Por qué es tan peligroso el aumento de las olas de calor en España
Los expertos alertan: sin una acción urgente y transversal, las consecuencias del cambio climático en España en los próximos 50 años serán devastadoras.
En Aragón, la tierra se quiebra por falta de agua y dibuja este patrón de surcos en el suelo. El aumento de gases de efecto invernadero generados por los humanos ya afectaba a las sequías a nivel mundial en el año 1900. El Mediterráneo es una de las zonas más vulnerables ante el cambio climático.
En agosto de 2021, la estación meteorológica de Montoro, en Córdoba, alcanzó el máximo histórico de temperaturas registrado en España con 47,4 ºC. A la par, la Organización Mundial de la Salud (OMS) verificaba si Europa había alcanzado su récord en Sicilia al ascender sus temperaturas hasta los 48,8ºC.
Menos de un año después, en mayo 2022, la AEMET ya anunciaba la primera gran ola de calor para el último fin de semana de mayo, con temperaturas superando los 40ºC en Córdoba a partir del vienes 20. La Península y Baleares afrontan esta primera ola de calor del año pocos días más tarde de que, en la otra punta del mundo, en India y Pakistán, estén sufriendo olas de calor anormales, con picos registrados de 50°C
El aumento de la temperatura media en el planeta va de la mano de un mayor número de episodios de temperaturas máximas. “En las series de temperaturas, el desplazamiento del promedio hacia valores más altos conlleva también que los valores extremos sean más elevados”, explica a National Geographic Rubén del Campo, portavoz de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET).
Tal y como publicaron en su reciente Informe sobre el estado del clima de España 2020, del Campo explica que “en España se nota claramente esa tendencia: en la década pasada (2011-2020) se produjeron aproximadamente tres veces más récords de días cálidos que si no se estuviera produciendo ya el cambio climático. Esos récords de días cálidos multiplican por once a los de días fríos, cuando en un clima estable, sin calentamiento, el número debería ser similar en ambos casos”.
La comunidad científica lleva años alertando sobre las nefastas consecuencias mundiales que tendrían lugar a raíz de la subida de temperaturas que vivimos ya, “inequívocamente relacionadas con el cambio climático producido por las actividades humanas”, declara del Campo. Los desastres relacionados con el clima, como inundaciones, sequías y olas de calor, se han duplicado en los últimos 20 años, según afirma la OMS.
España, especialmente vulnerable
Dentro de la amenaza global, la cuenca del Mediterráneo es una de las zonas cero en la crisis climática: las sequías, la falta de agua dulce y la subida del nivel del mar se suman que el calentamiento en esta zona aumenta un 20% más rápido que en el resto del planeta, superando ya los 1’5 grados por encima de los niveles preindustriales.
“No solo España, sino la región mediterránea en su conjunto está considerada un punto caliente dentro del cambio climático, precisamente por esa combinación de dos efectos perniciosos (el aumento de las temperaturas medias y la reducción de las precipitaciones) y las consecuencias que pueda tener en los ecosistemas, en muchos casos frágiles y sometidos a la presión humana desde hace décadas o siglos”, afirma del Campo.
Si no se toman medidas urgentes para la reducción de las emisiones, ese incremento llegará a los 2’2 grados en 2040 y en 2100 podría llegar a los 3’8, según el análisis de un grupo de más de 80 científicos en el informe Cambio climático y medioambiental en la cuenca mediterránea, realizado por la red Mediterranean Experts on Climate and Environmental Change (MedECC). El año 2020 fue el año más caluroso en España, en Europa y a nivel mundial desde que existen registros y, a escala global, el primer semestre de 2021 terminó entre los seis más cálidos.
“Incluso en un escenario de muy bajas emisiones, probablemente el calentamiento global se sitúe entre 1 y 1,8 ºC, pero según el IPCC, si se logra reducir las emisiones un 45 % en torno a 2030 y existe la neutralidad de carbono a mediados de siglo, podremos detener el calentamiento en torno a 1,5 ºC para la segunda mitad del siglo XXI, lo que tendría efectos menos nocivos que un calentamiento mayor”, afirma del Campo. “El daño ya está hecho, pero podemos limitarlo”.
El ciclo hidrológico
El cambio climático también afecta gravemente al ciclo hidrológico de España, intensificando los eventos climáticos extremos. Esta situación hídrica podría convertir a España en uno de los países con más problemas de abastecimiento de agua para el año 2040, según afirma el World Resources Institute. Sin embargo, los impactos sociales y económicos de la sequía en nuestro país no son un futurible, sino que ya existen muchas personas en España sin acceso a agua de calidad.
“Las proyecciones apuntan a que los períodos secos podrían ser más frecuentes e intensos”, afirma del Campo. “Desde el comienzo del actual año hidrológico (período que comprende desde el 1 de octubre de 2020 al 30 de septiembre de 2021), las precipitaciones están en torno a un 8 % por debajo de lo que corresponde a esta altura del año en el conjunto del país, con zonas de Cataluña, Andalucía y Canarias donde las lluvias están incluso un 25 % por debajo de lo normal”.
La reducción de las precipitaciones podría incrementar también el riesgo de incendios. “Hay que tener en cuenta, además, que estas sequías se verán interrumpidas en ocasiones por episodios de lluvias torrenciales, que en algunos puntos de nuestro país, como en el sureste peninsular, algunos estudios señalan que están aumentando en intensidad”.
Si la tendencia al aumento de las temperaturas y la sequía siguen al alza, las consecuencias a corto, medio y largo plazo continuarán enfrentándonos a olas de calor extremas, como las que hemos vivido este año en España, Europa, África y América. “Casi todos los días estamos viendo las consecuencias de la crisis climática: olas de calor sin precedentes, tormentas catastróficas que cambian los patrones climáticos que impactan nuestros sistemas alimentarios y aumentan la dispersión de enfermedades”, alerta la OMS.