El grito de guerra de Sojourner Truth todavía resuena 170 años después
Su famoso discurso «¿Acaso no soy una mujer?» contribuyó a poner en marcha el movimiento por el sufragio de las mujeres y simboliza la lucha constante de Estados Unidos por la justicia y la equidad.
Una impresión de 1864 de Sojourner Truth incluye sus palabras «Vendo la sombra para apoyar la sustancia». Truth posó para retratos y vendió panfletos para sufragar el coste de su activismo mientras recorría el país luchando por los derechos humanos. El 29 de mayo de 1871, Truth dio su famoso discurso «¿Acaso no soy una mujer?» en la Convención por los Derechos de las Mujeres en Akron, Ohio. Se dice que el discurso contribuyó a poner en marcha el movimiento por el sufragio femenino en Estados Unidos.
Para Barbara Allen, las ironías de viajar a Angola, Indiana, el 6 de junio son bastante obvias. Participará en la revelación de una estatua en el Steuben County Courthouse para conmemorar a Sojourner Truth, la legendaria abolicionista antes esclavizada y activista por los derechos de las mujeres.
La primera ironía es que Barbara Allen es la nieta de sexta generación de Sojourner Truth, nacida en 1797 en el estado de Nueva York y fallecida en Battle Creek, Míchigan, en 1893. La segunda ironía es que en al menos una ocasión durante el recorrido de Truth por Indiana en 1861, fue detenida por hablar. Era el riesgo que corría cada vez que se subía a un podio y Allen puede sentir esa determinación en sus venas.
«Al igual que alzaba la voz por los derechos, yo siempre he sentido la necesidad de hablar alto y claro. Y de ahí es donde viene mi personalidad. Cuando miro mi propia vida, pienso: “Madre mía, mi vida va en círculos y yo estoy en ese círculo”».
Este momento de cerrar círculo amplifica el prestigio creciente de Truth, un símbolo icónico de los hilos entrecruzados en la lucha por la justicia racial y de género en Estados Unidos. Allen ha escrito un libro infantil acerca de su venerada antepasada, Remembering Great Grandma, Sojourner Truth, que autopublicó en enero. Espera que sus lecturas y discursos públicos ayuden a sus tres nietas a conectar más profundamente con su legado emblemático. En un momento en que el país está envuelto en debates desgarradores sobre la necesidad de reconocer los graves males del pasado, la historia de coraje, fortaleza y maestría autodidacta de Sojourner Truth ofrece un importante modelo para la búsqueda de la justicia y la autoexpresión.
Barbara M. Allen posa para una foto bajo el mural de Sojourner Truth en Battle Creek, Míchigan, el viernes, 26 de marzo de 2021. Allen, nieta de sexta generación de Sojourner Truth, ha escrito recientemente un libro infantil llamado «Remembering Great Grandma» en honor a la vida y el legado de Truth.
Truth tenía una presencia imponente sin necesidad de articular palabra, con una altura de casi dos metros. Nacida Isabella Baumfree, los detalles de su vida son gráficos y desgarradores. La vendieron en varias subastas, al menos un dueño de esclavos la violó y vio cómo vendían a su propio hijo. Truth también se convirtió en una de las primeras mujeres negras en la historia de Estados Unidos que ganó un caso legal contra un hombre blanco por vender a su hijo Peter.
Con su potente voz, que tenía el acento holandés de sus antiguos esclavistas, Truth utilizó de forma instintiva el poder de su porte y su personalidad para cautivar al público. Llevaba ropa y sombreros vistosos para romper las expectativas estereotipadas de la gente con la que se encontraba. En muchos sentidos, Truth demostró una aguda inteligencia previa al mundo de las redes sociales sobre cómo promocionarse en los ámbitos feminista y abolicionista.
Su despertar espiritual, su impulso para viajar por todo Estados Unidos condenando la esclavitud y exigiendo la igualdad para las mujeres, todo pareció confluir en sus legendarias declaraciones en la Convención de los Derechos de la Mujer de Ohio, celebrada el 29 de mayo de 1851 en Akron, en el famoso discurso «¿Acaso no soy una mujer?», pronunciado en el acto sin preparación alguna, como todos sus discursos. Desde entonces se ha representado en innumerables escenarios, recitado en festivales y pronunciado en concursos escolares como declaración de fuerza, orgullo y superación de obstáculos.
“«El respeto que mostraban y la forma en que hablaban de su vida les inspiraba, fue un poco abrumador».”
Aunque a Truth y otras activistas feministas negras les irritaban las comparaciones que hacían las feministas blancas entre su posición en la sociedad y la esclavitud, estaban de acuerdo en la necesidad urgente de justicia y equidad en la lucha por los derechos de las mujeres. Como señala la historiadora de la Universidad Johns Hopkins Martha S. Jones en su libro de 2020 Vanguard: How Black Women Broke Barriers, Won the Vote and Insisted on Equality for All, Truth nunca flaqueó en su creencia de que era idónea para simbolizar la necesidad de justicia de género. Jones escribe:
«Truth había esperado su turno en Akron, después de mujeres cuyos comentarios mostraban sus elevados niveles de educación, posición social y experiencia. No podía igualar esas credenciales. Con todo, durante sus años en el circuito de discursos, había aprendido a basarse en las declaraciones que precedían a las suyas, y eso dio sus frutos. Truth reformuló la convención, restableció sus objetivos tal y como se definían desde la perspectiva de una mujer negra. Empezó así: “Quiero decir unas palabras sobre este asunto. Yo soy los derechos de una mujer”. Allí, tal y como era, iletrada y nada refinada, Truth argumentó que era la personificación más verdadera de los derechos de las mujeres. La esclavitud no era una mera metáfora y el trabajo que demandaba había convertido a Truth en la igual de cualquier hombre».
«Tengo tanto músculo como cualquier hombre y puedo trabajar tanto como cualquier hombre», dijo Truth en Akron.
Truth prosiguió:
«Después hablan de esto que está en la cabeza, ¿cómo lo llaman? (alguien del público susurra «intelecto») Eso es, cariño. ¿Qué tiene eso que ver con los derechos de las mujeres o de los negros? Si en mi cántaro solo cabe una pinta y en el vuestro un cuarto, ¿no sería mezquino por vuestra parte que no me dejéis quedarme con la pequeña media medida que me corresponde?».
Hay otra ironía contenida en la leyenda vinculada al discurso de Truth: es muy probable que nunca pronunciara las palabras «acaso no soy una mujer». Cuando se publicó un documento oficial sobre las actas de la Convención de los Derechos de las Mujeres en Ohio, el discurso de Truth no se incluyó.
Pero los periodistas Marius R. Robinson y Emily Robinson, que escribían para el Anti-Slavery Bugle, estaban entre el público y proporcionaron una transcripción de sus comentarios para ese periódico. Doce años después de la convención, la activista abolicionista y por los derechos de las mujeres Frances Dana Barker Gage publicó su propia interpretación del discurso.
Kimberly Holley del Centro Sojourner Truth para la Liberación y la Justicia da la bienvenida a la gente al Downtown Day en Battle Creek, Míchigan, el sábado, 26 de septiembre de 2020. El día fue declarado por la gobernadora de Míchigan Gretchen Whitmer en apoyo a los centros de las ciudades que tenían dificultades debido a la pandemia.
Es fácil quedarnos enredados en ese tipo de detalles sobre la vida de un icono histórico. Allen ofrece otro ejemplo: aunque en el discurso Truth declara que tuvo 13 hijos, los historiadores solo han podido confirmar el nacimiento de cinco; la más joven de ellos fue la quinta bisabuela de Allen, Sophia.
Tras años guardándose para sí misma las vívidas historias que le contaban antes de irse a dormir, Allen dice que solo cuando la ciudad de Battle Creek erigió una estatua en su honor en 1999 empezó a caer en la cuenta de sus profundos vínculos con Sojourner Truth.
«Era la forma en que me miraba la gente de la multitud, y había unas 3000 personas en esa multitud», cuenta Allen. «El respeto que mostraban y la forma en que hablaban de su vida les inspiraba, fue un poco abrumador».
Y cuando el historiador local Michael John Martich y su mujer Dorothy se presentaron a Allen, su destino quedó sellado.
«Tenían copias del certificado de defunción de Sophia y algunas que pertenecían a otros parientes. Mi madre no tenía mucha información sobre Sophia, así que todo lo que sabía era que (Truth) volvió a por uno de sus hijos. Ahí es cuando entendí cuánto la quería y la veneraba la gente, y sabía que tenía la responsabilidad de hacer que mi vida la honrara».
Truth también forma parte del debate sobre a quién conmemora Estados Unidos en los espacios públicos. En agosto de 2020, como parte de la conmemoración del sufragio femenino en Estados Unidos, se inauguró un monumento de bronce de las activistas por los derechos de las mujeres del siglo XIX Elizabeth Cady Stanton, Susan B. Anthony y Sojourner Truth en Central Park, Nueva York. Era el primero que representaba a mujeres reales en lugar de a mujeres fantásticas como Alicia en el País de las Maravillas.
Los peatones observan el recién instalado Monumento de las Pioneras de los Derechos de las Mujeres en Central Park, Nueva York, el único monumento a mujeres reales del parque. Dedicado el 26 de agosto de 2020, en el centenario de la ratificación de la XIX Enmienda, el monumento conmemora las contribuciones de Sojourner Truth, Susan B. Anthony y Elizabeth Cady Stanton al movimiento por el sufragio de las mujeres en Estados Unidos.
Pero el camino hasta un monumento final estuvo plagado de controversia. El diseño original solo incluía a Stanton y Anthony, y la indignación subsiguiente se sumó a las crecientes objeciones públicas a lo que se ha descrito como un «blanqueo» de la historia de Estados Unidos. Así que mientras se retiraban estatuas confederadas y esculturas ornamentadas de otras figuras históricas polémicas, el pasado octubre, la Mellon Foundation anunció un compromiso de 250 millones de dólares para crear, contextualizar y reubicar los monumentos existentes para reflejar mejor la diversidad de Estados Unidos e incluir las contribuciones de activistas cuyo trabajo se ha ignorado o marginado.
En el 170º aniversario del histórico discurso de Truth, Allen dice que su libro infantil es el producto del amor y la necesidad.
«Voy a tener que vender algo de sombra, este libro, para apoyar algo de sustancia», dice, riendo mientras toma prestada uno de los dichos emblemáticos de su antepasada para describir su propio viaje. Tras una carrera en el sector financiero, una temporada en una facultad de teología y criar a dos hijos, Allen cuenta que tuvo una epifanía, como la que llevó a Isabella Baumfree a cambiarse el nombre.
«Me desperté en plena noche y escuché claramente la voz de Dios diciéndome que escribiera un libro», afirma Allen. Hay algo de la historia de Truth con lo que siempre se ha sentido identificada.
Barbara M. Allen posa orgullosa con su nuevo libro el viernes, 26 de marzo de 2021 en Willard Library, Battle Creek, Míchigan. Allen, nieta de sexta generación de Sojourner Truth, ha escrito recientemente un libro infantil titulado Remembering Great Grandma para honrar su vida y legado.
«Siempre supo, incluso de pequeña, que tenía un propósito mayor a ser solo una esclava», afirma Allen. «Cuando el amo prometió liberarla y después rompió esa promesa, ¿te imaginas tener la fuerza para escapar?».
Es más, dice Allen, después de que Truth reuniera el coraje para marcharse, regresó y volvió a la plantación para rescatar a su hija pequeña, Sophia. «Si no hubiera vuelto, probablemente no estaría aquí», cuenta. «Debo mi vida a ese tipo de coraje».
Allen finalmente ha aceptado la oportunidad de continuar el mensaje que luchó por transmitir su antepasada, alto y claro.
«Podemos utilizar nuestras voces para crear cambios», afirma Allen. «Por eso pienso que ahora se la conmemora tanto. Su vida demuestra que puedes ayudar a cambiar la historia mediante la palabra hablada».
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.