Manu San Félix, el explorador de los últimos santuarios marinos del mundo
El cámara subacuático español, Manu San Félix, ha explorado algunos de los pocos espacios vírgenes que quedan en el mundo gracias al proyecto Pristine Seas, iniciativa que ha logrado crear una red de zonas marinas protegidas de más de 4.000.000 de km2.
Amenazas como la contaminación, la sobrepesca o el aumento de la temperatura del mar, son algunos de los peligros que han arrinconado la vida marina en remotos santuarios prístinos cuya protección es clave para comprender el proceso de aparición y funcionamiento del océano antes de que sufriera los efectos antrópicos.
“Afortunadamente, siguen quedando zonas prístinas, pero para llegar a ellas tenemos que recorrer miles de kilómetros”, ha explicado este experimentado buceador en una entrevista con National Geographic.
Uno de los detalles que más llama la atención del cámara submarino es “el sonido de la naturaleza en estos lugares vírgenes”, algo que, según Manu San Félix, “estamos perdiendo”.
Al bajar de las embarcaciones, el biólogo describe el sonido de las aves marinas, el ronquido de las focas, el murmullo de las olas o el sonido de las aves como una escena con un gran “impacto visual” ya que no hay ningún rastro del ser humano, algo “muy difícil de encontrar”; ni una sola mota de plástico; ni una especie invasora".
Con el objetivo de proteger el mar Mediterráneo, este biólogo marino y el explorador de National Geographic lleva más de treinta años estudiando sus amenazas bajo la superficie. Para visibilizar el declive que estamos provocando en su biodiversidad, se enmarca en un viaje submarino del que nace el documental Salvemos nuestro Mediterráneo, de estreno el próximo el 3 de junio a las 22.00 en la programación Especial Océanos de National Geographic.
Una ventana al pasado
Para el intrépido camarógrafo submarino, las zonas prístinas son una ventana al pasado, ya que “todo sigue tal y como estaba hace miles de años, son como una burbuja en el tiempo”.
Estos lugares en donde el tiempo parece haberse detenido son de suma importancia para la investigación científica, ya que “contienen la información que revela el funcionamiento de los ecosistemas cuando están en perfecto estado”.
Mucha de esa información “ya la hemos perdido”, ha asegurado San Félix, quien pone como ejemplo el mar Mediterráneo.
“Si vamos cerca de casa, al Mediterráneo, no podemos ni imaginar cómo era antes de la llegada del hombre”, por lo que “esa información está ahí para que la descifremos y la utilicemos en la preservación de los Océanos del planeta”, ha señalado el fotógrafo, quien sigue buscando en estos lugares inmaculados las “respuestas a los problemas ambientales a los que nos enfrentamos”.
Pristine Seas, 4,5 millones de kilómetros cuadrados de superficie oceánica protegida
El explorador español de National Geographic, Enric Sala, fue el impulsor del proyecto Pristine Seas que en 2008 nació para identificar, proteger y restaurar los últimos lugares verdaderamente salvajes del océano.
A través de la exploración, la investigación científica, y el compromiso con la comunidad, el trabajo de San Félix en Pristine Seas contribuye a establecer “reservas marinas en las que la vida pueda prosperar, al mismo tiempo que aseguramos su gestión efectiva en los años posteriores”.
Este camarógrafo submarino español tuvo la oportunidad de participar en el proyecto desde el principio, “una iniciativa que no sabíamos el resultado que iba a ofrecer”, pero que diez años después de su puesta en marcha, ha extendido la protección sobre “cuatro millones de kilómetros cuadrados de superficie oceánica”.
A la hora de elegir destinos, la condición principal es que las localizaciones “tengan el mayor porcentaje de condición prístina para justificar su conservación”, requisito que siempre coincide con la lejanía del lugar, ya que las zonas marinas vírgenes están casi siempre en lugares muy remotos del planeta; “el récord para llegar a una localización han sido nueve aviones”.
Su equipo ha realizado expediciones como la que les llevó hasta el Pacifico Sur, más concretamente a Rapa Iti, una isla de la polinesia francesa, donde al cámara le sorprendió confirmar que se estaba sumergiendo “a 4.000 kilómetros del continente más cercano, que además era la Antártida”.
Conservación a través de una cámara submarina
Manu San Félix forma parte del equipo de imagen en las expediciones de Pristine Seas, y su objetivo es “hacer una película que acompañe los argumentos conservacionistas y que enamore, que toque el corazón de las personas y sobre todo de sus gobernantes”, ha subrayado el cámara subacuático, que además ha recordado que “vivimos en el mundo de la imagen”, de ahí la importancia de una producción como Pristine Seas.
Trabajar con una institución como National Geographic permite a los exploradores utilizar modernas herramientas de investigación submarina: San Félix describe inmersiones tripuladas en batiscafo o el uso de unas cámaras que trabajan de forma autónoma a profundidades de hasta 11.000 metros.
Estas cámaras, llamadas Dropcam, “parecen un androide de Star Wars, se programan y se tiran al agua”, donde estarán horas grabando a los habitantes de las profundidades abisales que acuden atraídos por el cebo que incorporan estos dispositivos.
Las amenazas de los océanos
Los océanos constituyen el 70% de la superficie terrestre, pero el entorno que proporciona más de la mitad del oxígeno que respiramos y que regula el clima de todo el planeta, solo cuenta con la protección del dos por ciento de sus aguas, lo que en sí ya constituye "una amenaza para su supervivencia".
Sobreexplotación pesquera
Sin embargo, la mayor amenaza para los océanos es según San Félix la sobreexplotación pesquera. “Esto ya se ha demostrado con números” asegura el biólogo; “tenemos ejemplos claros de que cuando dejamos de sobreexplotar un sitio, el mar enseguida se recupera y podemos volver a pescar”.
"Hay que pensar en el océano como si fuera una cuenta bancaria de la que solo retiramos fondos, nunca hacemos ingresos"
El mar tiene capacidad para alimentar “hasta a un billón de personas” pero este potencial pasa por adoptar estrategias inteligentes y lógicas de explotar los océanos.
Desde que el realizador submarino se afincó en la isla de Formentera, Baleares, hace 25 años, San Félix ha acudido a los pescadores ancianos en busca de instantáneas del pasado; “cuando hablas con ellos de lo que pescaban y cómo lo hacían, te cuentan que en la isla de Formentera, en el Mediterráneo, las langostas se cogían a mano en la misma orilla, sin mojarse los pies. En cambio, hoy ni siquiera buceando las ves.”
Contaminación
Otra amenaza clara para el cámara submarino es la contaminación. “Los mares siguen siendo un basurero, un lugar donde tiramos desde aguas residuales sin depurar hasta cantidades ingentes de basura y de productos químicos”, ha denunciado.
San Félix describe cómo en la fosa de las Marianas, “la zona más profunda del planeta”, se encuentran cantidades "altísimas" de contaminantes químicos persistentes, que han llegado al lugar más inaccesible de la Tierra "gracias al ser humano”.
Aumento de las temperaturas
La subida generalizada de la temperatura del mar es otro de los peligros que amenazan la vida submarina, ya que el calentamiento global es el principal responsable del bleaching (blanqueamiento en inglés), un fenómeno que blanquea los arrecifes de coral y que les produce la muerte.
“Es tal la velocidad del blanqueamiento que cada vez el margen para la recuperación de los corales hace inviable su sostenimiento natural”, ha señalado San Félix, que señala la grave situación que atraviesa la Gran Barrera de Coral australiana; “el coral australiano está entre la espada y la pared y eso es una consecuencia del calentamiento de los mares y océanos.
Sin embargo, el cámara conservacionista de National Geographic es optimista de cara al futuro, a pesar “del daño que le hemos causado al planeta durante muchos años y a diferentes niveles”.
“Creo que ahora mismo la raza humana goza de unos niveles de conocimiento y tecnificación que permiten entender y afrontar el progreso sostenible que necesitamos acometer, pero de una forma que no sea tan costosa para el planeta”.
San Félix señala que, en la actualidad, “los biólogos marinos nos encontramos en un escenario que te desconcierta, porque el ecosistema ya no es tal y como lo conocimos en los libros hace 30 o 40 años”, sino que se encuentran ante “un escenario diferente en el que surgen preguntas sin respuesta”, de ahí la importancia de estudiar e investigar para ver entender los procesos e intuir las consecuencias.
“Solo vemos la superficie del problema”
Concienciar sobre la importancia de proteger algo terrestre es “más fácil que a nivel marino”, asegura San Félix, ya que “es más sencillo que una persona se dé cuenta del daño porque está a la vista, sin embargo, el problema que hay con el mar es que solo ves la superficie y parece que siempre está igual”.
“Yo creo que el debate de tener que demostrar lo que hemos perdido y estamos perdiendo tiene que terminar ya”, porque no hace falta investigar mucho para confirmar que “el problema es grave, no catastrofista, pero sí grave".
El cámara subacuático asegura que cuando se pone gafas y se sumerge, confirma lo que intuía desde la superficie: “te das cuenta de que estamos ante un problema grave y difícil transmitir porque la gente no ve lo que está pasando bajo el agua”.
"El futuro de nuestro planeta pasa por la sensibilización ambiental"
“Tenemos que darnos cuenta de la importancia de los mares y océanos para seguir viviendo como lo estamos haciendo”, advierte Manu San Félix, para quien la clave del futuro pasa por “la sensibilización ambiental de los más pequeños”.
Acercar a las personas la importancia de proteger los océanos a través de la imagen es el primer objetivo de Pristine Seas, meta que “facilitará la creación de más zonas marinas protegidas a través de la concienciación”, una herramienta más efectiva que “la legislación y la vigilancia”, señala.