¿Cuánto afectará el coronavirus al sector turístico?
La pandemia de COVID-19 ha paralizado los viajes y provocado enormes pérdidas de puestos de trabajo e ingresos. ¿Habrá luz al final del túnel?
Un vuelo casi vacío de American Airlines se prepara para despegar el 18 de marzo de 2020. Las aerolíneas, así como el resto del sector turístico, se enfrentan a un futuro incierto debido a la pandemia de coronavirus.
A raíz de la pandemia de coronavirus, pocos sectores han caído tanto y tan rápidamente como el del turismo. La revolución tecnológica que nos ha unido y ha hecho que los viajes y el turismo sean más fáciles y asequibles —una revolución que impulsó mil millones de viajes al año— no puede hacer nada para detener un virus que exige que nos confinemos.
Resumir las pérdidas del sector turístico es difícil, ya que los datos cambian tan rápido como se propaga el virus. Si la pandemia continúa varios meses más, el Consejo Mundial del Viaje y el Turismo (WTTC, por sus siglas en inglés), el organismo que agrupa a las principales compañías de viaje internacionales, prevé una pérdida global de 75 millones de empleos y 1,9 billones de euros en ingresos. Las pérdidas se acumulan día tras día; el 2 de abril, British Airways alcanzó un acuerdo para suspender temporalmente a 36 000 empleados.
Un empleado del Aeropuerto Internacional de Dayton recoge una bolsa en la pasarela de acceso el 18 de marzo de 2020. Las aerolíneas prevén pérdidas de al menos 250 000 millones de dólares debido a las restricciones a los desplazamientos por la COVID-19.
Gloria Guevara, consejera delegada del WTTC, está presionando a los gobiernos para que apoyen a las empresas de viajes alegando que estas pérdidas de empleo «suponen una preocupación real y profunda para millones de familias de todo el mundo».
El sector turístico estadounidense es uno de los más afectados. La Asociación de Viajes de Estados Unidos pronostica una pérdida de 4,6 millones de puestos de trabajo durante mayo, una cifra que probablemente aumente. Las solicitudes de subsidio por desempleo en Estados Unidos se han disparado hasta la friolera de 6,6 millones: se han duplicado en una semana en el que supone el mayor repunte en medio siglo. El descenso del turismo es una de las razones que impulsa la pérdida de puestos de trabajo en estados como Nevada, donde los casinos y los hoteles de Las Vegas se han quedado a oscuras.
El 29 de marzo, para intentar contener el virus en Estados Unidos, el presidente Donald Trump amplió un mínimo de un mes más las restricciones nacionales al viaje, el trabajo y las reuniones de más de 10 personas, y quizá se extiendan hasta julio. Las vacaciones de verano podrían suspenderse. «Esta es la peor época del año para que ocurra esto. Es la temporada —primavera y verano— en la que el sector turístico obtiene gran parte de sus ingresos», afirma Isabel Hill, directora de la Oficina Nacional de Turismo del Departamento de Comercio.
«Las repercusiones en el turismo son seis o siete veces mayores que tras los ataques del 11-S», afirma Roger Dow, presidente y consejero delegado de la Asociación de Viajes de Estados Unidos, que fomenta los viajes al país y dentro del país y representa a una industria que genera 2,6 billones de dólares en rendimiento económico y 15,8 millones de puestos de trabajo en Estados Unidos.
Aeropuertos como el de Colonia/Bonn, en Alemania, están prácticamente cerrados. El sector turístico internacional se enfrenta a pérdidas gigantescas de ingresos y puestos de trabajo.
Con tanto en juego, el Congreso estadounidense aprobó un estímulo de 2 billones de dólares que no podría haber llegado en un momento de más urgencia. El objetivo es ayudar a los desempleados y apoyar a las grandes y pequeñas empresas. Sin embargo, aún quedan incógnitas: ¿será suficiente este paquete de ayudas conforme el país se adentra en una recesión y qué significará para los viajeros?
Sin ahorros para épocas de vacas flacas
Gran parte del sector turístico ha basado su estrategia financiera en un futuro sin problemas y planifica con vistas a cielos azules eternos: fronteras abiertas, una demanda turística alta, una industria de 8 billones de dólares que desafía los altibajos del mercado.
Según la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (AITA) las aerolíneas internacionales han tenido una media de menos de dos meses de efectivo disponible para cubrir gastos antes del impacto del coronavirus. A modo de comparación, Apple cuenta con suficiente efectivo para cubrir seis años de gastos.
Con gran parte de la flota en tierra, se pronostica que las pérdidas de ingresos de las aerolíneas podrían superar los 230 000 millones de euros. Es más del doble de las pérdidas de casi 105 000 millones de euros que proyectó la AITA hace tres semanas, antes de que los países empezaran a cerrar fronteras.
UPS, Fedex y Airlines for America (A4A), el grupo de la industria que representa a aerolíneas estadounidenses, afirman que sus empresas afiliadas perderán 87 000 millones de dólares en ingresos este año y ya han empezado a solicitar préstamos.
¿Paquetes de ayuda al rescate?
Las aerolíneas estadounidenses podrían beneficiarse de varias disposiciones del estímulo: 425 000 millones de dólares de la Reserva Federal para industrias afectadas, 75 000 millones en préstamos y 25 000 millones en subsidios directos, y el gobierno obtendrá una participación en las empresas. Gran parte del dinero es condicional: no puede utilizarse para que las corporaciones recompren acciones, una práctica que ha hecho que muchas empresas se quedaran sin efectivo.
El rescate pisa los talones a un proyecto de ley de 100 millones de dólares aprobado por el Congreso estadounidense unas semanas antes, que proporciona un mayor seguro de desempleo, baja por enfermedad pagada, ayuda alimentaria ampliada y test gratuitos del virus.
«Este [paquete de ayudas] es importante y queremos [que la recuperación] se acelere. La mayor parte del sector turístico [consta de] empresas pequeñas familiares. Con préstamos a pequeñas empresas, podremos ayudar a que sigan abiertas», afirma Dow. Los préstamos de emergencia a pequeñas empresas estarán disponibles durante todo junio y se condonarán si las empresas tienen que mantener a sus empleados en nómina.
El sector de la hostelería, que ha sufrido tanto como el del transporte (Marriott, por ejemplo, ha perdido un 75 por ciento de sus ingresos), también será uno de los principales receptores del rescate. Los hoteles (y los restaurantes) pueden beneficiarse del programa de préstamos para pequeñas empresas y de un pequeño ajuste a una ley federal de impuestos que podría ahorrarles hasta 15 000 millones de dólares.
La industria de los cruceros
Sin embargo, las compañías de cruceros tienen por delante un camino cuesta arriba hacia la recuperación. Los cruceros se han convertido en una de las principales imágenes de la pandemia, ya que los medios han narrado la difícil situación de los barcos que transportan a pasajeros infectados. Al cierre de esta edición, los cruceros MS Zaandam y MS Rotterdam de Holland America ya habían obtenido permiso para desembarcar en Port Everglades, en Florida, después de que la Guardia Costera se opusiera a permitirles atracar. El 8 de marzo, los CDC estadounidenses y el Departamento de Estado instaron a los estadounidenses a no participar en cruceros y publicaron una explicación detallada de por qué dichos barcos incrementan «el riesgo y las repercusiones» del virus.
Las líneas de cruceros se han convertido en el rostro de la pandemia, ya que los medios han contado la difícil situación de los barcos con pasajeros infectados en busca de puertos.
Las repercusiones en el sector de los cruceros no se han hecho esperar. Según se ha informado, las empresas han perdido 750 millones de dólares en ingresos desde enero. Las acciones de los peces gordos —Royal Caribbean, Carnival y Norwegian— han bajado entre un 60 y un 70 por ciento. Las pérdidas futuras se acumularán y es probable que se posponga la navegación hasta al menos julio o agosto.
A diferencia de las aerolíneas y los hoteles, las compañías de cruceros no podrán solicitar esos 500 000 millones de dólares en ayudas porque no cuentan como empresas estadounidenses. Las principales empresas han ubicado su sede principal en el extranjero y los buques se abanderan y se constituyen en otros países. Esto quiere decir que casi no pagan impuestos federales y evitan muchas de las regulaciones estadounidenses.
La industria de los cruceros se enfrentará a más obstáculos en el futuro. Ross Klein, académico canadiense en la Universidad Memorial de Terranova que estudia el sector, explica que «los gobiernos podrían interesarse más por la notificación de enfermedades y las inspecciones de sanidad», lo que se traducirá en más regulaciones.
Una señal de lo que está por venir
Hay un rayo de esperanza: China, donde comenzó la pandemia, ofrece un atisbo del futuro. Ahora que la pandemia está supuestamente bajo control en el país y se están levantando las restricciones, se vislumbran las primeras señales de recuperación.
Según Bloomberg, las reservas de hoteles en China aumentaron un 40 por ciento la primera semana de marzo, mientras que los vuelos diarios aumentaron un 230 por ciento frente al (catastrófico) mes anterior. Arne Sorenson, consejero delegado de Marriott, afirma que ha visto mejoras iniciales en las propiedades de su compañía en China.
La industria de los cruceros se enfrenta a una ardua batalla para recuperarse. Como muchas empresas de cruceros son sociedades constituidas en el extranjero, no cumplen los requisitos para solicitar los fondos de ayuda estadounidenses.
El mercado turístico doméstico de China es gigantesco y registra unos 5000 millones de viajes al año. Según el Dr. Wolfgang Georg Alt, director del Instituto de Investigación del Turismo Saliente de China, en varios sondeos, la industria doméstica sostiene que pretende recuperarse un 70 por ciento en los seis meses siguientes. Sin embargo, dicha recuperación se basa en gran medida en el turismo doméstico, ya que China ha impuesto limitaciones estrictas a los visitantes extranjeros para garantizar que el virus no reaparezca.
Estados Unidos —el nuevo epicentro de la pandemia— no está siguiendo la trayectoria de China, así que la comparación podría ser más optimista que realista. Con todo, Dow, de la Asociación de Viajes de Estados Unidos, conserva su optimismo: «A largo plazo, regresaremos y volveremos a la normalidad. La gente tiene una memoria corta y habrá un deseo reprimido de viajar».
Por su parte, los economistas advierten que pocas industrias —por no mencionar la del turismo— volverán a la normalidad a corto plazo.
Elizabeth Becker es la autora de Overbooked: The Exploding Business of Travel and Tourism, uno de los libros del año de Amazon. En sus 40 años de experiencia periodística, ha sido corresponsal galardonada del New York Times, editora de cuestiones extranjeras en la National Public Radio y corresponsal de guerra del The Washington Post.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.