Llueven microplásticos en los Pirineos
Los científicos han descubierto grandes cantidades de micropartículas de plástico transportadas a través del aire en una remota zona montañosa.
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Artículo creado en colaboración con la National Geographic Society.
En una región montañosa supuestamente prístina y remota, se han encontrado fragmentos de contaminación por plástico que llueven del cielo, lo que plantea incógnitas sobre la amplitud global de este tipo de contaminación, según sostiene un estudio único en su tipo.
El equipo de científicos documentó una tasa diaria de 365 partículas de microplásticos por metro cuadrado que se precipitan en la región de los Pirineos del sur de Francia.
«La cantidad de microplásticos que se depositaba era increíble», afirmó Deonie Allen, investigadora de EcoLab en la Facultad de Ciencias Agrícolas y Biológicas de Toulouse, Francia. Según Allen, autora principal del estudio —publicado el lunes en Nature Geoscience— no había fuentes obvias de microplásticos en un radio de 100 kilómetros.
«Los microplásticos son un nuevo contaminante atmosférico», declaró Allen.
Los microplásticos son fragmentos muy pequeños de restos plásticos. Su presencia en océanos y cursos de agua ha recibido mucha atención científica y mediática en los últimos años. Sin embargo, solo dos estudios han buscado la presencia de microplásticos en el aire. Ambos se llevaron a cabo en ciudades y sus resultados son comparables, según Allen. Los microplásticos en el aire parecen ser ubicuos.
«Si sales con una luz ultravioleta colocada a una longitud de onda de 400 nanómetros y la proyectas hacia los lados, verás todo tipo de partículas de plástico fluorescentes en el aire», explicó. «En interiores es aún peor. Da un poco de miedo».
Allen y sus colegas recopilaron microplásticos a lo largo de cinco meses en una estación meteorológica a unos 1.400 metros sobre el nivel del mar empleando recolectores de deposición atmosférica que parecen embudos altos. Contaron y analizaron los fragmentos, fibras y películas de plástico del fondo de los recolectores que medían menos de 300 micras. El diámetro del pelo humano mide una media de entre 50 y 70 micras. La partícula más pequeña que puede ver el ojo humano mide unas 40 micras.
Más del 50 por ciento de los microplásticos hallados en la estación eran fragmentos inferiores a 25 micras.
Los investigadores estudiaron los patrones del viento para encontrar la fuente de los microplásticos recogidos, pero no descubrieron ninguna en un radio de 100 kilómetros de la región, que está poco poblada y no alberga grandes actividades industriales, comerciales ni agrícolas. También se recopiló cierta cantidad de polvo fino naranja, según señaló el coautor, Steve Allen. Es probable que se tratara de polvo del Sáhara, ya que estudios anteriores han demostrado que dichas partículas de polvo —que pueden medir un máximo de 400 micras— pueden viajar a lo largo de miles de kilómetros. Pero «nadie sabe qué distancia pueden recorrer los microplásticos», añadió.
Los científicos ya han advertido de que estamos creando un «planeta de plástico». En 2015 se produjeron unos 420 millones de toneladas de plástico, un gran aumento frente a los dos millones producidos en 1950. Durante este periodo de 65 años, unos 6.000 millones de toneladas acabaron en vertederos o en ecosistemas naturales, según estimaba un estudio de 2017. Los desechos plásticos empiezan como botellas, envases y un largo etcétera, y se degradan con el paso del tiempo, convirtiéndose en microplásticos o nanopartículas. Un estudio estimaba que hay entre 15 y 51 billones de partículas de microplásticos floranto en la superficie de los océanos. Un billón es un millón de millones. Un billón de segundos son casi 32.000 años.
¿Afectan a la salud?
Según Stephanie Wright, investigadora del Centro de Medio ambiente y Salud de King's College de Londres, Reino Unido, las personas están expuestas a los microplásticos por la comida y el aire, pero se desconocen los efectos que tienen en la salud.
«Hasta hace poco no habíamos reconocido la exposición humana a los microplásticos por el aire», afirmó Wright, que escribió una detallada reseña sobre salud humana y microplásticos en 2017.
Lo que se sabe es que los microplásticos inferiores a 25 micras pueden penetrar en el cuerpo humano por la nariz o la boca, y los de menos de cinco micras acaban en los tejidos pulmonares. «No sabemos qué otros tipos de partículas pequeñas afectan a la salud», afirmó Wright.
Las partículas en suspensión generadas por la quema de combustibles fósiles, como el carbón negro o el hollín, generan preocupación. Se han vinculado a una serie de repercusiones en la salud, como el asma, ataques al corazón o daños a la memoria y el CI de los niños. La mayoría de los países poseen niveles estándar de contaminación atmosférica para limitar los volúmenes de partículas de menos de 10 micras y, sobre todo, las de menos de 2,5 micras, conocidas respectivamente como PM10 y PM2,5.
También se sabe que los microplásticos suelen ser pegajosos y pueden acumular metales pesados como el mercurio y compuestos orgánicos persistentes (POP, por sus siglas en inglés), como retardantes de llama bromados e hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAP). Wright explica que estos materiales poseen repercusiones conocidas sobre la salud.
Los científicos advierten de que es probable que el volumen de microplásticos en el medio ambiente aumente ante el incremento de la producción de plásticos como tejidos sintéticos. Hoy en día, los plásticos se emplean en carreteras, ladrillos, hormigón, pinturas y en toda una serie de artículos, usos que quizá no siempre sean obvios para el público general. Con todo, «aún hay muchas incógnitas sobre los microplásticos en el medio ambiente», afirmó Wright.
Se sabe aún menos sobre las partículas de nanoplásticos. Nano- significa «muy pequeño». Mil millones de nanopartículas cabrían en la punta de un alfiler.
¿Y las nanopartículas?
«No debería sorprender a nadie que haya microplásticos por todas partes», afirmó Roman Lehner, de la Universidad de Friburgo, Suiza. Lehner, que está trabajando en este problema, afirma que los nanoplásticos también están por todas partes, pero la tecnología para detectarlos aún no existe.
Las nanopartículas poseen propiedades químicas y físicas muy diferentes a las de los mismos materiales a escalas micro o superiores. Una de las características singulares de los nanoplásticos es que, como son tan pequeños, hay más átomos en la superficie de una partícula en comparación con su volumen. Esto hace que sean más químicamente reactivas. Los posibles riesgos de las partículas de nanoplásticos para la salud humana y el medio ambiente podrían ser diferentes a los de los microplásticos, según Lehner, coautor de una nueva evaluación sobre los posibles riesgos.
Los estudios de laboratorio han demostrado los efectos adversos de los nanoplásticos en organismos acuáticos. Algunos estudios han demostrado que los nanoplásticos de poliestireno ingeridos por organismos acuáticos atraviesan las paredes celulares. Esto parecía cambiar la conducta y afectar a la función endocrina de peces y otras especies marinas. Los experimentos de laboratorio también han demostrado que los nanoplásticos atraviesan las paredes celulares en muestras de intestinos humanos.
Según Lehner, apenas se han investigado los nanoplásticos presentes en el aire y sus efectos sobre la salud humana y el medio ambiente. «Aún no conocemos todos los peligros. Sin embargo, es probable que los impactos medioambientales sean importantes y es necesario investigarlos más».
S. Allen afirma que, aunque se necesita más investigación, sería prudente utilizar menos plásticos. Deben eliminarse los plásticos de un solo uso como las bolsas de la compra y las pajitas. El plástico reciclado simplemente retrasa su degradación en microplásticos, por lo que, según él, es mucho mejor reducir el consumo de plástico.
Y ¿qué pasa con los bioplásticos o los plásticos biodegradables? Según S. Allen, también se convierten en microplásticos invisibles.
Los plásticos y el clima
El cambio climático es otra razón más para reducir el consumo de plástico, según advierte un nuevo estudio publicado al mismo tiempo. Casi todos los plásticos están hechos a partir de combustibles fósiles y las emisiones de esta industria representaron 1.700 toneladas métricas de CO2 en 2015, según un nuevo estudio en Nature Climate Change. Ante la duplicación del volumen de plásticos producido cada década, en 2050 las emisiones de CO2 podrían alcanzar los 6.500 millones de toneladas, o un 15 por ciento de la cuota de emisiones global.
Si la industria de los plásticos fuera un país, sería el cuarto mayor emisor de CO2 después de China, Estados Unidos e India. Sin embargo, el estudio señalaba que la aplicación agresiva de las energías renovables, el reciclaje y la biomasa como materia prima podría mantener las emisiones de 2050 a la par de los niveles de 2015. Dicho esto, también se produciría el cuádruple de plástico.
La National Geographic Society y Sky Ocean Ventures han puesto en marcha el Ocean Plastic Innovation Challenge, que pide a personas de todo el mundo que piensen y desarrollen soluciones novedosas para frenar la crisis de residuos plásticos del planeta. ¿Tienes una idea? Presenta tu solución antes del 11 de junio en oceanplastic-challenge.org
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.