Un recorrido fotográfico por los antiguos balnearios soviéticos de Georgia
En un programa financiado por el estado, los ciudadanos estaban obligados a tomarse vacaciones en un balneario durante al menos dos semanas al año.
En una pequeña localidad de Georgia centro-occidental, el follaje verde invade edificios derrumbados, reliquias de otra época. Grandes columnas, pilares y arcos pintados de color azul claro y turquesa se prolongan formando enormes sanatorios de la época soviética que en su día sirvieron como lugares de descanso para los ciudadanos exhaustos.
En la década de 1920, Tskaltubo era un spa en auge con una clientela exclusivamente soviética. Los ciudadanos acudían allí en bandada como parte de un programa de vacaciones obligatorias financiado por el estado cuyo objetivo era devolverles su energía al mismo tiempo que reflexionaban sobre los ideales soviéticos. Si los trabajadores gozaban de buena salud, en teoría, la mano de obra estaría sana y por lo tanto sería más productiva a la hora de apoyar al régimen.
Aunque muchos de los edificios están abandonados y se están derrumbando, algunas partes del balneario todavía se utilizan como complejo hotelero hoy en día. Estas fotografías captan la decadencia de la estructura, pero los colores todavía vivos y la integridad de los edificios sugieren un pasado grandioso.
«Todo esto es enorme y los pilares son muy altos, y sientes que se construyeron con mucho orgullo», afirma Reginald Van de Velde, explorador urbano que visitó el lugar en 2017. «Sientes el orgullo soviético en ellos».
En un programa financiado por el estado, llamado putevki, los ciudadanos estaban obligados a tomarse vacaciones en un balneario durante al menos dos semanas al año. Los ciudadanos viajaban en tren a los lujosos balnearios y, una vez llegaban, cada uno tenía su propia habitación. Los médicos les recomendaban una serie de tratamientos programados estrictamente, entre ellos un rato obligatorio para tomar el sol.
Pese a lo que pensemos de los spas hoy en día, estas instituciones de la época soviética eran estrictas. A los huéspedes no se les permitía venir con sus familias. Tampoco se recomendaba beber, bailar y hacer demasiado ruido, ya que podrían afectar a la capacidad de los huéspedes para reflexionar acerca del estado socialista. Aunque algunos balnearios de la época comunista todavía se usan y los complejos que visitó Van de Velde parecen estar abandonados, algunas de las estructuras en ruinas tienen residentes.
«Ahora, estos edificios están ocupados por refugiados», afirmó Van de Velde. Tras haber sido expulsados de sus hogares por el conflicto, los refugiados abjasios han convertido los sanatorios en sus propias casas y huertos improvisados.
En la actualidad, Tskaltubo todavía es una ciudad-balneario popular. Van de Velde explica que el edificio principal del sanatorio de la localidad todavía se usa, aunque cuando él lo visitó, no había muchos huéspedes. El complejo cuenta con un hotel, un restaurante y una bodega, y ofrece servicios tradicionales de spa, entre ellos baños radiactivos de radón y balneoterapia en forma de baños terapéuticos.
Aunque los sentimientos soviéticos desaparecieron hace ya tiempo, el espíritu restaurador del balneario todavía perdura.