Desbancamos cinco mitos sobre el reciclaje

¿Qué ocurre con toda la basura que tiras a los contenedores de reciclaje?

Por Brian Clark Howard
Publicado 2 nov 2018, 12:49 CET
Una mezcla de plásticos
Una mezcla de plásticos dirigidos hacia un clasificador óptico en una planta de reciclaje. La industria atraviesa cambios rápidos, lo que a veces puede resultar confuso para los consumidores.
Fotografía de Randy Olsen, Nat Geo Image Collection
Esta historia forma parte de ¿Planeta o plástico?, una iniciativa plurianual para crear conciencia sobre la crisis global de desechos plásticos. Aprende cómo puedes reducir el empleo de plásticos de un solo uso y comprométete. #PlanetaOPlástico

Mito 1:

No tengo que preocuparme por separar, puedo tirar todo lo que quiera donde quiera y el municipio se encargará de clasificarlo.

Con el aumento de sistemas de reciclaje «de flujo único» a finales de los 90, el número de personas que reciclan se ha disparado. Los consumidores de muchas zonas ya no tenían que clasificar el reciclaje según el tipo de material ni por el color del vidrio o el número clasificatorio grabado en los plásticos. Simplemente tiraban todos los productos reciclables en el contenedor.

Esto facilitó mucho la tarea a los consumidores. Pero también ha provocado una cantidad importante de contaminación, tanto en términos de materiales dañados como materiales indeseables que entorpecen la labor. Los más entusiastas del reciclaje, queriendo evitar los residuos, tiran de todo en los contenedores de reciclaje, ignorando las normas: cáscaras de plátano, marcos de madera o hasta teléfonos móviles rotos.

Como consecuencia, el Container Recycling Institute señala que, aunque los sistemas de flujo único aumentan la participación y reducen el coste de recogida, su mantenimiento suele costar una media de 2,6 euros por tonelada más que los sistemas de doble flujo, en los que los productos de papel se reciclan por separado. En particular, el cristal roto y las esquirlas de plástico pueden contaminar el papel, provocando problemas en la papelera. Lo mismo ocurre con la grasa de los alimentos y otros productos químicos.

Hoy, casi un cuarto de todo lo que tiran los consumidores en los contenedores de reciclaje no se puede reciclar en los programas que lo recogen. Entre estos objetos se incluyen los residuos de alimentos, las mangueras de goma, el alambre, los plásticos de baja calidad y otros artículos que tiran muchos residentes. Dichos materiales malgastan espacio de transporte y combustible, atascan la maquinaria, contaminan materiales de valor y pueden ser peligrosos para los trabajadores.

Como respuesta a este problema, China, que recibe una parte importante del material reciclado recogido en Estados Unidos para procesarlo, solo acepta envíos con un porcentaje de contaminación inferior al 0,5 por ciento.

Independientemente de si tu comunidad sigue un sistema de reciclaje de flujo único, doble o diferente, es importante ceñirse a la normativa local para que el proceso funcione sin problemas.

Mito 2:

Los programas de reciclaje formales quitan el trabajo a los recolectores de basuras pobres, así que es mejor dejar que los residuos se queden donde están. Quienes los necesitan, los recogerán para reutilizarlos.

Este era un argumento habitual cuando vivía en Manhattan, donde se puede ver a menudo a gente revolviendo en contenedores de basura en busca de cualquier objeto de valor. Pero no es la forma más eficaz de gestionar los residuos y la realidad es una interrelación de factores más compleja, no una tesis excluyente.

En todo el mundo, millones de personas se ganan la vida recogiendo residuos. Suelen ser los ciudadanos más pobres y marginados, pero aportan un servicio muy valioso a la sociedad. Los recolectores reducen la basura en las calles y el consiguiente riesgo para la salud pública, y contribuyen enormemente a las labores de reciclaje.

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En Brasil, donde el gobierno registra a los casi 230.000 recolectores de basura a tiempo completo, los datos demuestran que han ayudado a aumentar los porcentajes de reciclaje a casi el 92 por ciento para el aluminio y al 80 por ciento para el cartón.

A nivel mundial, varios estudios demuestran que más de tres cuartos de dichos recolectores en realidad venden lo que encuentran a negocios ya establecidos dentro de la cadena de reciclaje. Es decir, los recolectores informales acostumbran a trabajar con empresas formales en lugar de competir con ellas.

Un ejemplo de ello es el A1 Electronic Recycling Center en el sur de Los Ángeles, donde el 90 por ciento del material reembolsable que procesan lo traen recolectores de basura locales, muchos de ellos personas sin hogar a las que se paga por ese material.

Anthony Collins, dueño de A1, contó al Huffington Post que «[los recolectores de basura] te mantienen a flote, te mantienen ocupado, mantienen a tus empleados trabajando».

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    Muchos recolectores de basura se han organizado y sindicado y buscan reconocimiento formal y protección por parte de sus gobiernos; en otras palabras, pretenden unirse a las cadenas de reciclaje establecidas, no perjudicarlas. Eso es lo que ocurrió en Buenos Aires, donde unas 5.000 personas, muchas de ellas antiguos recolectores de basura informales, ahora se ganan un salario trabajando para el ayuntamiento recogiendo materiales reciclables. En Copenhague, el ayuntamiento ha instalado cubos de basura con repisas especiales donde la gente puede dejar sus botellas, facilitando que los recolectores informales las recojan y las cambien por ingresos.

    Mito 3:

    Los productos hechos de más de un tipo de material no pueden reciclarse.

    Cuando el reciclaje despegó hace unas décadas, la tecnología era mucho más limitada que hoy en día. No se podían reciclar artículos complejos o compuestos por diferentes tipos de materiales, como los tetrabriks de zumo o leche y los juguetes.

    Ahora, más del 60 por ciento de los hogares estadounidenses tienen acceso al reciclaje de cartón, gracias al uso de máquinas que pueden descomponer estos artículos en los materiales que los componen. Gracias en parte a la demanda de los consumidores, los fabricantes de productos han trabajado de forma constante para crear envases que sean más fáciles de reciclar. Si te frustra un objeto en particular, llama al fabricante para exponer tu caso.

    Siempre es una buena idea comprobar la normativa más reciente de tu proveedor de reciclaje, pero muchos consumidores ya no tienen que separar las películas de plástico de los sobres o quitar las grapas de los documentos. El instrumental de reciclaje también cuenta con elementos calefactores que funden los adhesivos o con imanes que retiran los fragmentos metálicos.

    Cada vez más recicladores son capaces de hacer frente a los plásticos «más indeseables», como las bolsas de la compra u objetos hechos de resinas desconocidas o mixtas, como las que componen muchos juguetes y artículos del hogar. Esto no significa que puedas tirar todo lo que quieras a un contenedor de reciclaje, pero sí significa que se puede reciclar una gama más amplia de productos que antes.

    Mito 4:

    Los objetos solo se pueden reciclar una vez, entonces ¿para qué molestarse?

    De hecho, muchos artículos pueden reciclarse varias veces, lo que conlleva ahorros importantes de energía y recursos naturales (lee el mito 5 más abajo).

    Vidrios y metales, entre ellos el aluminio, pueden reciclarse indefinidamente sin perder su calidad. De hecho, las latas de aluminio han demostrado constantemente tener el valor más alto entre las materias primas recicladas y su demanda sigue siendo alta.

    Es cierto que las diminutas fibras que componen el papel se dañan un poco más cada vez que se recicla. Sin embargo, la calidad del papel elaborado a partir de contenido reciclado ha mejorado drásticamente en los últimos años. El folio medio de papel de impresora virgen puede reciclarse de cinco a siete veces antes de que las fibras se degraden demasiado como para ser útiles como nuevo papel. Después, todavía pueden convertirse en materiales a base de papel de baja calidad, como hueveras de cartón o etiquetas de paquetes.

    Normalmente, el plástico solo puede reciclarse una o dos veces para formar un nuevo producto de plástico. Muchas veces será algo que no tenga que contener alimentos o cumplir exigencias de fuerza estrictas, como los artículos del hogar ligeros. Eso se debe a que los polímeros se descomponen en el proceso de reciclaje. Sin embargo, los ingenieros siempre buscan nuevos usos derivados, como elaborar «madera» de plástico polivalente para plataformas o bancos, o mezclar plásticos con asfalto para crear materiales de carreteras más duraderos.

    Mito 5:

    Reciclar es, en el mejor de los casos, una extralimitación del gobierno o, en el peor, una estafa. Sea como fuere, no existen beneficios para el planeta.

    Como mucha gente no sabe qué ocurre con lo que recicla después de tirarlo, quizá no resulte sorprendente que surja escepticismo. A veces, algunas noticias advierten de que los recolectores de basura arrojan montones clasificados cuidadosamente en un vertedero, mucha gente suele quejarse del combustible empleado por los camiones de reciclaje y las voces críticas debaten las ventajas de emplear financiación pública para iniciar o apoyar programas de reciclaje privados.

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    Reducir los plásticos de un solo uso puede ser más fácil de lo que crees. Esto es lo que aprendió nuestra escritora de viajes Marie McGrory en un experimento de una semana en Belice.

    Pero según la Agencia de Protección Medioambiental estadounidense, los beneficios del reciclaje para el planeta son evidentes. El reciclaje de latas de aluminio ahorra un 95 por ciento de la energía necesaria para fabricar latas nuevas a partir de materias primas. El reciclaje de latas de acero y hojalata ahorra de un 60 a un 74 por ciento; el reciclaje de papel ahorra en torno a un 60 por ciento; y el reciclaje de plástico y vidrio ahorra casi un tercio de la energía si se compara con la fabricación de dichos productos a partir de materiales vírgenes. De hecho, la energía ahorrada por el reciclaje de una botella de vidrio puede hacer que funcione una bombilla de 100 vatios durante cuatro horas.

    El reciclaje ayuda a reducir la basura, que se sabe que propaga enfermedades como infecciones bacterianas o fúngicas. Además, crea empleos: casi 1,25 millones solo en los Estados Unidos. Aunque las voces críticas han argumentado que el reciclaje puede hacer que el público tenga un falso sentido de seguridad a la hora de resolver los problemas medioambientales del mundo, la mayoría de los expertos afirman que es una herramienta de gran valor en la lucha contra el cambio climático, la contaminación y otros problemas importantes a los que se enfrenta nuestro planeta.

    Y en muchas zonas, el reciclaje no es un mero programa del gobierno, sino una industria dinámica con competición e innovación en curso, desde sistemas de recogida en máquinas expendedoras hasta incentivos nuevos e ingeniosos para consumidores y empresas. En muchos casos, el reciclaje puede ser un beneficio financiero neto positivo.

    National Geographic está comprometido con la reducción de la contaminación por plástico. Encontrarás más información sobre nuestras actividades sin ánimo de lucro en natgeo.org/plastics. Esta historia forma parte de ¿Planeta o plástico?, una iniciativa plurianual para crear conciencia sobre la crisis global de desechos plásticos. Aprende cómo reducir el empleo de plásticos de un solo uso y comprométete.

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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