Josh West y la contribución del agua a la vida en el Amazonas
Puerto Maldonado, Perú, julio de 2023. Retrato del National Geographic Explorer y profesor, Josh West, trabajando en la región de Madre de Dios, una zona afectada por la minería de oro artesanal.
A estas alturas, el National Geographic Explorer, Josh West, tiene una gran comprensión del papel de los matices cuando se trata de los procesos de la naturaleza y, en consecuencia, cuando se trata de proponer soluciones a los problemas ambientales. Incluso las operaciones aparentemente sencillas del mundo natural se basan en capas de variables interdependientes. El ritmo se ve en el ciclo de vida de una sola gota de lluvia.
"Una vez que el agua cae en forma de lluvia sobre la superficie de la Tierra, comienza esta increíble vida pasando a través de suelos, rocas y vegetación, antes de regresar a la atmósfera", dice West. "Todavía hay mucho que entender sobre esa vida oculta del agua, especialmente en un lugar como el Amazonas, donde es tan vital para los ecosistemas, e incluso para el ciclo global del agua".
En la espesa selva amazónica, los árboles aguantan una evapotranspiración a un ritmo como en ningún otro lugar de la Tierra. Las raíces absorben agua que finalmente se expulsa de vuelta a la atmósfera, miles de millones de toneladas cada día. Finalmente, legiones de gotas forman una especie de río en el cielo. La corriente invisible pero poderosa alcanza un punto de saturación y la lluvia vuelve a caer hasta el suelo. Algunas se escabullen bajo tierra para que la vegetación vuelva a beber, y otras se escurrirán rápidamente por el suelo arcilloso y de baja permeabilidad, mezclándose con arroyos y ríos.
El viaje de una sola gota de lluvia en esta fábrica de reciclaje de humedad "es un microcosmos de lo que está sucediendo a nivel mundial", dice West.
Durante décadas, West, geólogo, investigador y educador, ha estado estudiando cómo se desarrolla la topografía de la tierra y prepara el escenario para el viaje del agua a través de los suelos y la vegetación. En la Amazonía peruana, donde West ha pasado muchos años, la interacción entre paisajes, bosques y agua es especialmente vital para mantener el ecosistema, que alberga al menos una décima parte de las especies del planeta.
En colaboración con sus colegas exploradores Jennifer Angel-Amaya, Hinsby Cadillo-Quiroz y estudiantes de ciencias de la tierra en la Universidad del Sur de California (Estados Unidos), West investiga el destino y las consecuencias del agua en el Amazonas, estudiando sus caminos desde la gota de lluvia hasta el flujo del río, cuándo y cómo la vegetación usa el agua en el camino y las formas en que los arroyos y ríos transportan carbono y nutrientes.
Los cambios ambientales naturales y causados por el hombre pueden detener o acelerar el flujo de agua, redefinir el camino que toma y, por lo tanto, transformar el mapa de los nutrientes que sustentan la vida que proporciona.
El Amazonas es un entorno de estudio único. Las raíces de las plantas reabsorben la lluvia fresca y la bombean de vuelta a la atmósfera en cantidades notables. Algunos estudios científicos sugieren que este sistema tiene efectos globales de gran alcance sobre las precipitaciones y la temperatura de la Tierra.
"Hay muchas conexiones diferentes en el sistema climático", destaca West. Con los sistemas de modelización climática, "se puede sacar la Amazonía y ver cómo responden los modelos, pero hay muchos otros pequeños eslabones que hay que tener en cuenta", explica. "Obtener la respuesta correcta depende de comprender adecuadamente los detalles del ciclo del agua en la actualidad", añade. Matices.
Durante años, los cimientos de este sistema hidrológico equilibrado —el suelo amazónico y su dosel— han ido desapareciendo gradualmente. Los expertos han advertido que la Amazonía se está acercando a un punto de inflexión debido al estrés de la deforestación, el cambio climático y las sequías severas. Sin embargo, no se conoce bien la magnitud de las amenazas individuales y el papel que desempeñan en la contribución al deterioro de la Amazonía. Comprender las implicaciones de arrancar las raíces del suelo y el suelo de la Tierra, es un área en la que West y sus colegas están trabajando para llenar un vacío.
Vista aérea de la región peruana de Madre de Dios, dónde West y sus compañeros están explorando el legado medioambiental de la minería de oro artesanal y su relación con la contaminación por mercurio para ingeniar soluciones escalables innovadoras para atajar el deterioro del ecosistema y divulgar estrategias para mejorar el cuidado de la tierra.
Soluciones basadas en la naturaleza
Desde 2022, West, Angel-Amaya (geóloga especializada en el ciclo de los metales potencialmente tóxicos) y Cadillo-Quiroz (microbiólogo que intenta revivir los suelos amazónicos) han trabajado en equipo en la expedición Amazónica de National Geographic y Rolex Perpetual Planet. El viaje científico y narrativo de varios años abarca toda la cuenca del río Amazonas, desde los Andes hasta el Atlántico.
Para su proyecto, el trío está explorando tres sitios en la región amazónica de Madre de Dios, en Perú, para comprender en detalle el impacto de la deforestación y la minería en la calidad del agua. Están utilizando técnicas nunca antes aplicadas a la Amazonía post-minera para iluminar cómo el flujo de agua, desde los estanques mineros visibles hasta la humedad oculta en los suelos, se transforma como resultado de la minería, y lo que esos cambios significan para la contaminación por mercurio y las emisiones de gases de efecto invernadero.
El suelo de absorción lenta se convierte en arena una vez que se mina. El ritmo del flujo de agua, y el tiempo que el suelo tiene para absorber los nutrientes que transporta el agua, está acelerado. "En las zonas mineras, [el agua] se mueve muchos órdenes de magnitud más rápido que en los suelos naturales. Si te imaginas que el agua cae sobre la arena, simplemente se filtra", explica.
Utilizando estudios de resistividad eléctrica, permeabilidad y herramientas de medición de infiltración, West y los estudiantes involucrados en la expedición han podido "mirar dentro del mundo oculto del agua bajo nuestros pies", dice West. Esta parte del estudio está dirigida por los estudiantes.
Hasta ahora, los resultados muestran cómo el agua se mueve a través de la tierra firme natural a cuentagotas. El proceso puede, y debe, llevar horas. A través de la arena que queda tras el paso de la minería, el agua cubre la misma distancia en unos cinco minutos.
West y sus colegas piensan que estas diferencias pueden ser críticas para el rebrote de la vegetación y el éxito de los esfuerzos de reforestación. Debido a que el agua fluye tan rápidamente a través de la arena, es posible que no esté disponible para las plantas, dejando "zonas muertas altas y secas" en todo el paisaje.
Los exploradores de National Geographic Josh West, Jennifer Angel Amaya y Hinsby Cadillo-Quiroz investigan el sedimento de un estanque en la región de Madre de Dios, un área que sufre el impacto de la minería artesanal de oro.
El National Geographic Explorer Josh West hace mediciones en un estanque en la región de Madre de Dios, un área que sufre el impacto de la minería artesanal de oro.
Incluso en las zonas de rebrote forestal, "el legado de la actividad minera sigue teniendo su huella en el suelo una década o más después", subraya West. Los cráteres mineros se pueden ver desde el espacio y, a diferencia de otros procesos que se comen el dosel del bosque, la agitación de la tierra no se puede revertir fácilmente.
"Si la deforestación fuera quemar una casa, la minería sería también desenterrar los cimientos". Eso significa que es poco probable que las mismas especies vuelvan a brotar aquí, incluso si se protegen y se les da la oportunidad, teniendo en cuenta los cambios en la composición del suelo.
West y sus colegas plantean la hipótesis de que las áreas mineras en la Amazonía no volverán a lo que había antes, sino que tendrán un futuro inexplorado determinado por su nuevo paisaje único. Se necesitan mejores estrategias de reforestación con unos cimientos que se están transformando.
El equipo ha comenzado a probar un enfoque innovador y alternativo, utilizando soluciones basadas en la naturaleza, como plantar especies de palmeras resistentes que prosperan en condiciones arenosas y pobres en minerales. La esperanza es fomentar un crecimiento similar al de los humedales que pueda reiniciar los procesos biológicos, desde el almacenamiento de carbono hasta la regeneración del suelo, la fertilidad y la retención de microbios y nutrientes.
Si los experimentos a escala de prueba, que involucran más de 1000 palmeras, resultan exitosos, el equipo aumentará significativamente su colaboración con las comunidades locales para supervisar la restauración a largo plazo del ecosistema y facilitar la reactivación de la vida basada en el bosque y las funciones asociadas.
Contar con un futuro sin minería no es probable, con tantos medios de vida que dependen de la industria. Sin embargo, hacer que la industria del oro sea más verde, como señala West, es una forma sostenible de avanzar.
A riesgo de sonar controvertido, West explica que un paseo por la tierra post-minada a veces no es el "infierno apocalíptico" que la gente podría imaginar. Hay señales claras de que la tierra está marcada y, sin embargo, "se ven huellas de jaguar, se ven tortugas en los estanques mineros y toda la vida silvestre que está asociada con la Amazonía. Todavía son capaces de vivir", describe West con cautela. "Esto da cierta esperanza para el futuro de estas áreas devastadas por la minería, pero solo podemos ayudar a trazar ese futuro si realmente entendemos este panorama completamente nuevo", añade.
Con el contexto, "puede parecer apocalíptico, especialmente donde la minería está activa", reconoce. Existe la dicotomía de la vida silvestre que emerge al atardecer para explorar un sistema acuático, que ha sido desgarrado. La vida sigue. Es una prueba de la resistencia de la naturaleza, aunque esto no debería eclipsar la realidad de que el sistema está sobrecargado. "Hay mucho potencial y mucha resiliencia. Para mí, es solo una pregunta como: '¿Hasta dónde podemos llevar esa resiliencia antes de que se rompa?'".
Los exploradores Josh West, Hinsby Cadillo-Quiroz y Jennifer Angel-Amaya usan y combinan sus conocimientos y experiencia para ilustrar una imagen holística del paisaje transformado por las actividades antropogénicas en la región de Madre de Dios en Perú.
West lleva alrededor de dos décadas trabajando en la Amazonía. A través de su experiencia, ha sido testigo de la lenta degradación del paisaje a lo largo de los años. Esto lo obligó a comprender las causas subyacentes y explorar posibles soluciones, como un nuevo enfoque de restauración para reequilibrar este entorno crítico.
Como estudiante de doctorado a principios de la década de 2000, West trabajó en las formas en que el agua que fluye sobre y a través del suelo absorbe el carbono de la atmósfera, al reaccionar con las rocas y al arrastrar los desechos de las plantas a los ríos. Estos procesos ocurren rápidamente en las montañas, como los Andes, pero más lentamente en las zonas bajas, como la Amazonía. El estudio de este contraste entre los Andes y el Amazonas llevó a West a esta región, donde llegó a apreciar la importancia más amplia del "agua subterránea oculta" en este sistema natural.
Él y sus colegas continúan trabajando en la identificación de las huellas dactilares del agua que los árboles usan en este entorno de tierras bajas y sus implicaciones en los sensibles que podrían ser estos sistemas al cambio climático. Además del Amazonas, la investigación de West lo ha llevado al Himalaya, Alaska y más allá para trabajar en los paisajes, el carbono y el agua.
"Tenemos mucho que aprender de los cambios catastróficos que transforman la superficie de la Tierra. Ya sean catástrofes naturales como deslizamientos de tierra o las transformaciones causadas por el hombre, como el deshielo acelerado del permafrost y la minería en la Amazonia", dice West.
West formó parte de un equipo que identificó y cartografió casi 60 000 deslizamientos de tierra causados por el terremoto de 2008 en Wenchuan, China. Ha rastreado cómo las tormentas y los ríos transportan el carbono. Ha investigado lo que sucede cuando un desastre lo destruye.
"El mundo está lleno de muchas maravillas, y nosotros solo tenemos un número limitado de ellas", se maravilla West. A la pregunta de qué le atrajo de las ciencias de la tierra, profundiza en la finitud de todo. "Pienso mucho en la majestuosidad de esta selva. Incluso si colonizamos Marte, no va a haber una selva amazónica en Marte", señala.
Una comprensión más profunda del funcionamiento interno de estas maravillas es un paso hacia un mejor cuidado de ellas, continúa West: "Tenemos que entender cómo funciona la naturaleza si queremos entender cómo ser administradores de las maravillas naturales que tenemos en nuestro planeta".
ABOUT THE WRITER
For the National Geographic Society: Natalie Hutchison is a Digital Content Producer for the Society. She believes authentic storytelling wields power to connect people over the shared human experience. In her free time she turns to her paintbrush to create visual snapshots she hopes will inspire hope and empathy.
SOBRE EL ESCRITORA
Para la National Geographic Society: Natalie Hutchison es productora de contenido digital de la Sociedad. Cree que la narración tiene el poder de conectar a las personas a través de la experiencia humana compartida. En su tiempo libre, recurre a su pincel para crear instantáneas visuales que espera inspiren esperanza y empatía.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.