Yakarta se hunde: ¿podrá salvarla el Gobierno con este plan?

Indonesia tiene grandes planes para su centro adminstrativo, económico y cultural: una nueva capital en Borneo y un gigantesco dique en forma de pájaro para proteger la propia Yakarta. ¿Será suficiente?

Por Adi Renaldi
Publicado 1 ago 2022, 14:06 CEST
Los rascacielos del centro de Yakarta se asoman al noroeste, más allá de Kampung Melayu

Los rascacielos del centro de Yakarta se asoman al noroeste, más allá de Kampung Melayu, un pueblo urbano que se agolpa en las orillas del río Ciliwung, uno de los 13 que atraviesan la capital indonesia. Yakarta, una megaciudad construida en un delta, se hunde rápidamente y se inunda con frecuencia.

Fotografía de Joshua Irwandi

Aparte de la estrecha carretera sin asfaltar, el muro costero de hormigón de dos metros de altura es lo único que separa el pequeño restaurante de Suhemi, en el norte de Yakarta, del mar. Su familia depende de ese muro. Cuando crecía aquí, en el barrio de Muara Baru, en los años 80 y 90, Suhemi solía jugar en la playa frente a su casa. Pero en la década de los 2000 la playa desapareció, haciendo que el mar inundase con frecuencia el barrio.

En 2002, el Gobierno construyó el muro costero, para dar a los residentes tranquilidad y tiempo, un respiro del constante hundimiento de la tierra bajo la ciudad y la constante aumento del nivel del mar. Pero sólo cinco años después, en 2007, el muro no pudo con las peores inundaciones de la historia moderna de Yakarta. Impulsadas por una tormenta procedente del mar de Java y las lluvias torrenciales, las inundaciones se cobraron 80 vidas en toda la ciudad y causaron daños por valor de cientos de millones de euros.

En Muara Baru, la marejada derrumbó el muro y el mar inundó la casa de Suhemi.

"El agua llegó a más de un metro", recuerda. "Mi padre estuvo a punto de morir tras ser arrastrado por la corriente. Sobrevivió tras agarrarse al marco de una puerta. Todavía está traumatizado".

Hoy en día, muchos yakartíes viven con la amenaza constante de otro trauma como el de 2007; algunas zonas, menos protegidas incluso que Muara Baru, viven con inundaciones crónicas. La situación es una de las razones por las que el Gobierno del presidente Joko Widodo anunció en 2019 que trasladaría la capital del país fuera de su mayor ciudad, frente a la abarrotada isla de Java, a una nueva ciudad que se construirá en Borneo, en un terreno que ahora es bosque. Las obras comenzarán este verano.

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Las inundaciones del 1 de enero de 2020, que causaron 66 muertos en Yakarta, fueron las peores desde 2007. Aquí una moto intenta cruzar una intersección en Puri Indah, al oeste de Yakarta.

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Los residentes de Pesanggrahan, en el oeste de Yakarta, esperan la inundación de 2020 en su segundo piso. La inundación causó unos daños estimados en 70 millones de euros.

fotografías de Joshua Irwandi

A medida que el Gobierno abandona la capital que se hunde, una pregunta inevitable sale a flote: ¿qué va a ser de los 10 millones de personas que, como Suhemi, siguen viviendo allí?

Se está ampliando el muro costero y hay grandes planes para construir una gigantesca isla artificial en la bahía de Yakarta, pero la financiación de estos proyectos sigue siendo incierta. Y la causa fundamental del hundimiento (la falta de un suministro público de agua adecuado, que ha conducido a una sobreexplotación masiva de las aguas subterráneas) sigue sin resolverse en su mayor parte.

La inundación de 2007 destruyó la casa y el pequeño restaurante de Suhemi, el único medio de vida de su familia. La familia vendió dos motocicletas para empezar de nuevo y volver a servir arroz con pescado y pollo frito a las tripulaciones de los barcos pesqueros atracados en el puerto cercano.

Pero el terreno ha disminuido considerablemente desde 2007. El mar llega ahora casi hasta la cima del muro costero. Suhemi cree que si hoy se rompiera el muro, el agua podría inundar todo el restaurante hasta el techo.

"El camino aquí siempre está embarrado", dice, señalando una grieta visible en el muro. Por ella se filtra agua sucia y negruzca. "Hemos hecho un drenaje para que el agua no inunde la carretera, pero aun así siempre está húmeda".

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    En Cilincing, un pueblo de pescadores del norte de Yakarta, el río Rawa Malang desemboca en la bahía de Yakarta; el centro de la ciudad se encuentra en el horizonte, a unos 16 kilómetros al suroeste. Esta zona se inunda constantemente durante la temporada de lluvias, pero el Gobierno está construyendo un muro a lo largo de la costa para contener las mareas de tormenta.

    Fotografía de Joshua Irwandi
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    El Gobierno provincial de Yakarta está ampliando el muro costero que ya protege algunas partes de la costa norte. Cuando esté terminado, previsto para 2030, se extenderá 46 kilómetros. Pero como la costa se hunde por debajo, el muro es sólo una solución temporal.

    Fotografía de Anton Raharjo, Pacific Press, LightRocket, Getty Images
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    Los trabajadores dragan el río Ciliwung, en Yakarta Oriental, en noviembre, antes de la temporada de lluvias, con la esperanza de mejorar el caudal del río y reducir las inundaciones.

    Fotografía de Joshua Irwandi

    Durante cientos de años, las inundaciones han sido uno de los mayores problemas de Yakarta. La ciudad, un importante puerto, se asienta en un delta: 13 ríos lo atraviesan en su camino hacia la bahía de Yakarta desde las montañas del sur. El delta solía estar bordeado de espesos manglares que servían de amortiguador contra las mareas de tormenta. La mayoría de los manglares fueron talados hace tiempo. 

    Cuando los holandeses colonizaron Indonesia en 1619, empezaron a transformarla para que se pareciera a una típica ciudad holandesa, con edificios modernos y canales. Los canales estaban pensados para regular el flujo y controlar las inundaciones, pero los investigadores sostienen que agravaron el problema subyacente. El suelo aluvial del delta se compacta de forma natural con el paso del tiempo, haciendo que la superficie del terreno se hunda a menos que se reponga continuamente con nuevos sedimentos procedentes de los ríos desbordados. Los canales tienden a impedirlo.

    "Sunda Kelapa, como se llamaba antes de la llegada de los holandeses, fue en su día una comunidad orgánica y resistente", afirma Bosman Batubara, doctorando de la Universidad de Ámsterdam (Países Bajos) y del Instituto de Educación Hídrica de Delft. "La construcción de canales sólo empeoró las cosas porque tienden a atrapar los sedimentos".

    En los últimos años, el Gobierno provincial ha acondicionado los ríos, despejando los barrios marginales, construyendo diques de hormigón y dragando con frecuencia, de forma parecida a como lo hicieron los holandeses en la época colonial. A pesar de todo, los ríos siguen inundando algunas partes de la capital, sin que se haya construido el terreno, ya que está en su mayor parte pavimentado. 

    Yakarta se está hundiendo a un ritmo realmente alarmante, que varía en función del barrio, pero que llega a los 27 centímetros (unas 11 pulgadas) al año en las zonas del norte. Cerca del 40% de Yakarta está por debajo del nivel del mar.

    En comparación, el cambio climático está elevando el nivel del mar sólo una fracción de pulgada al año. Pero el hundimiento de la tierra y la subida del mar apuntan al mismo resultado: inundaciones periódicas en una de las principales capitales, una ciudad con el mayor número de centros comerciales del mundo, y que actualmente ocupa el puesto 12 en número de rascacielos en una urbe.

    "Yakarta es la ciudad de referencia para todo", dice Hendricus Andy Simarmata, profesor del Departamento de Planificación Urbana de la Universidad de Indonesia. "Es el centro de la administración, el centro de la economía, la cultura y el entretenimiento. A lo largo de los años, Yakarta ha crecido sin control hasta convertirse en una megaciudad sin sistema de apoyo ambiental".

    En definitiva, por eso se está hundiendo hoy.

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    Los pescadores transportan pescado en cajas en el puerto de Muara Angke, en el norte de Yakarta, una de las zonas de la ciudad que más rápidamente se hunde y que con frecuencia se inunda. Los pescadores de esta zona temen que las medidas de protección costera previstas por el Gobierno limiten su acceso al mar abierto, que es su medio de vida.

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    La mezquita Waladuna de Muara Baru, en el norte de Yakarta, se ha visto afectada por las inundaciones costeras desde el año 2000 y ya no se utiliza.

    fotografías de Joshua Irwandi

    Yakarta necesita agua

    En 2007, tras la catastrófica inundación, el Gobierno provincial adoptó una normativa que exige que al menos el 30% de la superficie total de la ciudad se destine a espacios verdes y abiertos. Más espacios verdes no es sólo una cuestión de bienestar general. También es necesario para absorber las inundaciones provocadas por las lluvias torrenciales y canalizarlas para recargar los agotados acuíferos subterráneos de la ciudad. Actualmente, menos del 10% de la ciudad es verde.

    La extracción masiva de agua subterránea es una de las principales causas del hundimiento del suelo en Yakarta, un laberinto de hormigón en expansión que no cuenta con una red de suministro de agua fiable. El sistema de agua corriente de Yakarta abastece a menos de un millón de hogares, algo más de una cuarta parte del total de la ciudad. El resto depende principalmente del bombeo de aguas subterráneas.

    Aunque este bombeo no es ilegal, está sujeto a impuestos. Pero el Gobierno provincial es incapaz de controlar y gravar el incalculable número de pozos profundos no regulados repartidos por toda la ciudad, en su mayoría ocultos a puerta cerrada.

    Batubara, que lleva años investigando la causa de las inundaciones de Yakarta, afirma que el número de pozos profundos se ha disparado con la población de la ciudad, pasando de menos de 400 en 1968 a más de 3600 en 1998. Nadie sabe cuántos pozos hay en la actualidad, dice, pero es de suponer que es mucho mayor.

    El Gobierno provincial dice que el consumo de agua subterránea alcanzó más de 8 millones de metros cúbicos en 2018, el último año del que ha proporcionado datos. En 2016 estimó que Yakarta tenía reservas de 852 millones de metros cúbicos. Sin embargo, investigadores independientes estimaron en 2011 que Yakarta ya había utilizado un alarmante 64% de sus reservas de agua subterránea. Con poco espacio abierto, las aguas subterráneas simplemente no se reponen. Las lluvias se escurren hacia el mar.

    El año pasado, la Oficina del gobernador provincial anunció la prohibición de la extracción de aguas subterráneas por parte de los propietarios de edificios de más de 5000 metros cuadrados. La prohibición entrará en vigor en agosto de 2023. El gobernador de Yakarta, Anies Baswedan, ha declarado que en 2030 la red de agua corriente abastecerá a toda la ciudad. Esto requeriría una ampliación masiva de la red existente, y hasta ahora no hay indicios de que se produzca a la escala necesaria.

    En zonas costeras como el norte de Yakarta, donde no hay agua corriente, los residentes perforan pozos de hasta 150 metros de profundidad. "Si se perfora a menos de 50 metros, lo único que se obtiene es agua salina", dice Arti Astati, líder de la comunidad del barrio de Muara Angke. Un pozo profundo puede servir a 50 hogares.

    La alternativa es comprar agua en bidones de 40 litros, que venden en carritos los distribuidores que la bombean de pozos de otros lugares de Yakarta.  Una familia típica de cuatro personas que gana menos de 7 dólares al día podría gastar fácilmente una quinta parte de esa cantidad en agua, dice Astati.

    El pasado mes de febrero, los habitantes de Muara Angke se manifestaron frente a la Oficina del gobernador de Yakarta, exigiendo el acceso al agua del grifo. "Tenemos que esperar a que llueva si queremos ducharnos y lavar la ropa", dijo uno de los manifestantes.

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      El tráfico en hora punta pasa por el cementerio de Menteng Pulo, en el sur de Yakarta. Además de las inundaciones, la ciudad también lucha contra la contaminación del aire: alberga más de 20 millones de vehículos registrados, de los cuales el 80% son motos.

      Fotografía de Joshua Irwandi

      Grandes planes

      En los últimos años, Yakarta se ha convertido en un campo de batalla electoral; su Gobernación se ha convertido en un trampolín hacia la presidencia nacional. Las cuestiones medioambientales nunca faltan en la campaña. Los candidatos a gobernador siempre prometen arreglar Yakarta: el mal tráfico crónico y la asfixiante contaminación del aire, así como las graves inundaciones.

      Pero Yakarta no puede arreglarse durante el mandato de un gobernador. Pasan los años, los gobernadores van y vienen, y los problemas persisten.

      Desde 2014, los Gobiernos nacional y provincial trabajan en colaboración en un plan para defender la costa de Yakarta contra la invasión del mar. Revisado varias veces, el megaproyecto se organiza actualmente en dos fases. 

      La primera es la construcción de un muro de 46 kilómetros a lo largo de la costa. Ya se han construido unas 12 kilómetros y se espera que la construcción se acelere en 2023. El muro frente a la casa de Suhemi es una de las primeras piezas del proyecto, pero, como demuestra su experiencia, el muro costero es, en el mejor de los casos, una solución temporal.

      En la segunda fase del megaproyecto se construirá un "muro marino gigante" en la bahía de Yakarta. Incluirá una isla artificial de 32 kilómetros de largo con forma de pájaro, el Garuda, el símbolo nacional de Indonesia. La isla de 3000 hectáreas bloqueará las marejadas ciclónicas, pero también se supone que albergará oficinas y apartamentos, un depósito de agua, carreteras y vías de tren, así como instalaciones recreativas.

      Los críticos dicen que el Muro Marino Gigante obstruirá el flujo de los 13 ríos, convirtiendo la bahía de Yakarta en una gigantesca piscina de aguas residuales. Y como todo el megaproyecto no aborda la causa del hundimiento del terreno, acabará hundiéndose, afirma Parid Ridwanuddin, responsable de la campaña sobre el mar y la costa del Foro Medioambiental de Indonesia (Walhi). Cree que el Gobierno debería centrarse más en rejuvenecer las zonas costeras mediante la replantación de manglares y la restauración de las riberas de los ríos atestados de viviendas para que tengan un estado más natural.

      "Las formaciones de manglares han disminuido considerablemente a lo largo de las décadas", afirma Ridwanuddin, pasando de 10 kilómetros cuadrados a unos 0,2 en la actualidad. La estrategia del Gobierno, dice, incluyendo el Muro Marino Gigante, es "una solución temporal para un problema a largo plazo. Es otro proyecto caro".

      Tan caro (el coste total se ha estimado entre 20 000 y 58 000 millones de euros) que su futuro sigue sin estar claro. El Gobierno provincial aún no ha encontrado fondos suficientes para completar su parte del proyecto, el muro a lo largo de la costa. 

      El Muro Marino Gigante está todavía en fase de diseño. Los Países Bajos y Corea del Sur han prometido un total de unos 18 millones de euros entre ambos para el diseño y los estudios de viabilidad. Pero no se sabe de dónde saldrá la financiación para la construcción, ni el Gobierno ha anunciado una fecha para su inicio.

      El Gobierno indonesio planea construir su nueva capital en este lugar, un bosque de la industria papelera en la provincia de Kalimantan Oriental, en Borneo. Este es el aspecto del terreno en octubre de 2021; la construcción comenzará en agosto de 2022.

      Fotografía de Joshua Irwandi
      Fotografía de Joshua Irwandi

      La nueva capital de Indonesia 

      Por otro lado, la construcción de la nueva capital en Borneo debe comenzar este año y estar terminada en 2045.

      El Gobierno nacional quiere que sea una "ciudad global para todos", una ciudad inteligente y verde que actúe como centro de la industria, las empresas y la educación. El coste previsto de 35 000 millones de euros será financiado por el presupuesto nacional, empresas estatales e inversores privados. Según el Gobierno, Emiratos Árabes Unidos, China y Corea del Sur han expresado su interés en invertir.

      Pero las comunidades indígenas locales no están muy contentas con el plan. Temen que el proyecto destruya sus tierras, bosques y medios de vida. Las protestas han sido frecuentes en el último año.

      En Yakarta, en cambio, algunos celebran la decisión de trasladar la sede del Gobierno a Borneo, argumentando que aliviará las cargas de hacinamiento y contaminación de Yakarta. Simarmata, investigador de urbanismo, opina que "Yakarta debería someterse a un estricto programa de dieta, para renunciar a parte de su función urbana y dar más espacio a las zonas verdes". Desplazar al Gobierno sería un buen comienzo, dice.

      Henny Warsilah, investigadora del Centro de Sociedad y Cultura de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (BRIN), está de acuerdo.

      "Yakarta sólo perderá su condición de capital", dice. "Pero será una buena oportunidad para revitalizar la ciudad. La ciudad ya tiene algunas infraestructuras para alzarse como centro de negocios o de ocio".

      En cambio, Ridwanuddin considera que el traslado previsto de la capital no es más que "trasladar las crisis ecológicas a otro lugar".

      "Se deja que Yakarta se ahogue sin un plan claro para revitalizarla", dice.

      Cuando mudarse no es una opción

      A las comunidades vulnerables de la costa norte de Yakarta les importa poco la nueva capital. Para residentes como Suhemi y Astati, trasladarse a un lugar más seguro no es una opción.

      En el barrio Muara Angke de Astati, a pocos metros del puerto de Kali Adem, desde donde parten los turistas hacia las Mil Islas, el muro costero aún no ha llegado.

      "La inundación no se produce mensualmente, ni semanalmente, sino a diario", dice. A veces el agua sube hasta la altura del muslo, y cuando el pronóstico es malo, "suelo publicar un estado o un mensaje en un grupo de WhatsApp de la comunidad avisando a los residentes para que estén preparados".

      A principios de este año, los habitantes de Muara Angke tomaron cartas en el asunto: utilizaron escombros para elevar la carretera a lo largo de la costa aproximadamente un metro.

      Algunos residentes, como Astati, una mujer de 40 años que se gana la vida cultivando mejillones verdes, también levantaron los patios y los suelos de sus casas con cientos de kilos de conchas de mejillón. Las conchas son una forma barata de mantener el agua del mar fuera de la casa, dice, y permiten que drene rápidamente.

      "Lo único que queremos es dejar de preocuparnos por las inundaciones".

      Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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