Así nació la tradición de los mercadillos de Navidad

Desde sus raíces paganas y su roce con los nazis, los populares, entrañables y acogedores mercadillos navideños alemanes se celebran ahora en todo el mundo.

Por Amy McKeever
Publicado 9 dic 2021, 13:15 CET, Actualizado 20 dic 2022, 15:27 CET
En el mercado navideño de Fráncfort (Alemania), los puestos ofrecen de todo, desde adornos hasta vino ...

En el mercado navideño de Fráncfort (Alemania), los puestos ofrecen de todo, desde adornos hasta vino caliente y pretzels del tamaño de una cabeza. En los siglos transcurridos desde que surgieron para celebrar las fiestas medievales, los mercados se han convertido en un elemento esencial de la Navidad tradicional alemana.

Fotografía de Sergey Borisov, Alamy Stock Photo

Cada temporada navideña, los mercadillos de Navidad transforman las principales plazas de las ciudades europeas en paisajes de maravillas invernales. Las calles se llenan de casetas de madera adornadas con luces parpadeantes y ramas de acebo. Los vendedores venden adornos tallados a mano y figuritas del Belén, y en centroeuropa es habitual encontrarse con tazas de glühwein (vino caliente), mientras el aire se llena de villancicos. Sólo en Alemania -donde comenzó la tradición- suele haber entre 2 500 y 3 000 mercados navideños al año. En 2022, los mercadillos están volviendo en su pleno esplendor tras dos años de cierres y restriscciones por la pandemia de COVID-19.

Los historiadores aseguran que preservar esta práctica cultural en los centros históricos de las ciudades es tan importante como conservar las catedrales medievales o proteger las ruinas de la Antigua Roma. Sostienen que los mercados alemanes deberían inscribirse en la lista del patrimonio cultural inmaterial de la UNESCO, junto a la cultura del café turco, la música reggae jamaicana y los festivales de fuego del solsticio de verano en los Pirineos.

"Lo que hace que [los mercadillos] sean tan importantes no es sólo poder comprar un adorno", afirma Dirk Spennemann, profesor asociado de gestión del patrimonio cultural en la Universidad Charles Sturt de Australia, que ha coescrito estudios sobre el patrimonio cultural de los mercados navideños. "Es toda una experiencia sonora, olfativa y visual, pero también la presencia física de la gente que te rodea". Además, Spennemann afirma que el "patrimonio cultural inmaterial" abarca las tradiciones que están destinadas a ser mutables, remodeladas con cada nueva generación.

Los mercadillos navideños se ajustan a esta definición. A lo largo de sus siglos de historia, se han adaptado a los cambios políticos y a las costumbres sociales de cada nueva época, desde la revolución industrial hasta el ascenso del partido nazi.

Los primeros mercados navideños

Los mercadillos navideños de Europa se remontan a la época medieval, cuando los territorios alemanes cubrían una amplia franja del continente. Algunos de los mercados navideños existentes en Alemania se remontan a los siglos XV y XVI. El mercado de Dresde abrió por primera vez durante un día en Nochebuena en 1434. Por su parte, la evidencia más antigua del mercado navideño de Núremberg data de 1628, aunque algunos sospechan que se remonta al menos a 1530.

Sin embargo, Spennemann dice que no está claro si estos primeros bazares se celebraban con motivo de la Navidad o simplemente tenían lugar en la época navideña. En aquella época, la gente vivía en comunidades dispersas a poca distancia de una iglesia que celebraba mercados para todas las fiestas religiosas. El mercado de invierno solía ser el más grande, con artesanos locales que vendían cerámica, carne, productos de panadería y quizás algunos dulces, si el azúcar no era demasiado caro.

Hay pocos datos sobre el ambiente de esos primeros mercados o sobre cuándo pasaron a ofrecer árboles de Navidad, belenes y juguetes. Algunas ilustraciones muestran a los alemanes ricos codeándose en la plaza principal del mercado, mientras los pobres compraban en los puestos de la calle. Pero Spennemann dice que estas imágenes son probablemente adornos creados por artistas de épocas posteriores, que añoraban lo que para ellos era un pasado navideño idílico, con cada clase social en su lugar.

El mercado navideño de Dresde -llamado Striezelmarkt- suele considerarse uno de los primeros mercados navideños de ...

El mercado navideño de Dresde -llamado Striezelmarkt- suele considerarse uno de los primeros mercados navideños de Alemania. Abrió por primera vez durante un día en la víspera de Navidad de 1434. Ahora atrae a más de 2,5 millones de visitantes cada año.

Fotografía de Alpineguide, Alamy Stock Photo

La Revolución Industrial tuvo un profundo efecto en los mercados navideños de principios del siglo XIX. El aumento del nivel de vida y la aparición de la clase obrera impulsaron el crecimiento de los mercados navideños. En Berlín, por ejemplo, el mercado navideño pasó de 303 puestos en 1805 a unos 600 en 1840.

A medida que los mercados empezaron a atender a la clase trabajadora, las élites urbanas se opusieron a los regalos baratos que se vendían, mientras que la policía de ciudades de toda Alemania se quejaba de las masas de trabajadores revoltosos que los frecuentaban.

"Se consideraba sórdido, incluso peligroso y amenazante", dice Joe Perry, profesor asociado de historia europea y alemana moderna en la Universidad Estatal de Georgia (Estados Unidos) y autor de Christmas in Germany: A Cultural History.

Las fuerzas capitalistas también se volvieron contra los mercados a finales del siglo XIX. Los propietarios de los nuevos grandes almacenes del centro de la ciudad hicieron campaña para que fueran trasladados para así evitar la competencia. Desde Berlín hasta Núremberg, las ciudades trasladaron sus mercadillos navideños a las afueras, donde languidecerían durante décadas.

Los nazis reimaginan los mercados navideños

En la década de 1930, los mercados navideños volvieron al centro de las ciudades de toda Alemania, con la ayuda del Partido Nazi.

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    Miembros de las Juventudes Hitlerianas venden juguetes hechos por ellos mismos en un mercado navideño de ...

    Miembros de las Juventudes Hitlerianas venden juguetes hechos por ellos mismos en un mercado navideño de Berlín en diciembre de 1943. Los mercados navideños de Berlín y otras ciudades habían empezado a languidecer hasta que el Partido Nazi volvió a darles importancia en un esfuerzo por estimular la economía e inspirar el orgullo por las tradiciones exclusivamente alemanas.

    Fotografía de Berliner Verlag, Archiv, Picture Alliance, Dpa, AP Images

    La Navidad era un arma política en aquella época, en la que los políticos se esforzaban por remodelar sus tradiciones para adaptarlas a sus inclinaciones anticapitalistas o ateas. Cuando Adolf Hitler se convirtió en canciller en 1933, su nuevo partido político se apresuró en transformar la Navidad de una fiesta religiosa dedicada a la paz en la Tierra a una fiesta nacionalista que ensalzaba la herencia alemana. Como escribe Erin Blakemore para la revista History, los funcionarios del partido insertaron imágenes nazis en los belenes, llenaron los calendarios de Adviento con propaganda del partido y reescribieron villancicos como "Noche de Paz" para restarle importancia a sus connotaciones cristianas. (Relacionado: ¿Qué es el Adviento y cuándo se celebra?)

    No se trataba de la primera vez que se realizaban esfuerzos de este tipo. Perry señala que la idea de una Navidad culturalmente alemana tiene "raíces muy profundas". Se cree que muchas tradiciones, desde los calendarios de Adviento hasta los árboles de Navidad, tienen su origen en Alemania. A menudo se atribuye al reformador protestante Martín Lutero ser el primero en poner luces en el árbol de Navidad, tras un paseo nocturno por un bosque alemán bajo un cielo estrellado.

    Los mercadillos navideños encajaban de forma natural en el esfuerzo por realinear la Navidad con la ideología nazi porque eran una tradición popular que ya existía. En Núremberg, por ejemplo, el alcalde nazi Willy Liebel trasladó el mercado al centro de la ciudad en 1933, como "una forma de borrar lo que él llamaba las 'influencias no alemanas y racistas' que habían inspirado la reubicación del mercado", escribe Perry en su libro.

    El mercado también estrenó una ceremonia de apertura en la que aparecía el christkind, una figura angelical representada normalmente por una chica local de pelo rubio y ojos azules. Berlín reabrió su mercado navideño al año siguiente, con discursos de líderes nazis, como Joseph Goebbels.

    Poco después, los políticos nazis empezaron a estandarizar la decoración de los puestos y los artículos que los vendedores podían vender, como adornos, juguetes, artesanía, bratwurst y dulces de fabricación alemana.

    La economía impulsó parte de estos esfuerzos para rejuvenecer los mercados, dice Perry. En medio de la Gran Depresión, los líderes nazis creían que la venta de productos fabricados en Alemania podía ayudar a estimular la economía y levantar el ánimo de los ciudadanos alemanes.

    Y así fue. En Berlín, 1,5 millones de personas visitaron el mercado en 1934, un récord que se batió dos años más tarde, cuando lo visitaron dos millones de personas. Pero esa prosperidad económica terminó con el inicio de la Segunda Guerra Mundial. En 1941, muchas ciudades cerraron sus mercados.

    El boom de los mercados navideños de la posguerra

    Los mercados navideños alemanes volvieron a rugir tras el final de la guerra y no hicieron más que crecer en las décadas siguientes, ya que el auge económico de los años 60 y 70 y el aumento del consumismo impulsaron el crecimiento de las compras navideñas. Estos cambios económicos transformaron los mercados navideños en acontecimientos culturales de masas -hasta 1 000 autobuses turísticos llenos de compradores pueden llegar al mercado navideño de una ciudad durante un fin de semana cualquiera.

    Clientes esperan en un puesto de gofres en un mercado navideño de Berlín Oriental el 29 ...

    Clientes esperan en un puesto de gofres en un mercado navideño de Berlín Oriental el 29 de noviembre de 1959. El mercado navideño sólo vendía sus productos a los residentes de Alemania Oriental y a los soviéticos.

    Fotografía de ADN Zentralbild, Picture Alliance, Dpa, AP Images

    El papel de los nazis en la remodelación de los mercados navideños se escondió en gran medida bajo la alfombra, aunque muchas de las tradiciones que instituyeron permanecieron. Cuando el mercado de Núremberg regresó en 1948, también lo hizo la humanidad cristiana, aunque con un nuevo prólogo, o discurso de bienvenida. (Sin embargo, el papel seguiría dándose a actrices blancas hasta 2019, cuando la selección de una adolescente birracial provocó la indignación racista de los políticos de extrema derecha).

    Aunque algunos alemanes trataron de trivializar el papel de los nazis en la configuración de los mercados navideños, Perry señala que otros partidos políticos alemanes a lo largo de los años han tratado de influir en la tradición. A principios del siglo XX, los marxistas intentaron reformular la Navidad como una fiesta pagana en lugar de religiosa. Más tarde, el Partido Comunista de Berlín Oriental también intentaría alinear la Navidad con sus valores. La Navidad "siempre ha sido empujada y arrastrada", añade.

    En los años 80 y 90, los mercados navideños alemanes eran tan apreciados que se convirtieron en una exportación cultural. Ciudades de todo el mundo -incluidos Estados Unidos, Japón e India- empezaron a organizar sus propios mercados navideños al estilo alemán, con bratwurst, glühwein y luces parpadeantes. En el Reino Unido, el número de mercados navideños se triplicó con creces, pasando de unos 30 en 2007 a más de un centenar en 2017.

    El patrimonio cultural inmaterial de Alemania

    En Alemania, por su parte, el número de mercados navideños también ha aumentado en los últimos 50 años, pasando de unos 950 mercados en los años 70 a unos 3 000 en 2019. Las oficinas locales de turismo los utilizan para persuadir a la gente de que los visite durante los días más sombríos del invierno, y las empresas turísticas han ampliado los recorridos en autobús a los cruceros fluviales con mercados navideños que se detienen en ciudades a lo largo del Danubio, desde Alemania hasta Hungría.

    Mercado navideño en Esslingen

    En 2021, los puestos del mercado navideño no se alinearán en la plaza del antiguo ayuntamiento de Esslingen. Al igual que muchas ciudades de Alemania, la ciudad ha tenido que cancelar su mercado navideño debido al aumento de los casos de COVID-19.

    Fotografía de Robert Harding Picture Library, Nat Geo Image Collection
    Galletas tradicionales alemanas

    Los aromas de los productos horneados, como estas galletas tradicionales alemanas, son algunas de las experiencias que hacen de los mercados navideños una parte intangible del patrimonio cultural del país.

    Fotografía de INNA FINKOVA, Alamy Stock Photo

    Pero la pandemia interrumpió todo eso en 2020. Aunque muchas ciudades intentaron recrear los mercados a través de portales de realidad virtual y puestos de venta ambulante, Spennemann y Parker sostienen en un estudio publicado en la revista Heritage que la escasa respuesta a los mercados navideños sustitutivos puso de manifiesto la importancia de los auténticos.

    "Está claro que las sustituciones no funcionan", afirma Spennemann. "A menos que vayas y le des a la gente la experiencia virtual en 3D y le envíes un frasco de olores, no va a funcionar".

    Al documentar la historia de los mercados navideños, los estudiosos esperan sentar las bases en caso de que Alemania decida solicitar el reconocimiento de la UNESCO. Pero Spennemann dice que salvaguardar los mercados no significa impedir que cambien, sino mantenerlos vivos a través del cambio.

    Algunas personas, dice, insisten en que la cultura tradicional alemana debe implicar el uso de pantalones de cuero y beber en jarras, pero "congelan la cultura, la ritualizan y la matan". La cultura inmaterial es una expresión vibrante que cambiará. Así que hay que permitir ese cambio".

    De hecho, sostiene que las tradiciones culturales intangibles, como los mercados navideños, son tan significativas porque han evolucionado para representar lo que somos en cada momento, para bien y, sí, a veces para mal.

    Amy McKeever es escritora y editora senior en National Geographic. Puedes encontrarla en Twitter.

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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