Estos peces cebra podrían ayudar a luchar contra la adicción a los opioides
Los seres humanos no son los únicos que pueden convertirse en adictos a los opiáceos.
Un reciente estudio de investigadores de la Universidad de Utah ha demostrado que los peces cebra, cuyas estructuras neurológicas son similares a los humanos, también pueden mostrar síntomas de adicción a las drogas, lo que podría darnos una forma más rápida de probar nuevas terapias que podrían ayudar a las personas adictas.
Randall Peterson, decano de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Utah, afirma que las terapias actuales utilizan otros opioides, como la metadona o la buprenorfina, y pueden ayudar a alguien con una adicción, aunque pueden dejarles una segunda adicción una vez termina el tratamiento.
«Existe todavía una necesidad imperiosa de terapias que funcionen de maneras diferentes, no solo remplazando un opioide por otro», explica.
El nuevo estudio con peces cebra supone un paso hacia el desarrollo de la primera terapia que no usará opioides para sustituir la primera adicción, según Peterson. Debido a lo fácil que es probar una gran variedad de medicamentos aprobados en grandes cantidades de peces cebra, podría acelerar el proceso de reducir los prometedores compuestos a un bajo coste.
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La falta de investigaciones sobre la adicción a los opioides ha obstaculizado la capacidad de los científicos para desarrollar soluciones al creciente problema en Estados Unidos y en todo el mundo. En la actualidad, no existen tratamientos médicos efectivos para el comportamiento de drogadicción que los humanos desarrollamos como parte de una adicción a los opioides, según un estudio publicado en Behavioral Brain Research.
Los peces cebra se utilizan con más frecuencia para el estudio de trastornos mentales debido a la similitud fisiológica y genética con las personas, y estudios previos han demostrado que pueden desarrollar un comportamiento adictivo hacia varias drogas.
«La novedad aquí es que este es un modelo de autoadministración en el que los peces tienen que realizar una acción para recibir una droga, y eso es fundamentalmente diferente en términos de cómo responde el cerebro a la droga», explica Peterson. «[Esto nos permite] medir la motivación de la drogadicción de forma más completa».
Gabriel Bosse, escritor principal del estudio e investigador postdoctoral en la Facultad de Farmacia de Utah, afirma que el nuevo estudio ayudará a los investigadores a clasificar los compuestos de los fármacos para encontrar aquellos que puedan ser confirmados con éxito en futuros estudios.
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Opioides en un acuario
Para el estudio, los investigadores emplearon una tecnología que permitía a los peces cebra autoadministrarse los opioides en un acuario. En el vídeo, los peces nadan por delante de un sensor en la plataforma de color amarillo, que detecta sus movimientos.
En primer lugar, el sensor de movimiento activaba la liberación de comida, que se enviaba al acuario al mismo tiempo que se encendía una luz verde. Los peces aprendieron que, si querían comida, tenían que nadar frente a la plataforma para conseguirla.
A continuación, los investigadores remplazaron la comida por un opioide, liberado de forma automática por los movimientos de los peces. En el transcurso de una semana, su conducta en el acuario se volvió cada vez más errática a medida que provocaban desesperada y agresivamente la liberación de más drogas.
Además, los peces siguieron buscando la droga, incluso cuando los investigadores les proporcionaron una consecuencia de su uso. Hicieron que el agua en la zona de la plataforma amarilla fuera menos profunda elevando la plataforma dentro del acuario, algo que debería haber disuadido a los peces cebra debido a su aversión natural hacia el agua poco profunda. Sin embargo, los peces siguieron volviendo para obtener más dosis del opioide. También mostraron síntomas de estrés y ansiedad al ser privados de la droga.
Al finalizar el estudio, los investigadores pudieron confirmar que los peces cebra que provocaban la liberación de la droga desarrollaron una adicción a través de las mismas vías moleculares que utilizan otros animales. Los científicos esperan que el estudio de este proceso proporcione más información sobre el funcionamiento de dichas vías y sobre cómo podría tratarse la adicción en humanos.
«El proceso de llevar un medicamento completamente nuevo al mercado puede ser lento. Puede llevar varios años», afirma Peterson. «Una alternativa prometedora es encontrar un nuevo uso para un medicamento existente. Esta idea... reduciría drásticamente la cantidad de tiempo que llevaría obtener un tratamiento efectivo y llevarlo hasta las manos de doctores y pacientes».
Estos experimentos con peces podrían ayudar a los científicos a probar dichos fármacos potenciales.