Te mostramos el interior del metro de Uzbekistán

Tras la prohibición de fotografiarlo durante 40 años, estas imágenes revelan la decoración simbólica del metro de Taskent.

Por Lucia De Stefani
Publicado 3 oct 2018, 12:27 CEST

El inesperado resplandor de estas imágenes nunca vistas del metro de Taskent podría ser una razón lo bastante buena para que los turistas —tanto extranjeros como locales— acudan a la capital de Uzbekistán e investiguen su red de transporte subterránea.

El metro más antiguo de Asia Central es una obra maestra de plataformas decoradas, columnas satinadas y túneles resplandecientes, capaces de sorprender hasta a los visitantes más agotados. Las tres líneas de metro de Taskent, construidas en 1977, también se convirtieron en un emplazamiento militar y refugio nuclear, lo que exigía estrictas medidas de seguridad que prohibían que los civiles sacasen fotos. Pero cuando se levantó la prohibición en julio, los viajeros pudieron capturar las obras de arte con sus cámaras para que todo el mundo las contemplase.

Al fotógrafo Amos Chapple le sorprendió la convergencia de estilos que adorna las paredes de los andenes. «Es la variedad. Hay sabores artísticos diferentes», afirma. Los elementos soviéticos se mezclan con antiguos diseños islámicos: las formas angulares y los bordes afilados, que expresan la rigidez, majestuosidad y poder del Imperio ruso, se combinan con las líneas sinuosas y los seductores tonos cobalto y esmeralda del estilo árabe.

Alisher Navoi
Una cámara de seguridad supervisa la zona ante un retrato de Alisher Navoi, uno de los fundadores de la tradición poética uzbeka. Como el metro es un refugio nuclear, se prohibió la fotografía hasta julio de 2018-
Fotografía de Amos Chapple, RFE, RL

Esta asombrosa convergencia tiene sus raíces en la compleja historia y los diversos gobiernos de Uzbekistán, que se turnaron a las riendas del país.

En el primer milenio a.C., Taskent era una de las mayores ciudades de la Ruta de la Seda, un puerto crucial en la antigua ruta comercial desde Asia Oriental al Imperio romano. Su situación en una encrucijada cultural ha provocado oleadas de cambios de régimen. Cuando los árabes conquistaron la región en los siglos VII y VIII, introdujeron una ola de conversión islámica cuya influencia perduró más de un milenio. Pero, cuando Rusia tomó la ciudad a finales del siglo XIX —y cuando los bolcheviques conquistaron los territorios adyacentes en 1917—, el país pasó a centrarse en una postura más secular, cuando la religión se prohibió bajo el gobierno soviético.

Como parte de su campaña secularista, se cerraron muchas mezquitas y templos y se persiguió a muchos ministros religiosos. Más adelante, grandes partes de los edificios islámicos quedaron reducidos a escombros tras un terremoto en 1966 y nunca se reconstruyeron.

Estas capas de acontecimientos históricos, soberanía, religiones y valores artísticos generan la discontinuidad estilística del metro de Taskent.

Pese a las modestas entradas de hormigón y los pasamanos simples, la vista desde dentro es hipnótica. Las decoraciones, elaboradas por artistas locales —hechas de vidrio, cerámica, plástico, mármol, metal y alabastro— tienen sus propios estilos y temas únicos. Varias estaciones se renombraron tras la disolución de la Unión Soviética en 1991 como parte de un proceso de «descomunización». De hecho, durante el periodo soviético, el arte evita los rasgos alborotadores y propagandísticos de la ideología comunista.

«Quizá por la distancia de Moscú y la distancia de los burócratas comunistas no existía ese tipo de glorificación bravucona del comunismo en el ambiente», observa Chapple. «Era más una glorificación del pueblo, de Uzbekistán, algo bastante inusual para un proyecto soviético como ese».

En una estación, el bajorrelieve de un ave majestuosa, coronada por un arco apuntado de estilo árabe, celebra los 2.200 años de existencia de Taskent. En la parada de Paxtakor, un mosaico de tonos celestes destaca fragmentos de algodón que florecen de tallos anaranjados, como referencia a una de las principales industrias de Uzbekistán. En otra estación, los majestuosos arreglos florales de estuco y esmalte decoran paneles que llegan del suelo al techo.

La estación de Kosmonavtlar, probablemente la más famosa de Taskent, celebra los logros científicos del país con retratos de astronautas famosos que emergen en bajorrelieves sobre las paredes tintadas, imitando la profundidad del espacio exterior. Pero los astronautas carecen de los habituales rasgos sombríos: el aura soñadora de sus rasgos representa su triunfo, como si estuvieran en un cuento de hadas. Aquí, el tema soviético se entremezcla con influencias islámicas para crear una estética uzbeka singular.

El reciente levantamiento de la prohibición de la fotografía representa un alejamiento del «puño de hierro» del expresidente Islam Karimov. Ahora, el gobierno del presidente Shavkat Mirziyoyev, elegido en 2016, espera alentar al resto del mundo a apreciar la riqueza cultural y la elaborada historia de Uzbekistán.

Las recientes reformas de Mirziyoyev representan una nueva fase prometedora tras décadas de aislamiento y gobierno autoritario. Para el gobierno, el turismo es una oportunidad de crecimiento y su nuevo programa de visados lo atestigua: facilita los visados a países occidentales y regiones vecinas. Aunque la mayor parte de visitantes de Taskent procede del interior de Uzbekistán, dos millones de turistas extranjeros visitan el país cada año. Estas cifras todavía son pequeñas, pero a medida que se fomenta el turismo y se esperan más visitas, el metro de Taskent puede ser el mejor lugar donde empezar tu viaje.

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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