De Lincoln a Ana de Cleves: estos cinco retratos oficiales no dejaron indiferente a nadie
Enrique VIII no se quedó precisamente impresionado con la verdadera apariencia de Ana de Cleves después de ver su retrato, y anuló su matrimonio a los pocos meses. Es uno de los muchos retratos hicieron historia por la polémica que despertaron.
En el nuevo y primer retrato oficial del rey Carlos III de Inglaterra, el monarca aparece en medio de un mar de rojo con una mariposa cerca del hombro. Su estreno suscitó debates en todo el mundo: ¿era el llamativo color una referencia a su legado? ¿Una declaración sobre el pasado de la Corona? ¿Es el maximalismo una estratagema para distraer a sus súbditos?
Abundan las especulaciones, pero esta reacción no es nada nuevo. Desde que existen los retratos y las imágenes, se han creado con propósito y simbolismo, invitando a la controversia y a los problemas.
(Relacionado: Cómo tomar el retrato perfecto)
Ana de Cleves
El retrato que Hans Holbein el Joven pintó de Ana de Cleves supuestamente ayudó a convencer a Enrique VIII de Inglaterra para que se casara con ella, convirtiéndose en su cuarta esposa el 6 de enero de 1540.
En 1539, Enrique VIII envió un séquito al ducado de Cleves (en la actual Alemania) para reunirse con el hermano de Ana, el duque Guillermo. Enrique, necesitado de un aliado político, estaba deseoso de casarse con la hermana de Guillermo, pero quería ver el aspecto de su futura esposa. Junto al famoso retrato de Holbein, al consejero de Enrique Thomas Cromwell le contaron de que Ana era hermosa y al Rey se le dijo que era ideal para darle más hijos dada su "conveniente edad, saludable temperamento, elegante estatura... y otras gracias".
Pero cuando Ana llegó a Inglaterra, Enrique no quedó nada contento. "No es nada hermosa. Su persona es buena y atractiva, pero nada más", dijo, supuestamente añadiendo que no se habría casado con ella si no hubiera viajado a Inglaterra y si no temiera que se casara con uno de sus enemigos.
Aunque se casó con Ana, su matrimonio duró sólo unos meses. Como su matrimonio nunca llegó a consumarse, fue anulado el 9 de julio de 1540.
Winston Churchill
Visitantes admiran el retrato de Karsh de Winston Churchill en la Galería Nacional Húngara.
Quizá sea la foto más famosa jamás tomada de Winston Churchill, y la que desató la ira del primer ministro. Cuando Churchill se encontraba en Canadá en 1941, el fotógrafo Yousuf Karsh tuvo la oportunidad de retratar al estadista británico.
Según Karsh, "el puro de Churchill estaba siempre presente. Le tendí un cenicero, pero no quiso deshacerse de él". Karsh volvió a su cámara y esperó a que Churchill se quitara el puro de la boca de buena gana.
Tras esperar un rato, Karsh "se acercó a él y, sin premeditación, pero con todo respeto, le dije: 'Perdóneme, señor', y le arranqué el puro de la boca. Cuando volví a mi cámara, parecía tan beligerante que podría haberme devorado. Fue en ese instante cuando tomé la fotografía".
Al final, la foto captó a Churchill en un momento que lo definió para siempre.
(Relacionado: Estas fotógrafas negras luchan por conseguir un lugar en la historia)
Abraham Lincoln
En uno de los primeros ejemplos de manipulación fotográfica, la cabeza de Abraham Lincoln se superpone a la figura y el fondo de un grabado anterior de John C. Calhoun. Durante casi un siglo, nadie se dio cuenta de que la imagen había sido modificada, hasta que el fotoperiodista Stefan Lorant se percató de que Lincoln tenía un lunar en el lado equivocado de la cara.
Ha tenido que pasar un siglo para que se descubriera que el famoso retrato de Abraham Lincoln de 1852 no era en realidad el del 16º presidente de Estados Unidos. En medio de los modernos debates sobre la manipulación fotográfica por parte de la inteligencia artificial, el retrato de Lincoln ofrecía una perspectiva sobre la facilidad con la que se puede cambiar una imagen.
Resulta que la cabeza de Lincoln se colocó sobre el cuerpo de John C. Calhoun, uno de los mayores defensores de la esclavitud en la política estadounidense de mediados del siglo XIX. Como Harold Holzer, coautor de The Lincoln Image: Abraham Lincoln and the Popular Print [La imagen de Lincoln: Abraham Lincoln y la prensa popular], "el retrato de John C. Calhoun que se transformó en un retrato de Lincoln, con la toga unionista y todo, sustituyendo a la secesionista" fue uno de los muchos "grabados de este tipo [que] elevaron a Lincoln a la categoría de deidad estadounidense".
(Relacionado: Cómo saber si una foto ha sido retocada)
Leopoldo I
Leopoldo I, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico (1640-1705), aparece en este cuadro pintado por Benjamin von Block en 1672.
Aunque no es tan evidente en muchos de los retratos de Leopoldo I, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, como en los de sus parientes, el soberano de los Habsburgo tenía la mandíbula por la que se conoce a su familia, es decir, tenía prognatismo, caracterizado por una mandíbula inferior que sobresale.
En lugar de resaltar lo que puede haber sido un rasgo físico desagradable (que durante mucho tiempo se ha atribuido a la endogamia), los retratos de Leopoldo lo presentan como algo glamuroso y distinguido.
Hay puntos distintivos del aspecto de Leopoldo en los que es difícil no fijarse. Su gran melena castaña cae en cascada por sus hombros, dirigiendo inmediatamente la mirada hacia la boca del gobernante de finales del siglo XVII. En el retrato de Benjamin von Block, sus labios carmesíes y carnosos se ven realzados por el fondo rojo y la capa que lo envuelve. Por mucho que lo intentó, von Block no pudo ocultar todos los rasgos de Leopoldo que le valieron el sobrenombre de "Hogmouth" [boca de cerdo].
Napoleón
Primera versión de Napoleón en los Alpes, de Jacques-Louis David.
Napoleón Bonaparte no fue el primer gobernante que usó su imagen con fines propagandísticos, pero es posible que su panegirista artístico, Jacques-Louis David, dominara el arte. Su pintura, de la que se hicieron cinco versiones entre 1801 y 1805, muestra a Napoleón sobre un noble corcel con el traje de general apuntando hacia arriba. La capa que lleva sobre los hombros cambia de un cuadro a otro, así como el color del caballo, pero la glorificación del emperador mientras cruza los Alpes se mantiene constante.
Napoleón cruzando los Alpes se inspiró en obras de arte asociadas a personajes como Pedro el Grande, evocando su destreza militar con una sola mirada. Napoleón se negó a posar para el retrato, diciéndole a David: "nadie sabe si los retratos de los grandes hombres son realistas: basta con que el genio viva". Al final, Napoleón tenía razón. El legado de sus logros ha mezclado sin duda realidad y mito, influido en última instancia por la obra de artistas como David.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.