La muerte de la pajita de plástico
La tendencia va en aumento: cada vez más hoteles, complejos hoteleros, safaris y cruceros están prohibiendo las pajitas de plástico.
Esta historia forma parte de ¿Planeta o plástico?, una iniciativa plurianual para crear conciencia sobre la crisis global de desechos plásticos. Ayúdanos a evitar que mil millones de objetos de plástico de un solo uso lleguen al mar para finales de 2020. Elige al planeta. Comprométete en www.planetaoplastico.es.
En 2015, un perturbador vídeo de una tortuga olivácea sufriendo por tener una pajita de plástico incrustada en la nariz se hizo viral y cambió la actitud de muchos espectadores hacia esta herramienta de plástico que para mucha gente es una comodidad.
Pero ¿cómo pueden las pajitas de plástico —un objeto diminuto que se usa brevemente antes de tirarla— causar tanto daño? Para empezar, suele encontrar fácilmente una forma de llegar al océano gracias a su naturaleza ligera. Una vez allí, no se biodegrada. En lugar de eso, se fragmenta lentamente en trocitos cada vez más pequeños conocidos como microplásticos, que los animales marinos suelen confundir con comida.
En segundo lugar, no puede reciclarse. «Por desgracia, la mayoría de pajitas de plástico son demasiado ligeras para pasar por los clasificadores de reciclaje mecánicos, por eso acaban en vertederos y cursos de agua y, finalmente, en nuestros océanos», explica Dune Ives, directora ejecutiva de Lonely Whale. La organización sin ánimo de lucro ha contribuido al éxito de la campaña de marketing Strawless in Seattle apoyando la iniciativa Strawless Ocean.
En Estados Unidos, cada día se tiran millones de pajitas de plástico. En Reino Unido, se estima que cada año se tiran al menos 4.400 millones. Los hoteles son unos de los culpables principales: el Hilton Waikoloa Village, que se convirtió en el primer complejo hotelero de la isla de Hawái en eliminar las pajitas de plástico a principios de año, usó más de 800.000 en 2017.
Está claro que las pajitas son solo una parte de la gigantesca cantidad de desechos que llega a nuestros océanos. «En los últimos 10 años, hemos producido más plástico que en todo el siglo pasado, y el 50 por ciento del plástico que empleamos es de un solo uso y se tira inmediatamente», afirma Tessa Hempson, directora de operaciones de Oceans Without Borders, una nueva fundación de la empresa de safaris de lujo &Beyond. «Cada año mueren un millón de aves marinas y 100.000 mamíferos marinos por el plástico en nuestros océanos. Se ha documentado al 44 por ciento de todas las especies de aves marinas, el 22 por ciento de las ballenas y los delfines, todas las tortugas marinas y una lista creciente de especies de peces con plástico alrededor de sus cuerpos».
Pero ahora, la pajita de plástico ha empezado a convertirse en una especie en peligro de extinción, y algunas ciudades de Estados Unidos (Seattle, Washington; Miami Beach y Fort Myers Beach, Florida; y Malibu, Davis, y San Luis Obispo, California) las prohíben, mientras que algunos países limitan el empleo de objetos de plástico de un solo uso, entre los que se incluyen las pajitas. Belice, Taiwán e Inglaterra son unos de los últimos países que han propuesto prohibiciones.
Pero una empresa no tiene que esperar a que el gobierno instituya una prohibición para implementar la suya propia. Soneva prohibió las pajitas en 2008 y Cayuga lleva usando pajitas de bambú desde 2010. Hoteles como estos han allanado el camino para la aparición de un movimiento y las industrias del turismo y la hostelería empiezan a sumarse.
Entre las marcas hoteleras que han iniciado prohibiciones de pajitas de plástico están Four Seasons, AccorHotels en Norteamérica y Centroamérica, Marriott International en Reino Unido, EDITION, Doyle Collection, Six Senses, Taj Hotels Palaces Resorts Safaris, Experimental Group y Anantara. Líneas de cruceros y turoperadores como Carnival, Hurtigruten, Peregrine Adventures y Coral Expeditions han reducido o eliminado el uso de pajitas de plástico en sus barcos. Y las empresas de safaris de lujo como &Beyond y Wilderness Safaris están trabajando para retirar las pajitas de plástico de sus alojamientos.
Aunque las acciones individuales tienen un impacto importante en el medio ambiente e influencia en la industria, una prohibición en una sola cadena hotelera no puede retirar millones de pajitas en un solo año. Ananatra y AVANI estiman que sus hoteles en Asia usaron 2,49 millones de pajitas en 2017, y AccorHotels estima que usó 4,2 millones de pajitas en Estados Unidos y Canadá el año pasado.
«Las pajitas de plástico son unas de las mayores culpables en términos de contaminación por plástico. Proponiendo alternativas y eliminando su uso en los alojamientos de &Beyond, cumplimos la parte que nos corresponde para evitar que el plástico llegue a los océanos», afirma Hempson.
Aunque no usar una pajita es lo mejor, algunas personas las prefieren o las necesitas, como las personas con discapacidades o dientes y encías sensibles. Si quieres usar una pajita, las de vidrio o metal reutilizables son perfectas. Actualmente, Final Straw, que dice ser la primera pajita plegable y reutilizable, está recaudando fondos en Kickstarter.
Las marcas de hostelería que han eliminado las pajitas de plástico han estudiado varias alternativas desechables. El papel es popular, y muchos establecimientos estadounidenses usan Aardvark para suministrar pajitas hechas en Estados Unidos y aprobadas por la FDA que tardan entre 30 y 60 días en descomponerse. Otra opción son las pajitas compostables hechas de PLA (ácido poliláctico), un bioplástico con base vegetal hecho de materiales como almidón de maíz en lugar de petróleo. Estas pajitas son compostables en las condiciones apropiadas, pero no se descomponen en el agua.
Una opción más creativa es la pasta cruda, que actualmente se usa en el Paradise Cove Beach Café en Malibú y se está probando en el Terranea Resort en Rancho Palos Verdes, California. En el Taj Exotica Resort & Spa, Andamans, se usan pajitas y cucharillas de bambú.
Y algunos establecimientos usan paja como pajitas, como cuando se empezaron a usar por primera vez. El Mandrake Hotel en Londres ofrece pajitas hechas de tallos de centeno que consiguen de la empresa alemana Bio-Strohhalme.
«La mayoría de personas no piensa en los efectos que tiene el simple acto de coger o aceptar una pajita de plástico en sus vidas y en las vidas de las generaciones futuras», afirma David Laris, director creativo y chef en el Cachet Hospitality Group, que no usa pajitas de plástico. «La industria de la hostelería tiene la obligación de empezar a reducir la cantidad de desechos plásticos que genera».
Devorah Lev-Tov es una escritora de gastronomía y viajes de Brooklyn; síguela en Instagram @devoltv.