Mosaico de un perro romano mascota

Hallan en Inglaterra un inmenso depósito de huesos de perros romanos que nos cuenta mucho más de lo que parece

Cachorros muertos, posibles sacrificios humanos y el hueso del pene de un licaón: ¿qué ocurría en la Gran Bretaña de la época romana?

Los romanos tenían perros como mascotas, como muestra este mosaico del siglo II o III d.C. Algunos de los huesos del depósito ritual de Surrey podrían pertenecer a perros domésticos, pero no está claro si sus dueños eran romanos o británicos.

Fotografía de Bridgeman Images
Por Joshua Rapp Learn
Publicado 4 mar 2025, 11:31 CET

El hallazgo de numerosos cachorros muertos, posibles sacrificios humanos y un hueso de pene de un licaón enterrados en un depósito ritual en el pozo de una antigua cantera del sur de Inglaterra han ayudado a revelar cómo eran los rituales de fertilidad en las primeras décadas de la conquista romana de Gran Bretaña.

“Estaba lleno de una cantidad de huesos absolutamente impresionante”, explica Ellen Green, bioarqueóloga de la Universidad de Reading. “No podías moverte por allí sin pisar algo”, afirma la experta, que ha descrito el hallazgo en un número reciente de la revista Oxford Journal of Archaeology.

El agujero lleno de huesos (el mayor depósito ritual descubierto de este tipo datado en la época de la Britania romana) da a los arqueólogos pistas sobre la forma en que los británicos conquistados adoptaron (y no adoptaron) las prácticas culturales de Roma ya en el siglo I d.C.

En 2015, Green y sus colegas estaban realizando las prospecciones arqueológicas obligatorias en Ewell, una localidad de Surrey al suroeste de Londres, antes de que se construyera un centro de asistencia. Ewell tenía un asentamiento de la época romana que contenía una cantera de sílex y creta y los arqueólogos sospechaban que podría haber restos en la zona.

Mientras excavaban la zona, el equipo descubrió un pozo de cuatro metros de profundidad con miles de huesos. La capa superior contenía sobre todo restos de distintos tipos de animales con indicios de consumo humano, probablemente basura de antiguas cocinas. Pero a medida que Green y sus colegas fueron ganando profundidad, empezaron a encontrar cada vez más huesos de perros, caballos, cerdos y, finalmente, humanos.

Según el recuento y el análisis final de Green, la fosa contenía unos 11 400 fragmentos óseos identificables, que incluían las partes de al menos 21 humanos enterrados en el pozo y al menos 282 animales individuales.  

“No hay ningún yacimiento que se haya excavado en Gran Bretaña que haya tenido algo así, la verdad”, afirma Green. Estos huesos se depositaron aproximadamente entre el año 77 d.C. y el 118 d.C. como muy tarde, según una combinación de fechas halladas en monedas enterradas con los restos y técnicas de datación por radiocarbono. Es decir, sólo unas décadas después de la primera incursión de Roma en Gran Bretaña, en el año 43 d.C.

Michael Fulford, arqueólogo especializado en la época romana de la Universidad de Reading que no participó en la investigación, afirma que el hallazgo es “notable” y elogió el “estudio muy meticuloso de los restos” realizado por Green.

No está claro cómo murieron estos humanos y animales, pero Green dice que la forma en que fueron depositados no parece la de otros enterramientos. Por ejemplo, aparte de la capa superior, donde los huesos parecen ser basura arrojada por la comida, casi ninguno de los huesos muestra signos de traumatismo u otras causas obvias de muerte. En especial, todos los perros parecen haber tenido huesos sanos en el momento de la muerte, lo que puede ser señal de que muchos eran mascotas y no perros callejeros, afirma. 

Báculo (o hueso peniano) de perro

Entre los miles de huesos hallados en el pozo de la cantera de Ewell, los arqueólogos encontraron un báculo (o hueso peniano) de perro manchado de ocre rojo en la superficie superior del hueso.

Fotografía de Ellen Green, 2024, Oxford Journal of Archaeology

Aunque es difícil saber con seguridad qué les ocurrió a estas personas y animales, Green no puede descartar la posibilidad de que se tratara de un sacrificio humano: el degüello era un método de sacrificio habitual en la época y no suele dejar marcas en los huesos.

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¿Formaban parte de un ritual de fertilidad? 

En muchos casos como este, es difícil saber por qué se enterró y sacrificó a personas y animales. Pero el volumen y el tipo de restos en este caso hacen sospechar a Green de un ritual de fertilidad.

Los restos humanos son una pista. 20 de los individuos fueron enterrados por partes, y al parecer en grupos de cinco que incluían un bebé, un niño, un adolescente y dos adultos. Los huesos de los adultos estaban demasiado fragmentados para conservar signos claros que pudieran ayudar a estimar su edad. Pero si alguno de estos adultos era mayor, Green afirma que los restos coinciden con las concepciones romanas de las distintas etapas de la vida.

Los perros fueron los animales enterrados más comunes, constituyendo cerca de la mitad de todos los animales identificados. “Se trata del mayor conjunto de perros jamás hallado en un único yacimiento romano-británico”, afirma Green. 

Algunos incluso estaban enterrados enteros y, en una jarra de cerámica, también se encontraron restos de un cachorro. La mayoría de los perros eran pequeños, probablemente perros falderos que los romanos tenían como mascotas en esta época. “En el mejor de los casos eran terriers, perros ratoneros”, dice Green.

Los perros falderos están asociados a toda una serie de figuras religiosas de la Antigua Roma, señala. El arte de esta época suele representar a perros falderos con figuras de diosas madre, mujeres con cestas de fruta y bebés humanos, todos ellos símbolos de fertilidad.

El más atractivo de estos restos es un hueso de pene de perro (“la estrella del espectáculo”) que podría haber estado pintado de rojo con un pigmento llamado ocre. “A los romanos les encantaban los penes. Se creía que alejaban la mala suerte y el mal de ojo”, explica Green.

Muchos de los restos del pozo, humanos o animales, son bebés. Especialmente interesantes son varios caballos bebés y fetos. A diferencia de los perros u otros animales domésticos encontrados en los yacimientos, que dan a luz durante todo el año, los caballos sólo paren en primavera.

Teniendo en cuenta todas estas pruebas y el hecho de que los yacimientos también contenían cebada carbonizada, un cultivo de la zona, Green cree que lo que ocurrió aquí podría estar relacionado con un ritual de fertilidad primaveral: “Probablemente se trate de fertilidad agrícola”.

Fulford no está seguro de que el ritual estuviera relacionado con la fertilidad. Pero está convencido de que se produjo algún tipo de ritual, ya que el yacimiento coincide con el patrón de otros varios yacimientos encontrados. Por ejemplo, uno en Silchester, a sólo unos 50 km de distancia, tiene perros, cuervos y un mango de cuchillo tallado que representa perros apareándose.

Duncan Garrow, arqueólogo de la Universidad de Reading y supervisor del doctorado de Green, señala que nuevos trabajos arqueológicos en los alrededores podrían revelar más información sobre lo que hacían los habitantes de Ewell y qué tipo de rituales podían estar llevando a cabo.

¿El yacimiento óseo era romano o británico?

Es difícil decir con exactitud quién realizaba los sacrificios, si es que se producían. Oficialmente, los romanos desaprobaban los sacrificios humanos, y la práctica habría sido controvertida bajo su dominio, dice Green. Algunos escritores romanos creían que ya se practicaban antes de la conquista, e incluso es posible que los utilizaran como excusa para conquistar Britania. Pero no hay muchas pruebas en ambos sentidos, ya que la isla no tuvo registros escritos hasta después de la conquista romana, y algunos de los relatos romanos son dudosos, dice Green.

Las firmas químicas en los huesos de tres de los humanos sugieren que uno creció muy cerca, y los otros no muy lejos; probablemente no eran romanos. “Parece que es gente de la zona la que acaba allí”, afirma Green.

Garrow señala que, aparte de ser muy grande, el depósito de huesos de Ewell parece similar en composición a los depósitos rituales de la Edad de Piedra británica. “Es sorprendente ver depósitos así en la Gran Bretaña romana. Parece extraño, pero familiarmente extraño”, afirma Garrow.

Otra extraña señal de ritual es la evidencia de que algunos de los restos fueron desmenuzados. Algunos huesos muestran signos de haber sido manipulados repetidamente en algún momento, dice Green, como si hubieran sido retirados del resto de los cuerpos y sustituidos más tarde. Algunas partes han desaparecido por completo.

Para Green, esto es una señal de cómo funcionaban las cosas a dos niveles en los años posteriores a las primeras incursiones romanas. Los rituales que se llevaban a cabo aquí tenían algunas características romanas, como el uso de perros falderos o incluso el sacrificio de perros, pero también tenían características no romanas, como la manipulación de los cuerpos después de la muerte y los posibles sacrificios humanos. 

Fulford está de acuerdo en que los hallazgos representan una encrucijada cultural durante este periodo: “Es otra prueba que nos aleja de la idea de una Gran Bretaña fuertemente vinculada a las prácticas romanas”.

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    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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