Así ha afectado la erupción del Kilauea a esta comunidad hawaiana
Dos fotógrafos que comparten un profundo vínculo con el poder de la naturaleza —y con la gente desplazada por él— documentan la destrucción y ayudan a la comunidad a recuperarse.
Warren Fintz ha pasado años fotografiando y grabando el paisaje de la Isla Grande de Hawái, y ninguna maravilla natural ha sido más significativa que el volcán en erupción constante, el Kilauea.
Pero Fintz se ha perdido el encuentro más cercano con la ira del volcán, por suerte para él. Hace dos meses, Fintz se mudó de la subdivisión de Leilani Estates, que acaba de ser devastada por los flujos de lava de las nuevas chimeneas, y recogió sus últimas pertenencias hace solo un par de semanas.
El fotógrafo, refiriéndose a este momento oportuno, sugiere que le debe haber advertido la diosa del fuego, Pele, personificación del Kilauea. Según la creencia tradicional, Pele es propensa a la ira. Su largo cabello forma los regueros de lava conocida como pahoehoe, una erupción basáltica caracterizada por roca fundida fluida y de movimiento relativamente lento.
Pero incluso las erupciones más débiles del Kilauea pueden causar daños graves. La semana pasada se abrieron 15 fisuras nuevas y la lava ha inundado la subdivisión de Leilani, provocando incendios y destruyendo al menos 36 edificios. En los últimos días, Fintz ha regresado a su antiguo vecindario para ayudar en los esfuerzos de socorro. De los 1.700 residentes de Leilani que han sido desplazados, estima que unos 200 estaban en refugios temporales la tarde del martes. Otros han sido acogidos por familia y amigos, o en algunos casos, por anfitriones de Airbnb.
Algunos de los ciudadanos de la tercera edad de Leilani creían que sus casas ahora destruidas serían los últimos hogares que necesitarían. Algunos residentes lo han perdido todo, en ocasiones propiedades que no reúnen las condiciones necesarias para estar aseguradas por su proximidad al volcán.
El sabor del volcán
Por ahora, los flujos de lava se han enfriado lo suficiente para permitir un acceso controlado a algunas de las casas afectadas durante el día. Fintz informa que una de las tareas de los voluntarios es localizar a las mascotas de los residentes. Otras personas, que no han podido entrar en Leilani, le han preguntado si sus casas seguían allí. Los afectados están frustrados porque la información es lenta e insuficiente.
Incluso en las partes accesibles de Leilani, el olor del azufre es omnipresente. Pese a llevar una máscara de pintor con filtro, Fintz pudo saborear literalmente el azufre, y lo describe como una sensación de vidrio en la boca.
Las nubes de humo también hacen que conducir sea algo traicionero. El vog —esmog volcánico— dificultó tanto la visibilidad que Fintz casi condujo su coche hacia un enorme flujo que bloqueaba una carretera.
Pese al peligro, Fintz y su colega Ehitu Keeling han aprovechado todas las oportunidades que han surgido para documentar los daños causados por este sujeto tan devastador e impresionante.
Keeling, que tiene familia en la zona, grabó la dramática noche del 4 al 5 de mayo, capturando lo que él describe como la respiración de las chimeneas, que envían columnas de líquido brillante al aire. Keeling dice que siempre ha querido experimentar la lava de esta forma, describiéndola como un vínculo con las historias de sus abuelos y las vidas de sus ancestros. Como Fintz, Keeling tiene mucha experiencia con los fenómenos naturales de la isla, lava incluida.
Pese a todo, tanto Fintz como Keeling hablan del inspirador espíritu de voluntariado y solidaridad de la comunidad, y esperan ser capaces de reconstruirla.