El huracán Milton visto desde la Estación Espacial Internacional.

¿Estamos cerca de superar el límite científico de la fuerza de un huracán?

Históricamente, es raro que haya una tormenta en el que los vientos superen los 320 km/h pero estudios iniciales apuntan a que podría empezar a ser más común en un futuro próximo.

El huracán Milton, una tormenta de categoría 5 en el momento de la fotografía, a su paso por el golfo de México frente a la costa de la península de Yucatán ell 8 de octubre de 2024 visto desde la Estación Espacial Internacional mientras orbitaba 400 kilómetros por encima.

Fotografía de NASA, Getty Images
Por Kieran Mulvaney
Publicado 16 oct 2024, 11:14 CEST

A medida que el huracán Milton azotaba Florida a principios de este mes, su fuerza e intensidad aumentaron a un ritmo rápido a medida que se convirtió en uno de los huracanes más intensos registrados en la cuenca del Atlántico, y el más fuerte que jamás haya azotado el Golfo de México al final de la temporada de huracanes.

La tormenta se formó como una depresión tropical sobre el suroeste del Golfo de México el sábado 5 de octubre. Para el lunes, ya era de categoría 5, con vientos máximos sostenidos que alcanzaron un máximo de 290 kilómetros por hora. A pesar de que había retrocedido a una tormenta de categoría 3 cuando tocó tierra en la costa oeste central de Florida (Estados Unidos), sus velocidades de hasta 190 km/h fueron suficientes para destruir más de 120 casas y arrancar el techo de Tropicana Field.

Milton fue la segunda tormenta de categoría 5 de la temporada después de Beryl en julio, lo que convierte a 2024 en el sexto año desde 1950 (después de 1961, 2005, 2007, 2017 y 2019) en experimentar dos o más huracanes de categoría 5. La ciencia que conecta el cambio climático con el empeoramiento de los huracanes es cada vez más clara; dos análisis recientes muestran que el calentamiento ayudó a impulsar los huracanes Helene y Milton. Dado que parece que calentamiento global no frena, ¿qué potencia podrían alcanzar las tormentas tropicales del futuro?

Huracán Katrina

Tormentas potentes como el huracán Katrina, que golpeó Nueva Orleans (EE. UU.) en 2005, pueden causar un gran daño en las ciudades que no tengan una infraestructura resistente a los acontecimientos meteorológicos.

Fotografía de Tyrone Turner, Nat Geo Image Collection

Cómo el aumento de las temperaturas sobrecarga las tormentas

Una serie de factores ayudan a formar un huracán. Según Kerry Emanuel, del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), los dos más importantes son la temperatura del océano y la temperatura de la columna de aire hasta unos 20 kilómetros.

En general, dice, cuanto más cálidos son esos dos elementos, más energía tiene una tormenta disponible para convertirse en un ciclón tropical (conocidos como huracanes en el Atlántico y tifones en el Pacífico). Históricamente, añade, en ningún lugar del mundo el agua ha sido lo suficientemente cálida como para que la velocidad de los vientos de los ciclones tropicales supere aproximadamente las 320 km/h, son raras las tormentas que se acercan a eso.

De hecho, dice, "tal vez el uno o el dos por ciento de todas las tormentas se acercan a este límite".

Sin embargo, "a medida que aumenta el contenido de gases de efecto invernadero de la atmósfera, lo que hace que el calentamiento aumente, ese límite aumenta. Así que puede ser que a finales de siglo, si no tenemos éxito en frenar los gases de efecto invernadero, el valor máximo podría estar más cerca de las 350 kilómetros por hora".

En un estudio reciente, los científicos del clima Michael Wehner del Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley (Estados Unidos) y James Kossin, de la Fundación First Street calculó que, con dos grados centígrados de calentamiento global por encima de los niveles preindustriales, el riesgo de tormentas que se acerquen al límite de velocidad teórico actual aumenta hasta en un 50 por ciento cerca de Filipinas y se duplica en el Golfo de México.

Como resultado, sugirieron la idea de una categoría 6, para tormentas con vientos máximos sostenidos de 310 km/h o más, y encontraron que, entre 1980 y 2021, cinco tormentas habrían logrado esa clasificación, todas ellas en los últimos nueve años del registro.

(Relacionado: Las categorías de los huracanes no funcionan del modo que piensas)

Comunicar las alertas más peligrosas

En la actualidad, los huracanes se clasifican de categoría 1 a 5, en función de la velocidad máxima sostenida del viento, en lo que se conoce como el Escala de Saffir-Simpson (los tifones y los ciclones del Océano Índico utilizan diferentes escalas). Los huracanes de categoría 1 tienen vientos de 118 a 152 km/h; la velocidad del viento en las tormentas de categoría 5 es superior a 250 km/h.

En su estudio, Wehner y Kossin sugirieron que, en un mundo que se calienta y en el que las tormentas intensas se vuelven más frecuentes, la naturaleza indefinida de la categoría 5 puede ser insuficiente para transmitir los riesgos asociados con los huracanes más poderosos.

"La escala es útil para transmitir el mayor riesgo del cambio climático, porque refleja que las tormentas más ventosas son tienen vientos más potentes. Pero, además de los vientos, también hay otros peligros que suponen una amenaza: las marejadas ciclónicas costeras, las inundaciones de agua salada y las inundaciones de agua dulce tierra adentro por las lluvias también se exacerban debido al cambio climático", dice Wehner.

De hecho, señala, una tormenta grande que se agita lentamente y que permanece cerca de la costa y lleva grandes cantidades de agua a la tierra puede ser al menos tan devastadora como una tormenta más compacta con velocidades de viento más altas.

"La supertormenta Sandy ni siquiera era de categoría 1 cuando tocó tierra en Nueva York y Nueva Jersey [en 2012] pero era tan grande espacialmente que fue devastadora", señala.

Otro problema con la escala, añade, es que anima a las personas en riesgo a centrarse en la velocidad del viento en detrimento de otros factores de riesgo y, a veces, a bajar la guardia cuando esa velocidad disminuye.

El mayor problema con los huracanes más peligrosos no es necesariamente el viento, dice Emmanuel. Es el agua.

"Hay un consenso entre los científicos del clima de que el aumento de la temperatura aumentará las precipitaciones en los huracanes", dice. "Es una física muy sencilla. El aumento del peligro real que supone el cambio climático no es el aumento de la intensidad de los vientos, aunque eso es importante. Se trata de que haya lluvias más copiosas", avisa.

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    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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