¿Tienes una rutina mañanera? Estos despertares de personajes ilustres te harán reflexionar

A Marco Aurelio se le pegaban las sábanas. A Ben Franklin le encantaba sentarse desnudo. Estas figuras históricas tenían opiniones serias sobre cómo empezar bien la mañana.

Por Parissa DJangi
Publicado 10 nov 2023, 11:48 CET
Even history's most accomplished figures—such as Roman emperor Marcus Aurelius—had a hard time getting out of ...
Even history's most accomplished figures—such as Roman emperor Marcus Aurelius—had a hard time getting out of bed. This was the main bedroom of the Palazzo Sagredo, situated on the right bank of the Grand Canal in Venice, Italy.
Fotografía de Rogers Fund, 1906, The Metropolitan Museum of Art, New York

¿Es mejor madrugar o dormido un poco más? ¿Tomar un café expreso o un té? Se amen o se detesten, los rituales matutinos pueden determinar cómo te va a ir el resto del día.

Entrenadores e influencers están constantemente diseñando nuevas formas de optimizar las horas del día, pero esta moda no es nada nuevo. Desde el emperador romano Marco Aurelio hasta el compositor del siglo XIX Ludwig van Beethoven, los seres humanos llevan siglos ideando rutinas matutinas que inspiran productividad y concentración.

¿Qué sabiduría pueden aportar algunas de las figuras más destacadas de la historia a los buscadores de rutinas del siglo XXI?

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Marco Aurelio y su no rotundo a los "cinco minutos más"

Antes de que existieran los gurús de la autoayuda, estaba Marco Aurelio. Nacido en el año 121 d.C., se convirtió en emperador de Roma 40 años más tarde y reinó hasta su muerte en el año 180. Puede que dirigiera uno de los imperios más influyentes de la historia, pero sus intereses iban mucho más allá de las paredes de mármol de la Curia Julia: también era un filósofo estoico que llevaba una vida virtuosa, una vida que promovía la sabiduría, la justicia, la moderación y el valor.

Marco Aurelio reflexionó sobre estas ideas en un diario que acabaría publicándose como Meditaciones. En él, esbozaba formas de trabajar en la superación personal.

Una de las cosas con las que tuvo problemas fue con las rutinas matutinas. Como observó su biógrafo Frank McLynn, "Marco era un insomne que odiaba levantarse de la cama por las mañanas, un grave defecto en la cultura de Roma, donde la gente consideraba una virtud estar despierto a cualquier hora".

Como resultado, Marco Aurelio hacía un esfuerzo concertado para arrastrarse de la cama todos los días. "Por la mañana, cuando te levantes sin ganas, ten presente este pensamiento: 'Me levanto para realizar el trabajo de un ser humano", escribió. Utilizaba este mantra como motivación para arrancar el día, no para "tumbarme en la cama y mantenerme caliente", el equivalente del siglo II a darle al botón de los cinco minutos más de la alarma del teléfono. Era el primer paso para vivir un día virtuoso.

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Planificar el día como Benjamin Franklin

Puede que Benjamín Franklin no fuera un emperador romano, pero uno de los padres fundadores de Estados Unidos, impresor e inventor se planteó la misma pregunta que Marco Aurelio: ¿qué significa vivir una vida virtuosa? Franklin mantuvo su propia lista de virtudes: templanza, silencio, orden, resolución, frugalidad, industria, sinceridad, justicia, moderación, limpieza, tranquilidad, castidad y humildad.

Él creía que las acciones hablaban más fuerte que las palabras, por lo que Franklin no sólo quería apoyar estas virtudes; quería practicarlas a través de hábitos cotidianos. Para ello, Franklin planificaba su día hora por hora.

Cada día comenzaba con un madrugón. Salía de la cama a las 5 de la mañana y pasaba las tres horas siguientes lavándose, desayunando, planificando el día y contemplando una pregunta clave: "¿Qué bien haré hoy?". Esta meditación matutina probablemente le ayudaba a tener intención, concentración y sentido de su trabajo.

Otro de sus rituales matutinos quizá fuera menos contemplativo, pero no por ello menos vigorizante: sentarse desnudo durante al menos media hora. En una carta de 1768 al médico francés Jacques Barbeu-Dubourg, Franklin describía la práctica de sentarse al aire frío como "un baño tonificante", que prefería al "shock" de un baño de agua fría.

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Georgia O'Keeffe se inspiró en los paseos por la naturaleza

Al igual que Marco Aurelio y Benjamín Franklin, la artista Georgia O'Keeffe era madrugadora. "Me gusta levantarme cuando amanece", declaró a la revista Life en 1968.

Aunque O'Keeffe prefería "sentarse en la cama y ver salir el sol", no se quedaba allí mucho tiempo. A veces empezaba el día dando un paseo matutino por el Ghost Ranch, su casa en las afueras de Abiquiu, Nuevo México (EE. UU.). A veces tropezaba con serpientes de cascabel, las mataba y se embolsaba sus cascabeles.

Sin embargo, no se limitaba a pasear por las mañanas, también lo hacía por las tardes.

Pero, independientemente del momento del día en que lo hiciera, caminar por la naturaleza parece haber sido una parte esencial de su proceso artístico. La tierra bajo sus pies y el cielo cubierto de nubes inspiraron sus numerosos cuadros de los vibrantes paisajes del suroeste americano.

"Todos los colores de la paleta de la pintora están ahí, en los muchos kilómetros de badlands", escribió en el catálogo de una exposición en 1939. O'Keeffe incluso recogía piedras y huesos interesantes en sus paseos, algunos de los cuales probablemente inspiraron sus cuadros.

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Incluso Beethoven empezaba el día con una bebida

Consumido durante mucho tiempo en Oriente Próximo, el café no se popularizó en Europa hasta los siglos XVII y XVIII. Pronto se convirtió en una bebida muy apreciada por las mañanas, aunque cada vez más cara. A principios del siglo XIX, en Viena, una taza de café costaba aproximadamente lo mismo que 200 gramos de carne de vacuno.

El compositor alemán Ludwig van Beethoven apreciaba tanto su taza de café matutina que la preparaba todos los días de la misma manera, llegando incluso a medir exactamente 60 granos (ni más ni menos) para molerlos. Como concluye la musicóloga Laura Tunbridge, "Beethoven contaba sus granos no sólo en busca de la taza perfecta, sino también por motivos económicos".

El café no es la única bebida en la que han confiado los artistas para dar sabor a sus mañanas. Para la escritora Maya Angelou, las mañanas eran el momento perfecto para disfrutar de su licor preferido: el jerez. "Puede que me lo tome a las seis y cuarto de la mañana [...]", le dijo a George Plimpton en 1990, "pero normalmente es sobre las once cuando me tomo una copa de jerez".

Incluso las mañanas que no empezaban con jerez, Angelou comenzaba temprano el día. Prefería escribir en habitaciones de hotel, incluso en las ciudades donde vivía. Como madrugadora, Angelou salía de casa, se desplazaba a su habitación alquilada y empezaba a escribir a las 6:30 de la mañana.

Los rituales matutinos siempre han sido tan singulares como las personas que los practican, pero la ética de trabajo de Angelou antes del amanecer revela una verdad más amplia sobre las mentes más exitosas, motivadas y creativas de la historia: para ellos, parece que a quien madruga Dios le ayuda.

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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