Los «fatbergs»: las masas de grasa que bloquean las alcantarillas de todo el mundo

Publicado 9 nov 2017, 4:27 CET
Los «fatbergs»: las masas de grasa que bloquean las alcantarillas de todo el mundo

Primero, alguien vierte grasa de pavo fundida por el desagüe. A pocas manzanas de distancia, alguien tira una toallita húmeda por el retrete. Cuando ambos desperdicios se reúnen en una tubería de alcantarilla, nace un bebé de fatberg.

Finalmente, más grasa y aceite se unen a esa masa, acumulándose en apestosas bolas gigantes. Cuando alcanzan el tamaño suficiente, los fatbergs puede obstruir las alcantarillas por completo, expulsando aguas residuales a las calles. Para cuando retiraron una monstruosidad de 15 toneladas de las cloacas del distrito de Kingston, en Londres, en 2013, gran parte de los retretes del vecindario se habían atascado.

Los fatbergs son una plaga en el alcantarillado y tanto las repugnantes acumulaciones como la lucha contra ellas han ido aumentando. Londres, Belfast, Denver y Melbourne son solo unas cuantas de las muchas metrópolis del mundo que han descubierto gigantescos fatbergs en los últimos años.

Cuando se descubrió el fatberg de Kingston, del tamaño de un autobús, un supervisor de Thames Water declaró a la BBC: «Creemos que debe ser el más grandede la historia británica». En dos años, uno más grande rompió tuberías de alcantarilla de un metro de ancho en el barrio londinense de Chelsea. Este verano, Northern Ireland Water excavó «un par de cientos de toneladas» de grasa y desechos de un fatberg bajo una hilera de restaurantes de comida rápida en Belfast.

El problema no solo es repugnante, sino que también es una carga financiera. En la ciudad de Nueva York, la grasa provoca el 71 por ciento de los atascos en las alcantarillas, según el informe de 2016 sobre el estado de las alcantarillas en la ciudad. La ciudad se ha gastado ya 18 millones de dólares en cinco años de lucha contra los fatbergs. Pero las ciudades más pequeñas no son inmunes: Fort Wayne, Indiana, se ha gastado medio millón de dólares al año en limpiar la grasa de las cloacas.

Estados Unidos y Reino Unido son los países donde se registran más fatbergs, según el ingeniero Thomas Wallace del University College Dublin, que estudia la eliminación de residuos. No es solo que ambas naciones produzcan grandes cantidades de ingredientes de los fatbergs, sino que también tienen sistemas de alcantarillado mal preparados para lidiar con el ataque de la grasa y los desechos que generan las poblaciones cada vez más grandes.

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La lucha contra los fatbergs

Las obstrucciones son un problema tan antiguo como los propios sumideros; supuestamente, los antiguos romanos enviaban a esclavos públicos bajo tierra para limpiar sus alcantarillas. Pero los enormes fatbergs de hoy en día están provocados por las invenciones modernas.

Los primeros fatbergs probablemente eran pequeños, hasta que las ciudades y los desechos procedentes de la cocina empezaron a aumentar con la llegada de la industrialización. En 1884, Nathaniel Whiting de San Francisco patentó la primera trampa para grasa para atrapar «sustancias que atascarían y obstruirían las alcantarillas».

Su diseño, bastante básico, todavía se utiliza hoy en día: las aguas residuales se drenan en una caja donde se asienta la grasa. Finalmente, alguien tiene que limpiar la mugre y deshacerse de ella.

En Estados Unidos, muchas ciudades obligaron a los restaurantes y a otros vendedores de comida a tener filtros de grasa y a limpiarlos, y en los últimos años ha crecido la polémica y la intriga en torno a esas reservas de grasa. En algunos lugares, los ladrones utilizan sopletes para acceder a las trampas de grasa para robar el aceitede cocina utilizado que puede ser convertido en biocombustibles.

Alcantarillas de Londres
Un operario extrae grasa de las alcantarillas de Londres en 2014.
Fotografía de Adrian Dennis, AFP, Getty Images

En China, la grasa de las alcantarillas y de las trampas se recoge ilegalmente, se limpia—aunque no muy bien— y se vende en el mercado negro como «aceite remanufacturado». Si cenas en restaurantes baratos y en puestos callejeros, es posible que tu comida haya sido cocinada en este tipo de aceite.

En Reino Unido, las normas sobre trampas para grasa han sido más laxas que en Estados Unidos, ya que muchos sistemas de aguas como el de Thames Water, en Londres, son de propiedad privada y no tienen demasiada autoridad sobre ellos para imponer su uso. En su lugar, este servicio público contrata a un equipo de flushers, personas encargadas de extraer la grasa y otros desperdicios para mantener el flujo en las tuberías.

Por ello era de esperar que la palabra fatberg fuera acuñada por la gente que mejor los conoce: los operarios del alcantarillado de Thames Water. La descripción, que nos inspira la imagen de una masa pálida y flotante de proporciones épicas, es mucho más pegadiza que la versión americana, el acrónimo FOG, que significa «fat, oil and grease» (grasa y aceite). La palabra fatberg se ha quedado grabada, lo suficiente como para llegar al Diccionario de inglés de Oxford en 2015, junto con el término «Brexit».

A medida que los fatbergs aumentan, los científicos han aprendido más sobre cómo se forman y cómo luchar contra ellos. Para empezar, se ha descubierto recientemente que la mayor parte de la masa en los fatbergs es en realidad una forma de jabón hecho por la propia alcantarilla.

En 2011, Joel Ducoste, de la Universidad Estatal de Carolina del Norte, y su equipo informaron de que el mismo proceso que puede convertir la manteca de cerdo en jabón, llamado saponificacióntiene lugar en la grasa de la alcantarilla si hay calcio alrededor. El equipo incluso creó fatbergs en miniatura en el laboratorio que crecieron en hormigón rico en calcio, un indicio de cómo las masas alcanzan un tamaño tan gigantesco en ciertas alcantarillas.

Y en los lugares donde aumentan los fatbergs, los gerentes del alcantarillado señalan a las toallitas húmedas como cómplices en este problema. Las toallitas húmedas se hacen tanto para bebés como para adultos y, aunque muchas se venden como si fueran «desechables», toneladas de toallitas mal disueltas acaban en las cloacas. Y lo que es peor, estos tejidos pueden servir como excelentes bloques de construcciónpara los fatbergs.

Tom Curran, del University College Dublin, posee la primera beca Fulbrightconcedida a un científico para la lucha contra los fatbergs. Para su proyecto, Curran trabajará con Ducoste en Carolina del Norte para cartografiar los puntos calientes de fatbergs y desarrollar sensores que alertarían a las ciudades de la formación de estas masas antes de que alcanzasen tamaños con los que podrían romper tuberías.

Algunas ciudades incluso están considerando los fatbergs como combustible. Después de todo, la grasa es alta en calorías y, por lo tanto, en energía. Thames Water se ha asociado con una empresa de combustibles renovables para extraer fatbergs de las alcantarillas y convertirlos en biodiésel.

Según Curran, las campañas de concienzación pública ya han ayudado a algunas ciudades a reducir las obstrucciones enseñando a la gente qué no debe tirar o verter por los desagües. «También existen iniciativas jurídicas en relación al uso del término 'desechable'», dice.

Las ciudades, a su vez, están explotando su creatividad en sus mensajes. En Reino Unido, la Navidad es un momento especialmente malo para los fatbergs, según Thames Water, debido a toda la grasa de pavo y de carne asada que se tira por el desagüe.

¿Cuál ha sido la respuesta de Thames Water? Hacer vídeos con villancicos de «Sewer Singers» («cantantes de alcantarilla») y disfrazar de pavo a un operario del alcantarillado.

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