¿Podría el supervolcán de Yellowstone ser una fuente de energía geotérmica?

El parque nacional podría proporcionar energía limpia a todos los Estados Unidos continentales. Te explicamos por qué está inexplotado.

Por Shannon Hall
Publicado 9 ago 2018, 15:40 CEST
Géiser Castle
Al anochecer, sale vapor del géiser Castle, en el parque nacional de Yellowstone.
Fotografía de Michael Melford, National Geographic Creative

El rincón noroeste de Wyoming está hirviendo. Allí, 10.000 formaciones hidrotermales transforman el parque nacional de Yellowstone en un mundo extraterrestre con aguas abrasadoras y respiraderos humeantes, todas ellas alimentadas por un supervolcán.

Aunque los científicos están de acuerdo en que es improbable que Yellowstone entre en erupción pronto, cuando lo haga —si lo hace—, el fenómeno será catastrófico. Una enorme cámara de magma alimenta este supervolcán y una erupción tendría suficiente fuerza para expulsar más de mil kilómetros cúbicos de roca y ceniza al mismo tiempo. Dicha nube de desechos cubriría la mayor parte de los Estados Unidos continentales y podría sumir a la Tierra en un invierno volcánico.

Por eso en 2017, científicos de la NASA realizaron un experimento para comprobar si podrían frenar una futura supererupción. El estudio interno dirigido por Brian Wilcox, ingeniero del JPL, proponía perforar una serie de pozos alrededor del perímetro del parque y bombear agua fría hasta la roca candente. La hipotética solución enfriaría la cámara de magma de Yellowstone y evitaría la catástrofe.

Como bonificación, el sistema proporcionaría suficiente energía geotérmica para suministrar a todo el país.

Yellowstone: un tesoro americano
La primera zona de Estados Unidos nombrada parque nacional atrae a visitantes con cascadas rugientes, géiseres explosivos y una fauna salvaje majestuosa.

Sin embargo, la idea se ha quedado estancada. Yellowstone y otros parques nacionales llevan mucho tiempo protegidos frente a la explotación energética comercial para garantizar que estas regiones permanezcan prístinas. La Ley estadounidense de Energía geotérmica de 1970, que prohibía la construcción de centrales geotérmicas en parques nacionales, incluye el nombre de Yellowstone.

Aunque muchos expertos geotérmicos están de acuerdo en que Yellowstone debería permanecer intacto, las reacciones al experimento hipotético de la NASA ponen de relevancia las promesas y peligros de otros lugares candentes del planeta. La energía geotérmica tiene un enorme potencial como energía limpia, pero también presenta inconvenientes, y las nuevas centrales energéticas se enfrentan a la resistencia de las comunidades a las que les preocupa preservar el medio ambiente o respetar a las deidades locales.

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    Tumbas de géiseres

    La energía geotérmica ha cobrado la mayor factura al medio ambiente en Nueva Zelanda. Al igual que Yellowstone, la cuenca de Wairakei de la isla norte del país fue antaño un paisaje burbujeante donde 70 géiseres escupían de forma periódica chorros de agua. Al menos hasta 1958, cuando se construyó en las inmediaciones una central geotérmica.

    El problema es que las centrales geotérmicas extraen una cantidad considerable de agua subterránea, uno de los ingredientes fundamentales para formar un géiser. Aunque el agua se inyecta de nuevo en el subsuelo, no es lo mismo. Los niveles de agua, la temperatura, la presión y la composición química fluctúan ligeramente, y todos estos efectos pueden mitigar o incluso destruir formaciones sensibles como los géiseres.

    Hoy, Waikarei no tiene ni un solo géiser. La central geotérmica destruyó las 70 formaciones, además de 240 fuentes termales. La región se ha quedado callada y fría, pero no es la única. En total, Nueva Zelanda albergó la tercera mayor concentración de géiseres del mundo, con más de 220 en los años 50. Para los años 90, solo quedaban 55.

    Pero quizá no todo esté perdido. El área geotérmica de Whakarewarewa se enfrentó a una amenaza similar en los 70, cuando la industria del turismo empezó a prosperar. Los hoteles cercanos empezaron a extraer agua caliente de la zona para los baños y la calefacción, haciendo que los niveles de agua descendieran y que la actividad de los géiseres disminuyera. Por eso el ayuntamiento limitó la cantidad de agua que podía extraerse, evitando más daños en última instancia.

    Vapor eterno

    Helen Robinson, estudiante de doctorado en la Universidad de Glasgow, argumenta que los científicos también han aprendido a mitigar estos impactos. Puede comprobarse en Islandia, que suele considerarse el epítome de la utilización de energía geotérmica, dado que el paisaje está salpicado de iniciativas para aprovechar su potencia volcánica con escasos impactos medioambientales. Aproximadamente el 90 por ciento de los residentes de Islandia viven en casas con calefacción geotérmica y el 25 por ciento de su electricidad se produce a partir de energía geotérmica.

    Robinson argumenta que el triunfo del país se debe a que las empresas de energía geotérmica estudian minuciosamente dónde perforar y mantienen los pozos alejados de los géiseres para garantizar que el agua que los alimenta no se encuentre en el mismo sistema que el que alimenta la central.

    La actividad geotérmica ha generado algunos de los rasgos más emblemáticos del paisaje de Yellowstone.
    Fotografía de Ronan Donovan, National Geographic Creative

    Pero Islandia no es la única historia de éxito. El mayor conjunto de centrales de energía geotermica del mundo, conocido como The Geysers, en el norte de California, suele producir unos 900 megavatios de electricidad, suficientes para suministrar energía a toda la ciudad de San Francisco durante todo el año.

    Según Jefferson Tester, director del Cornell Energy Institute y experto en energía geotérmica, estos ejemplos debilitan los argumentos de que el aprovechamiento geotérmico siempre produce daños medioambientales. Opina que, sencillamente, hay demasiada variabilidad entre los sistemas como para tomar decisiones genéricas.

    Además, los ingenieros geotérmicos están empezando a realizar proyectos a mayor escala llamados sistemas geotérmicos mejorados que no dependen de sistemas hidrotermales. En lugar de eso, estas centrales perforan miles de metros hasta llegar al lecho rocoso caliente, donde no hay agua. A continuación, inyectan agua fría para generar vapor que, a su vez, genera energía geotérmica.

    Si un proyecto como este se desarrollase en los límites del parque nacional de Yellowstone, podría desviar fácilmente el sistema hidrotermal subterráneo de Yellowstone —dejando intactas las formaciones superficiales— y perforar a una profundidad suficiente para generar energía geotérmica, según explica Maria Richards, coordinadora del laboratorio geotérmico de la Universidad Metodista del Sur, en Dallas. De hecho, esa era la hipotética solución de la NASA.

    Monstruosidades y blasfemias

    Pero Richards no quiere perforar cerca del parque nacional de Yellowstone. Aunque una central geotérmica no destruya las emblemáticas formaciones de la región —géiseres, fuentes termales, charcas de lodo y fumarolas—, la central no pasaría desapercibida en una zona tan prístina.

    «Es un parque nacional. Para mí, es sagrado», afirma Peter Larson, geólogo de la Universidad del Estado de Washington. «Así que no podemos perforar allí».

    Mucha gente dentro de la comunidad geotérmica está de acuerdo. «Sirve como emblema de lo que ofrece la Tierra en términos de energía térmica almacenada, pero no tiene por qué ser el lugar donde la explotes», afirma Tester.

    En resumen, la central sería una monstruosidad. Transformaría una región conocida por su belleza cruda, su fauna salvaje y diversa y la ausencia de cobertura en una zona industrializada atravesada por tendidos eléctricos. Hazel Gibson, geóloga en la Universidad de Plymouth que estudia la percepción pública de la energía geotérmica, argumenta que, como tal, la decisión de no usar energía geotérmica a veces no es una decisión tecnológica, sino social. Puede comprobarse en otros lugares del planeta.

    No cabe duda que la energía geotérmica es una alternativa excelente a petróleo y al gas natural. Es más, no requiere almacenamiento para momentos en los que no hay viento o el sol se ha puesto. Y hasta es barata, una vez la central está en funcionamiento.

    Sin embargo, muchos lugares optan por no emplear energía geotérmica. Los volcanes activos de la Isla de Hawái tienen mucho potencial geotérmico. Pero las propias islas dependen principalmente del combustible transportado desde otras partes del mundo. Los residentes lucharon en contra de la única central geotérmica de la Isla de Hawái cuando se empezó a construir hace 25 años, una batalla que ha resurgido en los últimos meses.

    Dicha central de energía geotérmica, que aportaba casi el 30 por ciento de la electricidad a la Isla de Hawái, está clausurada después de que la lava del Kilauea desbordara los pozos. Aunque no hay razón para que la central no siga adelante con las operaciones cuando el volcán se haya calmado, algunos residentes quieren que permanezca cerrada. Han argumentado durante mucho tiempo que la central no solo trastoca su culto a la diosa del volcán, Pele, sino que la propia perforación socava su espíritu.

    Para muchas personas, Yellowstone alberga un poder igualmente sagrado que aumentaría la complejidad de un debate serio sobre la explotación geotérmica. Incluso Wilcox, el ingeniero de la NASA, se muestra indeciso.

    «He ido tantas veces a Yellowstone... Me encanta», afirma. «Sin duda quiero que mis nietos vivan la misma experiencia que he vivido yo. No estoy a favor de hacer nada que amenace esas formaciones. Pero me interesa evitar la catástrofe global que podría acabar con gran parte de la humanidad».

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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