos a entrar en el edificio del Capitolio causando grandes daños».
Mientras los residentes de Washington y espectadores de todo el mundo veían las noticias con asombro, los alborotadores invadieron el Capitolio y ocuparon el edificio durante más de cuatro horas, negándose a marcharse. Parecía la escena de una película distópica, pero estaba ocurriendo en tiempo real.
La policía detiene a un manifestante que denunciaba el asesinato de George Floyd en Minneapolis cinco días después de que fuera asfixiado el 25 de mayo del 2020. «Si los que protestaron ayer hubieran sido un grupo de Black Lives Matter los habrían tratado de forma muy muy distinta a la muchedumbre de maleantes que asaltó el Capitolio», declaró el presidente electo Joe Biden sobre el asalto.
Los seguidores de Trump se enfrentan a la policía dentro del Capitolio. Más de 50 agentes de policía resultaron heridos durante el salto y uno ha fallecido. Han muerto cuatro manifestantes, uno por disparos de la policía y tres por urgencias médicas.
«Lo que estamos presenciando en este momento es la manifestación y la culminación del liderazgo imprudente, el abuso de poder generalizado y la anarquía», declaró Derrick Johnson, presidente de la Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color (NAACP, por sus siglas en inglés), en un comunicado. «Esto no es protestar ni es activismo; esto es una insurrección, un ataque a nuestra democracia y un golpe incitado por el presidente Trump».
Muriel Bowser, alcaldesa de D.C., criticó la respuesta de la policía del Capitolio al asalto del edificio e instó a responsabilizar al presidente Trump del ataque.
«Obviamente, fue un fracaso, o no se habría traspasado el cordón policial y la gente no habría entrado en el edificio rompiendo ventanas», dijo Bowser.
Bowser exigió al Congreso que creara una comisión para investigar «los fallos de seguridad que ocurrieron en el Capitolio el 6 de enero del 2021, tanto para pedir cuentas como para garantizar que no vuelva a ocurrir».
Añadió que la reacción de los agentes fue más dura el pasado junio durante las protestas antirracistas en Washington. «También debemos entender por qué la respuesta de los agentes federales fue mucho más dura en las protestas del verano que durante el ataque de ayer al Capitolio».
Las escenas en el Capitolio revelaron un marcado contraste en la respuesta de la policía el pasado verano, cuando miles de manifestantes negros en ciudades de todo Estados Unidos salieron a las calles tras los asesinatos de George Floyd, Ahmaud Arbery y Breonna Taylor. En los vídeos de aquellas protestas se ve a la policía con equipo antidisturbios apaleando a los manifestantes, derribándolos y utilizando gas lacrimógeno para dispersar a la multitud.
Un manifestante envuelto en una nube de gas lacrimógeno y espray de pimienta mientras marcha por George Floyd en Raleigh, Carolina del Norte, el 30 de mayo del 2020. Los vídeos de las protestas del verano pasado muestran a la policía con equipo antidisturbios y abusando de la fuerza para dispersar a multitudes desarmadas.
Los miembros de la Guardia Nacional de D.C. hacen guardia en el monumento a Lincoln en Washington D.C. mientras los manifestantes se congregan para protestar contra la brutalidad policial el 2 de junio del 2020.
Una línea de agentes defiende una barricada de metal mientras los miembros de la turba intentan traspasarla y entrar en el Capitolio el 6 de enero del 2021. El jefe de la Policía del Capitolio dimitió al día siguiente.
La reacción en redes sociales fue rápida y estuvo llena de furia.
«Vi más gas lacrimógeno en las calles de Minneapolis. Vi más balas de goma en Portland contra #BLM», tuiteó un observador. «¡Vi más detenciones en protestas antifracking! De lo que he visto hoy cuando los terroristas asaltaron el Capitolio».
Un informe publicado el pasado agosto por Amnistía Internacional cita 125 incidentes de violencia policial contra manifestantes, trabajadores de primeros auxilios, periodistas y observadores legales en 40 estados y D.C. Según el informe, la policía «utilizó la fuerza física, irritantes químicos como gas lacrimógeno y espray de pimienta y proyectiles de impacto cinético como primera medida contra los manifestantes pacíficos en lugar de como respuesta a cualquier tipo de amenaza o violencia real».
Ernest Coverson, gerente en Amnistía Internacional y uno de los autores del informe, escribió que «el uso excesivo de fuerza contra los manifestantes por parte de la policía es una muestra del propio racismo sistémico y la impunidad contra los que protestaron en las calles».
A pesar de las súplicas de los manifestantes para que les permitieran protestar de forma pacífica contra la brutalidad policial, la represión violenta de la policía se intensificó durante todo el verano. El presidente Trump instó al aumento de la fuerza policial, exigiendo una respuesta de tipo militar contra los manifestantes.
«Las acciones del presidente Trump representan un callejón sin salida hacia el autoritarismo y deben parar de inmediato», declara el informe de Amnistía Internacional. «Necesitamos que el enfoque del país respecto al mantenimiento del orden en las protestas cambie desde cero a los niveles local, estatal y federal».
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.