Así se ha recuperado de la guerra civil la fauna de Gorongosa
Una generación después de la guerra civil, más de 100.000 grandes animales viven en el parque nacional de Gorongosa, en Mozambique, un lugar insólito para las buenas noticias.
El parque nacional de Gorongosa, en la región central de Mozambique, en la costa sudeste de África, ha resurgido de sus cenizas tras la guerra. Las últimas cifras de su recuento aéreo de fauna silvestre de 2018, publicadas hace poco, muestran que la población de grandes mamíferos en el parque, devastada durante el conflicto, sigue recuperándose.
Es un lugar donde la mayoría de las especies de fauna grande son mucho más numerosas ahora que en 1992, al final de la guerra civil. Los reconocimientos de entonces determinaron que solo quedaban 15 búfalos cafres, seis leones, 100 hipopótamos y unos pocos ñus azules. Pero según los últimos recuentos, la población de búfalos se sitúa por encima de los 100 ejemplares, hay casi 550 hipopótamos y más de 600 ñus. Los leones, pese a ser más difíciles de contar, también prosperan ante el incremento de las presas.
A principios de los 90, tras 15 años de guerra civil, los dos bandos trataban Gorongosa como un campo de batalla y mataban a sus animales para obtener carne con la que alimentar a los soldados o por su marfil para comprar armas. El lugar estaba destrozado. Languideció durante más de una década hasta que, en 2004, comenzó el Proyecto de Restauración de Gorongosa, una asociación del gobierno de Mozambique y la Carr Foundation, con sede en Estados Unidos. La Carr Foundation (y su fundador, Greg Carr) no solo aportaron a este reto recursos financieros y gestión, sino también una visión de que Gorongosa podría convertirse en un «parque de los derechos humanos».
Esto implicaba beneficios tangibles para los lugareños que lo rodeaban —en sanidad, educación, agronomía, desarrollo económico—, así como protección para su paisaje, sus aguas, su diversidad biológica en todas sus formas. El progreso ha sido constante y cuantificable. Un parámetro es la alfabetización de las mujeres y niñas del lugar. Otro es la recuperación de la fauna silvestre. Contar a los animales salvajes no es fácil, pero en las sabanas abiertas, las llanuras de inundación y el terreno forestal mixto de Gorongosa puede hacerse de forma sistemática y fiable en helicóptero.