¿Por qué el Día del Trabajador se celebra en septiembre en Estados Unidos?

Celebrada en Estados Unidos cada año el primer lunes de septiembre, esta fiesta nació en medio de la violencia y el malestar por las opresivas condiciones de trabajo.

Por Amy McKeever
Publicado 30 ago 2024, 14:05 CEST
Desfile del Día del Trabajo en Gastonia, Carolina del Norte, en 1934

Coronación del movimiento obrero, el Día del Trabajo reconoce las contribuciones de los trabajadores de Estados Unidos y Canadá. Esta festividad federal se celebra desde hace mucho tiempo con picnics y desfiles, como este en Gastonia, Carolina del Norte, en 1934.

Fotografía de Bettmann, Getty

Para muchos estadounidenses, el fin de semana del Día del Trabajo significa el final del verano y, también por qué no, una oportunidad maravillosa para organizar una barbacoa. Pero esta fiesta nacional (celebrada cada año en Estados Unidos y Canadá el primer lunes de septiembre) tiene en realidad orígenes revolucionarios.

Originalmente conmemorado con desfiles, discursos políticos y actividades sindicales, el Día del Trabajo nació en medio de un creciente malestar por las opresivas condiciones de trabajo y una huelga masiva que amenazaba con volverse violenta.

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Orígenes del Día del Trabajo

A finales del siglo XIX, la Revolución Industrial había vuelto miserable la vida laboral en todo el mundo. En muchos lugares, empleados de todo tipo trabajaban al menos 12 horas diarias seis días a la semana en minas, fábricas, ferrocarriles y molinos. Los niños eran especialmente explotados como mano de obra barata menos propensa a la huelga. Los talleres de explotación encerraban a los trabajadores en espacios reducidos y hacinados y les castigaban por hablar o cantar mientras trabajaban.

Esta imagen, publicada en Harper's Weekly el 15 de mayo de 1886, muestra los sucesos del motín de Haymarket en Chicago, en el que estalló una bomba cuando la policía intentaba dispersar una protesta obrera. Los sucesos de aquel día se conmemoran el 1 de mayo de cada año.

Fotografía de Library of Congress

La indignación ante estas condiciones galvanizó el floreciente movimiento obrero, que organizó huelgas y concentraciones en las décadas de 1860 y 1870. Además de jornadas laborales más cortas y condiciones más seguras, los trabajadores lucharon por el reconocimiento de sus contribuciones.

A raíz de una huelga de impresores en abril de 1872 en la que 10 000 personas marcharon por las calles de Toronto (Canadá) para pedir una semana laboral más corta, las ciudades canadienses empezaron a organizar desfiles anuales en honor a los trabajadores. Una década más tarde, Estados Unidos siguió el ejemplo. El 5 de septiembre de 1882, los líderes sindicales de Nueva York organizaron el que hoy es considerado el primer desfile del Día del Trabajo del país.

10 000 trabajadores desfilaron por las calles de la ciudad en un acto que culminó con un pícnic, discursos, fuegos artificiales y baile. Los organizadores proclamaron el día como "fiesta general de los trabajadores de esta ciudad". Siguieron organizando el desfile en los años siguientes y, en 1884, el evento se fijó para el primer lunes de septiembre.

Aunque el desfile del Día del Trabajo de Nueva York no era un día festivo oficial (los participantes disfrutaban de un permiso no retribuido), el movimiento para declararlo como tal había comenzado oficialmente. En 1887, Oregón se convirtió en el primer estado en designar el Día del Trabajo como festivo, seguido ese mismo año por Colorado, Massachusetts, Nueva Jersey y Nueva York. Sin embargo, el primer lunes de septiembre no era la única opción para celebrar los derechos de los trabajadores. En 1886 surgió una alternativa: el Primero de Mayo.

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      Izquierda: Arriba:

      Un grupo de trabajadores de talleres clandestinos terminan una semana de trabajo en Nueva York el 21 de febrero de 1908. Los talleres clandestinos eran famosos por sus condiciones de trabajo insalubres e inseguras.

      Derecha: Abajo:

      Unos niños trabajan en una fábrica de vidrio de Indiana en plena noche de agosto de 1908. En aquella época, muchos empleadores recurrían al trabajo infantil y los sometían a las mismas largas jornadas que a los demás trabajadores.

      fotografías de National Child Labor Committee collection, Library of Congress

      Esta festividad (que es la que se celebra en España, entre otros muchos países de todo el mundo donde también se denomina Día Internacional de los Trabajadores) tiene su origen en Estados Unidos. El 1 de mayo de 1886, en lo que se conoció como el Motín de Haymarket, los trabajadores inundaron las calles de Chicago para exigir una jornada laboral de ocho horas. Las manifestaciones duraron varios días, todos ellos salpicados de enfrentamientos entre los trabajadores y la policía. El 4 de mayo, después de que la policía ordenara a la multitud que se dispersara, estalló una bomba. Siete policías y hasta ocho civiles murieron. Nunca se identificó al autor.

      En 1889, una reunión internacional de socialistas celebrada en París declaró oficialmente el Primero de Mayo fiesta en honor de los derechos de los trabajadores. Aunque cobró fuerza internacionalmente (y contó con el apoyo de algunos sindicatos estadounidenses), el historiador Charles Tilly escribe que el presidente estadounidense Grover Cleveland temía que el Primero de Mayo “se convirtiera en un monumento a los radicales de Haymarket”. Presionó a las legislaturas estatales para que eligieran la fecha de septiembre en su lugar. Para cuando llegó 1894, cerca de la mitad de los estados de Estados Unidos ya habían adoptado el Día del Trabajo.

      Conversión en fiesta nacional

      Haría falta otro enfrentamiento en el Medio Oeste estadounidense para que el Día del Trabajo se convirtiera en fiesta federal. El 11 de mayo de 1894, los trabajadores de la Pullman Palace Car Company, fabricante de vagones de ferrocarril cerca de Chicago, se declararon en huelga para protestar por sus bajos salarios y jornadas laborales de 16 horas. El 22 de junio, los miembros del poderoso sindicato American Railway Union (ARU) se unieron a su lucha negándose a trasladar los vagones de Pullman de un tren a otro, paralizando así el tráfico ferroviario en todo el país. 

      En Washington D.C., los políticos trataron de aplacar al movimiento obrero. En aquel momento, la legislación federal para designar el Día del Trabajo como día festivo llevaba 10 meses languideciendo en el Congreso después de que el senador estadounidense James Kyle, un populista de Dakota del Sur, la hubiera presentado en agosto de 1893. Para apaciguar a los huelguistas y a sus partidarios, el Senado aprobó rápidamente el proyecto de ley el 22 de junio, el mismo día en que la ARU se unió a la huelga de Pullman. El proyecto fue aprobado por la Cámara cuatro días después y el presidente Cleveland lo convirtió en ley el 28 de junio de 1894.

      Aunque el día festivo suele describirse como un gesto conciliador en un momento de crisis, Cleveland no era precisamente un aliado de los huelguistas de Pullman. El 3 de julio, pocos días después de firmar la ley, ordenó el envío de tropas federales a Chicago para poner fin al boicot. Los huelguistas, furiosos, empezaron a amotinarse y, el 7 de julio, los guardias nacionales dispararon contra una turba, matando a 30 personas.

      A pesar de sus sangrientas consecuencias, la creación de la festividad del Día del Trabajo causó sensación. En Canadá, el Primer Ministro John Thompson también se enfrentó a la creciente presión del movimiento obrero. El 23 de julio de 1894 (menos de un mes después de la aprobación de la ley estadounidense) Thompson siguió el ejemplo de Cleveland y designó el primer lunes de septiembre como día festivo oficial para los trabajadores.

      Pero el día festivo no mejoró las condiciones de la gente a la que pretendía honrar y fue poco más que un símbolo de la palabrería de los políticos. Como dijo la Comisión de Trabajo de la Cámara de Representantes de EE. UU. en su informe de 1894 sobre la legislación: “Mientras el trabajador pueda sentir que ocupa un lugar honorable y útil en el cuerpo político, será un ciudadano leal y fiel”. Tendrían que pasar otros 44 años para que Estados Unidos estableciera un salario mínimo, impusiera una semana laboral más corta y limitara el trabajo infantil con la Ley de Normas Laborales Justas de 1938.

      Independientemente de cuáles fueran las intenciones, la creación de un día festivo dedicado exclusivamente a los trabajadores fue, no obstante, un importante logro para el movimiento obrero. “El Día del Trabajo marca una nueva época en los anales de la historia de la humanidad”, escribió Samuel Gompers, presidente de la Federación Americana del Trabajo, en el New York Times en 1910. “De entre todos los días festivos del año... no hay ninguno que destaque tanto por el avance social del pueblo llano como el primer lunes de septiembre”.

      Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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