Hallada en Fiyi una posible fosa común repleta de misterios y posible canibalismo

Mercaderes y misioneros apodaron en su día a esta región "las Islas Caníbales". El reciente hallazgo de restos humanos podría aportar datos sobre su turbulenta historia.

Por Andrew Lawler
Publicado 16 abr 2024, 10:36 CEST
Vista del río Sigatoka desde el fuerte de la colina de Tavuni, en la isla de ...

Vista del río Sigatoka desde el fuerte de la colina de Tavuni, en la isla de Viti Levu (Fiyi). Una fosa común descubierta recientemente en el fuerte podría ser el resultado del canibalismo o de una enfermedad traída de la visita de un rey.

Fotografía de DEA, F. Barbagallo, Getty Images

Las costas bordeadas de arrecifes de Vitu Levu, la mayor isla de Fiyi, atraen a turistas deseosos de bucear en sus aguas tropicales. Sin embargo, pocos kilómetros tierra adentro, los lugareños descubrieron recientemente una fosa común que podría arrojar luz sobre un periodo turbulento y espeluznante de la historia de este archipiélago del Pacífico Sur.

Los restos humanos fueron hallados el 29 de febrero en la cima de una enorme colina que domina el fangoso río Sigatoka, que serpentea por las escarpadas tierras altas de Vitu Levu. Aún no han sido analizados, pero los lugareños especulan con que fueron víctimas de un canibalismo ritual practicado durante mucho tiempo en las guerras tribales. Los arqueólogos, sin embargo, sospechan que lo más probable es que los muertos sucumbieran a una epidemia de sarampión. Esta devastadora plaga, trágicamente transmitida por el rey de Fiyi tras su visita a Australia en 1875, mató a uno de cada tres de sus súbditos.

Fiyi está formada por más de 300 islas volcánicas y se encuentra a unos 1600 kilómetros al norte de Nueva Zelanda. Hace unos 3000 años se asentaron aquí los llamados lapitas, antepasados marinos de los polinesios actuales. Más tarde llegaron colonos de las islas melanesias del oeste y de los puestos polinesios del este, como Samoa y Tonga. Hace 1000 años, Fiyi se convirtió en una importante encrucijada comercial del Pacífico Sur.

En 1789, el capitán William Bligh, del famoso HMS Bounty, fue el primer europeo en cartografiar la costa de Fiyi, y comerciantes y misioneros estadounidenses y europeos le siguieron a principios y mediados del siglo XIX. Apodaron a la región "las islas caníbales" y trataron de erradicar el canibalismo ritual, en el que los vencedores consumían a los derrotados en la guerra para obtener el poder de sus víctimas. Los cristianos occidentales también explotaron los pepinos de mar de la zona para exportarlos a China, y pronto llegaron plantadores británicos y estadounidenses en busca de tierras para producir algodón. La agitación religiosa y económica provocó un aumento de los conflictos entre los distintos clanes y tribus de Fiyi, mientras Gran Bretaña y Estados Unidos intentaban anexionarse el fértil archipiélago.

La crisis llegó a su punto álgido en 1867, cuando el misionero británico Thomas Baker intentó convertir al cristianismo a los miembros de una tribu de las tierras altas del río Sigatoka. Se dice que enfureció a los lugareños al tocar la cabeza de su jefe, un grave tabú cultural. Baker y siete de sus conversos fiyianos fueron descuartizados, quemados y devorados por los aldeanos de Vitu Levu; las sandalias de cuero del misionero están expuestas en el Museo de Fiyi, en la capital, Suva. La muerte de Baker, las incursiones indígenas y el posterior asesinato de dos colonos blancos llevaron a los vigilantes blancos (incluido un grupo que se autodenominó Ku Klux Klan, en honor a la organización estadounidense de supremacía blanca) a recorrer las islas en busca de venganza.

El caos acabó desencadenando una guerra entre los fiyianos de las tierras altas, que se aferraban a las costumbres tradicionales, y Gran Bretaña, con sus aliados fiyianos y cristianos blancos de la costa. Una facción tradicionalista tenía su base en Tavuni, estratégicamente situada en lo alto de un recodo del río Sigatoka, a una decena de kilómetros tierra adentro en Vitu Levu. Las excavaciones y las historias orales demuestran que un inmigrante tongano se asentó en Tavuni hacia el 1800, construyó la casa del jefe y unos 60 edificios más en la cresta alta y se casó con mujeres locales.

Izquierda: Arriba:

En 1789, el capitán William Bligh del Bounty, retratado aquí en 1814, fue el primer europeo en cartografiar la costa de Fiyi.

Fotografía de Mitchell Library, State Library of New South Wales, Bridgeman Images
Derecha: Abajo:

Este hacha se utilizó para matar al misionero británico Thomas Baker en la isla de Viti Levu en julio de 1867. A principios de la década de 1870, los aldeanos de la zona se aliaron con una tribu de las tierras altas en una guerra de guerrillas contra el primer Gobierno unificado de Fiyi.

Fotografía de Bridgeman Images

A principios de la década de 1870, los aldeanos de la zona se aliaron con la tribu Kai Colo de las tierras altas en una guerra de guerrillas contra el primer Gobierno unificado de Fiyi, dirigido por el monarca cristiano Cakobau. En 1874, el rey cedió el control de Fiyi al Imperio Británico y se embarcó rumbo a Sídney para celebrar la anexión. Allí él y el grupo diplomático contrajeron el sarampión. A su regreso, el virus se propagó rápidamente a una población que carecía de inmunidad. Unos 40 000 fiyianos indígenas murieron en la terrible epidemia. Mientras tanto, los soldados británicos y las fuerzas de Cakobau lanzaron una brutal campaña para derrotar a los kai colo y sus aliados. Durante los combates de 1876, Tavuni fue incendiada y los rebeldes se fundieron con las tierras altas. Abandonado, el formidable reducto se convirtió rápidamente en un denso bosque.

"Todo era selva", cuenta Lanieta Laulau, que creció en un pueblo cercano a Tavuni. "Solíamos venir aquí a recoger leña, pero no sabíamos nada de su pasado". En la década de 1980, los lugareños limpiaron el yacimiento y los arqueólogos sacaron a la luz docenas de cimientos de casas y muros de protección que rodeaban las empinadas laderas para hacerlo accesible a los turistas. Laulau fue uno de los que ayudaron a cortar la densa maleza y ahora es el cuidador del monumento histórico nacional, arrendado al Gobierno por una tribu local.

En febrero, cuando murió el jefe de la tribu local, los aldeanos decidieron enterrarlo en el punto más alto de Tavuni. Mientras cavaban la tumba, aparecieron grandes cantidades de restos óseos humanos. "Había montones y montones de huesos", dice Laulau. "No era la tumba de un solo individuo", añade; "estaban todos revueltos".

Laulau se había opuesto a la decisión de los aldeanos de cavar una tumba en un lugar histórico, pero negoció conservar docenas de huesos para análisis científicos. El resto se volvió a enterrar. Durante una visita en marzo, sacó una bolsa de plástico transparente de su despacho en el centro de visitantes y colocó con cuidado los huesos recuperados en una mesa de picnic al aire libre. Entre ellos había cráneos humanos, mandíbulas con dientes intactos y numerosos huesos de brazos y piernas.

Sólo se han encontrado dos fosas comunes de este tipo en el archipiélago, según Elia Nakoro, arqueóloga jefe del Museo de Fiyi, aunque los restos se volvieron a enterrar sin analizar. Ambas se hallaban en las proximidades de castros. Añadió que algunos esqueletos se habían encontrado fuera de las tumbas tradicionales, como parte de la práctica de rodear un asentamiento con huesos para ahuyentar a los intrusos.

Dado que Tavuni estaba ocupada sólo por fiyianos tradicionales, Laulau sostiene que los muertos eran probablemente guerreros derrotados, ajusticiados y consumidos por los defensores de la fortaleza. "Se comían la carne y dejaban los huesos, que luego enterraban en masa", dice Laulau, señalando una piedra monolítica cercana en el lugar que era, según la tradición local, el lugar de ejecución ritual de los prisioneros. Las pruebas arqueológicas de huesos humanos descuartizados en la cadena de islas sugieren que la práctica era antigua, aunque probablemente sólo se practicaba en condiciones rituales estrictas.

Nakoro, sin embargo, cree que es más probable que los huesos procedan de los que perecieron durante la epidemia de sarampión de 1875, antes de que se quemara el fuerte. Patrick Nunn, arqueólogo de la Universidad australiana de Sunshine Coast, está de acuerdo. "Casi con toda seguridad, se trata de una fosa común del siglo XIX, cuando las poblaciones de Fiyi fueron diezmadas por el sarampión y la gripe, contra los que no tenían resistencia natural", afirma. Los niños eran especialmente vulnerables. La enfermedad se originó hace más de 5000 años en el ganado de Mesopotamia y no llegó al Pacífico Sur hasta la llegada de los europeos. La gente moría en tal cantidad que los debilitados supervivientes habrían tenido dificultades para enterrarlos.

Nakoro tiene la intención de enviar los huesos al laboratorio de Nunn para su estudio. El análisis debería proporcionar datos importantes sobre la edad, el sexo y la causa de la muerte de las víctimas, así como pistas sobre cuándo murieron. El canibalismo sería evidente si los investigadores detectaran marcas de carnicería en los huesos, mientras que las enfermedades podrían identificarse mediante estudios moleculares de los restos.

Hasta entonces, Laulau vigila de cerca el valioso hallazgo y duerme en el centro de visitantes para proteger los huesos de posibles daños o robos. Su marido, sin embargo, se negó a acompañarla en su vigilia. "Me dijo: 'No voy a dormir aquí. Son tus antepasados, pero yo soy de otra provincia, ¡podrían atacarme!", cuenta con una sonrisa.

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    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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