Visita las colinas de Chocolate de las Filipinas
Estas formaciones no solo crean una vista espectacular, sino que representan una rareza geológica.
Un paisaje de otro mundo se extiende sobre la provincia de Bohol, en Filipinas: cientos de montículos casi simétricos, cónicos y en forma de domo, se elevan desde la superficie de la llanura.
En la estación lluviosa, la vegetación que cubre las colinas les da un aspecto suave y exuberante. En verano, cuando la vegetación muere, adoptan un tono marrón dorado al que deben su nombre: las colinas de Chocolate. Hay hasta 1.776 extendidos sobre un área de 52 kilómetros cuadrados, con elevaciones de hasta 122 metros. Algunos observadores comparan el paisaje con un campo lleno de bombones gigantescos.
Estas colinas no solo crean una vista espectacular, sino que representan una rareza geológica. El único conjunto de montículos similares conocido está en la isla de Java, Indonesia, pero tienen un aspecto menos regular que los de Bohol.
Las colinas de Chocolate han dado pie a varias leyendas sobre su origen. Según una de ellas, un gigante que había tenido un desengaño amoroso lloró, y las colinas crecieron en los lugares donde cayeron sus lágrimas. En otra versión, dos gigantes entraron en guerra y se lanzaron piedras durante días. Finalmente, los gigantes resolvieron sus diferencias, pero los montículos se formaron donde habían aterrizado las rocas.
Sin embargo, la explicación científica es que las colinas se formaron a partir de piedra caliza de coral elevada del mar y erosionada lentamente, y moldeada por los elementos hasta adoptar su forma actual. Las Filipinas nombraron la zona Monumento Geológico Nacional en 1988 y la nominaron para ser Patrimonio Mundial de la UNESCO en 2006.