Antonio Banderas: “Picasso es un planeta con una enorme gravedad que atrapa a las personas que entran en su órbita”
National Geographic entrevista a Antonio Banderas antes del estreno mundial de la segunda temporada de Genius en la que el actor malagueño interpreta a Picasso en su madurez y que muestra el ciclo vital del genio andaluz.
¿Cuál fue tu primer contacto con Picasso? ¿Qué relación has tenido con él a lo largo de tu vida?
El primer contacto con Picasso se produce hace muchos años en mi juventud. En el año 1960, Málaga era una ciudad todavía inmersa en la dictadura franquista. Nosotros no teníamos muchos héroes nacionales, y mucho menos uno internacional. Por aquel Entonces la figura de Pablo Picasso era muy prominente a pesar de que el régimen no tenía relaciones con el pintor ya que obviamente no podía vivir en España, especialmente desde su ingreso en el Partido Comunista.
Pero aun así, Picasso era un sol muy difícil de tapar, había que poner una sombrilla demasiado grande para eso. Tenía tanto poder a nivel mediático, que hubo un momento en el que ya no se trataba de ocultar su influencia, sino de controlar ese sol que llevaba Picasso desde pequeñito. Hay que tener en cuenta que ambos nacimos en el mismo lugar, recuerdo cuando mi madre me decía «Mira hijo ahí nació Pablo Picasso». Era un héroe invisible que vivía en Francia.
Conociendo tu admiración por Picasso, ¿Cómo reaccionaste cuando recibiste la llamada?
Ya se habían producido algunos acercamientos para que yo interpretase a Picasso a lo largo de mi carrera. En líneas generales, los primeros que se produjeron me sobrecogían, ya que entraba en juego el sentido de la responsabilidad al interpretar a un personaje tan admirado. Al principio me echaba para atrás, me daba mucho miedo.
No di un paso hacia delante hasta la propuesta de Carlos Saura, que fue una propuesta además muy desgraciada. Resultó que el guion quedó atrapado en un concurso de acreedores, se escribió un segundo con el cual yo no estaba conforme y tratamos de recuperar el primero mientras pasaron un montón de años donde se hicieron diferentes tentativas.
Finalmente, apareció Ron Howard y Ken Biller, que me citaron en Londres para ofrecerme directamente la posibilidad de hacer toda la vida de Picasso y asumir una parte del personaje que aparece aproximadamente en 1926. Es decir, tenía que interpretar al genio desde los cuarenta años hasta que fallece con 92 años.
La propuesta me resultó muy interesante porque además venía de la mano de National Geographic, toda una institución que me ofrecía las garantías de que lo que íbamos a hacer estaba basado en hechos. Se trata en definitiva de la vida del personaje. Cuando se hacen series o películas biográficas nosotros sabemos lo que el personaje ha dicho o lo que ha hecho, pero lo que no sabemos es por qué, y ese es el aspecto clave.
Hemos tratado de desmenuzar muchas de las cosas que pasaron en la vida de Picasso, que llevó una vida muy colorida y llena de drama muy ligada a su producción artística. No se puede entender la obra de Picasso sin analizar su vida personal y su relación con las mujeres de su vida, un mundo muy problemático y complejo de analizar.
Háblanos de esa relación de Picasso con las mujeres
Prácticamente todas las mujeres que formaron parte de la vida de Picasso, fueron sus musas. Ellas abren periodos nuevos dentro de su pintura. Hay algo un poco «draculino» en Picasso. Necesitaba de alguna manera la excitación del nuevo amor para seguir creando.
Él buscaba ese vertido emocional que se produce en los inicios de una relación. Pero al mismo tiempo se produce un hecho muy curioso: no quiere dejar de acudir a sus mujeres. Las quiere mantener de alguna forma en una «vitrina» de una forma muy injusta. Yo no creo que él lo hiciera por maldad, yo creo que de verdad las quería ya que siempre sintió cariño hacia cada una de ellas hasta el final de sus días.
Tenemos por ejemplo el caso de Dora Maar, que terminó en un convento a los 90 años, o el caso de Olga con un divorcio que no se produjo. Franco había prohibido el divorcio en España y como Olga era rusa tampoco se podían divorciar en Francia. Puede ser que el genio se resistiera a dejar marchar a las musas que habían inspirado la mitad de su obra artística por algo tan nimio como un divorcio. Es todo muy rocambolesco, pero es así.
Lo que ocurre es que hay algo de niño en el Picasso que hemos interpretado tal y cómo lo hemos leído y buscado. Picasso tiene un éxito muy temprano, se hace rico y famoso muy pronto, lo que de alguna manera le otorga un cierto permiso para hacer lo que quiere, y así lo hace. Picasso es un planeta con una enorme gravedad que atrapa a las personas que entran en su órbita.
Ese es el gran pecado de don Pablo Picasso, su propia gravedad. Era muy difícil salir, incluso para Françoise Gilot, la mujer de la que siempre se dijo que fue la única que dejó a Picasso. Pero si haces una rápida búsqueda en Internet, descubrirás que el dato más relevante es que fue mujer de Picasso. Incluso ella, que tan insistentemente trató de separarse de él, y que hasta llegó a escribir un libro cargado de críticas hacia el genio malagueño, quedó atrapada en su campo gravitatorio.
¿Qué tienen en común Antonio Banderas y Pablo Picasso aparte de ser ambos malagueños?
Muy pocas cosas. Pablo Picasso tiene muy poco que ver con la mayoría de los artistas, es un ser especial. Es un hombre con una capacidad tremenda para expresar cosas a través de la pintura y que además visita una cantidad enorme de estilos dentro de su obra, siendo esta una de sus características definitorias. Desde haber pintado como Velázquez con 19 años pasa al mundo de Toulouse Lautrec cuando llega a París, lo que demuestra la polivalencia del artista.
Los episodios trágicos, como la muerte de Carlos Casagemas, abren su período azul, del que sale ya en el período rosa, para inaugurar después la época cubista que comparte con Braque y Juan Gris. También asistimos a la exploración, junto a María Teresa Walter, del estilo neoclásico. Lo ha tocado todo.
Hay una anécdota que asegura que los grandes artistas de su época, casi todos amigos suyos, escondían sus nuevas obras cuando Picasso llegaba al estudio, porque si el malagueño les echaba un vistazo, podía fácilmente imitar y superar el estilo de sus colegas. Se puede decir que las visitas de Picasso eran una especie de «amenaza continua» (risas) para sus colegas.