¿Mató Ricardo III a sus sobrinos para ser rey? El misterio mantiene más divididos que nunca a los historiadores
Ricardo III está acusado desde hace tiempo de haber asesinado a sus sobrinos en 1483, pero algunos expertos lo dudan. La aparición de una nueva prueba sólo ha ayudado a mantener a la comunidad más dividida que nunca.
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El rey sin corona Eduardo V y su hermano menor Ricardo desaparecieron de la Torre de Londres en 1483, poco después de que el Parlamento los declarara herederos ilegítimos y su tío Ricardo fuera coronado rey. Desde entonces, los historiadores han intentado esclarecer lo sucedido.
El que posiblemente sea uno de los misterios despiadados más antiguos de Inglaterra sigue más candente que nunca.
Durante más de cinco siglos, historiadores y detectives aficionados han especulado sin cesar sobre lo que les ocurrió al nunca coronado rey Eduardo, de 12 años, y a su hermano Ricardo, de 9, tras desaparecer de la Torre de Londres en 1483.
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Ricardo III fue rey de Inglaterra durante dos años, desde 1483 hasta su muerte en 1485. Su legado ha estado envuelto en la sospecha de que mandó matar a sus sobrinos para usurpar el trono, pero algunos historiadores aún confían en poder exonerarlo.
El principal sospechoso siempre ha sido su tío paterno, Ricardo III, que tenía sobrados medios, motivos y oportunidades para asesinar a sus sobrinos con el fin de reforzar sus propias aspiraciones al trono. Mientras tanto, muchos de sus partidarios argumentan apasionadamente que apenas existen pruebas suficientes que demuestren tal cosa.
El debate se ha reavivado recientemente con la emisión de un documental británico que incluye la mención de un elemento que el propio documental tilda de reveladora “pistola humeante” , y que los Archivos Nacionales del Reino Unido aclaman como una “nueva pista extraordinaria”.
La prueba en cuestión se descubrió en 2023, cuando Tim Thornton, profesor de la Universidad de Huddersfield, rebuscaba en oscuros registros de los Archivos Nacionales. Thornton encontró un dato fascinante en el testamento de 1522 de Lady Margaret Capell: La rica viuda había legado a su hijo una cadena “que era del joven rey Eduardo V”.
Para los dos príncipes que desaparecieron sin dejar rastro, esto es, de hecho, un rastro. “Se me erizaron los pelos de la nuca”, recuerda Thornton, “porque es una posesión personal importante que simboliza al rey”.
(Relacionado: Confirmada la aparición de los restos de Ricardo III)
¿Cómo llegó Capell a poseer la cadena? Para ello, Thornton empezó a escarbar en busca de conexiones y encontró una que detalla en un estudio reciente: Capell era cuñada de James Tyrrell, el principal secuaz del rey Ricardo y un sujeto que, según creen muchos expertos, fue el que cometió la canallada por orden de su jefe. “Muy sencillo, ahora tenemos las joyas de la víctima en manos de la familia del principal sospechoso”, dice Thornton.
Para quienes ya están convencidos de la culpabilidad del monarca, se trata del último clavo en el ataúd. Sin embargo, para los defensores de Ricardo III (conocidos como “ricardianos”) no prueba nada, y menos un asesinato.
¿Quién tiene razón? Hemos preguntado a ambos bandos qué pruebas respaldan sus teorías y cuáles, en su caso, son las que podrían resolver de una vez por todas el truculento misterio de la muerte de los príncipes.
Teoría 1: Ricardo III es culpable del asesinato de sus sobrinos
Debemos agradecer a William Shakespeare la inmortal imagen de Ricardo como un ser avaricioso, asesino e incluso de aspecto monstruoso gracias a una exagerada descripción de su joroba. “Ahora es el invierno de nuestro descontento”, comienza el icónico monólogo de su obra Ricardo III, donde el personaje titular se describe a sí mismo como “sutil, falso y traicionero” y “decidido a demostrar ser un villano”.
Publicada un siglo después de la desaparición de los príncipes, la obra de Shakespeare potenció el drama que surgido tras la publicación en 1557 del libro de Tomás Moro, La historia del rey Ricardo III.
Según Moro, el rey Ricardo dio la orden de asesinato a su secuaz James Tyrrell, quien a su vez encargó la tarea a Miles Forest y John Dighton. Los dos hombres supuestamente se colaron en el dormitorio de los príncipes a medianoche y “los envolvieron y enredaron, manteniendo por la fuerza el colchón de plumas y las almohadas pegadas a sus bocas, de modo que al cabo de un rato, asfixiados y sin aliento, entregaron a Dios sus inocentes almas”.
Aunque se basaba en rumores, el libro de Moro “sigue siendo el mejor relato que tenemos”, dice el historiador Michael Hicks, autor de Ricardo III: el hombre que se hizo a sí mismo.
El descubrimiento de Thornton encaja perfectamente en este relato. “La implicación aquí es que [Forest y Dighton] saquearon la cadena de la cámara”, dice Hicks. Es posible que la cadena tuviera un propósito pragmático. “Mi sospecha es que Tyrrell necesitaba algún tipo de prueba de que el crimen se había consumado, y ¿qué mejor joya que esta cadena simbólica?”, se pregunta Thornton.
James Tyrrell supuestamente confesó más tarde (bajo tortura) su participación en los asesinatos de los príncipes, aunque se ha perdido todo registro de la confesión. “Llevo 40 años buscando la confesión de Tyrrell”, dice Hicks.
Ricardo tampoco inició una investigación oficial sobre sus sobrinos desaparecidos. Si él no los mató, seguramente querría saber quién lo hizo, y si estaban vivos, seguramente querría encontrarlos. “No se puede tener a viejos reyes por ahí esperando a reclamar el trono, así que me resulta imposible concebir que se les permitiera vivir”, dice Hicks.
Teoría 2: Ricardo III fue víctima de una campaña de difamación
En 2012, la historiadora aficionada Philippa Langley descubrió los huesos del rey Ricardo III enterrados bajo un aparcamiento de Leicester, demostrando de un plumazo que nuestra sabiduría convencional sobre el rey no era del todo exacta.
“Durante años me ridiculizaron y se burlaron de mí. “Todo el mundo decía: 'Todos sabemos lo que le pasó a Ricardo: fue exhumado, su ataúd de piedra se convirtió en un abrevadero para caballos y sus restos fueron arrojados al río'”. Se equivocaban y los huesos de Ricardo estaban justo donde la investigación de Langley sugería que estarían. Los huesos revelaron además que no se trataba de un jorobado monstruoso, sino de un caso de escoliosis infantil.
El descubrimiento de Thornton no ha cambiado la postura de Langley sobre Richard. “De ninguna manera, forma o manera esta cadena resuelve nada”, dice. “Están dando saltos enormes, de esto a esto a esto, para intentar meterla con calzador en la misma historia de siempre”.
De hecho, tomar la cadena como una prueba conclusiva requiere muchas suposiciones, en primer lugar que esta cadena haya pertenecido alguna vez al joven príncipe. “Las historias familiares inventadas se cuentan y se vuelven a contar hasta que la historia se convierte casi en una certeza”, afirma el historiador Matthew Lewis, autor de Ricardo III: La lealtad me une. “Que alguien diga que esta cadena perteneció una vez a un príncipe no significa que fuera así”.
Incluso si lo fue, una cadena no es necesariamente la cadena. El documental de Channel 5 sobre el hallazgo de Thornton hacía zoom repetidamente sobre las joyas que lucían en un retrato de los príncipes desaparecidos realizado en 1879, casi 400 años después de su desaparición. “Eso ni siquiera es una cadena, es un collar de oficio y es muy diferente”, dice Langley. “Ojalá los medios de comunicación fueran más críticos con lo que presentan al público”.
Se llame como se llame, la cadena podría haber llegado a manos de Lady Margaret Capell de muchas maneras. “El Londres de 1500 no es el mismo que el de ahora”, dice Chris Skidmore, un estudioso de la época Tudor que escribió una biografía de Ricardo III. “La alta burguesía es una comunidad muy unida, y todos se casan entre sí”. Que la hermanastra mayor de Capell fuera la esposa de Tyrell quizá no resulte algo tan cercano.
La mayor suposición, por supuesto, es que los príncipes realmente fueron asesinados. Muchos ricardianos (incluidos Lewis y Langley) creen que los príncipes de la torre sobrevivieron. La nueva aventura arqueológica de Langley, The Missing Princes Project (El proyecto de los príncipes desaparecidos), pretende demostrar que los príncipes vivieron para regresar e intentar reclamar el trono en las décadas de 1480 y 1490.
(Relacionado: ¿Por qué no está claro quién fue el primer rey de Inglaterra?)
¿Qué pruebas podrían ayudar a resolver este caso?
La ciencia moderna podría resolver algunas de estas cuestiones.
En 1674, se encontraron un par de esqueletos de tamaño infantil enterrados bajo una escalera de la Torre de Londres. Dadas las teorías predominantes sobre su asesinato, se supuso que los huesos eran de los príncipes y se trasladaron a la Abadía de Westminster, donde permanecen en la actualidad.
Inscrita en latín en la urna, podemos leer una historia familiar escrita literalmente en piedra: “Aquí yacen las reliquias de Eduardo V, rey de Inglaterra, y Ricardo, duque de York. Estos hermanos, confinados en la Torre de Londres y ahogados allí con almohadas, fueron enterrados privada y vilmente, por orden de su pérfido tío Ricardo el Usurpador”.
Una prueba de ADN de los huesos podría confirmar la muerte de los príncipes, pero la reina Isabel II denegó repetidamente la petición de remover los huesos. Se dice que el rey Carlos, menos aprensivo que su madre, podría permitir una nueva investigación.
Sin embargo, los historiadores de ambos frentes no terminan de ponerse de acuerdo sobre si deberían hacerlo.
Langley espera con impaciencia el visto bueno del rey Carlos. “Ojalá lo hiciera mañana, porque sé que no son ellos”, afirma.
Otros no están tan seguros. “Sería maravilloso responder a la pregunta: '¿Son éstos los príncipes de la torre?”, dice Lewis. “El problema es que, sin analizar cada uno de los cientos de fragmentos de huesos, puede que no lo consigamos”.
Hicks, que se opone a perturbar los restos, está de acuerdo. “Los huesos ya han sido corrompidos. Cualquier cosa que encontraran no sería concluyente, e incluso si lo fuera, seguiríamos sin saber cómo murieron o quién lo hizo”.
Pero si alguna vez fueran a realizarse las pruebas (y se pudiera demostrar que los príncipes vivieron más allá de la muerte de su tío), Ricardo III lograría al fin ser exonerado, poniendo así fin a siglos de especulaciones.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.
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