Joaquín Araujo: «Tuve claro desde el mismo 11S que con la Torres Gemelas se desmoronaba mucho más que dos edificios»
El escritor, naturalista y divulgador ambiental Joaquín Araujo relata a National Geographic cómo vivió los atentados de Estados Unidos en septiembre de 2001.
Joaquín Araujo (Madrid, 1947), naturalista y columnista habitual en diferentes medios de comunicación, es también director y realizador de documentales.
Los ataques del 11 de septiembre de 2001 marcaron un antes y un después en la historia reciente. Todos recordamos cómo sucedió aquel día en nuestras vidas y cómo vivimos aquel trágico momento. Como homenaje a las víctimas, National Geographic hace un repaso del día que cambió el mundo a través de los testimonios de diferentes personajes públicos y políticos para reflejar cómo vivimos aquel fatídico momento. Además, National Geographic estrenó el pasado lunes la serie documental 11S: testigos de la tragedia, un relato cronológico con testimonios del atentado a las Torres Gemelas.
Tras más de 50 años de divulgación ambiental, Joaquín Araujo (Madrid, 1947) habla de sí mismo con la humildad de quien se define como un campesino comprometido. A pesar de que hace años se retiró a vivir en compañía de la naturaleza más pura, su gran trabajo como divulgador a menudo lleva su voz a conferencias en las grandes ciudades y sus letras a las columnas de los principales medios de comunicación y a sus múltiples libros publicados. Este reconocido naturalista, escritor, director de documentales y amante del campo nos regala unos minutos de su sabiduría vía telemática para recorrer juntos el recuerdo de aquel fatídico día.
¿Dónde estaba entre las 14:45 y las 15:00 del martes 11 de septiembre de 2001 y qué estaba haciendo?
Aunque vivo casi todo el tiempo en plena Natura, emboscado en la comarca cacereña de las Villuercas, ese día estaba en Madrid. En concreto en Prado del Rey grabando un programa para Radio Nacional de España.
¿Cómo se enteró de la noticia?
Al estar justo al lado de una de las redacciones más activas del país, la noticia estaba ya dentro de casa desde los primeros momentos en que saltó a los medios periodísticos. Pero la seguí durante horas a través de TVE desde mi casa en la ciudad.
“Hay que erradicar todo tipo de violencia para la pretendida solución de conflictos”
¿Cuánto tiempo le llevó asumir lo que estaba ocurriendo?
Por lo que estábamos viendo y escuchando costó poco asumir que era una inasumible tragedia y que se trataba del más sofisticado acto de terrorismo de la historia.
¿Cómo vivió ese día? ¿Alteró los planes que tenía para esa tarde o los días siguientes?
A pesar de la distancia y de la irrealidad que muchas veces, casi todas, acompaña a los sucesos televisivos viví el suceso aturdido y muy preocupado. Pasé toda la tarde y parte de la noche pegado al televisor, pero el suceso no alteró mi agenda de los días siguientes. Volví a la serenidad de mi bosque, al contacto con la Natura, a mis cultivos y cuidado de animales. Creo que nada está más lejos de lo que pasaba en Nueva York que una vida aislada, sin contaminación ni masificación alguna y abrazado por la Belleza de la Vida espontánea. Pero estar en el extremo opuesto a la tragedia que, desde luego, no solo era local sino absolutamente global no evitó que la angustia por la mayor insensibilidad posible de la que hace gala el terrorismo.
¿Cuándo fue interiorizando que aquello era un antes y un después en la historia de la humanidad?
Como comunicador, familiarizado con los medios y el periodismo en general tuve claro desde el mismo 11S que con la Torres Gemelas se desmoronaba mucho más que dos edificios. La seguridad y la confianza del país más confiado, seguro y poderoso del mundo quedaron maltrechas. Supuse que respuesta iba a ser terrible y que traería todavía más horror a este mundo. La historia de la humanidad es demasiadas veces la de la violencia ejercida por unos humanos contra otros. Como pacífico pacifista siempre he estado en contra hasta del más minúsculo uso de la fuerza y de las armas. Estoy convencido de que necesitamos hacer las paces unos con otros y todos con nuestro propio derredor. Pero está claro que nuestro tiempo todavía no es el del respeto, la armonía y la confluencia con la Vida misma. Con todo empieza a vislumbrarse que toda guerra y todo terrorismo son fracasos mayúsculos de esta misma humanidad.
En España, por desgracia, estábamos muy acostumbrados al terrorismo, pero ¿hubo algo que le sorprendiera especialmente de ese día?
La perversa originalidad de las armas utilizadas. Ya era un acto terrorista secuestrar a los aviones. No menos sacrificar a todos sus viajeros . La inmolación de los terroristas no era nada nuevo. Elegir esos edificios fue calcular muy bien el poder de lo simbólico. Pero lo más sorprendente es que se vinieran abajo. La maldad absoluta pudo con la más avanzada ciencia y sus derivados tecnológicos. Se escenificó lo sumamente vulnerables que somos también en el seno de las sociedades más opulentas.
¿Qué cree que cambió en el mundo tras aquel suceso?
Sí, pero no lo suficiente. Seguimos teniendo pendiente erradicar muchas injusticias en todos los países y campos de actuación. Hay que erradicar todo tipo de violencia para la pretendida solución de conflictos porque en realidad no es solución y renacen a la menor. Pero sobre todo, tenemos que desviar las preocupaciones y los presupuestos de tipo bélico y armamentístico hacia la mejora de la salud de los humanos y, sobre todo, hacia lo que la hace posible que es la vivacidad natural. Apostar, en definitiva y profundamente, por la Vida en lugar de por la muerte.