Contaminación marina: causas y métodos de lucha
Un amplio abanico de contaminantes (desde los plásticos hasta la contaminación lumínica) afecta a los ecosistemas marinos. Te explicamos sus diferencias y qué está haciendo al respecto la comunidad internacional.
Este artículo se publicó originalmente el 20 de junio de 2016. Ha sido actualizado y ampliado el 14 de agosto de 2024.
El plástico inunda ya los lugares más remotos del planeta y, más cerca de nuestras fronteras, supone el 95 por ciento de los residuos del Mar Mediterráneo, cuya contaminación acapara la más alta densidad de microplásticos flotantes en sus aguas. Hasta hace poco, la comunidad científica pensaba que la contaminación por plásticos del océano provenía principalmente de 20 ríos. Sin embargo, un estudio publicado en mayo de 2021 descubrió que el plástico que inunda los océanos llega a través de más de mil ríos de todo el mundo, lo que complica las posibles soluciones. Debido a la inmensidad y profundidad de los océanos, el hombre creía que podría utilizarlos para verter basura y sustancias químicas en cantidades ilimitadas sin que esto tuviera consecuencias importantes.
Los partidarios de continuar con los vertidos en los océanos incluso tenían un eslogan: «La solución a la contaminación es la dilución». En la actualidad, basta con fijarse en la zona muerta del tamaño del estado de Nueva Jersey (o la Comunidad Valenciana, unos 22 000 kilómetros cuadrados) que se forma cada verano en el delta del río Mississippi, o en la extensión de 1600 kilómetros de plástico en descomposición en el Pacífico Norte para darse cuenta de que esta política de la «dilución» ha contribuido a llevar al borde del colapso lo que tiempo atrás fue un ecosistema oceánico próspero.
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Un problema ignorado durante décadas
La contaminación marina, a diferencia de la contaminación del agua en general, se centra en los productos creados por el hombre que entran en el océano. A pesar de que el agua de los océanos cubre más del 70% de la Tierra, sólo en las últimas décadas hemos empezado a comprender de qué manera este hábitat acuático se ve afectado por la actividad del ser humano.
Los estudios llevados a cabo en los últimos años demuestran que la degradación, especialmente en las zonas costeras, se ha acelerado notablemente en los últimos tres siglos, a medida que han aumentado los vertidos industriales y la escorrentía procedente de explotaciones agrarias y ciudades costeras.
Antes de 1972, el océano era una suerte de papelera universal gratuita en la que se arrojaba, con total impunidad, todo tipo de basura: desde lodos de depuradora a residuos químicos, industriales y radiactivos. Millones de toneladas de metales pesados y contaminantes químicos, junto con miles de contenedores de residuos radiactivos, han sido arrojados despreocupadamente al océano durante décadas.
El Convenio de Londres de 1972, ratificado en 1975 por España, fue el primer acuerdo internacional puesto en marcha para mejorar la protección del medio marino. El acuerdo impulsó programas reguladores y prohibió el vertido de materiales peligrosos en el mar. En 2006 entró en vigor un acuerdo actualizado, el Protocolo de Londres, que prohíbe más específicamente todos los residuos y materiales, salvo una breve lista de artículos, como los restos de materiales de dragado.
Muchos de estos contaminantes se acumulan en las profundidades del océano, donde son ingeridos por pequeños organismos marinos a través de los cuales se introducen en la cadena alimentaria global. También los grandes habitantes del océano sufren las consecuencias. Los científicos incluso han descubierto que los medicamentos que ingiere el hombre y que no llegan a ser procesados completamente por su organismo acaban en el pescado, la sal o el marisco que comemos.
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Diversas formas de contaminación
La contaminación marina engloba muchos tipos de contaminación que alteran el ecosistema marino, incluida la contaminación química, lumínica, acústica y plástica.
Contaminación química
La contaminación química consiste en la introducción de contaminantes nocivos. Entre los contaminantes de origen humano que llegan al océano se encuentran los pesticidas, herbicidas, fertilizantes, detergentes, petróleo, productos químicos industriales y aguas residuales.
Muchos contaminantes oceánicos se liberan en el medio ambiente en aguas del interior, muy lejos ya de las costas. Por ejemplo, los fertilizantes cargados de nutrientes que se aplican a las tierras de cultivo suelen acabar en los arroyos locales hasta depositarse en estuarios y bahías. Este exceso de nutrientes desencadena una proliferación masiva de algas que roban oxígeno al agua, dejando zonas muertas en las que apenas pueden vivir organismos marinos. Algunos contaminantes químicos se introducen en las redes tróficas, como el DDT, el insecticida que en su día incluyó al águila calva en la lista de especies en peligro de extinción del Departamento de Pesca y Vida Silvestre de Estados Unidos. Aunque se retiró de la lista en 2007, sigue estando protegida por la Ley de Protección del Águila Calva y Dorada y la Ley del Tratado de Aves Migratorias.
La comunidad científica está empezando a comprender mejor cómo afectan a la fauna marina determinados contaminantes que se filtran en el océano a partir de otros materiales. Los PFAS, una sustancia química incorporada a muchos productos domésticos, se acumulan en la sangre humana y de los mamíferos marinos. Incluso los productos farmacéuticos ingeridos por los seres humanos, pero no totalmente procesados por nuestro organismo, acaban en las redes tróficas acuáticas.
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Contaminación lumínica
Desde la invención de la bombilla, la luz se ha extendido por todo el planeta, llegando a casi todos los ecosistemas. Aunque a menudo se considera un problema terrestre, los científicos empiezan a comprender cómo la luz artificial nocturna afecta a muchos organismos marinos.
La contaminación lumínica penetra bajo el agua, creando un mundo muy diferente para los peces que viven en arrecifes poco profundos cerca de entornos urbanos. La luz altera las señales normales asociadas a los ritmos circadianos, a los que las especies han evolucionado para programar su migración, reproducción y alimentación. La luz artificial nocturna puede facilitar a los depredadores la búsqueda de presas más pequeñas y afectar a la reproducción de los peces de arrecife.
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Contaminación acústica
La contaminación no siempre es visible. En grandes masas de agua, las ondas sonoras pueden propagarse sin disminuir a lo largo de kilómetros. La presencia cada vez mayor de sonidos fuertes o persistentes procedentes de buques, dispositivos de sonar y plataformas petrolíferas perturba los ruidos naturales del medio marino.
Para muchos mamíferos marinos, como ballenas y delfines, la escasa visibilidad y las grandes distancias hacen que la comunicación subacuática no visual sea fundamental. Las ballenas dentadas utilizan la ecolocalización (emitir sonidos que se reflejan en las superficies) para ayudarles a "ver" en el océano. Los ruidos no naturales interrumpen la comunicación, perturbando los patrones de migración, comunicación, caza y reproducción de muchos animales marinos.
Contaminación por plástico
La contaminación por plástico se filtra en el océano a través de la escorrentía e incluso mediante vertidos intencionados. La cantidad de plástico en el océano Atlántico se ha triplicado desde la década de 1960. La mancha de basura que flota en el Océano Pacífico, de casi 1,6 millones de kilómetros cuadrados (tres veces el tamaño de España) es una poderosa imagen de nuestro problema con el plástico.
Uno de los principales responsables son los plásticos de un solo uso, que se utilizan una vez y se tiran a la basura o directamente al océano. Estos artículos de un solo uso son consumidos accidentalmente por muchos mamíferos marinos. Las bolsas de plástico se parecen a las medusas, alimento habitual de las tortugas marinas, mientras que algunas aves marinas comen plástico porque libera una sustancia química que hace que huela como su alimento natural. Las redes de pesca desechadas quedan a la deriva durante años, atrapando peces y mamíferos.
Los trozos de plástico se arremolinan en la columna de agua y llegan a las profundidades del océano. Los científicos han encontrado fibras de plástico en los corales del océano Atlántico y, lo que es más preocupante, han descubierto que los corales prefieren el plástico a la comida. Por si fuera poco, los mamíferos marinos moribundos que llegan a la costa también contienen plástico en sus estómagos.
Un problema descomunal, pero aún solucionable
Muchas leyes nacionales y acuerdos internacionales han establecido una prohibición explícita al vertido de materiales nocivos en el océano, aunque garantizar el cumplimiento de estas normas sigue siendo todo un desafío.
Muchos contaminantes aún persisten en el medio ambiente y es difícil eliminarlos por completo. A menudo, los contaminantes químicos no pueden descomponerse durante largos periodos de tiempo, o aumentan su concentración a medida que ascienden por la red trófica. Como se cree que el plástico tarda cientos de años en descomponerse, su presencia representa una amenaza para el medio marino durante siglos.
Los esfuerzos aislados para restaurar estuarios y bahías han tenido cierto éxito, pero la contaminación queda atrapada en los sedimentos marinos y hace casi imposible una limpieza completa.
En el futuro, fomentar el reciclaje y la reutilización puede minimizar la contaminación por plásticos. Atenuar las luces innecesarias por la noche puede limitar la contaminación lumínica. Y fomentar el uso responsable de los productos químicos mediante acciones políticas y de consumo puede proteger el medio ambiente en el futuro.
En el año 2021 empezó a tomar forma un tratado internacional para regular la contaminación por plástico. La lucha contra el plástico, por la envergadura del problema, requiere una implicación internacional. Sin embargo, las políticas contradictorias, las incoherencias y la falta de transparencia arraigadas en el comercio mundial de plásticos hacen difícil controlar la creciente acumulación de residuos.
Según dos recientes estudios, para corregir el problema de los residuos plásticos se necesita un cambio fundamental en nuestro planteamiento sobre la fabricación, el uso y la forma de desechar los plásticos, pero aún estamos a tiempo.
En marzo de 2022 la ONU anunció que 175 países habían emitido una resolución histórica para acabar con la contaminación del plásticos. Según anunció la organización en su web: "Los líderes políticos han pedido a la agencia de la ONU para el medio ambiente que redacte un tratado vinculante que limite la contaminación que está causando el plástico con una estrategia que aborde el ciclo completo de vida de este material, desde su producción a su eliminación, pasando por su uso". El Comité Intergubernamental de Negociación sigue manteniendo sesiones de trabajo y el acuerdo definitivo se debería firmar este mismo año.
La mayor parte de este artículo se publicó en inglés en nationalgeographic.com.