Aprende a hacer heliesquí en estas espectaculares cordilleras

Este apasionante deporte de invierno no es solo para los expertos.

Por Brian Handwerk
Publicado 7 mar 2018, 11:34 CET

¿Alguna vez has querido estar sobre un bowl cubierto de nieve en plena naturaleza o en un barranco empinado de alta montaña y saber que tu grupo y tú los tenéis solo para vosotros? Es un sueño para los esquiadores, pero también es la realidad del heliesquí. La libertad de volar proporciona una escapada de la multitud en los límites de la estación y una oportunidad de esquiar sobre laderas épicas que nadie ha pisado desde la última nevada, o nunca.

Y lo cierto es que no tienes que moverte como un profesional para hacer heliesquí. Los esquiadores de nivel intermedio tienen varias opciones y apenas razones para temer por su vida o su integridad física. El heliesquí no es tan peligroso como parece, y las empresas organizadoras incluyen clases para garantizar la seguridad. Pero asegúrate de esquiar con los cuádriceps en forma, porque en un día de heliesquí se pueden acumular 6.000 metros verticales.

Aunque hay riesgos reales en la montaña que deben tenerse en cuenta, muchos giran en torno a la meteorología y la capa de nieve. Los helicópteros no pueden volar cuando el tiempo no coopera y los guías no esquían en laderas donde se puede resbalar. Los días en los que no se puede volar son una realidad desafortunada, así que cuando planees un viaje a estos paraísos nevados, explora la posibilidad de contratar un seguro de viaje.

Los Bugaboos, Columbia Británica

Unos esquiadores descienden por el glaciar Vowel
Unos esquiadores descienden por el glaciar Vowel, en el área de esquí de la cordillera Bugaboos, en la Columbia Británica.
Fotografía de Dick Durrance, National Geographic

El heliesquí despegó por primera vez en los Bugaboos de la Columbia Británica. Fue allí donde el alpinista y pionero del heliesquí Hans Gmoser sacó adelante el deporte, y la empresa que fundó, Canadian Mountain Holidays (CMH) quizá siga siendo la mejor opción para que los principiantes vivan sus propias aventuras de heliesquí.

CMH cuenta con una docena de alojamientos de lujo con todo incluido repartidos sobre los 12.140 kilómetros cuadrados de terreno montañoso en un área que tiene un tercio del tamaño de Suiza. Seis de esos alojamientos ofrecen cursos de introducción de una semana para esquiadores de nivel intermedio y avanzado que nunca han practicado esquí de fondo. Para los expertos hay un sinfín de pendientes, bowls, descensos, árboles y otras joyas fuera de pista disponibles entre diciembre y abril, además de clases avanzadas para ayudarte a superar todos los obstáculos.

En los bosques abiertos de la Columbia Británica podrás disfrutar del mejor esquí entre árboles. También proporcionan seguridad frente a los cambios del tiempo, permitiendo a los esquiadores arrancar aunque haya mala visibilidad sobre la arboleda.

Los Alpes del Sur de Nueva Zelanda

El heliesquí en Nueva Zelanda suele ser un poco diferente, y no solo porque tenga lugar cuando los esquiadores del hemisferio norte están disfrutando de rutas veraniegas en bicis de montaña entre junio y septiembre. En vez de alojamientos fuera de pista con todo incluido, muy populares en Norteamérica, Nueva Zelanda suele ofrecer aventuras accesibles desde centros como Queenstown, Methven, Wanaka y el monte Cook.

Los esquiadores se quedan donde quieren, desde albergues básicos a hoteles de lujo, y escogen aventuras diarias según el tiempo que haga. Los numerosos proveedores de heliesquí de la región llevan a los clientes desde el hotel hasta un helipuerto para realizar un número asignado de recorridos adaptados a sus capacidades emergentes y normalmente organizan un picnic inolvidable sobre el pico de una montaña.

Los Alpes del Sur no alcanzan la altura de las grandes cordilleras del mundo, pero se quedan en segundo plano en lo referente al escenario alpino. Y un sistema de un día cada vez hace del heliesquí un proceso de aprendizaje gradual mucho más asequible. A no ser que subas una y otra vez en busca de más emociones, algo que no es en absoluto improbable.

La península de los Trolls, Islandia

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    Un helicóptero se aleja
    Un helicóptero se aleja tras dejar a los heliesquiadores en la península de los Trolls, Islandia.
    Fotografía de Mauritius Images, Alamy

    Puede que las montañas de la península de los Trolls de Islandia alberguen criaturas de la mitología islandesa, o puede que no. Lo que sí tienen sin lugar a dudas es un enorme campo de juegos compuesto por barrancos, laderas empinadas y glaciares abiertos donde raramente (o nunca) se ha esquiado. Puede que estos picos solo tengan una altura máxima de 1.500 metros, pero tienen muchas pistas verticales, ya que los esquiadores bajarán hasta la mismísima costa del océano Ártico. Los guías originales de la nación, Arctic Heli-Skiing, pueden enseñarte habilidades de esquí fuera de pista y la fascinante cultura del país.

    Estas montañas costeras tienen la suerte de contar con días de nieve en febrero, y la vida nocturna invernal incluye actividades como relajarse en fuentes termales volcánicas y contemplar auroras boreales, que suelen estar en su mejor momento de febrero a mediados de abril.

    De abril a junio, en Islandia hay días extralargos. De hecho, hacia el final de la estación podrías seguir esquiando hasta medianoche y contemplar cómo el brillante sol ártico se hunde hacia el horizonte del océano. No llega a ponerse, sino que se detiene brevemente antes de elevarse de nuevo para otro día de esquí, si tus piernas están listas para el desafío.

    Valdez y Haines, Alaska

    Un esquiador de fondo
    Un esquiador de fondo desciende por la cordillera de la bahía Resurrección, en Alaska.
    Fotografía de Tom Evans, Getty Images

    Aunque sea tu primer viaje a Alaska, quizá reconozcas las laderas empinadas de la montaña cerca de Haines. Eso se debe a que sigues las huellas de profesionales: estos picos son un terreno de pruebas donde los mejores del mundo presumen ante las cámaras de leyendas de la industria como Teton Gravity Research o Matchstick Productions. El asombroso terreno cuenta con una capa de nieve permanente en la cordillera de San Elías, que absorbe codiciosamente la humedad del océano cercano. Haines no es lugar para principiantes, pero cuando estés preparado para hacer frente a estas laderas, los guías de élite de la zona podrán enseñarte a recorrerlas de forma tan segura como sea posible. Una vez te hayas convertido en experto, podrás entrenar para convertirte en guía.

    El otro punto caliente de heliesquí en Alaska está cerca de Valdez, que, pese a que existen una serie de proveedores de altos vuelos, nunca está abarrotado. Solo una venerable empresa, Dean Cummings H20 Guides, presta servicios en una franja de las montañas Chugach de casi la superficie de Connecticut (14.357 kilómetros cuadrados). Las pistas de Alaska también son sobredimensionadas, con una media de entre 900 y 1.500 metros de laderas, glaciares y árboles, todo ello cubierto con 18 metros (o más) de nevadas anuales. Una vez aprendas a esquiar en este tipo de terreno, a la colina más alta de tu ciudad le costará estar a la altura.

    Como los inviernos del norte son fríos y oscuros, las operaciones de heliesquí suelen realizarse entre marzo y abril. Y, como es Alaska, es frecuente tener días perdidos. Pero ¿en qué otro lugar podrías pasarlos aprendiendo a conducir un trineo de perros?

    Everest

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