Así ha logrado Dinamarca reducir el uso de bolsas de plástico
En Dinamarca, la gente utiliza una media de cuatro bolsas de plástico de un solo uso al año. Pero eso no significa que los daneses estén satisfechos.
Esta historia forma parte de ¿Planeta o plástico?, una iniciativa plurianual para crear conciencia sobre la crisis global de desechos plásticos. Ayúdanos a evitar que mil millones de objetos de plástico de un solo uso lleguen al mar para finales de 2020. Elige al planeta. Comprométete en www.planetaoplastico.es.
Una y otra vez, llego al supermercado y compruebo decepcionada que no he traído una bolsa de casa. El fastidio me afecta en dos niveles: malgastar dinero en otro par de bolsas de plástico, cuando ya tengo tropecientas embutidas en un armario en casa; y malgastar todo ese plástico, añadiendo un peso innecesario a mi huella medioamiental sobre este planeta por falta de previsión, no de buenas intenciones.
En Dinamarca, donde vivo, las endebles bolsas de un solo uso, normales en muchos países, son una rareza, y solo se ven en alguna que otra tienda o pescadería local. No hay bolsas gratis en las tiendas de alimentación danesas. Los supermercados venden bolsas de plástico grandes y duraderas fabricadas para resistir, alentando a la gente a que las use más de una vez.
En 1993, Dinamarca fue el primer país que introdujo un impuesto sobre las bolsas de plástico. Hoy en día, una bolsa cuesta unos 40 céntimos y parte de dicho importe se va en impuestos, pero el supermercado también obtiene un pequeño beneficio. La subida del coste de las bolsas ha reducido la venta de bolsas multiusos en más de un 40 por ciento a lo largo de los últimos 25 años. De media, un danés usa 70 bolsas multiusos y solo cuatro bolsas de un solo uso al año, o menos de 1,5 bolsas de plástico a la semana en total. (En comparación con el estadounidense medio, que utiliza casi una bolsa de un solo uso al día).
Pero, personalmente, estoy aumentando la media danesa.
En casa, seleccionamos la basura en papeleras separadas para el papel, el vidrio, el metal y el plástico. Mi hijo de 10 años lleva nuestras botellas vacías y latas de bebidas a la máquina de reciclaje del súper y se guarda el dinero que le devuelven. Diez botellas de un litro y diez botellas de medio litro le aporta 45 coronas danesas —unos 6 euros— de paga. Reutilizamos o reciclamos tanto como podemos. Pero de alguna forma, nunca llevo una bolsa (o red) de la compra en mi bolso o mi coche cuando la necesito y acabo comprando más bolsas de plástico.
Por su parte, mi madre de 80 años rara vez usa bolsas de plástico. Va a sus tiendas locales con un carrito con diseño de tartán. Admirable, pero yo todavía no estoy lista para ese cambio de imagen; los carritos de la compra son para pensionistas.
Cuando un amigo mío cumplió los 50, solía poner la casa patas arriba en una misión perpetua y normalmente fútil: localizar sus gafas de lectura. Al final, su mujer le compró diez pares de gafas baratas en el supermercado y las colocó en lugares estratégicos en su casa, su coche y su oficina. Creo que debería sacar mis bolsas del armario y adoptar una estrategia similar. Pero ¿debería optar por plástico multiusos o es más responsable con el medio ambiente optar por las redes de algodón?
¿Cuál es la mejor bolsa?
Últimamente, este ha sido el tema de un acalorado debate en Dinamarca, incitado por un informe de febrero de 2018 de la Universidad Técnica de Dinamarca para la Agencia de Protección Medioambiental danesa. El informe calculó los impactos del ciclo vital de diferentes tipos de bolsas (algodón, plástico, papel) en el medio ambiente a partir de 15 parámetros, como la producción, el gasto de agua, la reducción de la capa de ozono, su toxicidad para los humanos y su eliminación.
El informe concluyó que las bolsas de plástico de polietileno de baja densidad —las bolsas que se pueden comprar en los supermercados daneses— «generan, en conjunto, impactos medioambientales más bajos en la mayoría de indicadores medioambientales».
La Sociedad Danesa para la Conservación de la Naturaleza refuta esta conclusión, afirmando que el informe es científicamente defectuoso en muchos aspectos, entre ellos por no dar más importancia a los impactos más graves, proporcionando resultados «engañosos» para las bolsas de algodón y no teniendo en cuenta la contaminación que están provocando en la naturaleza las bolsas de plástico cuando se tiran.
Aunque este es todavía un tema sometido a debate, todas las partes están de acuerdo en algo: sea cual sea el tipo de bolsa que utilizas, le haces un favor al medio ambiente si la usas hasta que se desgaste.
Cerrando el círculo
Pero ¿qué haces con las bolsas una vez se desgastan?
En este país, algunas bolsas están clasificadas como residuos plásticos y se reciclan. Pero muchas llegan a su fin como bolsas de basura y son incineradas con el resto de residuos en una de las centrales de ciclo combinado de Dinamarca, que convierten la basura en electricidad y calefacción por distrito. Estas bolsas evitan que se tire basura en el paisaje y contribuyen a producir nueva energía. Pero quemar bolsas de plástico de calidad no es el mejor uso para un recurso valioso.
En un esfuerzo para cambiarlo, la gran cadena de supermercados Netto acaba de lanzar un programa piloto en colaboración con WWF. Netto, que opera unas 1.300 tiendas en el norte de Europa, ha añadido el equivalente a 7 céntimos al precio de cada bolsa de plástico. Por cada bolsa devuelta, se le devolverá al cliente una corona danesa (13 céntimos). Por cada bolsa vendida que no se devuelva, Netto donará una corona a WWF para contribuir a sus esfuerzos para retirar el plástico de la naturaleza y limitar la contaminación por plástico en todo el mundo. Inicialmente, el proyecto piloto se limitará a una sola región danesa, pero si tiene éxito, Netto podría expandir el sistema a todas sus tiendas en varios países. Suecia está probando iniciativas similares con un sistema de devolución de bolsas.
La población danesa parece apoyarlo. Según un sondeo de TNS Gallup del año pasado, el 68 por ciento respondió que un sistema de devolución para bolsas de plástico (con un depósito añadido al precio actual) es una buena idea. Solo el 13 por ciento se opuso. Quizá exista una solución parcial para mi alijo futuro de bolsas de plástico: puedo dárselas a mi hijo para que se saque un dinero extra y él las puede devolver cuando lleve nuestras botellas vacías.
Pero todavía no me he rendido en mi empeño por convertirme en la perfecta señora de las bolsas, aprendiendo nuevos hábitos y desafiándome para ver cuánto puedo reducir mi uso de bolsas de plástico. Con solo un poco de previsión, puedo dejar de malgastar dinero y recursos valiosos, literalmente. Y, en un mundo donde la contaminación por plástico se ha disparado, estaré aportando mi granito de arena para que haya un poco menos de plástico en el planeta.
Karen Gunn es la editora de la edición danesa de la revista National Geographic.