El calentamiento del Ártico podría ser responsable de los inviernos más fríos en Norteamérica
Un nuevo estudio muestra cómo el calentamiento del Ártico podría tener un efecto negativo sobre regiones a miles de kilómetros.
Cuando un senador republicano tiró una bola de nieve en el suelo del Senado estadounidense en febrero de 2015, lo hizo para hacer hincapié en que creía que el cambio climático provocado por los humanos era una conclusión alarmista. La bola de nieve había sido obtenida de los terrenos del Capitolio en Washington D.C., donde en aquel momento se vivía un invierno inusualmente frío.
Si el calentamiento global es real, planteaba él, ¿cómo podía ser que la capital de la nación estuviera experimentando un frío como ese?
Sin embargo, lo que no sabía es que los inviernos atípicamente fríos podrían ser uno de los efectos que más sufrimos debido al cambio climático, según un nuevo estudio publicado por un equipo de investigadores en Nature Geoscience.
El estudio planteaba que dichas temperaturas tan inusualmente bajas en el norte de Norteamérica y la escasez de precipitaciones en el centro y el sur de Estados Unidos habían coincidido con periodos de tiempo más cálido en el Ártico.
Para llegar a esta conclusión, los investigadores analizaron cómo las teleconexiones en el Ártico provocan inviernos más fríos en Norteamérica. Las teleconexiones son anomalías meteorológicas de gran escala que influyen en el tiempo en los continentes y se extienden a grandes porciones de la atmósfera. Los patrones meteorológicos de teleconexión que observamos con mayor frecuencia son El Niño y La Niña, pero existen más fenómenos como estos alrededor del mundo.
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Anna Michalak, investigadora en el Instituto Carnegie, participó a la hora de crear una serie de modelos empleados para apoyar los hallazgos del estudio. Explicó que el sistema de modelos climáticos llamado MsTMIP crea una enorme base de datos que permite a los investigadores estudiar los cambios en la biosfera terrestre del planeta.
Para llegar a sus conclusiones, los autores del estudio analizaron cómo la biosfera terrestre (todas las plantas y la tierra sobre la superficie del planeta) aportaba o absorbía carbono de la atmósfera. Descubrieron que durante las últimas tres décadas, las plantas habían absorbido menos carbono de la atmósfera terrestre en periodos de tiempo más cálido en el Ártico.
«Aunque estamos hablando del Ártico, esto tiene efectos inmediatos sobre lo que vivimos en latitudes más bajas», explicó Michalak.
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¿Qué significa esto?
Además de que se necesitarán más guantes y bufandas, los inviernos cada vez más fríos podrían tener graves consecuencias para las granjas norteamericanas.
En un artículo de opinión publicado en Nature con el estudio, la famosa científica del clima Ana Bastos escribía que las temperaturas crecientes tenían el potencial de debilitar la vegetación y acortar los períodos de crecimiento de primavera. El estudio analizó los rendimientos agrícolas registrados por el Servicio de Estadística Agrícola Nacional del Departamento de Agricultura estadounidense y descubrió que la producción había disminuido una media de entre el 1 y 4 por ciento durante los años más cálidos del Ártico. Sin embargo, en algunos estados esta disminución fue de casi el 20 por ciento.
Bastos advirtió de que el vínculo entre el calentamiento del Ártico y los inviernos más fríos en Norteamérica es más complejo que un simple mecanismo de causa y efecto. Los patrones meteorológicos pueden ser increíblemente impredecibles, y existen otros factores que pueden afectar al crecimiento de los cultivos, como la condición del suelo o las prácticas agrícolas.
El estudio sugiere que con el aumento de la frecuencia de años en los que se registra tiempo más cálido en el Ártico, la productividad de los cultivos podría verse seriamente afectada. Todo esto podría reducir el impacto de los sumideros de carbono, un término que se refiere a la cantidad de carbono que una biosfera terrestre es capaz de absorber de la atmósfera. Con menos plantas que puedan absorber más carbono, el calentamiento del Ártico podría acelerarse, debilitando todavía más el sumidero de carbono, según sugiere el estudio.
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«No está claro si esta correlación implica una capacidad de absorción de carbono menor en los ecosistemas norteamericanos en las próximas décadas», escribió Bastos. Advirtió también de la necesidad de estudiar cómo el calentamiento del Ártico afecta a otras regiones del hemisferio norte.
Aunque las repercusiones específicas de las estaciones más cálidas en el Ártico y la gravedad de las repercusiones requieren investigaciones a mayores, el estudio hace hincapié la interconexión existente en la atmósfera terrestre.
Hablando de cómo la influencia humana modifica los patrones meteorológicos, Michalak añadió que «los inviernos podrían ser más duros; las inundaciones son más intensas; las sequías son más frecuentes… Emitiendo gases de efecto invernadero, no solo aumentamos las temperaturas, sino que alteramos todo el sistema de la Tierra».
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