¿Por qué este animal puede vivir más de 500 años?
Los animales que viven en aguas profundas y que no se mueven demasiado tienen más probabilidades de ser más longevos.
Si fueras un coral rojo, tendrías tiempo suficiente para cumplir los deseos de varias vidas antes de morir. Aunque es difícil averiguar qué deseos podrías incluir en tu lista.
El coral rojo, que puede vivir durante 500 años, es una de las varias especies marinas que hace que la esperanza de vida humana parezca un santiamén en comparación. En un nuevo estudio, un equipo de científicos ha tratado de desentrañar qué es lo que permite a algunas de estas especies marinas vivir durante siglos.
En las profundidades
Los autores del estudio examinaron docenas de estudios que estimaban la esperanza de vida «de más de 200 especies de todo el planeta», según explicó el autor Ignasi Montero-Serra, candidato predoctoral de la Universidad de Barcelona.
Estudiando los patrones de las especies sésiles o inmóviles como los corales, las macroalgas, las esponjas y las gorgonias —un tipo de coral que incluye a los corales blandos—, el equipo descubrió que los animales que viven en aguas más profundas tienen más probabilidades de vivir durante más tiempo.
El coral rojo mediterráneo, con una esperanza de vida de más de 500 años, vive a profundidades de más de 800 metros.
La especie marina más longeva conocida, según explicó Montero-Serra, es una esponja (Monorhaphis chuni) que, según las estimaciones, tenía 11.000 años y vivía a 300 metros por debajo del nivel del mar.
Tranquilidad y estabilidad
Es probable que la estabilidad del hábitat en las profundidades del océano ayude a las especies mesopelágicas a vivir durante más tiempo.
A mayores profundidades, los animales están protegidos de las perturbaciones que afectan a especies en aguas poco profundas, como los cambios de temperatura y las tormentas intensas, según explicó el coautor Dan Doak, profesor de estudios medioambientales en la Universidad de Colorado, Boulder.
Quedarse quieto también tiene sus ventajas.
«Ser sésil parece guardar correlación con al menos la posibilidad de la longevidad en animales marinos, así como en plantas terrestres», afirma Doak.
La selección natural favorece la esperanza de vida larga en entornos estables «donde no te matan fenómenos aleatorios», como en las profundidades del océano. Las especies en aguas menos profundas tienen más probabilidades de morir jóvenes debido a amenazas como los depredadores. Eso significa que no existe ningún beneficio evolutivo en particular de que dichas criaturas sean capaces de reparar su propio cuerpo y seguir siendo fuertes hasta la vejez, según explica Doak.
Otro factor, según señala Montero-Serra, es que estas especies sésiles son clonales. «Forman una colonia con varias unidades genéticamente idénticas, denominadas pólipos en el caso de los corales y las gorgonias». Los organismos clonales pueden evitar el deterioro relacionado con el envejecimiento «replicando de forma asexual sus unidades», de forma que, aunque algunas partes pueden morir, «toda la colonia puede mantenerse en completo funcionamiento con el paso del tiempo».
Con la clonalidad, «un individuo siempre está compuesto de fragmentos jóvenes», explica Doak, por eso las unidades jóvenes remplazan constantemente a las más ancianas en lugar de ser una sola unidad que sencillamente envejece, como nosotros los humanos.
Perturbación en las profundidades
Sin embargo, estas especies longevas podrían estar en peligro. Las aguas profundas solían librarse de las consecuencias de la actividad humana, pero «cada vez más amenazas afectan a los hábitats y a las especies mesopelágicas», afirma Linares.
Se ha demostrado que el cambio climático, por ejemplo, afecta a estos ecosistemas en el océano profundo.
Entre otras amenazas se encuentra «la contaminación, como los plásticos, que llegan a aguas cada vez más profundas, según se ha demostrado», afirma Doak.
Los animales longevos a estas profundidades también crecen y se reproducen más lentamente, por lo que si se ven afectados por una perturbación para la que no están adaptados, les resulta difícil recuperarse, según explica Doak.
El equipo de pesca abandonado, conocido como redes fantasma, puede dañar estas frágiles comunidades y las prácticas pesqueras como el arrastre que llegan a estos hábitats «pueden destruir rápidamente poblaciones y comunidades sésiles que podrían necesitar cientos de años para recuperarse», según Montero-Serra.