¿Sobreviviremos los humanos a la sexta Gran Extinción?

Un nuevo estudio descubre que las especies están desapareciendo a un ritmo alarmante. La periodista Elizabeth Kolbert asegura que esto hace que surjan dudas sobre nuestra propia supervivencia.

Por Nadia Drake
Fotografía de un león
Los leones son una especie vulnerable a nivel global, y en grave peligro de extinción en algunos de sus hábitats. Entre las causas, la pérdida de sus hábitats, la desaparición de sus presas naturales y el conflicto directo con el ser humano.
Fotografía de Michael Nichols, National Geographic Creative

23 de junio de 2015

En los últimos quinientos millones de años la vida en la Tierra ha estado al borde de la extinción al menos cinco veces. Las causas han sido diversas: el cambio climático, la glaciación, volcanes, y el meteorito que cayó sobre el Golfo de México hace sesenta y cinco millones de años y que hizo desaparecer a los dinosaurios y muchas otras especies. Estos eventos se conocen como las cinco extinciones masivas, y todas las señales indican que estamos al borde de la sexta.

La diferencia está en que esta vez la culpa es únicamente nuestra. Según un estudio publicado la pasada semana en Science Advances, el ritmo de extinción actual podría ser más de cien veces superior al normal, y eso solo teniendo en cuenta las especies de animales que conocemos bien. Los océanos y bosques de la Tierra acogen a un número indeterminado de especies, muchas de las cuales podrían desaparecer antes de que lleguemos a conocerlas. (Ver fotografías de los diez animales más raros del planeta.)

La periodista Elizabeth Kolbert ganó el Pulitzer de no ficción 2015 con su libro La sexta extinción. Hablamos con ella acerca de lo que podrían suponer estos nuevos datos para el futuro de la vida en nuestro planeta. ¿Hay alguna posibilidad de que podamos frenar esta pérdida de diversidad tan inmensa? ¿Está el ser humano destinado a ser una víctima de su falta de conciencia medioambiental?

Este nuevo estudio que ha generado tanto debate calcula que hasta tres cuartas partes de las especies animales podrían extinguirse en unas cuantas generaciones humanas, algo que suena terriblemente alarmante.

Sí. Ese estudio analiza grupos de animales muy bien estudiados. Se han limitado a los vertebrados, como mamíferos, aves, reptiles y anfibios, y han dicho, vale, vamos a analizar qué está pasando. Y documentan de forma muy convincente que el ritmo de extinción ya era extremadamente elevado en el año 1500, y está empeorando sin cesar.

Son cifras muy elevadas, y la gente se está acostumbrando a ellas. Los niños que nacieron hace diez o veinte años han crecido con cifras como estas. No les parece que se trate de algo raro o infrecuente. (Leer más sobre un estudio que afirma que el ritmo de extinción es mil veces más alto por culpa del ser humano.)

A causa del exceso de recolección para la horticultura y la desaparición de su hábitat, el 99 por ciento de las orquídeas asiáticas zapatilla (como la Paphiopedilum appletonianum de la imagen) están en peligro de extinción.
Fotografía de Karl Gehring, The Denver Post, Getty

Existe un debate acerca de si estamos realmente al borde de la sexta extinción masiva. ¿Qué opina usted?

Sinceramente, creo que se trata de uno de esos debates en los que nos centramos en lo que no es importante. Para cuando consigamos tener una respuesta definitiva a esa pregunta, es posible que tres cuartas partes de las especies del planeta hayan desaparecido. No nos interesa llegar al punto en que podamos dar una respuesta definitiva a esa pregunta.

Lo que está claro, y más allá de toda discusión, es que vivimos en una época en la que la tasa de extinción es elevadísima, del orden que podríamos observar durante una extinción masiva, aunque una extinción masiva puede tardar muchos miles de años en desarrollarse.

¿Hay algún hábitat o especie, o grupo de animales, que en su opinión sea especialmente vulnerable a los cambios que están teniendo lugar?

Las poblaciones que viven en islas son muy vulnerables a las extinciones por dos razones. Tienden a estar aisladas. Una de las cosas que estamos haciendo es eliminar las barreras que hasta ahora aislaban a las especies de las islas. En Nueva Zelanda no había mamíferos terrestres. Las especies que han evolucionado en ausencia de depredadores son tremendamente vulnerables. Un número sorprendente de especies de aves ha desaparecido ya de Nueva Zelanda, y muchas de las que sobreviven lo hacen con grandes dificultades.

En resumen, los lugares que han permanecido aislados durante mucho tiempo, esos son muy vulnerables. También las especies que tienen un hábitat muy limitado, que existen en un único lugar del mundo, tienden a ser extremadamente vulnerables. No tienen a dónde ir, y si su hábitat desaparece, ellas también.

El componente humano de toda esta historia, el hecho de que parezcamos responsables de esta sexta extinción... ¿cuáles son la pruebas de nuestra participación?

No creo que haya ninguna duda de que somos los responsables del elevado ritmo de extinción actual. Muy pocas de las extinciones de los últimos cien años, por no decir ninguna, se habrían producido sin la actividad humana. Nunca he oído a nadie decir “oh, la tasa de extinción no es más que algo natural que habría pasado con o sin el hombre”. Es casi imposible pensar eso.

Si somos nosotros los que apretamos el gatillo, ¿con qué hemos cargado el arma?

Hay miles y miles de artículos científicos sobre eso. La hemos cargado sencillamente cazando. Hemos importado especies invasoras. Ahora estamos cambiando el clima, extremadamente rápido según el estándar geológico. Estamos cambiando la composición química de los océanos, estamos cambiando la superficie del planeta, talamos bosques, plantamos monocultivos, algo malo para muchas especies. Sobreexplotación pesquera. La lista es interminable.

No nos faltan balas, contamos con un arsenal enorme. (Leer más sobre qué animales podrían extinguirse antes por culpa del cambio climático.)

¿Aún es posible frenar esta pérdida de vidas?

En todos los casos que acabamos de mencionar sobre cómo cambiamos el planeta, para cada una de esas causas podría señalar un montón de informes que indican cómo podríamos hacerlo mejor. Tomemos como pequeño ejemplo las zonas muertas del océano. Podríamos cambiar los regímenes de fertilización de muchísimas maneras. Echamos nitrógeno en campos del medio oeste de los Estados Unidos, y el fertilizante baja por el Misisipi y llega al Golfo de México, y provoca esas zonas muertas.

La pregunta que sería fundamental es, ¿pueden siete mil millones de personas, que van hacia los ocho mil, o nueve mil millones, vivir en este planeta con el resto de las especies que todavía sobreviven? ¿O vamos directos al desastre, en parte porque consumimos muchos de los recursos que otras criaturas también querrían consumir? Es una pregunta para la que no tengo respuesta.

En las otras cinco extinciones masivas, ¿cuánto tiempo tardó el planeta en recuperarse?

En alcanzar el nivel previo de biodiversidad parece que se tardan varios millones de años.

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    Un grupo de leones marinos de Nueva Zelanda (Phocarctos hookeri) jugando bajo el agua cerca de una colonia, isla Enderby, Nueva Zelanda
    Fotografía de Tui De Roy, Minden, National Geographic

    Entonces es posible que, de aquí en adelante, el ser humano nunca vuelva a vivir en un mundo que no se esté recuperando de una gran extinción, o en plena extinción.

    Sí. Si a una especie vertebrada (y nosotros somos una de ellas) le calculamos una vida media de un millón de años, y pensamos que el ser humano ha vivido doscientos mil años de ese millón, y precipitamos una extinción masiva (aun dejando a un lado la cuestión de si el ser humano será víctima de su propia extinción masiva) no podemos esperar que sigan existiendo las mismas especies cuando el planeta se haya recuperado.

    Es muy interesante eso que acaba de mencionar, ¿será el ser humano víctima de su propia extinción masiva?

    No quiero afirmar que no podamos sobrevivir a la pérdida de muchísimas especies. Ya hemos demostrado que sí podemos. Somos muy adaptables. Pero pienso que el fondo de la cuestión es que es mejor no tener que comprobarlo.

    Surgen dos preguntas muy importantes. La primera es que de acuerdo, hemos sobrevivido a la pérdida de un número X de especies, pero ¿podemos seguir por el mismo camino, o acabaremos poniendo en peligro los sistemas que nos mantienen con vida? Es una pregunta inmensa, y especialmente seria.

    Y aún hay otra más. Incluso si pudiésemos sobrevivir, ¿es ese el mundo en el que queremos vivir? ¿Es ese el mundo en el que queremos que vivan las nuevas generaciones? Esa es otra pregunta distinta, pero las dos son muy serias. Yo diría que no podrían serlo más.

    Sigue a Nadia Drake en Twitter.

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