La Gran mancha de basura del Pacífico rebosa vida
Un dinámico grupo de organismos, desde gelatinosas estrellas a laboriosos caracoles, prospera en el seno de una inmensa masa de restos flotantes.
El hermoso Glaucus atlanticus, conocido como dragón azul de mar, es una babosa marina que traga aire para mantenerse a flote, alimentándose de gelatinas que viven cerca de la superficie del océano. Se cubren de las células venenosas de sus presas, robándoles la capacidad de picar.
Mediante el análisis de muestras tomadas durante una travesía a nado de Hawái a California que ha batido récords, los científicos han descubierto que la Gran mancha de basura del Pacífico (el mayor cúmulo de desechos marinos flotantes del mundo) está rebosante de vida. Las criaturas que flotan cerca de la superficie, como los dragones de mar azules y las medusas marineras, inundan la basura en cantidades mucho mayores de lo que se creía hasta ahora.
Los nuevos hallazgos, detallados en la revista PLOS Biology, sugieren que partes del océano a menudo descartadas como depósitos de basura podrían ser focos biológicos pasados por alto. Rebecca Helm, autora principal del estudio y bióloga marina de la Universidad de Georgetown en Washington, D.C. (Estados Unidos), afirma: "Estos lugares que hemos estado llamando parches de basura son ecosistemas realmente importantes de los que sabemos muy poco".
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Qué vida hay entre la basura
La vida encontrada en la mancha es en su mayoría neuston, u organismos acuáticos que viven en la superficie. Muchos son de color azul por encima y blanco por debajo, un sombreado que probablemente les sirve de camuflaje frente a los depredadores de arriba y abajo, según Helm.
Janthina janthina, también conocido como caracol violeta, construye balsas de moco lleno de burbujas para mantenerse a flote.
Algunos ejemplos son las gelatinas botón azul con forma de flor que "brillan y palpitan, como estrellas", recuerda en Twitter, y los caracoles violeta, que "evitan ahogarse haciendo una balsa salvavidas de baba de caracol". El equipo también encontró dragones de mar azules, un depredador de las medusas carabela portuguesa. El dragón, un tipo de babosa marina, roba las células urticantes de la carabela portuguesa y "cubre su cuerpo con una armadura fabricada con las armas de su presa vencida", señala Helm.
Esta abundancia de vida "es realmente sorprendente, no sólo porque el plástico se considera generalmente poco beneficioso para la vida oceánica, sino también porque las concentraciones de nutrientes son muy bajas en la Gran mancha de basura del Pacífico Norte", afirma A.W. Omta, oceanógrafo de la Universidad Case Western Reserve de Cleveland (Estados Unidos), que no participó en este estudio.
Por ahora, no está claro cómo puede afectar esta mezcla de residuos y vida a los ecosistemas del resto del océano. Investigaciones anteriores han demostrado que tortugas marinas, aves marinas, peces y otros animales a veces tienen basura mezclada con neuston en sus intestinos, lo que sugiere que los animales están comiendo inadvertidamente los residuos junto con las presas.
La vida en la Gran mancha de basura del Pacífico flota como el plástico y probablemente se concentró en la zona por las mismas corrientes que depositaron la basura. Aunque los científicos se enteraron de la existencia de la mancha por la acumulación de plástico, "es probable que haya sido un ecosistema durante mucho tiempo: miles y posiblemente millones de años, mucho antes del plástico", afirma Helm. "Simplemente no lo vimos".
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Un baño en los libros de récords
Los océanos de la Tierra tienen cinco giros primarios, vórtices donde confluyen múltiples corrientes. En el mayor de ellos se encuentra la Gran mancha de basura del Pacífico, donde las aguas arremolinadas han concentrado enormes cantidades de residuos. La conocida como Mancha (parche o isla) de basura del Pacífico Norte puede contener hasta 1,8 billones de trozos de plástico con un peso aproximado de 80 000 toneladas métricas, repartidos por un área tres veces mayor que Francia, según la organización holandesa sin ánimo de lucro Ocean Cleanup.
El otro giro del hemisferio norte alberga la Gran mancha de basura del Atlántico Norte, que se solapa con el Mar de los Sargazos, un oasis para las criaturas que viven en la superficie. "Hace cientos de años que sabemos que el mar de los Sargazos es fundamental para la ecología del Atlántico Norte", afirma Helm. Esto les llevó a ella y a sus colegas a investigar si otros giros también eran ricos en vida.
Millones de toneladas de plástico entran en el océano cada año, y gran parte se acumula en los giros donde confluyen las corrientes.
Los científicos contaron con la ayuda del nadador de larga distancia Ben Lecomte, que nadó de Japón a Hawái en 2018 en un intento de convertirse en la primera persona en cruzar a nado el Océano Pacífico, objetivo que se vio frustrado cuando un tifón dañó su embarcación de apoyo. La basura que encontró en ese empeño le hizo querer cruzar a nado la Gran mancha de basura del Pacífico. En un viaje de 80 días en 2019, estableció el Récord Guinness de nado más largo a través del giro, cruzando 626 kilómetros.
Durante el nado de la isla de basura, la tripulación a bordo del buque de apoyo de 20 metros de Lecomte, el velero I Am Ocean, recogió muestras de vida flotante y basura diariamente, fotografiando 22 muestras de neuston. Helm y sus colegas utilizaron simulaciones por ordenador de las corrientes de la superficie oceánica para planificar la ruta de la expedición y guiarla hacia las regiones en las que se preveía un alto nivel de residuos flotantes.
Antes de que Lecomte y su tripulación entraran en la Gran mancha, las muestras de red del barco estaban casi vacías. Después de entrar, "vimos cantidades ingentes de vida en la superficie", dice Helm. "Hemos visto muchas fotos de plástico en la Gran mancha de basura del Pacífico, pero nunca habíamos visto fotos de vida allí".
La mayoría de los otros parches de basura "probablemente muestran patrones similares de abundancia de neuston, si las fuerzas impulsoras detrás de la creación de los parches son similares", dice Mark Gibbons, biólogo marino de la Universidad del Cabo Occidental en Bellville (Sudáfrica) que no participó en este trabajo.
Estos hallazgos sugieren que llamar a estos vórtices parches de basura puede ser erróneo. "Primero fueron y siempre serán ecosistemas", afirma Helm. "No me gusta la idea de nombrar un lugar por el impacto que tuvimos en él; creo que oscurece la realidad del lugar y toda la increíble vida que vive allí".
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Rebuscando en la basura
Confiar en esta expedición para investigar tenía sus limitaciones, señala Gibbons. "En circunstancias normales, enviaríamos un gran barco de investigación a la Gran mancha de basura del Pacífico Norte y tomaríamos muestras con redes, como hicieron aquí, pero luego conservaríamos las muestras, convenientemente fijadas y conservadas para investigarlas en el laboratorio", dice. En este estudio, la tripulación no pudo conservar las muestras.
Además, los neuston son organismos frágiles, lo que limitaba lo que las redes podían capturar con éxito y lo que los investigadores podían analizar, dice Gibbons. Y la mayoría de los neuston son transparentes, lo que dificulta su visión y captura, inclinando el estudio hacia los animales azules, más llamativos.
"Uno de los mayores interrogantes que nos quedan es saber exactamente cuán importante es el neuston para el ecosistema: ¿qué papel desempeña?". se pregunta Gibbons.
Futuras expediciones pueden ayudar a completar el cuadro, estudiando cómo responde la vida a los cambios de estación, por ejemplo. "Llegar al centro de los vórtices es una ciencia cara, pero importante", afirma Gibbons. "Quizá deberíamos poner boyas adecuadamente equipadas y hacer un seguimiento continuo".
Los científicos acaban de empezar a descubrir la extensión de estos ecosistemas, por lo que no se sabe del todo cómo les ha afectado la acumulación de basura. "No tenemos ni idea de cómo eran estos ecosistemas antes del plástico", afirma Helm. "Hará falta mucho trabajo detectivesco para averiguar qué está haciendo el plástico".
La abundancia de vida sugiere que los esfuerzos por atrapar la basura en estos giros podrían causar un daño incalculable. "Arrastrar enormes redes de pesca a la superficie podría tener un impacto masivo en la vida allí", dice Helm. "Podría crear un problema mucho mayor que el que ya tenemos con el plástico". En su lugar, los esfuerzos deberían centrarse en evitar que el plástico entre en el océano en primer lugar, señala.
Con más exploración e investigación, los científicos podrían encontrar aún más secretos dentro de estas masas de basura artificial. "Estas zonas de basura no son sólo zonas vacías donde se acumula la basura, sino que están repletas de vida", afirma Helm. "Realmente necesitamos observar esa vida más de cerca y averiguar cómo se conecta con el océano en general".
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.