Comienza el intento de recuperación del ADN del último barco de esclavos estadounidense
Los arqueólogos esperan desenterrar información valiosa sobre los africanos esclavizados del último pasaje del Clotilda, y ya han encontrado pruebas de su criminal hundimiento.
Los maderos de la popa del Clotilda se inspeccionan, miden y registran rápidamente antes de volver a sumergirlos en agua para evitar que se sequen.
Una noche de julio de 1860, en un recodo remoto del río, al norte de Mobile, Alabama, ardió el último barco negrero estadounidense conocido.
A instancias de un acaudalado empresario y esclavista de Mobile llamado Timothy Meaher, que había apostado a que podía introducir personas esclavizadas en Estados Unidos sin ser detectado, el capitán William Foster acababa de hacer zarpar el Clotilda, un barco de madera de 26 metros, desde el puerto de Ouidah, en el actual Benín, de vuelta a Estados Unidos. A bordo había 110 africanos cautivos, a pesar de que el comercio internacional de esclavos estaba prohibido en Estados Unidos desde hacía más de 50 años.
Una vez que los africanos esclavizados fueron descargados apresuradamente al amparo de la oscuridad, Foster prendió fuego al barco, hundiendo el Clotilda en un intento de destruir todo lo que quedaba del horrible crimen que el capitán y el empresario acababan de cometer.
En una conferencia de prensa celebrada por la Comisión Histórica de Alabama en Mobile la semana pasada, los científicos anunciaron el descubrimiento de artefactos del interior del casco hundido del Clotilda, incluyendo maderas carbonizadas, que apuntan directamente al encubrimiento del crimen más de 160 años después de su comisión.
Lugar de hundimiento del Clotilda
Desde principios de mayo, un equipo de arqueólogos, buzos y científicos forenses ha estado trabajando para seguir explorando y estabilizando los restos sumergidos del Clotilda, que fue encontrado en el río Mobile en 2019.
"Han aparecido varios artefactos y, con algunos de ellos, pruebas dramáticas del incendio y el hundimiento", dice el arqueólogo James Delgado, el científico jefe y uno de los investigadores coprincipales del proyecto estatal, en un correo electrónico. "Nuestro conocimiento de Clotilda probablemente se ha duplicado en la última semana".
Además de las maderas quemadas y el carbón vegetal, el equipo de investigación ha realizado una serie de descubrimientos significativos en el pecio, entre ellos un tubo de plomo para el carenado, que habría guiado el cable del ancla del Clotilda, y otros elementos de construcción naval que se remontan a la época específica en la que el Clotilda navegaba por alta mar.
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Los investigadores también intentan recuperar restos de ADN humano que podrían aportar más información sobre los africanos cautivos llevados a Alabama a bordo del Clotilda en 1860. "El material celular podría formar parte del sedimento acumulado en el fondo de la bodega", afirma Frankie West, directora del Programa de Ciencias Forenses de la Universidad de Carolina Occidental, que dirigirá en su laboratorio el análisis genético del material recuperado del pecio. La investigación está financiada por la National Geographic Society.
A pesar de que los restos del Clotilda llevan más de 160 años sumergidos en las aguas fangosas del río Mobile, es posible que el ADN siga existiendo en el pecio en los vestigios de las células de la piel, las uñas o el pelo desprendido por los cautivos, así como en las heces, el vómito y la sangre que se acumularon durante su cautiverio. Es probable que las pruebas genéticas se extraigan de los sedimentos del interior del barco, o incluso de las tablas de madera del mismo.
Vernetta Henson (a la izquierda), descendiente de los supervivientes Polee y Rose Allen, y Emmett Lewis (a la derecha), descendiente de Cudjo Lewis, posan para un retrato en el río Mobile, cerca del lugar del naufragio, en mayo de 2022. "Mucha gente me dice que me parezco a Cudjo Lewis", dice Lewis. "Solo por tener ese orgullo de que mi padre hablara de él y tener ese orgullo de escuchar que mi abuelo fue criado por él. Es como si yo también hubiera sido criado por él".
Wanda Patrice Henderson (izquierda), descendiente de Pollee y Rose Allen, supervivientes del Clotilda, y Patricia Frazier (derecha), descendiente de James y Lottie Dennison, supervivientes del Clotilda, posan para retratarse cerca del lugar del naufragio en mayo de 2022. "Trabajé, fui a la escuela y, ahora que estoy jubilada, me interesa... quiero aprender mi historia", dice Frazier. "Quiero aprender de dónde vengo".
"Si fuera un barco abierto, por así decirlo, o sólo la cubierta superior, [la recuperación del ADN] no sería una posibilidad", dice West. "Pero era un espacio cerrado, y eso lo convierte en una posibilidad real".
La calidad del sedimento también aumenta las posibilidades de recuperar el ADN, que puede degradarse rápidamente cuando se expone al calor, la luz o el oxígeno. "Lo que va a hacer que esta sea una situación de preservación excelente es el barro", dice Fredrik Hiebert, arqueólogo residente en la National Geographic Society. "Es un barro espeso, pegajoso, gris y no oxigenado".
La Comisión Histórica de Alabama (AHC), la agencia estatal de conservación histórica, contrató a RESOLVE Marine, una empresa de servicios marítimos, para retirar los árboles sumergidos y otros peligros que han dificultado la exploración del pecio.
La agencia también se asoció con SEARCH, Inc. una empresa de arqueología que reunió a un equipo diverso de expertos (incluidos geomorfólogos, sedimentólogos y científicos medioambientales) para estudiar el naufragio y evaluar su estado. El equipo ha tomado muestras de madera, ha examinado las especies acuáticas y los microbios que colonizan el pecio y ha determinado qué puede hacerse para contrarrestar el deterioro del lugar.
Los conservadores Claudia Chemello y Paul Mardikian inspeccionan un trozo de la tabla del casco de Clotilda para determinar la resistencia de la madera.
La información se utilizará para decidir el futuro de Clotilda, incluida la posibilidad de levantar sus restos y la mejor manera de conmemorar su impresionante historia.
"Como administradora legal del yacimiento arqueológico de Clotilda, la Comisión Histórica de Alabama tiene la responsabilidad de cuidar este recurso único, que es una prueba directa y tangible de la esclavitud", afirma en un comunicado Lisa Jones, responsable estatal de conservación histórica y directora ejecutiva de la AHC. "[AHC] reconoce que tenemos el tremendo deber de garantizar que este artefacto histórico sobreviva para contar la historia a las generaciones futuras".
Caimanes, serpientes y visibilidad casi nula
El paisaje en el que se encuentran los restos del Clotilda "no ha cambiado en gran medida" desde que el barco fue hundido allí hace más de un siglo y medio, según Delgado. Si te adentras en el extenso delta del Mobile-Tensaw, encontrarás un laberinto de afluentes y pantanos que albergan caimanes y mocasines de agua, serpientes de cascabel y manatíes, así como una gran cantidad de peces de agua dulce y especies de aves. Los niveles de agua y las corrientes pueden fluctuar rápidamente a lo largo del río, donde estos elementos naturales impredecibles se han sumado al conjunto de peligros y desafíos del equipo de investigación.
Una imagen de sonar muestra árboles muertos, resaltados en recuadros rojos, identificados para ser retirados del pecio.
Los buzos esperaban trabajar con apenas unos centímetros de visibilidad en las aguas fangosas. Sin embargo, debido a unas condiciones inusualmente favorables, los niveles de visibilidad aumentaron hasta unos 30 centímetros. "Realmente hemos visto a Clotilda", dijo Delgado, señalando sus ojos. "Estas son las mejores condiciones que hemos tenido nunca en este pecio".
Aun así, el trabajo ha requerido en gran medida un "buceo de tipo braille", dice Kamau Sidiki, de Diving With A Purpose, un grupo que entrena a buzos mayoritariamente negros para encontrar y conservar artefactos históricos y culturales.
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Los arqueólogos también deben enfrentarse a las pruebas de la interferencia moderna con el legado de Clotilda. En algún momento del siglo XX (antes de que fuera identificado por los investigadores) el pecio fue parcialmente dinamitado por alguien que conocía su paradero. (Se ha informado de que un bisnieto del célebre mercader de eclavos Timothy Meaher habló una vez de dinamitar el pecio con su padre).
Debido a la sensibilidad e importancia del lugar, la Comisión Histórica de Alabama vigila ahora el emplazamiento del Clotilda las 24 horas del día para evitar más manipulaciones o saqueos del pecio.
Para obtener una imagen más clara del naufragio, los investigadores están utilizando un sonar de alta resolución y una tecnología láser llamada LiDAR para capturar imágenes en 3D del buque y de la zona circundante. Las imágenes revelan que, a pesar de los esfuerzos de Foster y otros por destruir el barco, el Clotilda permanece notablemente intacto, incluido el reducido espacio en el que estaban confinados los cautivos, que tenía sólo 7 metros de longitud y menos de dos metros de altura.
"La bodega de proa ha sobrevivido", dice Delgado. "Está muy claro qué es esto. Es una prueba de lo que ocurrió".
Los próximos pasos del Clotilda
Hasta que Clotilda fue identificada en 2019, gran parte de esas pruebas provenían de historias orales transmitidas por las familias de los cautivos africanos. Liberados por la Guerra Civil y la 13ª Enmienda cinco años después de llegar esclavizados a Alabama, algunos de los africanos desplazados fundaron una pequeña comunidad al norte de Mobile que llegó a conocerse como Africatown. Muchos de sus descendientes siguen viviendo en Africatown hoy en día, y esperan que la investigación en curso sobre Clotilda afiance aún más las historias de sus antepasados, un paso crucial, dicen, hacia la verdad y la reconciliación.
"Lo más importante que queremos hacer", dice Darron Patterson, presidente de la Asociación de Descendientes del Clotilda, "es preservar el legado del 110, para asegurarnos de que el legado de esas personas en ese barco nunca muera".
Incluso si se recupera ADN humano, los científicos forenses quieren dejar claras las limitaciones de sus posibles descubrimientos. Esperan trabajar únicamente con el ADN mitocondrial, que puede ayudar a identificar los haplogrupos generales y las regiones de origen, y no con el ADN nuclear, que proporciona información a nivel individual.
"No necesitamos tanto material celular para obtener ADN mitocondrial como el que necesitaríamos para obtener ADN nuclear", explicó West. Aun así, esta investigación tiene el potencial de ser innovadora, tanto por lo que puede revelar como por el entorno en el que se recuperaría el ADN. "No se me ocurre otra nave en la que tengamos la oportunidad de hacer este tipo de investigación", añade West.
Tras completar su análisis, el equipo científico presentará sus conclusiones y recomendaciones a la Comisión Histórica de Alabama, que determinará el futuro del Clotilda en estrecha colaboración con la comunidad de descendientes.
A algunos les gustaría que los restos del barco se levantaran y se colocaran en un museo en Africatown. Otros abogan por que el barco, ya inscrito en el Registro Nacional de Lugares Históricos, permanezca en su ubicación actual (lo que se conoce en arqueología como "preservación in situ") y se coloque un monumento cerca.
"Va a haber sentimientos y opiniones muy fuertes", reconoce Delgado. "No se puede subestimar el poder del barco en ese lugar. No se puede subestimar su poder en un museo. La cuestión es qué funciona mejor".
En cualquier caso, existe la esperanza de que un lugar conmemorativo y patrimonial pueda contribuir a la revitalización de Africatown, un barrio rodeado de emplazamientos industriales contaminantes y fracturado por la construcción de autopistas. Y mientras Clotilda sigue desvelando sus secretos, cada nuevo hito es significativo para una comunidad que aún está superando sus traumáticos orígenes.
El sol se pone en el lugar del hundimiento del Clotilda en el río Mobile. Las investigaciones futuras seguirán contando las importantes historias de sus supervivientes.
"Este barco es un artefacto físico que queda de un evento muy trágico", dice Sadiki. "Es uno de los muchos que quedan del comercio. Y hay que procesarlo".
Joycelyn Davis, otra descendiente de Clotilda, ha estado haciendo precisamente eso. Esta semana estaba en el río Mobile observando de lejos los trabajos en el pecio cuando se dio cuenta de algo especial en una foto que había tomado con su teléfono móvil.
"Vi un rayo de sol que brillaba justo donde estaban los buzos", recuerda Davis. Eran los ancestros de su comunidad, dice, dando claridad y luz a todo lo que se estaba desenterrando de las aguas fangosas de abajo.
- Jordan Salama es escritor y residente de reportajes de historia para National Geographic. Su primer libro, Every Day the River Changes, se publicó en 2021. Síguelo en Instagram.
- Elias Williams es un fotógrafo afincado en Nueva York cuyo trabajo rinde homenaje a las personas infrarepresentadas en Estados Unidos.
- Ben Depp es un fotógrafo y explorador de la National Geographic Society con sede en Nueva Orleans que se centra en la pérdida de humedales y la erosión costera.
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Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.