El iceberg más grande del mundo está a punto de chocar con un santuario vital de pingüinos

Este 'megaberg' es de un tamaño equivalente a seis veces la ciudad de Madrid y pesa un billón de toneladas. Podría detenerse cerca de Georgia del Sur, un refugio vital para la fauna.

Por Melissa Hobson
Publicado 30 ene 2025, 10:52 CET
Iceberg A23a flotando en el océano austral

Una imagen de dron muestra el A23a flotando en el océano austral. El enorme iceberg se desprendió de la Antártida en 1986, pero sólo recientemente comenzó a virar hacia Georgia del Sur.

Fotografía de Photographer Andrew Miller, Capture North Studios

Un enorme iceberg conocido como A23a se dirige hacia Georgia del Sur: una remota isla del sur del océano Atlántico, repleta de focas y pingüinos.

La enorme estructura, denominada megaberg, pesa un billón de toneladas, y ha estado atascada en el océano durante casi 40 años. Pero ahora se ha puesto en marcha. 

Aunque se arrastra a menos de dos kilómetros por hora, algunos expertos están preocupados por su posible impacto en un refugio de vida salvaje en concreto.

¿Cómo se desprendió el iceberg, cómo podría afectar a las poblaciones de pingüinos y focas? ¿Está esto relacionado con el cambio climático? Aquí tienes todo lo que necesitas saber.

Vistá satélite del iceberg A23a

Visto por satélite el 28 de noviembre de 2023, el A23a estuvo atascado en el fondo marino durante décadas. El enorme iceberg se detuvo en aguas poco profundas.

Fotografía de Wanmei Liang, Using MODIS data from NASA

¿De dónde procede el A23a?

En 1986, el iceberg A23a (denominado secuencialmente en función del cuadrante antártico en el que fue visto por primera vez) se desprendió de la plataforma de hielo Filchner. El desprendimiento de icebergs es el proceso natural por el que los icebergs se desprenden de la plataforma de hielo, algo que ocurre constantemente.

El A23a destaca por su tamaño: "varias decenas de kilómetros de longitud y unos cientos de metros de profundidad", explica Martin Siegert, científico polar de la Universidad de Exeter (Reino Unido). "No es raro, no es antinatural, pero es inusual porque es muy grande; muy, muy grande", explica.

Con algo más de 3600 kilómetros cuadrados, el A23a podría ocupar el espacio actual de las ciudades estadounidenses de Nueva York, Los Ángeles y Houston juntas (o lo que es lo mismo, tiene el tamaño equivalente a seis ciudades de Madrid). Debido a sus épicas proporciones, el monstruo "se atascó casi inmediatamente" en el lecho marino alrededor de la plataforma continental, que era demasiado poco profunda para que su quilla pasara por encima, dice.

"Permaneció allí hasta aproximadamente 2020", explica Andrew Meijers, director científico del programa de océanos polares del British Antarctic Survey [Prospección Antartica Británica]. El iceberg se fue derritiendo poco a poco y fue azotado por los vientos y las corrientes oceánicas a medida que los trozos de hielo caían al agua. Finalmente, se liberó hacia el océano profundo.

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      Colonia de pingüinos rey durante el amanecer en la bahía de Saint Andrews

      Una colonia de pingüinos rey durante el amanecer en la bahía de Saint Andrews, en Georgia del Sur. La bahía alberga una de las mayores colonias de pingüinos del mundo.

      Fotografía de Timothy Laman, Nat Geo Image Collection

      En abril de 2024, volvió a atascarse, dando vueltas en una columna Taylor, "un fenómeno oceanográfico en el que la rotación del agua sobre un monte submarino atrapa objetos que flotan sobre él", según el British Antarctic Survey.

      Tras liberarse en diciembre, ahora viaja a lo largo de la corriente circumpolar antártica. "Es la corriente más fuerte de la Tierra", explica Meijers.

      "Se dirigirá más o menos en línea recta hacia Georgia del Sur", añade Meijers. Este paraíso natural alberga focas peleteras, albatros y pingüinos papúa, entre otros.

      En su trayectoria actual, el A23a dará un giro brusco en la corriente. "El iceberg pesa un billón de toneladas, por lo que no gira sobre sí mismo", afirma. Si se excede, podría encallar en aguas poco profundas hasta que se derrita lo suficiente como para seguir moviéndose o romperse. "Cualquiera sabe lo que podría hacer", afirma.

      Encallar cerca de la plataforma continental poco profunda próxima a Georgia del Sur podría bloquear las rutas entre las zonas de alimentación y cría de muchas colonias de pingüinos y focas. Esta interrupción "obliga a los adultos a nadar más lejos, quemar más energía y, básicamente, traer de vuelta menos", dice Meijers  (lo que resulta en una mayor mortalidad) y potencialmente empeorar el impacto de la gripe aviar en focas y pingüinos.

      El momento es importante. "En octubre, los pingüinos deciden dónde van a anidar", explica Maria Vernet, ecóloga marina del Instituto Scripps de Oceanografía de la Universidad de California (Estados Unidos). Un iceberg enorme y escarpado, "más parecido a un edificio de apartamentos", es una amenaza mayor cuando los huevos y los polluelos están en el nido y dependen totalmente de sus padres.

      Un elefante marino descansa en la hierba de tusset

      Un elefante marino descansa en la hierba de tusset, rodeado de pingüinos papúa. El Georgia del sur es un paraíso para los mamíferos marinos y las aves marinas.

      Fotografía de Keenpress, Nat Geo Image Collection

      "Pero para febrero, todos esos polluelos deberían haber salido del nido" y podrán buscarse la vida por sí mismos, afirma.

      Hay otros impactos potenciales.

      En 2000, el iceberg B15 se desprendió de la plataforma de hielo de Ross y actuó "como un escudo", dice Vernet, reduciendo la cantidad de luz que podía penetrar en el océano y disminuyendo el crecimiento del fitoplancton, que forma la base de la red alimentaria.

      Por otro lado, al derretirse, el iceberg deposita el hierro que ha recogido de la trituración del lecho marino y agita las aguas profundas, llevando nutrientes ricos a la superficie. Esto favorece la proliferación de plancton, "que atrae al krill, que a su vez sustenta prácticamente todo en el Océano Austral", explica Meijers.

      "Los icebergs a la deriva generan un pequeño ecosistema con ellos", afirma Vernet. Si acerca el krill a las colonias, los pingüinos se darán un festín.

      "La corriente oceánica es una serie de remolinos complejos e interconectados", dice Siegert. "El flujo medio va en una dirección determinada, pero es realmente complicado", lo que hace casi imposible predecir hacia dónde derivarán los icebergs.

      Varios icebergs han seguido un camino similar: en 2004, el A38 encalló en la plataforma continental de Georgia del Sur con impactos catastróficos para la fauna, el A68 se derritió y no llegó a Georgia del Sur en 2020-2021 y, en 2023, el A76 se rompió en trozos más pequeños en las aguas que rodean la isla.

      Si el A23a se rompe, podría ser peligroso para los barcos que navegan por el traicionero Océano Austral. "Es el océano más tormentoso y desagradable del mundo", afirma Siegert. Es fácil rastrear una placa de hielo del doble del tamaño de Londres, pero seguir una serie de icebergs más pequeños es mucho más difícil. Además, estos pueden volcar de repente.

      Un polluelo de albatros errante bate las alas en un nido de tussock grass

      Un polluelo de albatros errante bate las alas en un nido de tussock grass. Un inmenso iceberg podría separar a los animales de las zonas de alimentación. Cuando esto ocurre, los polluelos jóvenes que no pueden cazar por sí mismos son los que más sufren.

      Fotografía de John Eascott and Momaatiuk, YVA, Nat Geo Image Collection

      ¿Está el cambio climático creando más icebergs gigantes?

      Este iceberg "no es algo necesariamente provocado por el hombre, un problema climático; no es eso", dice Siegert. "Hay montones de icebergs desprendiéndose todo el tiempo", explica.

      Pero ayuda a poner de relieve los problemas climáticos de la región. "La Antártida está experimentando una pérdida de masa debido al calentamiento global y a la quema de combustibles fósiles", afirma. Las capas de hielo de Groenlandia y la Antártida están perdiendo hielo seis veces más rápido que hace 30 años.

      "Ha habido una aceleración en la pérdida del número de icebergs", dice Meijers. "Los grandes desprendimientos de icebergs son importantes, pero gran parte ocurre en trozos mucho más pequeños".

      No es difícil alterar estos ecosistemas vulnerables, y a Siegert le preocupan las consecuencias de la pérdida de hielo de la Antártida. "Se trata de un entorno frágil", afirma.

      El deshielo de la Antártida tiene un efecto dominó mundial. El océano Antártico ayuda a regular el clima mundial absorbiendo calor y carbono, pero el calentamiento de las aguas dificulta esta tarea. El deshielo también provoca el aumento del nivel del mar. "Hay dos metros de aumento del nivel del mar bloqueados. No hay nada que podamos hacer", dice Meijers.

      Para Georgia del Sur, una cosa es segura. "Definitivamente va a cambiar las cosas pero es demasiado pronto para saber si será positivo o negativo para el ecosistema", añade Vernet.

      Siegert aporta una lectura más curiosa o, al menos, relajada: "Desde una perspectiva científica bastante fría y objetiva, en realidad es un fenómeno bastante interesante".

      Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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