La merluza, uno de los platos más sabrosos de la mesa española, al borde de la sobreexplotación
¿Ya no tenemos merluzas? ¿Está el caladero sobreexplotado? Hay una propuesta para 2018: 30% menos de capturas de merluza del sur y un 19% menos de las de merluzas del norte.
A los españoles nos gusta comer pescado. Tanto es así que somos el segundo consumidor de productos pesqueros de la Unión Europea, solo por detrás de Portugal, y el quinto del mundo, tras Japón, Islandia, Noruega y Portugal, según el último Informe del sector pesquero español 2017 de Cepesca (Confederación Española de Pesca).
La merluza, de los pescados más consumidos en España
Entre las especies más consumidas se encuentran la merluza, el salmón, la sardina o el bacalao, que representan, en conjunto, el 38 por ciento del pescado fresco total consumido. Pero la sobrepesca y los usos abusivos en las técnicas utilizadas por los barcos a veces son insostenibles o destructivos. De hecho, según el informe 2016 SOFIA de la FAO, más del 80 por ciento de las reservas de peces están explotadas al máximo, aunque el 68,6% de su población mundial está en buen estado. En cambio, un 31,4 por ciento se encuentran sobreexplotadas y al límite de su supervivencia.
La política pesquera en Europa
La Unión Europea no está de espaldas a esta problemática. Por eso desde hace ya más de una década tiene en marcha una política radical para la gestión pesquera. Su objetivo es garantizar tanto las poblaciones de peces como los medios de subsistencia de los pescadores, al tiempo que se pone fin a la sobrepesca y al agotamiento de las poblaciones marinas, estableciendo cuotas de capturas de diferentes especies, y ahora le ha tocado el turno a la merluza del sur.
Eso es lo que se deberá aprobar a mediados de diciembre. Bruselas pide nuevas cuotas más ambiciosas o Totales Admisibles de Capturas (TAC) para las merluzas de aguas del Atlántico, reduciendo en un 30 por ciento las capturas de merluza del sur en 2018 y un 19 por ciento las de merluza del norte, además de otras especies.
Según datos de la Unión Europea, el estado de la población de la merluza del sur está por encima de los requisitos de rendimiento máximo sostenible, así como la mortandad de la especie. Aún así, desde las patronales pesqueras de la costa atlántica y cantábrica intentarán evitar o reducir ese porcentaje, porque según ha valorado la Cooperativa de Armadores de Vigo (ARVI), el tijeretazo de Bruselas sobre las tres especies principales en el caladero (merluza, rape y gallo) supondría una pérdida de 25 millones de euros el próximo año, y la consiguiente pérdida de empleos. Y más aún si la mayor reducción se la lleva la merluza, uno de los productos fundamentales para la flota viguesa.
Y es que es la especie que mayor valor genera en las lonjas gallegas. Solo en 2016 se vendieron 35.603 toneladas por 140,4 millones de euros, unas cifras que han ido en aumento en los últimos años. Resulta difícil mantener los ingresos si se reduce en un 30 por ciento la producción.
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La pesca, el equilibrio entre economía y ecología
La subsistencia económica del sector choca de frente con las tesis científicas. Según el Instituto Español de Oceanografía (IEO) y el centro tecnológico vasco AZTI es necesario «avanzar» en medidas para la gestión de la merluza ibérica (Cantábrico, Galicia o golfo de Cádiz), con el fin de asegurar la estabilidad de sus existencias a largo plazo.
El Consejo Internacional para la Exploración del Mar (ICES), en sus recomendaciones a la Comisión Europea, ve necesario un drástico recorte en el cupo de la merluza de cara al próximo año, y el informe Capacity and fishing oportunities del Comité Científico, Técnico y Económico de Pesca de la Comisión Europea afirma que, de los casi 70 stocks evaluados (entre los que se incluye la merluza), aunque la proporción de los que están sobreexplotados se ha reducido, aún hay que seguir con recortes por encima del 20 por ciento hasta que haya una clara evidencia de mejora de su estado.
¿La sobreexplotación de la merluza es la única causa?
Pero, ¿la falta de ejemplares tiene una única causa, la sobreexplotación? Según un estudio de la Universidad de Columbia (Canadá) y el científico Daniel Pauly, el calentamiento de los mares tiene también una relación directa con el freno en el desarrollo de los peces. El cambio climático no solo detiene el crecimiento natural de las especies marinas, además las hace más pequeñas. El informe señala que cuando se incrementa la temperatura acuática su metabolismo se acelera y necesitan más oxígeno y, al no llegar a sus branquias en cantidades suficientes, su cuerpo no crece.
En el caso del Atlántico y del Mediterráneo, el estudio afirma que actualmente muchas especies son más pequeñas que en el pasado, lo que atribuye tanto al cambio climático como a la «intensa actividad pesquera».
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El nuevo gourmet de la cocina: la merluza y sus recetas
De las consecuencias del mar, a las del plato. La reducción de la pesca de merluza tendrá una incidencia directa en la venta al por menor. Y eso que ya en 2016 su precio medio se encareció un 2,3 por ciento, situándose en 7,94 euros el kilo, lo que hizo caer su consumo doméstico hasta en un 3,1 por ciento respecto al año 2015, según el Informe del Consumo de Alimentación en España 2016.
No es el único. El consumo doméstico de pescado se ha ido reduciendo progresivamente en los últimos 7 años, salvo el consumo de conservas y algunos pescados frescos y mariscos. Los hogares destinaron el 13,25 por ciento del gasto en alimentación y bebidas a la compra de pescado, realizando un gasto per cápita de 202,44 euros y un consumo de 25,49 kilogramos por persona y año.
Si finalmente se aprueba la reducción de las capturas de merluza en un 30 por ciento, a partir del próximo año, los españoles podrán decir a la hora de ir a la pescadería, y con razón, que «aún dicen que el pescado es caro».
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