Los pescadores indios reutilizan el plástico del océano para asfaltar carreteras
Como parte de un proyecto innovador, los pescadores de Kerala recogen plástico del mar para reciclarlo, limpiando el océano en el proceso.
Esta historia forma parte de ¿Planeta o plástico?, una iniciativa plurianual para crear conciencia sobre la crisis global de desechos plásticos. Ayúdanos a evitar que mil millones de objetos de plástico de un solo uso lleguen al mar para finales de 2020. Elige al planeta. Comprométete en www.planetaoplastico.es.
Kadalamma —Madre Mar—, así llama Xavier Peter al mar Arábigo. Su madre le dio la vida, pero Kadalamma le dio un propósito, un medio de subsistencia. Ella lo ha mantenido, ofreciéndole suficientes peces para alimentar a su familia y vender el resto en el mercado. Y también lo ha protegido, salvándole en tres ocasiones de ciclones y una vez de un tsunami.
Xavier lleva más de tres décadas, toda su vida adulta, dedicándose a la pesca de arrastre de camarones y peces en la costa suroeste de la India. Pero recientemente, cuando saca sus redes, suelen salir con más plástico que peces.
«Cuesta más sacar las redes del agua con todo este plástico atrapado en ellas», afirma. «Es como intentar sacar agua de un pozo, pero con algo tirando del cubo hacia abajo».
Xavier y su tripulación de seis hombres pasan horas separando la basura de su captura. Para él, este calvario es un recordatorio constante de que Kadalamma está enferma, un mal causado por él mismo y su comunidad. «Es el mayor fracaso de la India», afirma.
Antes solo suspiraba y tiraba el plástico por la borda. Pero ya no.
Desde agosto del año pasado, Xavier y unos 5.000 pescadores y dueños de barcos en Kollam —una localidad pesquera de 400.000 habitantes en el estado más meridional de la India—, han estado transportando a tierra todo el plástico que encontraban en el mar. Con la ayuda de varias agencias gubernamentales, han abierto la primera planta de reciclaje de la región para limpiar, seleccionar y procesar todas las bolsas de plástico, botellas, pajitas, aletas y Barbies ahogadas arrojadas al mar que pescan en sus redes. Hasta ahora, han recuperado 65 toneladas métricas de residuos plásticos.
Olas de frustración
Según Peter Mathias, director de un sindicato regional de operadores y dueños de barcos de pesca, no cuesta mucho persuadir a comunidades costeras sobre los peligros del plástico. Durante años, según cuenta, los pescadores han estado quejándose del plástico que queda atrapado en las redes.
Y eso no es lo peor. Hace una década, una tripulación pequeña como la de Xavier podía capturar fácilmente cuatro toneladas de peces durante una expedición de 10 días. En la actualidad, tienen suerte si sacan una quinta parte de esa cantidad. Aunque las poblaciones de peces se ven afectadas por muchos factores, entre ellos el cambio climático y la sobrepesca, el plástico es el culpable más claramente visible.
Muchos peces suelen confundir el plástico con presas, y hay estudios que demuestran que pueden morir por envenenamiento o malnutrición como resultado. Las redes de pesca de nylon abandonadas atrapan o estrangulan a otros animales marinos. Las grandes cantidades de plástico en el lecho marino también impiden el acceso de algunas especies a sus terrenos de alimentación.
«Está afectando a nuestro trabajo», afirma Mathias. «Por eso, en este sentido, es nuestra responsabilidad, y es necesario que los pescadores mantengamos el mar limpio para nuestra supervivencia».
Sin embargo, mantener esta responsabilidad ha resultado ser un poco más complicado de lo que pensaba Mathias al principio. Los pescadores estaban sacando plástico sin querer; pedirles que lo hicieran a propósito era el siguiente paso lógico. El problema era que su región carecía de sistemas para la recogida municipal de residuos, por no hablar de un programa de reciclaje. Cuando una aldea cercana de pescadores de almejas en Kerala trató de poner en marcha un programa similar para limpiar los remansos de Kerala, se dieron cuenta de que no había forma de eliminar toda la basura que recogían. Sencillamente estaban traspasando a tierra los desechos del lago y los lechos fluviales.
Una oleada de apoyo
El pasado verano, Mathias contactó con J. Mercykutty Amma, ministra de estado de industria pesquera y también nativa de Kollam, en busca de ayuda. «Le dije: “si nos encargamos de recoger plástico del mar y de traerlo de vuelta a tierra, ¿podría ayudarnos a hacer algo con él?”», cuenta.
Respondió que por supuesto, pero sabía que ella sola no podría conseguirlo. Un mes después, logró involucrar a cinco agencias gubernamentales más, como el departamento de ingeniería civil, que acordó ayudar a construir instalaciones de reciclaje, y el departamento para el empoderamiento de la mujer. Este último se encarga de mejorar las oportunidades de empleo para las mujeres en una zona donde muchos sectores, como el pesquero, han estado copados por los hombres durante años. La agencia ha contribuido a contratar a personal exclusivamente femenino para trabajar en la planta de reciclaje.
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Durante los últimos meses, un grupo de 30 mujeres ha estado trabajando a tiempo completo para limpiar y seleccionar minuciosamente el plástico que recogen los pescadores. La mayoría del plástico está demasiado perjudicado y desgastado para reciclarse de maneras tradicionales. En lugar de eso, se tritura en forma de fino confeti y se vende a equipos de construcción locales para fortalecer el asfalto con el que se pavimentan las carreteras. Los ingresos —junto al dinero aportado por el gobierno— llegan para pagar los salarios de las mujeres, de unas 350 rupias (4,36 euros) al día. El sistema no es del todo autosuficiente, pero Mathias espera que lo sea el año que viene.
«Enseguida hemos logrado incluir a muchos grupos en esta iniciativa», afirma. Pero lo que más le enorgullece es el hecho de que «esto salga de nosotros, que salga de los pescadores».
Ya han ayudado a un par de comunidades pesqueras cercanas, entre ellas la de los antedichos pescadores de almejas, a encontrar financiación para iniciar sus propios programas de recolección y reciclaje de plásticos. Según él, los pescadores «de toda Kerala, de toda la India, de todo el mundo, pronto se unirán a nosotros».
Es una declaración contundente, pero su confianza no está necesariamente fuera de lugar, según Sabine Pahl, psicóloga con la International Marine Litter Research Unit de la Universidad de Plymouth, Reino Unido. Pahl, que investiga cómo convencer a la gente para cuidar mejor del planeta, dice que es lógico implicar a las comunidades pesqueras en la lucha contra la contaminación del océano, algo que ha funcionado en el pasado. Desde 2009, el grupo medioambiental del norte de Europa KIMO ha estado reclutando a pescadores en Reino Unido, los Países Bajos, Suecia y las islas Feroe para un programa similar llamado Fishing for Litter.
Expansión mundial
El programa indio podría tener un potencial más amplio, basándose en «el hecho de que son los pescadores quienes toman la iniciativa», afirma Pahl. En su investigación, ha descubierto que las iniciativas medioambientales más eficaces son las lideradas por la comunidad y las que están «intrínsecamente motivadas », lo que significa que están motivadas por el altruismo y el amor por la naturaleza y la vida silvestre.
«Es realmente poderoso, ya que los pescadores también gozan de la mejor posición para convencer al resto de la comunidad —sus familias, sus vecinos— de los peligros del plástico», explica.
Es precisamente lo que están haciendo. Muchos de los pescadores del puerto de Kollam dicen que tras nueve meses de programa, la cantidad de desechos que se quedan atrapados en sus redes ha disminuido mucho. Pero su objetivo final es impedir por completo que el plástico llegue al océano. Para ese fin, los 5.000 se han comprometido a reducir su uso personal de plástico, o al menos a asegurarse de que acabe en la planta de reciclaje y no en el océano. Mathias y Xavier dicen que tampoco son contrarios a usar el sentimiento de culpa de forma estratégica para evitar que la gente tire basura.
«Les digo: “si seguís contaminando el océano con plástico, nuestro medio de subsistencia como pescadores dejará de existir”», cuenta Mathias. Eso, según dice, funciona casi siempre.
Maanvi Singh escribe desde el sur de la India gracias a una beca de periodismo de la National Geographic Society.