Descubiertas en ámbar ranas de 99 millones de años de antigüedad
Los restos fósiles son los más antiguos pertenecientes a ranas que habitaron bosques tropicales.
Más de un tercio de las aproximadamente 7.000 especies vivas de ranas y sapos vive en los bosques tropicales del planeta. Pero el registro fósil de anfibios de este tipo de entornos tropicales húmedos ha sido prácticamente inexistente, dejando a los paleontólogos sin apenas pruebas sobre su evolución primitiva.
Unos fragmentos de ámbar que datan del Cretácico han revelado una serie de cuatro diminutas ranas tropicales que vivieron junto a los dinosaurios, lo que las convierte en las ranas más antiguas de su clase. Los especímenes incluyen los restos de una rana primitiva completa, suficientes para que la describan como nueva especie, denominada Electrorana limoae.
«Fue emocionante sostener estos diminutos fósiles contra la luz para revelar las ranas que contenían», afirma David Blackburn, paleontólogo del Museo de Historia Natural de Florida en Gainesville. «Tenemos muy pocas ranas fósiles pequeñas e intactas, y el espécimen primario de Electrorana es un hallazgo inusual».
En vida, todas estas ranas habrían medido menos de 2,5 centímetros, según un estudio que describe los fósiles publicado en Scientific Reports y dirigido por el explorador de National Geographic Lida Xing, de la Universidad de Geociencias de China, en Pekín.
«Los lagartos y las ranas en ámbar no son inauditos, pero unos de esta antigüedad son excepcionales», afirma Marc Jones, experto en ranas fósiles del Museo de Historia Natural de Londres, Reino Unido. «El registro fósil de ranas sigue siendo sesgado e irregular, pero incluye alguna joya como esta que nos ayuda a apreciar lo que nos estamos perdiendo».
Donación «milagrosa»
Las ranas de 99 millones de años proceden de los mismos depósitos de ámbar del norte de Birmania que han producido fósiles exquisitos, entre ellos una cola de dinosaurio, un par de aves bebés, alas de ave intactas e innumerables insectos. Fragmentos de bambú, gusanos aterciopelados y arañas acuáticas también halladas en este ámbar sugieren que el entorno del Cretácico era un bosque tropical, ya que se suelen encontrar especies similares en los bosques tropicales húmedos actuales.
El Instituto de Paleontología de Dexu en Chaozhou adquirió los especímenes de rana como donaciones de coleccionistas de fósiles privados de China. El instituto tuvo tres de los fósiles durante unos cuantos años, pero solo contenían las extremidades delanteras y la impresión de un cuerpo sin cabeza al que le falta el esqueleto, según cuenta Xing. Una donación «milagrosa» de un espécimen más grande y completo en 2010 hizo posible su última investigación.
«Se había descompuesto ligeramente, pero hasta podías observar una buena estructura esquelética a simple vista», afirma Xing.
Las tomografías computarizadas revelaron mucho más de la estructura tridimensional y la anatomía interna de los fósiles, incluyendo pruebas de que la Electrorana era similar a las ranas modernas en muchos sentidos. El animal parece ser un miembro primitivo de uno de los linajes más antiguos de ranas vivas, representado por especies modernas como los sapos de vientre de fuego y los sapos parteros.
«Aunque la Electrorana no conserva mucho tejido blando, a diferencia de algunos especímenes de lagarto impresionantes de los mismos depósitos, su esqueleto bien conservado representa el registro más antiguo de una rana de bosque tropical, un hábitat moderno muy importante para las ranas», afirma Michael Pittman, paleontólogo de la Universidad de Hong Kong.
Y también un escarabajo
Añade que, debido a la calidad y variedad de los fósiles en estos depósitos de ámbar, podría haber oportunidades futuras para estudiar las dietas de estas ranas y ver en qué se diferencian de las de sus parientes vivas.
Resulta que el fragmento de ámbar que contiene la Electrorana también contiene un escarabajo, lo que sugiere que podría haber sido una presa para el anfibio de la era de los dinosaurios.
La rana más completa era un ejemplar joven con huesos blandos que no se fosilizó del todo, por ello los científicos han perdido muchos aspectos del esqueleto que podrían haber dado más información sobre su conducta y su ecología, como las articulaciones de la cadera vinculadas al salto y los huesos del oído interno.
Sin embargo, Blackburn, uno de los autores del estudio, espera que, conforme se recopilen más fósiles, encontrarán muestras mejor conservadas y serán capaces de compararlas con ranas vivas. Eso permitiría a los científicos hacerse preguntas más sofisticadas sobre la forma en que vivieron y evolucionaron estas ranas primitivas.
«Solo espero que aparezcan fósiles más espectaculares», afirma. «En los bosques tropicales actuales existe una diversidad abundante de especies de ranas vivas. Así que podría haber más especies por descubrir en el ámbar del Cretácico de Birmania».