El desarrollo residencial amenaza la supervivencia de uno de los mayores graneros de EE. UU.
Trabajadores inmigrantes de México recogen tomates cerca de la ciudad de Homestead, Florida. En la actualidad, alrededor del 16% de las tierras agrícolas de Florida están protegidas legalmente, pero los expertos afirman que se podría y se debería proteger mucho más.
No hay nada como saborear deliciosas fresas, tomates y pimientos verdes en invierno. Pero en Estados Unidos, gran parte de estos cultivos de invierno se producen en Florida, un estado en el que las tierras de cultivo están desapareciendo rápidamente.
Un nuevo informe de la Universidad de Florida ha revelado la magnitud de la amenaza. Más de 80 000 hectáreas (una superficie mayor que la de la ciudad de Madrid) dedicadas actualmente a la producción de frutas y hortalizas corren el riesgo de reconvertirse a otros usos en 2070.
Esto incluye el 20% de las hectáreas dedicadas a los cítricos, la mitad de las tierras para otros cultivos frutales, el 43% de las hectáreas de patatas y el 33% de las hortalizas frescas de mercado. Gran parte de esas tierras están amenazadas por el desarrollo residencial y comercial.
Gracias a su clima cálido, la riqueza de su suelo y la cantidad suficiente de sol y lluvia, Florida produce actualmente más de un tercio de las naranjas y pomelos de Estados Unidos, la mitad de los tomates frescos y una parte importante de los pimientos, sandías, fresas, maíz dulce y otros productos.
"En Estados Unidos, es uno de los únicos lugares que produce frutas y verduras frescas en invierno para abastecer a toda la nación", afirma Zhengfei Guan, economista agrícola de la Universidad de Florida que no participó en el informe pero ha estudiado la industria agrícola del estado.
La pérdida de tantas tierras de cultivo, prevista en numerosos condados de todo el estado, repercute en la disponibilidad generalizada y la seguridad de los productos de invierno, así como en la capacidad de EE. UU. para garantizar un suministro estable de alimentos.
La agricultura suele recibir un trato similar al de otros productos en lo que respecta a la política comercial, pero no debería ser así, afirma Guan.
"Podemos sobrevivir sin un iPhone, pero no sin alimentos. La seguridad alimentaria es de vital importancia para una nación soberana", afirma.
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Las tierras de pastoreo y arboricultura también están en peligro
Aproximadamente un tercio de las tierras del Estado se dedican actualmente a la agricultura, incluidas las explotaciones de frutas y hortalizas, así como cientos de miles de hectáreas dedicadas a viveros y explotaciones de árboles, pastos para el ganado y otros usos.
Según el informe, titulado Agriculture 2040/2070 y elaborado en colaboración con la organización sin ánimo de lucro 1000 Friends of Florida, en 2070 podría perderse un 20% de estas tierras, es decir, 800 000 hectáreas, a causa del desarrollo. Otras 16 500 hectáreas desaparecerán por el aumento del nivel del mar.
La pérdida de franjas de terreno agrícola acarreará problemas adicionales. Según los expertos, estas tierras filtran el agua potable, controlan las inundaciones, albergan fauna y flora silvestres y retienen carbono, lo que ayuda a mitigar los efectos del cambio climático.
El Gobierno estadounidense considera tan importante proteger las tierras de cultivo de las conversiones a usos no agrícolas que hace décadas aprobó una ley que garantizaba que las políticas federales no provocaran sin conocimiento que esto sucediera. Durante la pandemia de COVID-19, el Departamento de Agricultura de EE. UU. vigiló de cerca la cadena de suministro de alimentos del país para detectar escaseces críticas, y en 2022 anunció su deseo de proteger mejor el acceso a los alimentos, en parte mediante una mayor producción local.
Sin embargo, hay pocas leyes que impidan que las tierras de cultivo de Florida desaparezcan.
Bajo presión durante décadas
Muchas explotaciones agrícolas de Florida han sufrido presiones financieras durante tres décadas, desde que entró en vigor el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en 1994. Este pacto eliminó la mayoría de las restricciones comerciales entre EE. UU., Canadá y México.
Más que otros estados agrícolas, los productores de frutas y verduras de Florida se vieron especialmente afectados, al encontrarse de repente compitiendo con México, ya que ambos lugares producen cosechas similares en invierno. Las importaciones agrícolas de México se dispararon de menos de 3000 millones de dólares en 1990 a 33 000 millones en 2020, según muestra la investigación de Guan.
En parte, esto se debe a los costes laborales, ya que la recolección de frutas y verduras requiere mucha mano de obra y los trabajadores mexicanos cobran mucho menos que los estadounidenses.
Pero otra razón es que, durante años, los agricultores mexicanos recibieron un amplio apoyo financiero de su Gobierno, a pesar de que esta ayuda estaba prohibida por el TLCAN, según otro de los estudios de Guan. Especialmente problemáticas fueron las subvenciones para la construcción de invernaderos, una técnica de cultivo de interior que aumenta el rendimiento y ha permitido a México superar a Florida en la producción de tomates frescos.
Tras la renegociación del TLCAN en 2020 (ahora se llama Acuerdo Estados Unidos-México-Canadá, o USMCA), México ya no suscribe esta práctica. "Pero el daño ya está hecho", dice Guan.
Algunos productos importados contienen pesticidas peligrosos
Cuando la agricultura es menos rentable, los agricultores se ven más fácilmente tentados a vender sus tierras a promotores inmobiliarios, afirma Michael O'Brien, científico del Centro de Planificación de la Conservación del Paisaje de la Universidad de Florida que trabajó en el informe.
Esta demanda de suelo ya es intensa, con varios cientos de miles de nuevos residentes que acuden al estado cada año. Para 2070, se espera que la población del estado, que actualmente es de 22 millones de habitantes, aumente en 12 millones de personas.
No existe una solución milagrosa para alojar a todos los recién llegados, afirma Ernie Shea, presidente de la organización sin ánimo de lucro Solutions from the Land de Lutherville (Maryland), que colaboró con la Universidad de Florida en la elaboración del informe.
"Habrá compensaciones. Queremos asegurarnos de que la comunidad agrícola tiene un sitio en la mesa y es escuchada", afirma Shea.
Todo el mundo tiene interés en proteger las frutas y verduras del país. Los productos son tan abundantes en fibra dietética, vitaminas, minerales y fitoquímicos antioxidantes y otros agentes antiinflamatorios que su consumo se ha relacionado con la prevención de la diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares, ciertos tipos de cáncer, osteoporosis, enfermedades mentales y más.
"La gente debería llenar la mitad de su plato con frutas y verduras, pero la mayoría no lo hace", afirma Andrés Ardisson Korat, científico del Centro de Investigación sobre Nutrición Humana y Envejecimiento de la Universidad Tuft (en Massachusetts).
De hecho, sólo el 12% de los estadounidenses cumple actualmente los objetivos diarios de fruta y verdura recomendados por el Gobierno del equivalente de una taza y media a dos de fruta, y de dos a tres de verdura.
Dependiendo de cómo se almacenen y transporten, los productos importados suelen tener el mismo valor nutritivo que los cultivados en EE. UU. Pero algunos cultivos tienen más probabilidades de contener niveles más altos de pesticidas.
Un informe publicado en abril por Consumer Reports detectó residuos de pesticidas nocivos para la salud en el 20% de los productos de los que se tomaron muestras (varios cultivos nacionales, sobre todo arándanos y pimientos no ecológicos, también contenían cantidades peligrosas de estas sustancias químicas).
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Salvar las tierras de cultivo es una elección
Según Shea, que se cumpla el escenario más pesimista de la Universidad de Florida depende de las decisiones que tomen los Gobiernos federal, estatal y local.
En la actualidad, el 16% de las tierras agrícolas de Florida están legalmente protegidas, pero se podría proteger mucho más. El informe señala que la agricultura podría ser más rentable si se compensara a los propietarios por otros beneficios que aportan sus tierras, como el almacenamiento de agua que ayuda a controlar las inundaciones o el hábitat de la fauna silvestre que protege a las aves y otras especies.
Cuando hay que urbanizar tierras de cultivo, hay que hacerlo de forma que se protejan las explotaciones cercanas.
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"La fragmentación de las tierras de cultivo es un problema enorme, ya que tiene que haber una cierta masa crítica en una zona para que las infraestructuras, como las instalaciones de transformación, se sitúen cerca. Si un condado pierde esa masa crítica, la agricultura se vuelve inviable", afirma O'Brien.
Evitar la fragmentación es la razón por la que las comunidades de Florida han separado tradicionalmente las zonas agrícolas de las viviendas, como en la reserva agrícola designada del condado de Palm Beach y el límite de desarrollo urbano del condado de Miami-Dade. En los últimos años, estas zonas, como muchas otras del estado, han sufrido la presión de los promotores inmobiliarios.
Las comunidades también pueden desarrollarse de forma que aumente la densidad, por ejemplo agrupando viviendas multifamiliares en lugar de construir viviendas unifamiliares en grandes parcelas. Según el informe, este planteamiento ahorraría muchas hectáreas.
Sean cuales sean las soluciones que finalmente se acuerden, no deben retrasarse las medidas para proteger la agricultura, afirma Guan.
"Una vez que la tierra de cultivo se convierte en un barrio, no puede volver atrás. Si se pierden tierras de cultivo, desaparecen", afirma.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.