Surf fluvial en Estados Unidos

¿Por qué se ha puesto de moda hacer surf en ríos?

El surf fluvial está ganando popularidad en el Medio Oeste estadounidense, atrayendo a entusiastas de las actividades al aire libre y estimulando el desarrollo económico de pequeñas comunidades.

El surf fluvial está haciendo furor en el Medio Oeste de EE. UU., impulsando el crecimiento económico y estimulando el desarrollo de parques de aguas bravas.

Fotografía de Christian Nafzger, Shutterstock
Por Stephen Starr
Publicado 10 jun 2024, 15:45 CEST

Hannah Ray J lleva toda la vida rodeada de ríos. De niña, pescaba y navegaba en kayak por los cursos de agua cercanos a la granja de su familia en Manchester (Iowa, EE. UU.).

Entonces, un día, vio a alguien de pie sobre una tabla de surf en medio de un río en Cedar Falls, Iowa.

"Pensé: eso parece muy divertido; quiero probarlo", dice. Desde entonces, ha convertido ese encuentro fortuito en la pasión de su vida: surfear por los ríos de Estados Unidos.

No es la única. El surf fluvial se está convirtiendo en la próxima gran actividad recreativa al aire libre en todo el Medio Oeste estadounidense.

El próximo verano se inaugurará un parque urbano de aguas bravas en Norfolk (Nebraska) y se está proyectando una zona de surf en Cedar Falls (Iowa), como parte de un proyecto más amplio de ocio fluvial. Las autoridades de West Carrollton (Ohio) están a punto de construir una gran urbanización en torno a un nuevo parque fluvial de aguas bravas en el río Great Miami, mientras que un proyecto similar está en marcha en Tulsa (Oklahoma).

Estas nuevas instalaciones pueden atraer a miles de aficionados a los deportes fluviales (y el dinero de los turistas), lo que contribuirá al desarrollo económico de muchas comunidades pequeñas sin salida al mar. Algunos expertos incluso han calificado el surf en ríos como "el futuro del surf" debido a su creciente popularidad.

Badfish SUP, una empresa de remos y tablas de surf con sede en Colorado, afirma que las ventas de sus tablas de surf fluvial se han disparado desde la pandemia.

"Este año hemos tenido, con diferencia, nuestro mejor año", afirma Mike Harvey, su copropietario; "nunca he visto este nivel de entusiasmo en ninguna otra actividad fluvial en la que haya estado". La empresa incluso ha bautizado una de sus tablas con el nombre de "Wave Farmer" (Granjero de olas), como homenaje a las personas que viven y trabajan los paisajes que rodean esta actividad emergente.

Un surfista cabalga la ola Lunch Counter en el río Snake, cerca de Jackson, Wyoming.

Fotografía de Christian Nafzger, Shutterstock

Esto es lo que hay que saber sobre la creciente popularidad del surf fluvial y su posible impacto en las comunidades locales.

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De marginal a mainstream

El surf fluvial, un deporte de nicho con raíces en la década de 1970, comenzó en Múnich (Alemania), en el río Eisbach. Al principio era una actividad clandestina, pero fue ganando popularidad a medida que los aficionados buscaban alternativas al surf oceánico en regiones sin salida al mar.

A diferencia del surf tradicional, en el que las olas llegan en tandas, las olas de río son constantes, lo que permite a los surfistas practicar y perfeccionar continuamente sus habilidades sin esperar a la siguiente ola. Estas olas se forman cuando el agua en rápido movimiento fluye sobre un obstáculo sumergido, como una roca o un elemento construido, haciendo que el agua suba y cree una ola surfeable que permanece fija. Las tablas utilizadas en el surf de río suelen ser más cortas y anchas que las tablas tradicionales de surf, a menudo con más volumen para proporcionar flotabilidad en agua dulce.

Con el paso de las décadas, los avances tecnológicos en la generación de olas y el diseño de tablas de surf han transformado el surf fluvial, que ha pasado de ser una actividad marginal a convertirse en un deporte cada vez más popular.

Este creciente interés es lo que Laura Hunter, una de las responsables de WOKA, un nuevo parque de aguas bravas de 33 millones de dólares en el noreste de Oklahoma, espera que se multiplique. El mes pasado se inauguró este parque de ocho atracciones en el río Illinois, y la respuesta del público ha sido asombrosa.

"Hasta la fecha han pasado por el parque más de 4000 coches, más de lo que esperábamos", dice Hunter; "es bastante irreal".

Los visitantes del WOKA pueden alquilar tablas de surf, kayaks, dispositivos de flotación personal (PFD) y otros equipos de aguas bravas en el parque. El sitio web del WOKA tiene cámaras web en directo para que los visitantes puedan comprobar con antelación el nivel de las olas y las condiciones del agua.

Lo que ha sido igual de emocionante, dice, es la participación de la comunidad.

"Ya estamos viendo cómo llegan a la zona empresas que apoyan las actividades en aguas bravas", afirma. Una de ellas es Eddyline Kayaks, que va a trasladar su sede del estado de Washington a Siloam Springs (Arkansas), una localidad unida a WOKA por un sendero pavimentado de cinco kilómetros. Ozark Mountain Trading Company, una tienda local de artículos para actividades al aire libre, ha añadido una "sección WOKA" de artículos a su sitio web.

En algunas ciudades, los residentes han ido más lejos. En Dayton (Ohio), los surfistas locales que no pudieron viajar durante la pandemia aprovecharon su afición y la convirtieron en un próspero negocio. Comunidades de Austin (Minnesota), Sioux Falls (Dakota del Sur) y otros lugares esperan construir parques de aguas bravas en sus propios ríos en los próximos años.

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En la cresta de la ola

Aunque el surf fluvial puede ser una bendición social y económica para las comunidades del Medio Oeste, también plantea problemas. La basura, la escorrentía de las tormentas y las ramas de los árboles taladas pueden impedir la práctica del surf o suponer un peligro para los surfistas.

Los caudales de los ríos que determinan el nivel de las olas pueden variar cada día, y con la sequía que afectó a gran parte del Medio Oeste el verano pasado, el estiaje es un problema al que han tenido que enfrentarse algunos parques de aguas bravas. Además, como en cualquier actividad en la que interviene el agua a gran velocidad, existen riesgos.

Aun así, eso no disuade a la mayoría, y la nueva tecnología para que las olas del surf se adapten a los cambios de altura del agua se está poniendo a punto. Además, el objetivo general de los parques de aguas bravas es atraer no sólo a surfistas: en Oklahoma, los ocho saltos de WOKA se extienden a lo largo de un tramo de río de 365 metros y atraen a piragüistas, bañistas y personas que quieren ver cómo se desarrolla la diversión desde la orilla del río.

Tanto si eres un surfista experimentado como un principiante en busca de una experiencia única en los deportes acuáticos, el surf de río en el Medio Oeste ofrece una emocionante alternativa al surf oceánico. Mientras que el surf oceánico puede tener una alta barrera de entrada o no ofrecer más que un par de segundos de emoción para los novatos, las olas del surf de río son constantes, lo que significa que una vez que te caes de la tabla, puedes volver a subirte a la ola en pocos minutos.

Sólo necesitas tu tabla de surf, un casco y un dispositivo personal de flotación, dice Brandon Burress, que vive en Indiana y practica regularmente el surf de río en las olas de Dayton, Ohio, a 150 minutos de viaje de ida y vuelta de su casa.

Lugares como Montrose Beach, en Chicago, o St. Anthony Falls, en Minneapolis, ofrecen la posibilidad de practicar surf en ríos o lagos. En Chicago, el lago Michigan puede crear olas para el surf, mientras que en Minneapolis, los rápidos del río Mississippi permiten emocionantes paseos. En Missoula (Montana) y Sheboygan (Wisconsin) también se puede practicar surf en ríos o lagos.

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    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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