La otra amenaza de los incendios forestales: el humo y su capacidad para destrozar la vida en los lagos

Los incendios de California alteran los ecosistemas lacustres, y los lagos de montaña como Tahoe pueden ser especialmente vulnerables.

Por Stefan Lovgren
Publicado 27 ago 2024, 13:59 CEST
Echo Summit durante el incendio de Caldor de 2021

En el incendio de Caldor de 2021, los bomberos protegieron estructuras en Echo Summit (en la imagen), cerca de una importante carretera que sale de la cuenca del Tahoe. El fuego ardió muy cerca de las orillas del lago Tahoe.

Fotografía de Lynsey Addario, Nat Geo Image Collection

Es posible que ni durante un día despejado en las playas del lago Tahoe (en Estados Unidos) los visitantes de las aguas cobalto del mayor lago alpino de Norteamérica sean capaces de ver ni una señal del humo de los incendios forestales que asolan gran parte de California, en lo que se perfila como una de las peores temporadas de incendios de la historia del estado.

Históricamente, los incendios forestales no se han considerado una gran amenaza para lagos como el Tahoe; al fin y al cabo, el fuego y el agua no se llevan bien. Los esfuerzos por "Mantener Azul el Tahoe" [Keep Tohoe Blue], como rezan las omnipresentes pegatinas de la zona, se han centrado principalmente en los efectos del turismo de masas.

Columnas de humo de los incendios Carr y Ferguson en California en una imagen tomada desde la Estación Espacial Internacional en 2018. El humo llenó gran parte del valle de Sacramento, y los turistas del lago Tahoe informaron de que habían tenido que cancelar sus vacaciones debido a la niebla asfixiante.

Fotografía de Alexander Gerst, European Space Agency via The New York Times

Ahora, una oleada de nuevas investigaciones ha empezado a poner de relieve la conexión entre los lagos y los incendios forestales o, más concretamente, con el humo que producen los incendios. Estudios recientes revelan que los lagos de California (y, de hecho, los de toda Norteamérica) están cada vez más expuestos al humo de los incendios forestales, a intensidades mucho mayores y durante periodos más prolongados que hace unos pocos años.

Aún no está claro lo que esto significará para los lagos, pero la comunidad científica advierte de que las repercusiones podrían ser importantes. El aumento del humo puede alterar las condiciones de luz y temperatura en los lagos, provocando alteraciones en las redes tróficas y los flujos de energía del ecosistema. Además, la ceniza rica en nutrientes depositada en los lagos podría estimular el crecimiento de algas nocivas.

"Podría cambiar ecosistemas enteros", afirma Sudeep Chandra, director del Global Water Center de la Universidad de Nevada, que ha estado al frente de los esfuerzos de investigación.

Chandra y otros investigadores señalan que los lagos ya se encuentran entre los hábitats más vulnerables de la naturaleza: algunos, como el de Tahoe, están sometidos a una enorme presión por el turismo y la construcción, y otros muchos sufren la pérdida de biodiversidad, la invasión de especies y los efectos del cambio climático. "El humo de los incendios forestales supone otra gran amenaza para los lagos", afirma Chandra.

En Estados Unidos, California es uno de los estados más afectados por el cambio climático: los incendios forestales se han vuelto más frecuentes y destructivos en todo el estado. Sólo este año, los incendios han calcinado una superficie cuatro veces superior a la media de los últimos cinco años.

Para estudiar las repercusiones del cambio climático en los lagos, los científicos se han centrado hasta ahora en cuestiones como la reducción de las acumulaciones de nieve, es decir, la cantidad de nieve comprimida que se derrite y se desliza por arroyos, ríos y lagos en primavera. Hace relativamente poco que los investigadores han empezado a analizar el impacto del humo de los incendios forestales en los lagos, utilizando datos de teledetección y satélite para cuantificar el problema.

Los resultados son sorprendentes. Por ejemplo, ha habido años en los que algunos lagos de California han estado expuestos al humo hasta dos meses. Y no son sólo los lagos de California, o incluso del oeste de Estados Unidos, los que se ven afectados. Según un estudio reciente publicado en Global Change Biology, casi todos los lagos de Norteamérica vivieron al menos un "día de humo" (en el que se puede ver humo en el aire) al año entre 2019 y 2021, y casi el 90% de todos los lagos soportaron más de 30 días de este tipo.

"El humo se ha vuelto más omnipresente y extremo que en el pasado, e incluso los lagos en regiones que normalmente no experimentan incendios forestales ahora están sintiendo los efectos", dice Mary Jade Farruggia, estudiante de posgrado de ecología en la Universidad de California y autora principal del estudio.

Aún no se conocen del todo las consecuencias de esta exposición al humo. Pero el humo afecta a muchos de los factores clave, como la luz, la temperatura y los depósitos de nutrientes, que también impulsan procesos lacustres fundamentales. El humo espeso puede bloquear la luz solar, lo que a su vez puede enfriar el agua, reducir la fotosíntesis y ralentizar la respiración celular, lo que significa que las plantas acuáticas y los microbios producen energía más lentamente.

La ceniza que cae en los lagos añade nutrientes como nitrógeno y fósforo al ecosistema.  Las algas se alimentan de estos nutrientes, y el alimento extra altera los ciclos normales de nutrientes (llegando incluso a tener efectos dominó en la cadena alimentaria). Cuando las cenizas se depositan en los lagos, su impacto depende de su composición y origen.

Durante el incendio de Caldor de 2021, ardieron grandes zonas alrededor y dentro de la cuenca del Tahoe, exponiendo el lago a días de humo y ceniza. Los investigadores descubrieron que el humo más cercano a la fuente de ese incendio (que contenía ceniza más pesada) causó menos crecimiento de algas en el lago Tahoe del que causó la ceniza más fina, que en realidad puede contener más nutrientes clave (y que se depositó más lejos del incendio). "Esto demuestra que no todo el humo es igual", afirma Chandra.

Los numerosos lagos de montaña de California, que suelen tener pocos nutrientes, pueden ser especialmente vulnerables a grandes afluencias de ceniza rica en nutrientes. "Cualquier adición puede significar duplicar o triplicar la cantidad de nutrientes [en los lagos de montaña], y eso puede realmente puede alterar estos frágiles ecosistemas", afirma Janice Brahney, biogeoquímica medioambiental de la Universidad Estatal de Utah.

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    Las nubes de humo del incendio Mosquito cubrieron el lago Tahoe en 2022. El bloqueo de la luz ultravioleta es una de las formas en que los investigadores creen que el humo de los incendios forestales podría estar afectando a los ecosistemas lacustres.

    Fotografía de Ty O'Neil, SOPA Images, Sipa USA

    Sin embargo, según Adrianne Smits, ecóloga de ecosistemas acuáticos de la Universidad de California, el factor más determinante de la respuesta de un lago a la exposición al humo puede ser su tamaño. "Los lagos pequeños son más sensibles y reactivos a las perturbaciones de cualquier tipo", afirma.

    Un pequeño lago de montaña muy estudiado es el Castle Lake, situado en las montañas Shasta del norte de California. Los investigadores han monitorizado el lago tanto en años llenos de humo como en años despejados. En 2018, el humo cubrió el lago durante 55 días seguidos, y las temperaturas del agua del lago se enfriaron conserablemente. Además, el humo también redujo la luz ultravioleta, que normalmente limpia la parte superior de un lago, y aumentó los niveles de algas en aguas poco profundas.

    La superficie del lago Castle sólo abarca 19 hectáreas, frente a las 50 000 hectáreas del lago Tahoe. Este año, la capa de aire del lago (es decir, la zona desde la que los contaminantes pueden llegar a la superficie del lago) ha vuelto a estar cubierta de humo de forma intermitente, aunque gran parte del humo del incendio de Park Fire (el más grande de la temporada) se desplazó hacia el noreste, alejándose de las montañas Shasta.

    Los investigadores afirman que el cambio de las condiciones de luz en los lagos también puede afectar al comportamiento de los peces, incluida la alimentación de algunas especies. "Las truchas y los salmones son depredadores visuales que necesitan luz para cazar", explica Chandra. "Si esa luz disminuye por la cobertura de humo, los peces podrían tener que desplazarse a nuevas zonas del lago".

    Con muchos de los sistemas de agua dulce de California (algunos muy modificados por desvíos y presas) ya sometidos de por sí a presiones extremas, la amenaza del aumento del humo de los incendios forestales supone un factor de estrés adicional.

    Sin embargo, dado que la atención se centra principalmente en los efectos del humo de los incendios forestales sobre la salud humana, la concienciación sobre esta amenaza medioambiental puede resultar difícil. "Es una cuestión que aún no ha llegado al ámbito político", afirma Patrick Wright, que dirige el Grupo de Trabajo sobre Resistencia Forestal y a los Incendios Forestales de California [California Wildfire and Forest Resilient Task Force]. Pero, añade: "El hecho de que algunos de nuestros ecosistemas más preciados estén en peligro es, obviamente, un problema muy grave".

    La clave, sostiene Wright, es no abordar los problemas de forma aislada. "Se nos recuerda constantemente que todo está conectado", afirma. "Tenemos que considerar las cuencas hidrográficas, los ecosistemas y los bosques en su conjunto, y tratarlos de forma holística. La cuestión del humo añade otro nivel de urgencia a ese esfuerzo".

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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