El balance del cambio climático: estos son los países que logran sus objetivos
Antes de que comience la conferencia de la ONU sobre el cambio climático, analizamos qué países van por buen camino para cumplir sus metas climáticas y cuáles se quedan atrás.
Han pasado menos de cuatro años desde que 196 países negociaron el Acuerdo de París, conforme al que se comprometieron a tomar medidas para limitar el aumento de la temperatura media global este siglo a menos de 2 grados Celsius sobre los niveles preindustriales y, en última instancia, limitar dicho aumento a 1,5 grados Celsius. Conforme al acuerdo, cada firmante presenta su propio plan nacional, que fija objetivos de reducción de emisiones y especifica las vías para alcanzarlos.
Pese al acuerdo de 2015, las emisiones de carbono globales aumentaron un 1,7 por ciento en 2017 y un 2,7 por ciento en 2018; se calcula que el porcentaje de aumento de 2019 figurará entre los más altos documentados hasta la fecha. Los últimos cuatro años han sido los más cálidos registrados y es probable que 2019 se convierta en el quinto. Sin embargo, algunos análisis sugieren que las acciones rápidas ahora podrán reducir las emisiones de carbono en 12 años y mantener los incrementos globales por debajo de 2 grados Celsius y, quizá, de 1,5 grados.
¿Están progresando los países? ¿Cómo? Nos hemos reunido con Climate Action Tracker para comprobar quién da largas y quién se esfuerza al máximo. CAT cubre a los mayores emisores y a una muestra representativa de emisores más pequeños. Sus datos comprenden casi un 80 por ciento de las emisiones globales y aproximadamente un 70 por ciento de la población mundial. Califica a los países según lo factibles que son sus compromisos de París y sus acciones para lograr un mundo con 1,5 grados de calentamiento si otros países los imitaran.
«Pocos grandes emisores están tomando las medidas necesarias para limitar el calentamiento a 1,5 grados Celsius, pero algunos como India, la UE y China podrían dar un paso adelante en la cumbre del clima de Nueva York y anunciar metas más ambiciosas», afirma Bill Hare, consejero delegado de Climate Analytics y una de las organizaciones integrantes de CAT.
«Sin embargo, si todos los gobiernos cumplieran su objetivo del Acuerdo de París, calculamos que el mundo experimentaría 3 grados de calentamiento, pero es más probable que dicho calentamiento sea superior porque la mayoría no toma medidas para cumplir sus metas. Aún queda un largo camino por recorrer», afirma.
Mientras los países se preparan para revisar sus objetivos en la Cumbre del Clima de las Naciones Unidas el 23 de septiembre, resumimos quiénes van en cabeza y quiénes son los rezagados.
Los primeros de la clase
Marruecos: Según CAT, Marruecos es uno de los dos países que tiene un plan para reducir sus emisiones de CO2 hasta niveles compatibles con limitar el calentamiento a 1,5 grados centígrados. La Estrategia Nacional de Energía de Marruecos aspira a generar el 42 por ciento de su producción eléctrica a partir de renovables para 2020 y un 52 por ciento para 2030. Ya ha llegado al 35 por ciento, sobre todo por la inversión en proyectos como el complejo Noor Ouarzazate, la mayor granja solar concentrada del mundo con una superficie de más de 3000 hectáreas, genera suficiente electricidad para suministrar a dos ciudades del tamaño de Marrakech.
Gambia: Gambia es el otro país con una estrategia de reducción de emisiones compatible con la meta de 1,5 grados. Como Marruecos, uno de sus principales métodos de reducción es el empleo de renovables en forma de un programa que aumentará en una quinta parte la capacidad eléctrica del país, en parte mediante la construcción de una de las centrales fotovoltaicas más grandes del África occidental. El país también ha puesto en marcha un gran proyecto para restaurar 10 000 hectáreas de bosques, manglares y sabanas. También está remplazando los arrozales inundados por arrozales secos en tierras altas y fomentando la adopción de cocinas eficientes para reducir el uso excesivo de recursos forestales.
India: India ha surgido como líder global de la energía renovable y, de hecho, invierte más en ellas que en combustibles fósiles. Tras haber fijado la meta de generar un 40 por ciento de su energía con renovables para 2030, su progreso ha sido tan rápido que podría alcanzar ese objetivo una década antes y tiene la oportunidad de aumentar su objetivo. CAT calcula que el plan indio es compatible con un incremento de 2 grados, pero que su Plan Nacional de Energía podría ser compatible con el de 1,5 grados si el país renunciara a sus planes para construir nuevas centrales eléctricas de carbón.
Costa Rica: Costa Rica aspira a que su producción eléctrica sea cien por cien renovable para 2021. Ya está muy cerca: en 2018, generó el 98 por ciento de su electricidad a partir de fuentes renovables —hidroeléctrica principalmente— por cuarto año consecutivo. Dos tercios de sus emisiones de gases de efecto invernadero proceden del transporte y el país ha convertido el uso de energía renovable en carreteras y vías férreas en una prioridad nacional. El Plan Nacional de Transporte Eléctrico insta a que al menos un cinco por ciento de la flota de autobuses sea remplazada por autobuses eléctricos cada dos años y que al menos un 10 por ciento de las licencias de taxis se concedan a vehículos eléctricos. Además, en febrero de 2019, Costa Rica amplió la moratoria de la explotación y la extracción de petróleo de 2021 a finales de 2050.
Unión Europea: La UE adoptó metas climáticas relativamente pronto. En 2009, estableció el objetivo de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero un 20 por ciento para 2020; en París, aumentó su objetivo a una reducción de un 40 por ciento para 2030. Sus políticas actuales, de promulgarse por completo, permitirían que superase su meta. En mayo, la UE adoptó formalmente una serie de medidas entre las que figuraba un objetivo vinculante: que un 32 por ciento de la producción eléctrica proceda de renovables para 2030. Para lograr esa cifra en toda la UE, varios países han adoptado metas nacionales diferentes: por ejemplo, en Malta, la meta es del 10 por ciento de renovables; en Suecia, del 49 por ciento.
CAT calcula que lograr este y otros objetivos del paquete de medidas «Energía limpia para todos los europeos» de la Comisión Europea reduciría las emisiones en un 48 por ciento para 2030. Otro estudio ha concluido que la mejora de las metas de eficiencia energética y el cierre de las centrales de carbón en toda la UE para 2030 podría elevar esa cifra al 58 por ciento. Sin embargo, como la UE en su conjunto es el tercer mayor emisor de CO2 por detrás de China y Estados Unidos, dicha meta colocaría al bloque en un rango de reducción compatible con la meta de 2 grados.
Los países prometedores
Noruega: Se prevé que las emisiones de Noruega disminuyan solo un 7 por ciento para 2030 y las políticas puestas en marcha serían compatibles con un calentamiento de entre 3 y 4 grados si el resto siguieran un nivel de ambición similar. Sin embargo, hay señales de progreso. El país ha establecido una meta ambiciosa para reducir las emisiones un 40 por ciento para 2030 y ha adoptado leyes conforme a las que se compromete a reducir las emisiones entre un 80 y un 95 por ciento frente a los niveles de 1990 para 2050. Su parlamento acordó en junio dejar de invertir (la mayoría de) su fondo soberano de inversión de 1 billón de dólares en petróleo, gas y carbón, deshacerse de acciones por valor de 13 000 millones de dólares vinculadas a los combustibles fósiles (salvo las de ExxonMobil y Royal Dutch Shell) y desviar los recursos a proyectos de energía renovable. Noruega también es el líder internacional en adopción del coche eléctrico: casi un 60 por ciento de los coches nuevos vendidos en el país en marzo eran eléctricos. La superficie forestal aumenta y la producción de electricidad procede casi totalmente de renovables: un 96 por ciento de la energía hidroeléctrica y un 2 por ciento de granjas eólicas.
China: La buena noticia: China va por buen camino para cumplir sus objetivos de París. La mala noticia, según CAT: dichas metas son muy insuficientes y no son lo bastante ambiciosas para limitar el calentamiento a menos de 2 grados —y mucho menos 1,5—, como exige el Acuerdo de París, a no ser que otros países hagan mayores reducciones con un esfuerzo mucho mayor. Se estima que las emisiones de CO2 de China —las mayores del mundo— aumentaron un 2,3 por ciento en 2018. De hecho, con las políticas actuales, se prevé las emisiones de gases de efecto invernadero de China aumenten hasta 2030, como mínimo, aunque un estudio reciente concluyó que es posible que alcancen su punto máximo una década antes. El gobierno chino ha aportado muchos subsidios a la fabricación de coches eléctricos y ha procurado reducir la cantidad de coches a gasolina en las carreteras. En 2018, los consumidores chinos compraron 1,1 millones de coches eléctricos, más que el resto del mundo. China es el mayor fabricante mundial de tecnología solar, pero también el mayor consumidor de carbón, y financia la construcción de centrales de carbón por todo el mundo.
Reino Unido: Reino Unido es un caso interesante. Por una parte, el país redujo sus emisiones un 44 por ciento entre 1990 y 2018, cuando su economía creció un 75 por ciento. El gobierno ha declarado una emergencia climática y en junio aprobó leyes que codificaban una meta de cero emisiones netas para 2050. (Eso durante el gobierno anterior; el nuevo primer ministro Boris Johnson ha declarado su apoyo a los negacionistas del cambio climático.) Sin embargo, el propio Comité gubernamental sobre cambio climático ha indicado que el país va muy rezagado en muchas de sus metas climáticas a largo plazo. Además, la incertidumbre política podría afectar directamente a las políticas de este ámbito. Con un Brexit sin acuerdo, Reino Unido ya no podría participar en el régimen de comercio de derechos de emisión de la Unión Europea, por ejemplo.
Los que ni lo intentan
Rusia: Rusia es el cuarto mayor emisor de gases de efecto invernadero y el único gran emisor que aún debe ratificar el Acuerdo de París (aunque ha indicado que quizá lo haga cuando se celebre la Cumbre del Clima de la ONU, el 23 de septiembre). Va por buen camino para cumplir su objetivo de París, pero solo porque su compromiso es escaso: permitiría que las emisiones de gases de efecto invernadero del país aumenten entre un 6 y un 24 por ciento sobre los niveles de 2016 para el 2020 y entre un 15 y un 22 por ciento para 2030. La meta tampoco exige que el gobierno adopte una estrategia de desarrollo económico con bajas emisiones de carbono. Los datos internos de emisiones de gases de efecto invernadero son escasos, opacos y desfasados, lo que dificulta confirmar el progreso o la falta de este.
Por primera vez, Rusia ha considerado legislar para regular las emisiones y el presidente Vladimir Putin ha reconocido que Rusia experimenta las consecuencias del cambio climático. Sin embargo, se ha declarado en contra «del completo abandono de la energía nuclear nuclear o hidrocarburos», ha preguntado metafóricamente si sería «cómodo vivir en un planeta con una empalizada de turbinas eólicas y varias capas de paneles solares» y ha alegado que «las turbinas tiemblan tanto que salen gusanos del suelo».
Arabia Saudí: Arabia Saudí parece estar retrocediendo con sus iniciativas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. En realidad, la estrategia gubernamental de 2016, «Vision 2030», es menos ambiciosa que un plan de 2013 que instaba a la industria energética del país a diversificarse y depender menos del petróleo. Aunque Vision 2030 afirma que Arabia Saudí pretende eliminar poco a poco los subsidios a los combustibles fósiles, el gobierno anunció en diciembre de 2017 que ralentizaría dicha eliminación para «fomentar la economía». El reino mantiene una cláusula de salida de sus objetivos de París si decide que el acuerdo supone «una carga anormal» en la economía al reducir los ingresos procedentes de los combustibles fósiles.
En marzo de 2018, Arabia Saudí y el SoftBank Group firmaron un memorándum de entendimiento para construir una central solar de 200 GW, el mayor proyecto solar único a nivel mundial; para diciembre de ese año, el proyecto se había cancelado. Actualmente, CAT estima que es probable que los planes actuales provoquen un aumento de hasta un 80 por ciento en las emisiones respecto a los niveles de 2015 para 2030.
Turquía: Turquía es solo uno de los dos países del G20 que no ha ratificado el Acuerdo de París y, aunque el gobierno se ha comprometido a invertir casi 10 000 millones de euros en medidas de eficiencia energética, el país pretende lograr la autosuficiencia energética mediante la expansión masiva de las centrales de carbón. Se están tramitando 80 centrales nuevas, el equivalente a la capacidad del sector energético británico entero. La central eléctrica de Afşin-Elbistan, en el sur de Turquía, está expandiéndose para convertirse en la mayor central eléctrica de carbón del mundo. CAT ha calificado los objetivos de Turquía como «gravemente insuficientes» y calcula que si el resto de los países siguieran el enfoque turco, el calentamiento global superaría los 3 o 4 grados Celsius.
Ucrania: Ucrania parece ir en la dirección equivocada. Los datos más recientes (de 2016) demuestran que las emisiones generadas por la quema de combustibles fósiles, la industria, la agricultura y las fuentes de residuos descendieron un 64 por ciento por debajo de los niveles de 1990. CAT indica que «con la actual meta climática de Ucrania, sus emisiones aumentarían considerablemente frente a los niveles actuales».
En 2018, Ucrania publicó la Estrategia de Desarrollo de Bajas Emisiones 2050, que de aplicarse por completo permitiría al país alcanzar sus metas de París. Sin embargo, el anterior gobierno declaró que revisaría el compromiso de París tras «la restauración de su integridad territorial y soberanía estatal», por lo que los activistas acusan al país de utilizar el conflicto con los rebeldes respaldados por Rusia para justificar la inacción climática.
Estados Unidos: ¿Por dónde empezamos? CAT ya había clasificado los objetivos estadounidenses de París como «insuficientes». Ante la actual hostilidad hacia las acciones climáticas del gobierno de Trump, clasifica las iniciativas del país como «gravemente insuficientes», la categoría más baja. El gobierno actual ha propinado duros golpes a la política climática de su predecesor. Ha intentado revertir el Plan de Energía Limpia, pretendido reducir los estándares de eficiencia de vehículos hasta tal punto que incluso los fabricantes se han opuesto y anunciado que planea reducir las regulaciones para limitar las emisiones de HFC y las regulaciones de la filtración de metano por la producción de gas y petróleo.
El gobierno ha trabajado para censurar activamente la ciencia climática dentro de sus propias agencias y ha creado un grupo de revisión del cambio climático para cuestionar los hallazgos de la Evaluación Nacional del Clima. El líder de ese grupo es un negacionista del cambio climático que ha declarado que «la demonización del dióxido de carbono es como la demonización de los pobres judíos con Hitler».
CAT estima que, de aplicarse, las políticas del gobierno podrían provocar un incremento de las emisiones anuales de gases de efecto invernadero equivalente a las emisiones anuales totales del estado de California para 2030.
El gobierno también ha declarado su intención de retirarse del Acuerdo de París en 2020.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.