El desconocido 'toque' chino del primer ferrocarril transcontinental de Estados Unidos
Las vías del tren atraviesan Loray, Nevada. El ferrocarril transcontinental se extendía por cinco estados y conectaba las costas de Estados Unidos.
Cada mes de mayo, un buen número de turistas se reúne en Promontory Summit, Utah (Estados Unidos), para ver cómo dos trenes se encuentran frente a frente en unas vías que se tendieron por primera vez hace más de 150 años. El Jupiter del Central Pacific Railroad, pintado de azul con detalles rojos y dorados, silba mientras el vapor ondea contra un cielo despejado y colinas ondulantes. Frente a él, el 119 rojo y dorado de la Union Pacific Railroad, con su campana oscilante, se detiene.
Ambos son réplicas casi exactas de los trenes Jupiter y 119 originales que circularon en 1869 y que ahora se utilizan en la recreación de la ceremonia de la Golden Spike [Clavo Dorado]. El 10 de mayo de 1869, Leland Stanford, presidente del Central Pacific Railroad, clavó cuidadosamente un clavo dorado brillante con un grabado que proclamaba: "Que Dios continúe la unidad de nuestro país, ya que este ferrocarril une los dos grandes océanos del mundo". Con ese acto, Stanford marcó la finalización del primer ferrocarril transcontinental de Estados Unidos.
Esta imagen de 1877 muestra a trabajadores chinos en Secret Town, trabajando en el ferrocarril transcontinental a través de las montañas de Sierra Nevada. Secret Town debe su nombre al descubrimiento de oro en la zona, al este de Gold Run, en el condado californiano de Placer.
¿Un símbolo de progreso y unión?
Tras la Guerra Civil estadounidense, el ferrocarril se convirtió en un símbolo de progreso destinado a impulsar la cohesión de un país dividido. Construido en gran parte por inmigrantes chinos e irlandeses y obreros mormones, el ferrocarril facilitó el tránsito de viajeros y mercancías por la nación, pero también sentó las bases de unas divisiones raciales cada vez más profundas que aún perduran.
El aniversario de la finalización del ferrocarril, que se celebra en mayo, coincide con el Mes de la Herencia Asiática y Americana del Pacífico. Hace tres años, la efeméride se produjo en un momento en el que los delitos de odio contra los asiáticos estaban aumentando considerablemente en todo el mundo, en medio de una pandemia que en Estados Unidos afectó desproporcionadamente a las comunidades negras. El origen del racismo contra los asiáticos en Estados Unidos se remontan a cientos de años atrás. Recordar este contexto puede ayudar a dar sentido a la violencia del siglo XXI, algo fundamental para construir un nuevo futuro.
"Desde que los asiáticos están en Estados Unidos, se nos ha visto como forasteros en los que no se puede confiar, y esa percepción errónea ha tenido a menudo consecuencias trágicas", afirma Chris Lu, ex subsecretario de Trabajo de Estados Unidos. "Si se entiende esta historia, se comprende mejor por qué es tan inaceptable la retórica política que asocia a los asiático-americanos con el COVID-19", explica.
La Union Pacific Railroad comenzó a tender vías cerca de Omaha, Nebraska, y la Central Pacific Railroad Company lo hizo en Sacramento, California. Ambas se unieron en Promontory Summit, Utah, completando el primer Ferrocarril Transcontinental el 10 de mayo de 1869, un lugar conservado en el Parque Histórico Nacional Golden Spike.
Las historias de unidad y división recorren la historia del país en vías paralelas. Por un lado, tenemos el relato de una incipiente nación construida sobre la mano de obra de inmigrantes y esclavos que comienza su vacilante pero rápido ascenso hacia el poder mundial; y junto a ella está la historia, a menudo olvidada, del racismo antiasiático codificado primero en los sentimientos y luego en la legislación estadounidense.
Para mí, mujer estadounidense de origen chino, de tercera generación y birracial, las cuestiones de progreso e identidad resuenan con más fuerza que nunca.
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Recordando a los trabajadores
Se calcula que entre 10 000 y 20 000 chinos se unieron a la Central Pacific Union para realizar la agotadora tarea de despejar el camino para el ferrocarril. Trabajando en turnos de 10-12 horas durante semanas laborales de seis días, excavaron a través de algunos de los tramos de terreno más traicioneros, arrastrándose por las brechas y excavando túneles a través de las montañas de Sierra Nevada. Les pagaban menos que a los demás trabajadores y no tenían ni alojamiento ni comida. Una vez terminado el ferrocarril, se aprobó una serie de leyes contra los chinos.
Esta estereografía (año desconocido) muestra a inmigrantes chinos posando a lo largo del ferrocarril del Pacífico. Los trabajadores chinos tendían la cifra récord de 16 kilómetros de vía al día.
La Ley Page de 1875, una de las primeras leyes federales que restringían la inmigración procedente de Asia Oriental, impidió la entrada en el país a casi todas las mujeres chinas, a las que estereotipaba como prostitutas. Luego vino la Ley de Exclusión China de 1882, que prohibía la entrada a cualquier persona procedente de China y declaraba a los inmigrantes chinos no aptos para la naturalización. Esta legislación hizo casi imposible que las familias chinas echaran raíces en Estados Unidos.
Durante más de 100 años, las contribuciones de los trabajadores chinos quedaron oscurecidas. De hecho, a lo largo de las décadas se crearon pocas conmemoraciones oficiales. En mayo de 2014, Lu ayudó a incluir a estos hombres en el Salón de Honor del Departamento de Trabajo de Estados Unidos. "Fue una pequeña forma de empezar a darles el reconocimiento oficial que se merecen", dice, reflexionando sobre ese día. "Nunca conoceremos los nombres de la mayoría de estos trabajadores chinos, pero sus sacrificios fueron responsables de una de las mayores hazañas de la ingeniería en la historia de Estados Unidos".
Hoy, la placa se exhibe en la Plaza Norte del edificio Frances Perkins del Departamento en Washington, D.C. En Utah, los visitantes pueden pararse bajo el Arco Chino, una formación rocosa única que domina el valle. Estos reconocimientos fueron el resultado de la incansable defensa de los descendientes para que se contara la historia de sus antepasados.
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Esta foto de archivo (año desconocido) muestra un campamento chino al final de un tramo de vía. Aunque los trabajadores ferroviarios chinos acabaron recibiendo un aumento de sueldo, seguían teniendo que comprar su propia comida, alojamiento y ropa. Esto les permitía llevar una dieta sana y evitar enfermedades lavando la ropa con frecuencia y bebiendo té.
Una historia más completa
Recordar a estos trabajadores no es importante sólo para la historia asiático-americana, es vital para la historia de Estados Unidos. “La labor de la historia es crucial para que comprendamos cómo se desarrolló la sociedad estadounidense, cómo la gente ha intentado transformarla y qué funcionó o fracasó”, afirma Manu Karuka, profesor adjunto de Estudios Americanos en el Barnard College. “Las historias que contamos sobre el pasado pueden desempeñar funciones cruciales en cómo entendemos la identidad: con quién nos identificamos y contra quién”.
En 1969, en el centenario de la finalización de la ruta de ferrocarril, el Secretario de Transporte de Estados Unidos, John Volpe, rindió homenaje a todos los que trabajaron en ella. “¿Quién sino los estadounidenses podría perforar 10 túneles en montañas cubiertas por nueve metros de nieve? “¿Quién sino los estadounidenses podría cincelar a través de kilómetros de granito macizo? ¿Quién sino los estadounidenses podría haber tendido 16 kilómetros de vía en 12 horas?”.
Por supuesto, fueron los trabajadores chinos quienes lo hicieron, mientras se les negaba la posibilidad de convertirse en estadounidenses. Y sin embargo, ¿hay algo más americano que un inmigrante? Medio siglo después del discurso de Volpe, en la celebración del 150 aniversario en 2019, una nueva secretaria de transporte se dirigió a la multitud: la inmigrante taiwanesa Elaine Chao. Aunque su nombramiento y participación marcaron un momento significativo, aún queda mucho camino por recorrer.
En total, se habían tendido casi 3000 kilómetros de vía entre Sacramento, California, y Omaha, Nebraska. Más tarde, gran parte del acero original de las vías fue arrancado para cubrir las necesidades de metal durante la Segunda Guerra Mundial. La continua historia de independencia y reinvención de Estados Unidos nos lleva a preguntarnos: ¿Qué es esencial para Estados Unidos y, ahora que los océanos están conectados, adónde nos llevarán las mareas?
El Arco Chino en Promontory Summit, Utah, al atardecer. Esta estructura de piedra caliza es uno de los pocos homenajes a los trabajadores chinos que ayudaron a construir el ferrocarril transcontinental. Se creó hace 300 millones de años por la erosión causada por las olas de un antiguo lago llamado Bonneville.
"La historia de los ferrocarriles habla de este momento de maneras muy particulares. Tanto si pensamos en el cambio climático como en las migraciones o la guerra, el estudio de la historia del ferrocarril puede aclarar algunas de las cuestiones políticas de nuestros días", afirma Karuka. "La historia, por supuesto, la hacen los individuos, pero no las condiciones que eligen. Cómo los individuos se unen a otros, qué formas de organización desarrollan y cómo enfocan y mantienen su resistencia son algunas de las cuestiones más importantes sobre las que podemos reflexionar en nuestro tenso momento".
De vuelta al Golden Spike National Historic Park de Utah, los visitantes pueden observar otro homenaje en la piedra verde claro incrustada en las paredes del centro de visitantes. Los administradores del parque decidieron incorporar esta piedra de cuarcita cuprosa (que sólo se encuentra en una cantera local y en China) para honrar las contribuciones de los trabajadores chinos.
Puede pasar desapercibida, pero la próxima vez que la visite, la buscaré y recordaré la historia.
Ray Rogers es escritor y reside en Washington, D.C.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.