Qué fue la Partición de la India y por qué sigue siendo un problema en la región

El fin de la dominación colonial británica dio origen a dos naciones soberanas. Sus fronteras, trazadas apresuradamente, han sido un foco de tensiones. 75 años más tarde, los recuerdos de la Partición aún persiguen a los supervivientes.

La gente hace ejercicio en un campo de refugiados indio tras la partición de India y Pakistán en 1947. Kurukshetra albergaba uno de los mayores campamentos debido a su proximidad a la frontera trazada apresuradamente, que separó dos estados independientes de la antigua colonia británica.

Fotografía de Henri Cartier-Bresson, Magnum
Por Erin Blakemore

La noche del 13 de agosto de 1947, Suri Sehgal, de 13 años, estaba tan emocionado que no podía dormir. Al día siguiente, vería el arriado de la bandera británica y el izado de una nueva en su provincia natal de Punjab. Su ciudad, que antes formaba parte de la India, pasaría a formar parte de una nueva nación llamada Pakistán. El país recién demarcado de la India se convertiría en un estado autónomo un día después.

Sehgal recuerda la estación de tren de Lalamusa, donde tuvo lugar la ceremonia de la bandera pakistaní, el ambiente de optimismo y la comida especial que compartió con su familia y amigos. "Lo celebramos todos juntos", recordó en una historia oral de 2016 con el Archivo de la Partición de 1947. "Fue maravilloso".

Refugiados musulmanes sentados en el techo de un tren abarrotado cerca de Nueva Delhi mientras intentan huir de la India el 19 de septiembre de 1947. La partición exacerbó las tensiones religiosas en el subcontinente. Millones de musulmanes, hindúes y sijs fueron desarraigados de sus hogares o asesinados en disturbios.

Fotografía de Photograph via Associated Press

Pero en cuestión de horas, la tan esperada transición de poder (y la partición de la India en dos naciones, la India mayoritariamente hindú y Pakistán mayoritariamente musulmana) se convirtió en una pesadilla: las tensiones seculares latentes, alimentadas por el régimen colonial divisivo, se desbordaron, y aquella noche, Sehgal vio con horror cómo cientos de personas (armados con cuchillos y otras armas) corrían a la caza de hindúes a los que atacar.

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    Un Suri Sehgal en edad universitaria en Mussoorrie, una estación de montaña del Himalaya occidental en el estado indio de Uttarakhand en 1956. Posteriormente, Sehgal estudió genética vegetal en la Universidad de Harvard y ahora es un filántropo dedicado al desarrollo rural en la India.

    Fotografía de The 1947 Partition Archive

    Días después, el padre de Sehgal, preocupado por la seguridad de sus hijos medio hindúes, los empujó a un tren en movimiento, sofocante y abarrotado, en la misma estación en la que habían celebrado la independencia de Pakistán. Mientras el tren de refugiados avanzaba lentamente hacia el sur de la India, sus exhaustos ocupantes se encontraron con montones de cadáveres devorados por los buitres junto a las vías.

    Sehgal fue uno de los cientos de miles de indios y pakistaníes cuyas vidas se vieron interrumpidas (o terminadas) durante lo que hoy se conoce como la Partición. En apariencia, la creación en agosto de 1947 de dos naciones autónomas fue una victoria para los que anhelaban la autodeterminación (aunque pasarían varias décadas antes de que los habitantes de lo que hoy es Bangladés, que en un principio formaba parte de Pakistán, obtuvieran ese derecho). Pero las tensiones seculares latentes y una transición muy mal gestionada convirtieron la histórica salida británica de la colonia en un baño de sangre.

    Las raíces coloniales de la partición

    Las raíces de la Partición se remontan al siglo XVII, cuando la Compañía Británica de las Indias Orientales, una empresa privada que comerciaba con las riquezas de la India, como las especias y la seda, empezó a adquirir tierras indias, a hacerse con el control de los Gobiernos locales y a promulgar leyes que iban en contra de las tradiciones culturales más antiguas.

    En 1857, los soldados indios se amotinaron, lo que llevó al Gobierno británico a disolver la compañía y tomar el control de la India. El recién creado Raj británico nombró a funcionarios (muchos de los cuales no habían pisado nunca la India) para que mantuvieran su colonia a raya. Esos privilegiados administradores británicos y sus familias vivían en la riqueza y el lujo, mientras que la mayoría de los indios vivían en la pobreza.

    Mientras Gran Bretaña despojaba a la India de su riqueza y se beneficiaba de sus recursos naturales, subdividió el 60% de la nación en provincias y reconoció un mosaico de cientos de "estados principescos" preexistentes, que funcionaban como entidades autónomas supervisadas por gobernantes locales.

    Un barco mercante inglés se acerca a Bombay hacia 1754, época en la que la India estaba gobernada por la Compañía Británica de las Indias Orientales, una empresa privada que explotaba sus riquezas como las especias y las sedas. Óleo sobre lienzo del pintor británico JC Heard.

    Fotografía de Universal History Archive, Getty Images

    Para preservar su dominio, el Raj británico enfatizó deliberadamente las diferencias entre las comunidades religiosas y étnicas. Como explica el geógrafo A.J. Christopher, los administradores coloniales utilizaron rasgos como la religión y el color de la piel para segregar y aislar a sus súbditos. Finalmente, establecieron un papel político limitado para los indios, pero el proceso para conseguir esos puestos a menudo enfrentaba a hindúes y musulmanes.

    Lord Curzon, virrey británico en la India, alimentó aún más estas divisiones en 1905 cuando dividió la mayor provincia de la India, Bengala, en dos: una de mayoría musulmana y otra de mayoría hindú. Un colonialista acérrimo que creía que los indios eran inferiores, Curzon se enfrentó a una fuerte resistencia a este intento de "divide y vencerás". Pero aunque la división sólo duró hasta 1911, galvanizó un creciente movimiento independentista dentro del Congreso Nacional Indio, un partido político que había sido formado por las élites educadas para negociar con el Raj británico. También impulsó la formación de la Liga Musulmana, un partido político que defendía los derechos de los musulmanes en la India.

    Lord George Curzon y su esposa, Mary, montados en un elefante, hacia 1895. A pesar de su controvertido mandato como virrey de la India (en el que intentó deliberadamente sembrar la tensión entre grupos religiosos y étnicos), Curzon se convirtió en secretario de Asuntos Exteriores de Gran Bretaña en 1919.

    Fotografía de SSPL, Getty Images

    La lucha por una India independiente

    A principios del siglo XX, el abogado y político Mohandas Mahatma Gandhi fue elegido miembro del Congreso Nacional Indio y comenzó a impulsar la independencia de Gran Bretaña mediante la desobediencia civil no violenta. Pero los boicots, las manifestaciones y las marchas se encontraron con la brutalidad y la represión legal.

    Los funcionarios británicos intentaron apaciguar a los nacionalistas, otorgando el derecho de voto a más personas y aumentando su representación en el Gobierno local. Estas reformas sólo beneficiaron a un pequeño grupo de indios: en 1935, sólo el 12% de los ciudadanos podía votar. 

    Entonces, el Reino Unido entró en la Segunda Guerra Mundial y se llevó a la India con ella. Obligados a defender los intereses de sus colonizadores con su propia sangre, muchos indios se opusieron a la guerra. Para conseguir apoyo, el Gobierno británico ofreció a la India un estatus de dominio británico que pudiera gobernarse con la supervisión británica. Pero el Congreso Nacional Indio rechazó el plan. En 1942, Gandhi lanzó "Quit India" [Dejad India], una campaña de desobediencia civil generalizada que exigía la independencia inmediata. Gran Bretaña respondió arrestando a Gandhi y a otros líderes e ilegalizando el Congreso Nacional Indio.

    La policía de Calcuta lanza gas lacrimógeno durante los cinco días de disturbios entre musulmanes e hindúes que se produjeron en la ciudad en 1946. Se estima que en los disturbios, provocados por las visiones enfrentadas de una India independiente, murieron 4000 personas y hasta 10 000 resultaron heridas.

    Fotografía de Keystone, Getty Images

    La decisión se volvió en su contra: la represión galvanizó a muchos que no habían apoyado la independencia en el pasado. Siguieron disturbios generalizados y detenciones masivas. El "Quit India" había sido reprimido. Pero este movimiento (y la desconfianza sembrada durante una catastrófica hambruna en Bengala que mató a millones de personas en 1943) convenció a los dirigentes británicos de que el futuro de la India como colonia obediente estaba condenado.

    (Relacionado: Esta aldea de la India aún recuerda la matanza que presenció en la II Guerra Mundial)

    Visiones contrapuestas para una India independiente

    Aunque la independencia parecía estar al alcance de la mano de la India, las divisiones entre el Congreso Nacional Indio y la Liga Musulmana se profundizaron.

    Gandhi y Jawaharlal Nehru, otro líder del Congreso Nacional, creían desde hacía tiempo que una India independiente debía ser una nación única y unificada. Sin embargo, aunque la Liga Musulmana también apoyaba el autogobierno, su líder, Muhammad Ali Jinnah, abandonó públicamente la causa de una India unificada en 1940.

    Aunque el Congreso Nacional Indio se presentaba como un partido para todos los indios, a los miembros de la Liga Musulmana les preocupaba que sólo representara los intereses hindúes. Una India unida, argumentaba Jinnah, daría a los hindúes el control de la minoría musulmana. En su lugar, el partido exigía autonomía mediante la creación de una nación llamada Pakistán.

    Miembros de la Liga Musulmana de la India se manifiestan a favor de la partición de la India y la creación del estado de Pakistán en Londres en agosto de 1946. A los musulmanes les preocupaba que sus temores fueran ignorados como minoría religiosa en una India independiente unificada.

    Fotografía de Hulton-Deutsch Collection, Corbis via Getty Images

    La situación se agravó aún más cuando, en 1946, las conversaciones entre los dos grupos fracasaron y Jinnah convocó un "día de acción directa" de protesta musulmana. "Tendremos una India dividida o una India destruida", dijo.

    El llamamiento desembocó en una catástrofe. El 16 de agosto de 1946, estallaron disturbios entre musulmanes e hindúes en Calcuta, la capital de la provincia de Bengala. "El aire estaba eléctrico", escribió un oficial militar en un informe. "El resultado de estos disturbios ha sido una desconfianza total entre las comunidades". Se calcula que 4000 personas murieron y 10 000 resultaron heridas en el conflicto, y 100 000 se quedaron sin hogar.

    Mahatma Gandhi, en el centro, visita el campo de refugiados musulmanes de Purana Qila en Nueva Delhi, India, el 22 de septiembre de 1947. Al encontrarse en el lado equivocado de la frontera tras la Partición, los habitantes del campamento se preparaban para partir hacia Pakistán.

    Fotografía de ACME, AFP via Getty Images

    Gran Bretaña supervisa una partición precipitada

    Mientras la India se tambaleaba al borde de la guerra civil, el interés de Gran Bretaña por mantener su menguante control se evaporó. Ante la presión internacional para que se retirara, Jorge VI envió a su primo, Lord Louis Mountbatten, a la India en marzo de 1947 para gestionar la retirada británica. 

    Mountbatten convenció a los líderes para que aceptaran la creación de dos nuevos estados, la India de mayoría hindú y Pakistán de mayoría musulmana. Pero, aunque se le dio un año para completar su tarea, se apresuró a cumplir el calendario, dando a Cyril Radcliffe, un abogado británico que nunca había pisado la India, sólo cinco semanas para dividir el país en dos y demarcar las fronteras de las nuevas naciones.

    Lord Louis Mountbatten (tercero por la izquierda) presenta el plan de partición británico para la India en una conferencia en Nueva Delhi el 3 de junio de 1947. También aparecen en la foto (de izquierda a derecha): el líder nacionalista indio Jawaharlal Nehru; Lord Hastings Ismay, asesor de Mountbatten; y el presidente de la Liga Musulmana de toda la India, Muhammad Ali Jinnah.

    Fotografía de Keystone, Getty Images

    Los principados podían decidir a qué nación querían unirse, y por lo demás, Radcliffe y su equipo debían trazar fronteras que respetaran las mayorías religiosas y dieran prioridad a las fronteras contiguas. La "Línea Radcliffe" fue fácil de trazar en zonas con una mayoría definida, pero Radcliffe pronto descubrió que los grupos religiosos estaban dispersos por toda la India. En zonas como Bengala y el Punjab, que tenían poblaciones hindúes y musulmanas casi iguales, trazar una línea resultó especialmente difícil.

    Al final, Radcliffe y su equipo (ninguno de los cuales tenía experiencia en la elaboración de mapas o en la política y la cultura indias) dividieron ambas provincias en dos y adjudicaron aproximadamente la mitad a cada nueva nación. Esto significaba que el nuevo país de Pakistán no sería una nación contigua: la mayor parte de su masa terrestre se encontraba en el extremo noroeste de India, con un trozo llamado Pakistán Oriental que se encontraba en Bengala, al este.

    La decisión fue fatídica: dejó varados a cientos de miles de hindúes y musulmanes en la nueva nación "equivocada" y separó a Bengala del resto de Pakistán en más de 1600 kilómetros.

    Los días 14 y 15 de agosto de 1947, Pakistán y la India se convirtieron en dominios de la corona británica, en el entendimiento de que acabarían siendo totalmente independientes. Pero Mountbatten se negó a publicar los mapas hasta dos días después, en un intento de mantener la atención internacional en la benevolencia británica.

    La Fuerza de Seguridad Fronteriza de la India y los Rangers paquistaníes (de negro) bajan sus respectivas banderas durante la retirada diaria de los golpes en la frontera de Wagah-Attari el 15 de noviembre de 2021. Esta ceremonia, una antigua tradición británica, señala el regreso de las tropas de cada lado al final del día.

    Fotografía de Narinder Nanu, AFP via Getty Images

    Las sangrientas consecuencias de la partición

    Lo que Gran Bretaña presentó como un triunfo fue en realidad el comienzo de la mayor migración humana de la historia y uno de los episodios más brutales de la humanidad. Sin saber dónde se habían trazado las fronteras (y en qué país vivían), hasta 18 millones de personas hicieron las maletas y partieron para llegar al país "correcto".

    La confusión y el miedo resultantes encendieron la mecha de unas tensiones hindúes-musulmanas que ya venían de lejos. Después de años de una retórica cada vez más polarizada, los viejos rencores se volvieron mortales y estalló una nueva animosidad entre aquellos cuya condición de minoría y de mayoría había cambiado repentinamente. Los asaltantes secuestraron y violaron a decenas de miles de mujeres; la gente masacró a miembros de sus propias familias. Las turbas atacaron a los refugiados y a los aldeanos, incendiaron edificios, saquearon casas y negocios y cometieron asesinatos en masa.

    La violencia fue especialmente grave en el Punjab y Bengala. En el Punjab, los ex soldados que habían luchado en la Segunda Guerra Mundial utilizaron sus armas en nombre de las élites locales que, según el historiador Mytheli Sreenivas, "aprovecharon el caos de la partición para saldar viejas cuentas, hacer valer sus reclamaciones sobre la tierra y asegurar su propio poder político y económico". Aunque los países eran técnicamente sus dominios, Gran Bretaña no sofocó la violencia.

    El legado de la partición

    Cuando la violencia se desvaneció hacia 1950, se calcula que había 3,4 millones de personas desaparecidas o muertas y que ambas naciones se habían transformado para siempre. En 1948, Gandhi fue asesinado por un nacionalista hindú que al parecer pensaba que el líder era demasiado pro-musulmán. 

    Mientras tanto, la inusual geografía de Pakistán había sembrado las tensiones entre el este y el oeste que, en última instancia, conducirían a un impulso para la independencia de Bangladés. Hogar del 56% de la población de Pakistán, Pakistán Oriental recibía menos fondos y tenía menos poder político que su homólogo occidental. En 1971, tras décadas de discordia, Bangladés declaró su independencia. A pesar de los esfuerzos de Pakistán por someter el levantamiento, lanzando un genocidio contra tres millones de civiles y una sangrienta guerra de ocho meses, Bangladés se convirtió oficialmente en una democracia independiente y secular en 1972.

    En los 75 años transcurridos desde la Partición, las disputas territoriales entre India y Pakistán han continuado a fuego lento, dando lugar a cuatro guerras y a continuos ataques transfronterizos, sobre todo en la region de Cachemira, la región septentrional de ambos países junto a la frontera con China. Y la Partición sigue siendo una experiencia cruda para muchos de los que la vivieron en primera persona, como Suri Sehgal. Aunque toda su familia sobrevivió y se reunió en la India a finales de 1947, otros no tuvieron tanta suerte. Para muchos en la India, Pakistán y Bangladés, el recuerdo de las pérdidas y los recuerdos de aquellos días sangrientos e inciertos les sigue persiguiendo.

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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