
¿Podrá esta novela gráfica cambiar la opinión del planeta sobre el clima? En Francia, lo ha hecho
Foto infrarroja de una llamarada de gas de una refinería de petróleo a las afueras de la ciudad de Shushufindi. Shushufindi, Ecuador
Jean-Marc Jancovici es un espécimen poco común: un empollón del clima y la energía que además es una especie de estrella del rock. A principios de la década de 2000, este autor y consultor de ingeniería francés ideó un sistema de contabilidad del carbono que ahora utilizan ampliamente las empresas europeas para hacer un seguimiento de sus emisiones de gases de efecto invernadero. Al mismo tiempo, empezó a dar conferencias sobre el cambio climático, cuyos vídeos se hicieron virales en Francia y acabaron llamando la atención de Christophe Blain, escritor de novelas gráficas, que invitó a Jancovici a colaborar en un libro.
Le Monde sans Fin [El mundo sin fin, en español], publicado en octubre de 2021, explica las tesis generales de Jancovici: por qué no será fácil abandonar los combustibles fósiles y por qué y cómo debemos hacerlo de todos modos. Se convirtió en el libro más vendido en Francia en 2022, con más de un millón de ejemplares. Ese mismo año se publicó en español.
Hace poco visité a Jancovici en su despacho de París para hablar del libro y de por qué ha calado tan hondo entre los lectores. Nuestra conversación ha sido editada por cuestiones de extensión y claridad.
En Francia, usted se hizo popular por compartir información sobre el cambio climático y la energía, lo que ahora podríamos llamar un influencer. ¿Cómo y cuándo asumió este papel?
Por casualidad, básicamente. Me formé como ingeniero. Nos dedicábamos a las telecomunicaciones y la informática, y eso es lo que había estado haciendo durante, digamos, 10-15 años, entre mediados de los 80 y finales de los 90. A finales de los 90, me interesó mucho el tema del cambio climático. No tenía ninguna formación en ciencias medioambientales. Tenía formación en física y química, pero no aprendí nada sobre el cambio climático durante mis estudios.
Pero tenía curiosidad, era consultor independiente, así que me resultaba más fácil distribuir mi tiempo. Decidí dedicar mi tiempo a estudiar el cambio climático. Me pasaba la mitad del tiempo enviando preguntas a los científicos.
Con el tiempo me pidieron que diera charlas y hablara en conferencias, y empecé a hacerlo. Y la mejor manera de entender algo es dar un curso sobre ello. Así que eso es lo que hice.
Cada vez que en una conferencia me hacían una pregunta para la que no tenía respuesta, pensaba: "Ah, debería echarle un vistazo a eso".
Así que se hizo muy conocido en Francia.
[Mira a su becaria Julie, que está presente en la entrevista] Julie puede dar fe. Lleva tres días conmigo. ¿Cuántas veces nos ha parado alguien por la calle? No muchas.
Julie: Al menos cinco.
¿Cómo os involucrasteis con El mundo sin fin?
En 2008, si no me falla la memoria, una escuela de ingeniería me pidió que diera un curso sobre energía y cambio climático, y lo hice. Ese curso se convirtió en un vídeo, y Christophe [Blain] vio ese vídeo y se puso en contacto conmigo, diciéndome que quería que escribiéramos juntos una novela gráfica.
Él ya era un autor muy famoso. Y yo siempre tuve la idea de que estaría bien hacer algo en el mundo cultural. Dije que sí inmediatamente.
El libro sigue básicamente el curso que di en la escuela de ingeniería. La primera parte explica cómo los combustibles fósiles nos han traído el mundo moderno, y por qué nos gustan tanto.
¿Puede hablarnos más de eso y del superhéroe que aparece en el libro?
Es una imagen que utilizo desde hace mucho tiempo para describir los superpoderes que nos aporta el parque mundial de máquinas.
Podemos levantar cargas muy pesadas, correr muy rápido, volar si queremos, ver muy lejos, transportar cualquier cosa, etc., que es exactamente lo que las máquinas están haciendo por nosotros. Extraen, transforman, trituran, prensan, calientan, enfrían y transportan.
El libro defiende firmemente la energía nuclear. ¿Cuándo llegó a esa conclusión?
Muy pronto. Era muy fácil entender que la nuclear era una energía baja en carbono. Básicamente, cuando haces un poco de física, sabes que partir un núcleo de uranio en dos no produce dióxido de carbono.
Oí, como todo el mundo, que era muy peligrosa. Así que empecé a investigar por mi cuenta, y muy pronto llegué a la conclusión de que no era tan peligrosa. El accidente de Fukushima no causó ninguna muerte adicional debida a la radiactividad, excepto quizá un caso, que se debate.
Muere más gente por culpa de los coches, el tabaco, la bebida, el azúcar, incluso las escaleras. Sólo en Estados Unidos, decenas de miles de personas mueren cada año por caídas en sus casas.
Del libro me dio la impresión de que usted pensaba que las energías renovables eran casi inútiles.
No. Verá, el libro trata de corregir malentendidos. Un primer malentendido es que el petróleo, el gas y el carbón son sólo energías. Nosotros decimos que no, que son el mundo moderno. Dieron forma al trabajo, fomentaron la igualdad de género, aumentaron el poder adquisitivo, facilitaron la globalización y crearon las ciudades modernas.
El segundo malentendido que queríamos corregir es que la energía nuclear es peligrosa. No significa que sea una energía todopoderosa. Sólo significa que no es tan peligrosa.
El tercer malentendido que queríamos corregir es que las energías renovables alimentarán por sí solas una civilización industrial. No lo harán. Y me atengo a eso. ¿Significa eso que no debemos utilizarlas? No. Eso no es lo que escribimos en el libro. Sólo escribimos que tienen ventajas e inconvenientes. Y cuando escribimos el libro por primera vez, los medios de comunicación presentaban las energías renovables como si sólo tuvieran aspectos positivos.
No hay una bala de plata. Las energías renovables no son una bala de plata, y la energía nuclear no es una bala de plata. Vamos a recurrir a la mejor combinación posible de cosas para salvar la mayor fracción posible de lo que nos dio la civilización industrial, sabiendo que no lo salvaremos todo.
El libro fue un gran éxito de ventas en Francia. ¿Por qué cree que tuvo tanto éxito?
Creo que la gente nos ha premiado por cierta honestidad que tenemos en el libro.
No es un libro ingenuo sobre el cambio climático, que diga: "Vale, el problema son los combustibles fósiles. Deshagámonos de los combustibles fósiles y acabaremos con el problema".
Lo que hemos explicado en el libro es, espera, no es tan sencillo, porque mira lo que nos han traído los combustibles fósiles. Deberíamos deshacernos de ellos. Pero no va a ser sencillo, y vamos a explicar por qué.
Desde que salió el libro en Francia, muchas cosas han cambiado en el mundo, políticamente, incluida la elección de Donald Trump y su decisión de retirarse del Acuerdo de París. ¿Ha afectado eso a su visión del futuro?
Mi opinión sobre Trump es que no cambia nada el hecho de que los europeos tengamos un interés egoísta en avanzar primero.
Uno, porque nos estamos quedando sin combustibles fósiles, y dos porque es la mejor apuesta que podemos hacer. Somos animales miméticos. Lo que hacemos es imitarnos unos a otros. Deberíamos intentar correr la carrera por delante y buscar formas de ser felices con menos combustibles fósiles, con la esperanza de que, con el tiempo, un número creciente de países imite lo que hacemos. Eso es lo que yo creo.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.
