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Página del fotógrafo
Reinhard Dirscherl
Un banco de peces 'Sarpa salpa' en las islas Medes, en la costa de Girnoa. Consumir este pez a veces provoca intensas alucinaciones. Aunque no está muy estudiado, algunos expertos creen que esto puede ser una consecuencia de cómo se prepara el pez.
Estrella de mar corona de espinas caminando por los arrecifes de las Maldivas. Estas criaturas marinas son nativas de las aguas del Indopacífico, pero su creciente población amenaza los sensibles hábitats de los arrecifes de coral.
Las tortugas marinas del atolón de Enewetak muestran la firma nuclear de las pruebas con armas estadounidenses realizadas décadas atrás. Son sólo uno de los muchos animales afectados por el legado nuclear humano.
Experimente la volcánica geología de esta isla caribeña en una escabrosa caminata de unos 24 kilómetros atravesando lechos sulfurosos para alcanzar el Lago Boiling. O explora las aguas cristalinas de Dominica buceando por el delicioso y efervescente Champagne Reef con sus coloridos peces y su pecio español del siglo XVII.
Cenotes como este en Tulum salpican la península de Yucatán de México. Estas entradas al inframundo maya también ofrecen experiencias espectaculares de esnórquel y natación.
Los nenúfares buscan el sol en el cenote «Car Wash», donde los visitantes pueden practicar esnórquel y explorar pagando una entrada de unos 2,30 euros.
La vida en las profundidades del mar puede ser larga, extendiéndose siglos.
Cousin's Rock, Ecuador Con lo mejor de ambos mundos, esta formación volcánica contiene maravillas diminutas como nudibranquios coloridos y caballitos de mar del Pacífico en sus corales, y sus profundidades atraen en tropel a peces enormes. Y por si fuera poco, podrás encontrarte con leones marinos curiosos.
Rana flecha azul (Dendrobates tinctorius azureus).
Sin duda, el cuerpo plano y los flecos de los orectolóbidos, en la imagen uno en Indonesia, recuerdan a una alfombra. «Se quedan en el lecho marino, camuflándose y esperando sin moverse a que posibles presas pasen a su lado. Entonces, se abalanzan sobre ellas a la velocidad de la luz», señala Ceccarelli. «No son muy exigentes en cuanto a la presas», añade, lo que explica por qué el orectolóbido australiano convirtió otro tiburón de casi su mismo tamaño en su comida del día. Al igual que ocurre con otros muchos tiburones, la mandíbula de los orectolóbidos se disloca para ayudarles a engullir grandes presas, y sus dientes apuntan hacia atrás, para poder agarrarlas. «Con el tiempo necesario pueden desmembrar y tragar presas más grandes que ellos mismos», afirma Ceccarelli.